La quiebra del grupo agroindustrial Vicentin, declarada en default el 6 de diciembre pasado, dejo expuesta la podredumbre del empresariado y el sistema capitalista de conjunto a la vez que ha generado reacciones en todo el espectro político y mediático que interpreta, la recientemente anunciada intervención de Vicentin por parte del Estado, de diversas maneras y de acuerdo a sus intereses políticos particulares.
De lo que se trata es de dar una caracterización general de lo que ha sucedido para poder separar “la paja del trigo” y así llegar a una mejor comprensión acerca de la intervención estatal que nos permita intervenir en la situación política desde una perspectiva de clase.
Grupo agroindustrial Vicentin: La banda de los tres sucios.
Vicentin SAIC es un grupo económico local que opera en el país desde 1929 y que logro posicionarse con los años como un imperio cerealero con negocios en toda la cadena. La firma tiene participaciones con carácter de accionista en múltiples empresas que cuentan con unos 7.000 trabajadores. La molienda de oleaginosas y biocombustibles representa un 85% de los ingresos de la compañía, mientras que el 15% restante se distribuye en carnes, algodón, etc.
Está entre los diez principales exportadores de la Argentina, tiene dos terminales portuarias y hasta finales de 2019 la facturación de Vicentin excedía los USD 4.200 millones anuales. Así y todo, la empresa cerealera se declaró en “estrés financiero en diciembre de 2019. ¿Como pudo suceder esto?
La respuesta es clara: Las mafias empresarias operaron para enriquecerse astronómicamente saqueando al Estado dejando una empresa “quebrada” que debe ser “rescatada” ¡Por el mismo Estado! La mafia capitalista operando en toda la línea.
La exportadora paso del puesto 19 al 6 entre las empresas que más facturan en el país durante el gobierno de Macri al que le financió la campaña electoral presidencial del 2019 aportando $27,5 millones, según consta en los informes de la Cámara Nacional Electoral.
El ascenso vertiginoso de Vicentin estuvo apuntalado con los dólares de los créditos de prefinanciación de exportaciones que el Estado le otorgaba a través de bancos nacionales y provinciales y que la empresa jamás pago.
El endeudamiento de Vicentin con el Banco Nación se duplicó durante la gestión macrista de 150 millones a más de 300 millones de dólares. El 40% de los créditos se aprobó pocos días antes de que la empresa se declarara con “problemas financieros” y Macri termine su gestión presidencial. Unos de los directores del Banco Nación, Claudio Lozano declaró: “Además, Vicentin es una manifestación más de todos los procesos de triangulación que se hacen para eludir el pago de retenciones y dejar dólares en el exterior a través de sus subsidiarias de Paraguay y Uruguay y a través de empresas off shore que tienen sedes en Panamá” (La Nación 8/6/20)
Lo que vemos en Vicentin no es un caso aislado, sino que representa el modus operandi del empresariado que saquea al Estado, fuga dólares, se enriquece y transfiere luego su quebranto al Estado.
Vicentin representa en términos generales la degeneración y la bancarrota del capitalismo argentino.
Este desfalco no solo es la expresión más acabada de la podredumbre de la “burguesía nacional” que de la mano del capital imperialista busca maximizar ganancias y transferir la crisis sobre la espalda de los trabajadores, sino que también forma parte de un proceso de quebrantos, socorros y rescates que vienen atravesando las empresas en el país como expresión de la profunda crisis económica que sacude a la Argentina y el mundo hasta sus cimientos.
El cinismo e hipocresía de la oposición de derecha
Los opositores por derecha al gobierno de Alberto Fernández han demostrado, una vez más, un cinismo y una hipocresía sin límites. Todos los días vemos como los endeudadores seriales dan lecciones de economía, los destructores de la salud publica dan clases de cómo manejar la crisis sanitaria o como los tradicionales aliados de los golpistas nos instruyen acerca de la democracia.
Estos impresentables venían desde hace semanas buscando un flanco por donde golpear al Gobierno que aun cuenta con un alto nivel de aprobación a pesar de que esta se haya disminuido y estancado en los últimos días.
La ley antidespidos, la renegociación de la deuda y la extensión del aislamiento poco a poco fueron rompiendo la “armonía” inicial entre gobierno y oposición. El caso Vicentin es utilizado ahora como un ariete en donde, los representantes políticos del sector más rancio de la burguesía junto a los medios hegemónicos, buscan desgastar y presionar al gobierno de los Fernández con mentiras, tergiversaciones, manipulaciones y terrorismo mediático. La alevosa doble vara del diario La Nación al titular las noticias sobre los salvatajes en Europa en contraposición al caso de Vicentin o la fake news de Infobae, que tuvo que salir a desarmar la embajada española, junto con el intento de asustar con “el chavismo de Cristina expropiadora” por parte de periodistas de TN son algunos burdos ejemplos de esto.
Otro actor infaltable en esta política de asedio es el Poder Judicial que responde a las mafias enquistadas en el Estado. Recientemente Juntos por el Cambio fue a la Justicia en defensa de Vicentin recayendo la denuncia contra Alberto Fernández, por supuesto abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público, en el Juzgado Federal 1.
Quienes fueron financiados por Vicentin para luego dar curso al fraude del grupo empresarial hoy atacan al gobierno en defensa de los propios directivos de la empresa, mayor muestra de cinismo no se consigue.
La división de tareas que se da en la oposición, en donde aquellos sectores que no están vinculados a la gestión pública juegan el papel más agresivo y aquellos sectores con responsabilidad de gobierno juegan un papel más conciliador, es un juego que lo único que busca es debilitar al gobierno con la intención de retomar el poder político del Estado para continuar profundizando el ajuste en líneas neoliberales como plantea el macrismo residual.
Pero tras estos payasos están los dueños del circo. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) que agrupa a los empresarios más poderosos del país como Paolo Rocca (Techint), Luis Pagani (Arcor), Cristiano Rattazzi (Fiat), Héctor Magnetto (Clarín), y Jaime Campos (Sociedad Rural) junto con la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) rechazaron duramente la intervención estatal de Vicetin y su posterior proyecto de expropiación.
En Córdoba el Grupo de los 6, que reúne a las principales entidades empresarias de la provincia, ha comenzado a presionar para revertir la expropiación haciéndola naufragar en el parlamento.
En general las grandes patronales quieren el rescate sin la “expropiación”.
El gobierno y el rescate de Vicentin
El decreto de intervención a la empresa y el proyecto de ley de expropiación impulsado por el gobierno ha tenido un golpe de efecto simbólico sobre su base social y sobre su militancia de base.
La medida ha sido percibida por algunos de estos compañeros como un acto en defensa de la soberanía nacional, el empleo y la soberanía alimentaria donde el gobierno da un giro estratégico en el desarrollo productivo del país.
Si bien esta medida puede representar un alivio para los trabajadores de Vicentin, ya que se preservan los 7000 puestos de trabajo, resulta necesario poner en contexto esta intervención. Una intervención o expropiación per se no significa un giro estratégico hacia una política de avance sobre los intereses, ganancias y privilegios de la clase empresarial, tal como la manifestó el propio Alberto Fernández: “La expropiación no es un remedio permanente sino un remedio excepcional y espero que no ocurra nunca más” (Pagina12 10/06/20)
La intervención y probable expropiación es un “rescate” a una empresa que acumula U$S1.350 millones de deudas y entre cuyos acreedores sobresale el Estado a través del Banco Nación, el Banco Provincia, Banco Hipotecario y Banco Ciudad y que se da en el marco de una política cada vez más generalizada de los gobiernos en este sentido.
En Europa la Comisión Europea acaba de aprobar una norma que da vía libre definitiva a los gobiernos de la Unión Europea para nacionalizar o rescatar empresas y restaurar la estructura del capital asumiendo sus pérdidas para luego volver a privatizarlas.
Las nacionalizaciones están siendo utilizadas en estos momentos como un recurso para salvar a las empresas es por eso que Merkel, Trump, Macron y Johnson se han expresado abiertamente a favor de que el Estado rescate empresas en quiebra.
La crisis capitalista mundial está dejando un tendal de enormes empresas en quiebra en todos los países del mundo, y la respuesta que vienen dando los distintos gobiernos es el rescate de las mismas.
La propuesta de tomar parte del paquete accionario algunas empresas en riesgo a cambio de ayuda estatal, conocido como “Too big to fail”, es un recurso de última instancia, ya utilizado en el mundo tras la crisis del 2008 para salvarlas. Lo que en última instancia implica socializar las pérdidas de los empresarios, en la idea de que la quiebra de esas empresas tendría consecuencias negativas sobre el conjunto de la economía y por ende los Estados deben rescatarlas. El paso siguiente es traspasar esos enormes aureros negros en las finanzas privadas a las financias públicas.
Vicentin ya ha sido intervenida, restará saber qué forma final adquirida el salvataje y cuál será el papel del Estado en este proceso.
¡Para alcanzar la soberanía alimentaria hay que planificar la economía!
Discutir la soberanía alimentaria es una cuestión vital en nuestro país. El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA señalo que “Seis de cada diez niños en el país vive en un hogar pobre y la cifra crecerá después de la pandemia.” (Diario Opinión 9/6/20).
Vicentin en solo la punta del iceberg de un sistema que no está diseñado para sostener la soberanía alimentaria sino todo lo contrario. La concentración en pocas manos es una constante en toda la industria de la alimentación, así como en toda la economía en general.
Un informe de la CTA Autónoma Córdoba señalaba que en el rubro aceites son 3 las empresas que concentran el 90,5% de la facturación y el 90,6% del volumen: AGD, Molinos Cañuelas y Molinos Rio de la Plata. Para el rubro de Azúcar hay 3 empresas que concentran el 85% de la facturación: Ingenio El Tabacal, Ledesma y Valpafe. En el caso de los fideos: Molinos Rio de la plata tiene el 79,4% con 5 marcas: Manera, Mattarazzo, Luchetti, Don Vicente y Favorita. En jugos Arcor y Mondelez, que tienen el 100% de las ventas.
A esto debemos agregar que toda la producción se realiza con agrotóxicos, químicos y conservantes que transforman la comida en un veneno que mata poco a poco. Los agrotóxicos y fertilizantes sintéticos destruyen los suelos y contaminan las aguas.
La tendencia a la concentración y el monopolio es una característica inherente al capitalismo como también la maximización de los beneficios y la reducción de los costos que lleva a la producción de comida envenenada por parte de los grandes empresarios que controlan la industria alimenticia.
Esto nos demuestra que la discusión excede el rescate de Vicetin, y que lo que debemos poner en discusión, para alcanzar un modelo de soberanía alimentaria agroecológica, en armonía con la naturaleza, es un sistema socio económico diseñado para lo contrario.
Desde la Corriente Socialista Militante estamos a favor de la expropiación de Vicentin, pero consideramos que esta no debe ser un rescate sino una expropiación sin indemnización, bajo control de sus trabajadores, como un primer paso para recuperar el complejo agroexportador, hoy en manos de empresas parasitarias que fugan, roban, saquean, contaminan e impiden la soberanía alimentaria.
Es necesario discutir un plan de recuperación industrial, de nacionalización de los puertos y el comercio exterior, como así también recuperar nuestra flota marítima de bandera (ELMA). Hoy, el transporte de las mercaderías que ingresan y salen del país se hace casi en su totalidad a través de fletes internacionales, esto nos llevaría a poner en pie nuevamente a los Astilleros de Río Santiago (AFNE), para dotar a nuestro país de los buques necesarios y no depender del flete internacional.
Hay otra forma posible de producir y alimentarnos, reemplazando a este modelo agroexportador de hambre. Por lo tanto, la necesidad política de los trabajadores pasa por organizarse en torno a un programa político que plantee la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía y las principales industrias bajo control obrero, la necesidad de la propiedad común de la tierra y los bancos en una única banca estatal levantada sobre la nacionalización de los grandes depósitos de los millonarios, que saquean y fugan. Un plan de producción sobre la base de la planificación económica, y no de la anarquía del mercado capitalista, es la única manera de movilizar el colosal potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica en beneficio de la mayoría aplastante de la población y no de un puñado de empresarios fraudulentos.
En este escenario el control obrero se hace necesario como manera de democratizar el funcionamiento de las empresas y evitar burocratismos, corrupción y negociados, siendo los trabajadores y usuarios los únicos interesados en su correcto funcionamiento.
El control obrero significa exactamente lo que dice: la clase obrera y sus representantes en las fábricas gestionan y desarrollan el proceso de producción y comercialización. Esto se torna vital para la ejecución de cualquier plan económico realizado desde un punto de vista de la clase trabajadora y no del de los exploradores.
Por las vías del capitalismo la idea de alcanzar o avanzar hacia la soberanía alimentaria es una utopía. La alimentación de los trabajadores y demás sectores populares no puede ser la ganancia de unos pocos.
Consideramos una tarea de primer orden que las bases de las organizaciones sindicales, campesinas, políticas, barriales, estudiantiles, universitarias pongan en discusión estas ideas y la manera de llevarlas adelante.
¡Por un Partido de Trabajadores!
Para llevar adelante estas ideas necesitamos una organización propia, una organización que nos represente, un Partido de Trabajadores que concentre y aglutine a los millones de trabajadores y obreros, jóvenes y desempleados.
¿Por qué construir específicamente un Partido de los Trabajadores? Porque los trabajadores asalariados e informales somos la inmensa mayoría de la sociedad en Argentina, la columna vertebral que sostiene todo el andamiaje económico y social del país y los únicos interesados en construir una sociedad sin desigualdad, ni explotación, sin fraudes empresariales o comida envenenada con agrotóxicos.
Pero la cuestión aquí no es solo proclamar formalmente un partido de trabajadores, sino que el mismo cuente con una base trabajadora y obrera de masas, por lo tanto, esta tarea de primer orden debe ser impulsada desde los sindicatos combativos. Sobre todo, de las organizaciones de primer y segundo grado, como las juntas internas y los cuerpos de delegados.
Solo la clase trabajadora puede sacar de la crisis a los millones de trabajadores en Argentina. No podemos seguir delegando en los partidos poli clasistas que sostienen al régimen de conjunto o seguir siendo furgón de cola de alternativas que no son las nuestras.
La planificación socialista y democrática de nuestros recursos es el camino hacia adelante. Construyamos el partido revolucionario que pueda llevar adelante estas ideas.
Socialismo o Barbarie.