Perspectivas Mundiales 2016 (segunda parte)

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Primera Parte

El siguiente documento es la segunda parte de un borrador que será discutido este verano en el Congreso Mundial de la Corriente Marxista Internacional. El objetivo principal de dicho documento es definir las principales tendencias económicas, sociales y políticas en el mundo al día de hoy y desarrollar una perspectiva para la lucha de clases en el siguiente periodo. El documento fue redactado originalmente en octubre de 2015.

Efectos políticos de la crisis

Aquí, sin embargo, nos enfrentamos con lo que a primera vista parece una paradoja inexplicable. Hasta hace poco los banqueros y capitalistas se felicitaban por haber pasado por la crisis más profunda de la historia sin provocar una revolución. Este desenlace sorprendente les provocó un sentimiento de complacencia auto-suficiente que era tan errado como estúpido.

El principal problema para esta gente es que carece incluso de la comprensión más elemental de la dialéctica, que explica que todo, más temprano o más tarde, se convierte en su contrario. Debajo de la superficie de calma aparente, hay una rabia creciente contra las élites políticas, contra los ricos, los poderosos y los privilegiados. Esta reacción contra el status quo contienen las semillas embrionarias de acontecimientos revolucionarios.

Es una proposición elemental del materialismo dialéctico que la conciencia humana siempre va por detrás de los acontecimientos. Pero más pronto o más tarde se pone al día de manera explosiva. Esto es precisamente lo que es una revolución. Lo que estamos presenciando en muchos países es el inicio de un cambio revolucionario en la conciencia política, que está sacudiendo a las instituciones y a los partidos del sistema de arriba abajo. Es cierto que la conciencia está moldeada en gran medida por los recuerdos del pasado. Tardará un cierto tiempo para que las viejas ilusiones reformistas sean erradicadas de la conciencia de las masas. Pero bajo los martillazos de los acontecimientos habrá cambios bruscos y repentinos en la conciencia ¡Ay de aquellos que traten de basarse en la conciencia del pasado que está siendo ya erradicada! Los marxistas debemos basarnos siempre en las fuerzas vivas y en las perspectivas para el período que se avecina, que no tiene ninguna similitud con lo que hemos experimentado hasta el momento.

Buscando una salida a la crisis, las masas ponen a prueba a un partido tras otro. Los viejos dirigentes y programas son analizados y descartados. Los partidos que son elegidos y traicionan las aspiraciones de la gente, aplicando recortes en violación de sus promesas electorales, quedan rápidamente desacreditados. Aquellas ideologías que se consideraban dominantes pasan a ser rápidamente despreciadas. Dirigentes que eran populares pasan a ser odiados. Los cambios bruscos y repentinos están a la orden del día.

Hay una rabia creciente contra  el establishment político y los partidos políticos en general que va más allá de la situación económica inmediata Existe un sentimiento profundo, arraigado y general de malestar  en la sociedad. Pero le falta un vehículo que pueda darle una expresión organizada.

En Francia, donde el Partido Socialista ganó las anteriores elecciones parlamentarias, François Hollande tiene ahora la tasa de aprobación más baja de cualquier presidente desde 1958 y los socialistas han sufrido un serio revés en las recientes elecciones regionales. En Grecia vimos el colapso del Pasok y el auge de Syriza. En España vimos el fenómeno de Podemos. En Escocia vimos el auge del SNP (nacionalistas escoceses). En Gran Bretaña en su conjunto, hemos visto el surgimiento de Jeremy Corbyn. Todo esto es una expresión del descontento profundo que existe en la sociedad y busca una expresión política. En toda Europa existe el miedo de que las políticas de austeridad no serán un ajuste temporal, sino un ataque permanente a las condiciones de vida. En países como Grecia, Portugal e Irlanda, estas políticas ya han provocado recortes sustanciales en los salarios nominales y en las pensiones sin haber resuelto el problema del déficit. Así, todo el sufrimiento del pueblo ha sido en vano.

Vimos el mismo proceso en Irlanda con el reciente referéndum. Durante siglos, Irlanda fue uno de los países más católicos de Europa. No hace tanto tiempo la Iglesia ejercía un dominio absoluto sobre todos los aspectos de la vida. El resultado del referéndum sobre el matrimonio homosexual, en el que un 62% votó a favor, fue un golpe muy duro a la Iglesia Católica Romana. Fue una protesta masiva contra su poder y su interferencia en la política y en las vidas de la gente. Representó un cambio fundamental en la sociedad irlandesa.

Los EEUU

Los EEUU era el único país capitalista importante que había experimentado por lo menos una recuperación menor, aunque fuera de carácter débil y anémico. La mayor parte del crecimiento registrado el año pasado se debió a la acumulación de inventario (stocks no vendidos). En realidad el crecimiento se está desacelerando en los EEUU y ya se ha ralentizado en Japón y la Unión Europea (UE). Desde julio de 2015 el FMI ha puesto signos negativos en todas sus previsiones. No queda nada de la recuperación a la que se dio tanta propaganda.

La debilidad de la economía mundial, y en particular de las llamadas economías emergentes, ha llevado a una estampida hacia el dólar, que todavía es visto como un refugio seguro en tiempos de crisis. Pero la fortaleza del dólar en sí misma es un problema para los EEUU, ya que le proporciona una ventaja competitiva a sus rivales y daña las exportaciones. El año pasado se registró una caída de las exportaciones y de las importaciones de los EEUU, reflejando la debilidad general de la economía mundial.  

La crisis está polarizando a la sociedad estadounidense. La administración Obama es vista como un fracaso. El hecho de que el mensaje contra el establishment de Donald Trump y Bernie Sanders haya encontrado un eco entre tantos norteamericanos ilustra la alienación que sufren millones de personas. Existe una polarización a derecha e izquierda – un proceso que se da también a nivel internacional.

La retórica reaccionaria de Trump conecta con gente que se siente alienada por la élite política en Washington. Su creciente popularidad ha sido una conmoción para la dirección del partido Republicano y el partido se enfrenta a crisis y escisiones.

La elección presidencial de EEUU presenta unos acontecimientos de lo más interesante. Por supuesto es imposible predecir el resultado con ningún grado de precisión, debido a la encrucijada extremadamente inestable y volátil en la que se encuentra la política de los EEUU. Los medios de comunicación se han concentrado casi exclusivamente sobre la persona del Republicano Donald Trump. Parece improbable que la clase dominante de los EEUU le vaya a confiar sus asuntos a un payaso reaccionario e ignorante, aunque eso sea justamente lo que ha hecho en dos ocasiones en el pasado reciente con Ronald Reagan y George W Bush. Hillary Clinton es una apuesta mucho más segura desde el punto de vista de la clase dominante.

Pero mucho más significativo que Trump o Clinton es el apoyo masivo para Bernie Sanders que habla abiertamente de socialismo. El surgimiento de Bernie Sanders como un rival serio  a la nominación presidencial Demócrata es un síntoma del profundo descontento y fermento que existe en la sociedad. Sus ataques contra la clase multimillonaria y su llamamiento a una “revolución política” encuentran un eco en millones de personas, y decenas de miles están participando en sus actos de campaña.

La palabra “socialismo” se usa ahora con mucha mayor frecuencia en los medios de comunicación. Según una encuesta de 2011, un 49% de norteamericanos de entre 18 y 29 años tenía una apreciación positiva del socialismo contra un 47% que tenía una opinión positiva del capitalismo. Según otra encuesta más reciente, de junio del 2014, un 47% de los americanos estaría dispuesto a votar por un candidato socialista y la cifra aumentaba a 69% entre los menores de 30 años.

Hay una gran cantidad de gente, muchos de ellos jóvenes pero también sindicalistas de base, que está deseosa de oír el mensaje de Bernie Sanders. Es cierto que su política es más cercana a la socialdemocracia escandinava que al auténtico socialismo. Aún así, este es un síntoma muy importante de que algo está cambiando en los EEUU.

Bernie Sanders ha conectado con un sentimiento popular de odio hacia el establishment y el gobierno de los multimillonarios y los banqueros de Wall Street. La recesión mundial ha sacudido Norteamérica hasta sus cimientos. Uno de cada cinco adultos en los EEUU vive ahora en hogares que o son pobres o están en riesgo de pobreza. Casi 5,7 millones de personas han caído a los niveles más bajos de ingresos desde la crisis financiera global.

El gobierno de EEUU ha estado vanagloriándose de que el nivel de desempleo ha caído al 5%. Pero el motivo no es el crecimiento económico, sino la caída de la fuerza laboral activa. Si la ratio de trabajadores o gente que busca activamente un emp fuera el mismo que en el 2008, la tasa de desempleo estaría por encima del 10%. Se ha forzado a los trabajadores a empleos precarios.

Con un estancamiento del crecimiento y altos niveles de desempleo en la eurozona; Japón entrando en recesión; y el crecimiento en EEUU estancado durante la “recuperación” en apenas un 2-2,5%, no hay ahora ningún país que pueda servir de locomotora para un nuevo boom. En el último período los países industriales desarrollados han dependido de los  “mercados emergentes” para respaldar a la economía global. Esa opción ya no existe.

Europa

En toda Europa la gente despierta al hecho de que las políticas de austeridad no son solamente un ajuste temporal sino un ataque permanente a los niveles de vida. En países como Grecia, Portugal e Irlanda, estas políticas ya han provocado recortes brutales en los salarios y las pensiones nominales sin haber tenido ningún impacto en resolver el problema déficit. Por lo tanto, todas las privaciones y sufrimiento del pueblo han sido en vano.

Europa se enfrenta a un período prolongado de crecimiento lento y deflación. El intento de reducir la deuda en estas condiciones será “más duro y sangriento” que lo que hemos visto hasta ahora. Tomada en su conjunto, la economía de la eurozona todavía no ha recuperado el nivel de 2007, antes de la crisis. Esto a pesar de toda una serie de factores que deberían haber estimulado el crecimiento: bajos precios petrolíferos, el programa de ajuste cuantitativo del Banco Central Europeo (por valor de 60.000 millones de euros al mes) y un euro más débil, lo que debería estimular las exportaciones.

Sin embargo, la tasa de inflación extremadamente baja no es un reflejo de salud económica sino de enfermedad crónica; es la imagen reflejada de la ausencia de demanda de los consumidores, que a su vez es el resultado de la enorme deuda acumulada y de la caída en los ingresos. Puede provocar una espiral descendente que puede llevar a una recesión prolongada. Para tratar de evitarlo están hablando de recortar todavía más la tasa de depósito diario y aumentar el programa de ajuste cuantitativo.

Comentando esta situación, el presidente del BCE, Mario Draghi, escribe: “Se necesitaron entre cinco y ocho trimestres para que los países que ahora forman parte de la zona euro recuperaran su nivel real de producción previo a la recesión después de las caídas de los 1970s, 1980s y 1990s. Durante la recesión reciente – que fue la peor desde los 1930s – le costó a la economía de los EEUU 14 trimestres recuperar su nivel anterior a la crisis. Si nuestras previsiones son correctas, a la zona euro le costará 31 trimestres recuperar su nivel de producción anterior a la crisis – es decir, en el 2016”.

Incluso ésta es una apreciación demasiado optimista. En su estado actual debilitado, la UE está expuesta a cualquier choque. La desaceleración de China y la crisis de los “mercados emergentes” están teniendo un impacto dañino sobre todo en Alemania, que es un exportador de bienes de equipo a China. En la medida que las exportaciones representan el 45,6% del PIB alemán (en 2014), el único país que podía haber actuado como locomotora para una recuperación económica en Europa, no está en condiciones de hacerlo.

Cuanto más bajo sea el crecimiento, mayor será el peso de la deuda. Esta es la lección de Grecia. En estas condiciones, habrá suspensiones de pago y pérdidas financieras inevitablemente, seguidas por bancarrotas y colapsos en un país tras otro.

El impasse económico ha tenido el efecto de profundizar todas las contradicciones y provocar serias tensiones entre los estados nacionales en Europa. La crisis de los refugiados, y la cuestión de quién la va a sufragar, fue una catalizador que sacó todas estas contradicciones a la luz. Ya ha provocado conflictos muy duros entre Alemania y países del este (Polonia y Hungría), que no hace mucho habían quedado reducidos virtualmente casi  al papel de colonias alemanas.

Francia y Alemania están enzarzadas en un conflicto acerca de la idea de la unión bancaria, que Francia promueve, pero que Alemania resiste. En Berlín, naturalmente, no están entusiasmados con la perspectiva de actuar de garantes de los bancos de otros países, una propuesta que ven como si el hombre que tiene una buena calificación de crédito le prestara su tarjeta al vecino que ya se ha declarado en bancarrota en varias ocasiones.

El rescate de Grecia todavía no ha resuelto la situación, a pesar de la capitulación de Tsipras. No le resultará sencillo aplicar los recortes brutales que le exigen Merkel y compañía. Veremos una intensificación de la lucha de clases en la medida en que los trabajadores griegos resisten los recortes y privatizaciones. En cierto momento esto provocará una crisis de gobierno y un nuevo conflicto con la troika, lo que de nuevo levantará el espectro de la salida de Grecia del euro y una crisis de la eurozona.

A esto hay que añadir el pequeño asunto del referéndum británico sobre la UE: Cameron representa al Partido Conservador que está implacablemente opuesto a una mayor integración de la UE. Las negociaciones serán difíciles. Cameron tienen que poder demostrar que ha ganado concesiones sustanciales y Merkel tiene que poder demostrar que no le ha concedido nada.

La expansión de la UE se ha detenido súbitamente. Ya no está en condiciones de integrar a nuevos miembros de Europa del Este. Después de ofrecer la zanahoria de relaciones más estrechas con la UE a Ucrania, ese pobre país va a ser abandonado a su suerte – y ya se está hundiendo. Además, el proceso de integración europea (que fue más allá de lo que nosotros creímos posible) ahora está dando marcha atrás, en la medida en que se reintroducen controles fronterizos.

La crisis en Europa está provocando cambios bruscos en la conciencia. Las elecciones regionales francesas de diciembre de 2015 indican el proceso que se está desarrollando. El Frente Nacional emergió como el primer partido en la primera vuelta, mientras que el Partido Socialista quedó tercero por detrás de los conservadores “Les Républicains” de Sarkozy. Pero el mayor partido con diferencia fue el de los que no votaron (50%), expresando la alienación general de una gran parte de la población con todos los partidos establecidos.

En España, en el 2011, el derechista Partido Popular (PP) ganó las elecciones. Esa victoria se puede explicar por el hecho de que el anterior gobierno de “izquierdas” del Partido Socialista (PSOE) había aplicado una política de recortes que había decepcionado a las masas y llevó inevitablemente a la victoria del PP. Pero ahora vemos el proceso opuesto con el auge de Podemos, que creció de la nada a un movimiento de cientos de miles en el espacio de 18 meses.

Existe un fermento y un proceso de radicalización en España que se sigue desarrollando. Las elecciones generales de diciembre no resolvieron nada. El PP ha perdido la mayoría absoluta y el resultado es una crisis gubernamental que casi con toda probabilidad llevará a nuevas elecciones. El amplio apoyo a Podemos, que ha aumentado sus escaños de ninguno a 69 está causando alarma en la clase dominante.

El crecimiento rápido de Podemos fue el reflejo de  un descontento profundo con todo el orden político existente. Se puede decir que ahora las masas no saben exactamente lo que quieren, pero que saben muy bien lo que no quieren. Las críticas certeras de Pablo Iglesias contra los banqueros y los ricos y sus denuncias del establishment político, al que etiqueta como “la casta”, reflejan de manera precisa la rabia de las masas.

Es cierto que las ideas de los dirigentes de Podemos son confusas y poco claras. Pero eso se corresponde con el estado de conciencia existente de las masas, que apenas están despertando a la vida política, y por lo tanto no impidieron el crecimiento de Podemos, por lo menos en el período inicial. Sin embargo, si no se corrige, esa falta de claridad puede en última instancia destruir a Podemos. Muy pronto tendrá que decidir de qué lado se posiciona y en qué dirección pretende ir.

Todos estos procesos se acelerarán en el caso de una recesión profunda. Europa se enfrentará a una situación más parecida a la de los años 1920s y 1930s que a la de las décadas que siguieron a la segunda guerra mundial: un período prolongado de convulsiones políticas y sociales, con giros violentos a izquierda y a derecha. Sin embargo, aunque hay parecidos, también hay diferencias con el período de entreguerras. La correlación de fuerzas de clase es completamente diferente.

Esto significa que la burguesía europea se enfrenta a un dilema insoluble. Se ve obligada a tratar de destruir las reformas conquistadas por la clase obrera en el último medio siglo, pero se enfrenta a la resistencia tozuda de la clase obrera. Precisamente por esta razón la crisis se prolongará durante años con alzas y bajas.

Las predicciones de Donald Tusk

Las cifras generales de desempleo en la zona euro disimulaban profundas divisiones entre los países más ricos y más pobres. Antes de la crisis, las tasas de desempleo en las economías más grandes de la región eran muy similares.

En 2016, la UE tratará de acelerar la brutal política de recortes y austeridad bajo la relajante bandera de la “consolidación fiscal”. Los estrategas serios del capital pueden ver los peligros que están implícitos en esta situación. Han llegado a las mismas conclusiones que los marxistas. Escribiendo en el Financial Times el 15/6/14, Wolfgang Munchau advertía que Europa está bajo una “amenaza constante de insolvencia e insurrección política… La conclusión es que el ajuste total después de la crisis será mucho más brutal de lo que fue en Japón 20 años atrás. En un ambiente así esperaría que se ponga más seria una reacción política violenta… Incluso si el desapalancamiento pudiera funcionar – que no está claro – podría no funcionar políticamente… Al reducir la inestabilidad política, van a terminar aumentando la inestabilidad financiera”.

Más recientemente, Donald Tusk, el ex primer ministro polaco que ahora dirige el Consejo Europeo, dijo que temía más el “contagio político” de la crisis griega que su caída financiera:

“Realmente temo este contagio ideológico o político, no el contagio financiero, de esta crisis griega”, dijo. “Siempre fue el mismo juego ante las mayores tragedias de nuestra historia europea, esta alianza táctica entre los radicales de todo pelaje. Hoy, una cosa está clara, podemos observar el mismo fenómeno político”.

Este es el mismo Tusk, que jugó un papel central (junto con Angela Merkel) en forzar a Alexis Tsipras a acordar las medidas de austeridad en términos brutales que implicaban medidas rigurosas, incluyendo la privatización de €50 mil millones de activos públicos griegos, recortes en las pensiones, subida de impuestos y otros recortes profundos. El mismo Tusk, más tarde protestó diciendo que no podía aceptar el argumento de que “alguien fuera castigado, especialmente Tsipras o Grecia. Todo el proceso fue sobre la ayuda a Grecia”.

Pero Tusk también dijo que estaba preocupado por la extrema izquierda, que él cree que está defendiendo “esta ilusión de la izquierda radical que puede construir una alternativa” al actual modelo económico de la UE. Sostenía que aquellos líderes de extrema izquierda estaban empujando a dejar de lado los valores europeos tradicionales como la “austeridad” y los principios liberales, basados en el mercado, que han servido a la UE de una manera útil.

Al igual que en otras partes del mundo, los jóvenes son golpeados con especial dureza, con la persistencia de altos niveles de desempleo.

Actualmente, en la mayor economía de la región, Alemania, el desempleo juvenil es del 7,1%. En Italia, más del 40% de las personas menores de 25 años que buscan trabajo están sin empleo. La cifra para Francia es de 24% y en el Reino Unido el 17%. Pero es más del 45% tanto para Grecia como para España.

La clase dominante es consciente del peligro que esto representa para su sistema. La Sra Reichlin de la Escuela de Negocios de Londres, dijo: “Hay un gran cantidad de jóvenes en Italia, que corren el riesgo de perderse para siempre y que generarán presiones políticas con en el tiempo. La oposición italiana está fragmentada en este momento, pero eso no necesariamente siempre será el caso”.

Donald Tusk, en referencia a Tsipras, dijo que la retórica febril de los líderes de extrema izquierda, junto con la alta tasa de desempleo juvenil en varios países, podría ser una combinación explosiva: “Para mí, el ambiente es un poco similar al de después de 1968 en Europa”, dijo. “Puedo sentir, tal vez no un estado de ánimo revolucionario, sino algo así como de impaciencia generalizada. Cuando la impaciencia se convierte en una experiencia no individual, sino social, esto es la introducción a las revoluciones”.

El impacto de la crisis griega se ha sentido mucho más allá de Grecia. La idea de la integración europea se ha hecho añicos. En las negociaciones, Alemania era como el conductor dictatorial de una orquesta. Merkel no ocultó el hecho de que ella estaba a cargo de todo el espectáculo. La burguesía francesa, que una vez tuvo la ilusión de que era la cogobernante de Europa, tenía que tener cuidado de no empujar demasiado a favor de cualquier inquietud que pudiera haber tenido. Estas tensiones crecerán aún más conforme la crisis se profundice.

La realidad de la democracia burguesa como una fachada fraudulenta quedó expuesta en las mentes de millones de personas. Merkel estaba diciendo en un lenguaje muy claro: los referendos populares y las elecciones no tienen absolutamente ningún valor: las grandes potencias y los verdaderos gobernantes de Europa, los banqueros y los capitalistas, tomarán todas las decisiones, independientemente de la opinión de la mayoría. Asimismo, el humillante retroceso de Tsipras ha puesto de manifiesto los límites del reformismo y de la socialdemocracia.

Se trata de un período de guerras, revolución Y contrarrevolución. Pero eso no quiere decir, como las sectas ignorantes imaginan, que el fascismo o el bonapartismo son un peligro inminente. A largo plazo, por supuesto, si la clase obrera no ofrece ninguna salida, la clase dominante tratará de avanzar en la dirección de la reacción. Pero debido al cambio en la correlación de fuerzas de clase, esto no podría tomar la forma del fascismo como en el pasado, pero sí de algún tipo de régimen bonapartista. Aun así, no podrían instalar inmediatamente una dictadura militar, sin correr el riesgo de una guerra civil, que no tendría la garantía de ganar.

Tarde o temprano la clase dominante decidirá que la democracia es un lujo que ya no puede permitirse. Pero van a moverse con cautela, paso a paso, erosionando gradualmente los derechos democráticos y desplazándose hacia el bonapartismo parlamentario primero. Pero en condiciones de crisis capitalista un régimen bonapartista reaccionario sería inestable. No resolvería nada y probablemente no duraría mucho tiempo. Sólo se prepararía el camino para mayores levantamientos revolucionarios, como la Junta Militar griega en 1967-74 que terminó en una revolución. Tenemos que estar preparados para este tipo de desarrollos, y que no nos tomen desprevenidos los acontecimientos.

Gran Bretaña

La elección de Corbyn, por una gran mayoría, como líder del Partido Laborista, ha transformado toda la situación en Gran Bretaña prácticamente de la noche a la mañana. Este desarrollo fue anticipado por los acontecimientos en Escocia, donde la revuelta contra la clase dirigente se reflejó en el rápido crecimiento del SNP. Este no fue un movimiento hacia la derecha, sino a la izquierda. No fue una expresión de nacionalismo, sino de un odio ardiente a la élite decadente que gobierna en Westminster. El Partido Laborista, como resultado de las políticas cobardes de colaboración de clases de sus líderes, era visto sólo como  parte más de dicho régimen.

En sí misma, la elección de Corbyn fue el producto de una serie de accidentes. Pero Hegel señaló que la necesidad se expresa a través del accidente. El hecho de que Corbyn consiguiera que su nombre figurara en la papeleta de votación, cae en la categoría filosófica de accidente – es decir, algo que podría o no haber ocurrido. Pero una vez que esto hubo sucedido, transformó toda la situación.

Desde su primera aparición en un debate televisivo, Corbyn se destacó claramente en comparación con los otros candidatos. Defendía algo diferente, más fresco, más honesto, más radical y más en sintonía con las aspiraciones reales de millones de personas, que estaban hartas de la situación actual y querían expresar su rechazo a la clase dirigente.

Antes de las elecciones generales había poca o ninguna vida en el Partido Laborista. Pero la campaña de Corbyn transformó la situación. Fue precisamente el catalizador que se necesitaba para actuar como un punto de encuentro para todo el descontento acumulado en la sociedad que hasta entonces no encontraba ningún punto de referencia, y mucho menos en la derecha dominante del Partido Laborista.

La elección de Jeremy Corbyn proporcionó la única cosa que faltaba en Gran Bretaña: un punto de referencia para el descontento acumulado y la frustración de las masas. Se empieza a regenerar el Partido Laborista y está siendo empujado hacia la izquierda. Esto representa un peligro mortal para la clase dominante y no se detendrá ante nada para destruirlo.

Durante décadas, el Partido Laborista bajo el liderazgo del ala derecha fue un pilar de apoyo al sistema existente. La clase dominante no abandonará esto sin una lucha feroz. La primera línea de defensa del sistema capitalista es el propio PLP, el grupo parlamentario laborista. Los seguidores de Tony Blair que tienen la mayoría en el PLP son los agentes directos y conscientes de los banqueros y capitalistas en esta lucha. Eso explica su determinación fanática de deshacerse de Jeremy Corbyn a toda costa. Se está preparando el terreno para una escisión en el Partido Laborista, que creará una situación totalmente nueva en Gran Bretaña.

No sólo el Partido Laborista, sino también el Partido Conservador está dividido, en especial sobre la cuestión de la UE. El resultado del referéndum británico es difícil de predecir, pero una salida británica tendría efectos muy graves, tanto en Europa como en Gran Bretaña. Se aceleraría el proceso de desintegración que podría terminar en la destrucción de la UE. Por otro lado, si el Reino Unido sale de la UE, los nacionalistas escoceses, que están a favor de la UE, exigirían un nuevo referéndum sobre la independencia, lo que podría conducir a la desintegración del Estado británico unido.

Las grietas en el Partido Conservador se profundizarán, probablemente, dando lugar a una escisión del ala derecha antieuropea, que podría fusionarse con el partido antieuropeo y anti-inmigración Ukip, para formar un partido bonapartista-monárquico a la derecha de los conservadores. En el otro extremo, los blairistas de derecha se están moviendo claramente en  dirección a una escisión del Laborismo. Aunque tanto ellos como los burgueses temen las consecuencias de esta medida, es probable que en cierta etapa el ala derecha del Laborismo se verá obligada a escindirse y establecer vínculos con los conservadores de “izquierda” y los liberal-demócratas (Lib-Dems) para entrar en algún tipo de Gobierno Nacional.

Esta parece ser la única manera que la clase dominante británica podría impedir la aparición de un gobierno Laborista corbynista. Pero es una estrategia muy arriesgada. Sería causar una polarización extrema, empujando al Laborismo más a la izquierda. En la oposición, en un momento de profunda crisis, el Partido Laborista se recuperaría, preparando el camino para un gobierno de la izquierda laborista. Los generales ya han amenazado con un golpe de estado si Corbyn llega al poder. Se abriría de inmediato la puerta a un enfrentamiento entre las clases y a una crisis revolucionaria en Gran Bretaña.

La perspectiva abre ahora una crisis y una escisión en el Partido Laborista, que ofrecerá aún mayores posibilidades para la Corriente Marxista. Pero nuestra prioridad sigue siendo la de ganar y educar a la juventud. Eso nos proporcionará los cuadros que necesitaremos si queremos aprovechar las posibilidades. Esta no es una crisis normal. Cambios bruscos y repentinos están implícitos en la situación. Hay que esperar lo inesperado. Las tácticas pueden tener que cambiar en veinticuatro horas.

Todos estos acontecimientos son un reflejo de un profundo cambio que está teniendo lugar en las profundidades de la sociedad. Fue muy bien descrito por Trotsky como el proceso molecular de la revolución socialista: un proceso en el que una serie de pequeños cambios se acumulan gradualmente hasta llegar a ese punto crítico cuando la cantidad se transforma en calidad.

Las ilusiones de la burguesía

Con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría se abrió una perspectiva deslumbrante ante la burguesía europea de prosperidad económica permanente y de una integración europea cada vez mayor que acabaría con Europa (bajo control alemán) expandiendo sus fronteras hasta los Urales. Embriagados con tales sueños de grandeza, los burgueses europeos fueron inducidos a renunciar a un alto grado de soberanía nacional en algunas áreas muy sensibles. La creación de la zona euro es probablemente el ejemplo más notable de esto.

Los marxistas señalamos que es imposible tener unión monetaria sin unión política. Nosotros predijimos que el euro podría mantenerse siempre y cuando las condiciones económicas siguieran siendo favorables, pero en el caso de una caída, todos los antagonismos nacionales podrían volver a surgir y el euro se derrumbaría “en medio de recriminaciones mutuas.” Veinticinco años después, esta predicción mantiene su plena vigencia.

Los marxistas sostenemos de manera inequívoca la abolición de todas las fronteras y la unificación de Europa. Pero sobre bases capitalistas se trata de una utopía reaccionaria. El aspecto reaccionario fue mostrado por el trato brutal infligido a Grecia por Bruselas y Berlín. Bajo el dominio de los banqueros y capitalistas, la UE representa una política de austeridad permanente. Una camarilla de burócratas no elegidos e irresponsables pueden dictar las políticas y hacer caso omiso de las decisiones de los gobiernos elegidos, como el gobierno de Syriza en Grecia.

En alianza con la OTAN y el imperialismo estadounidense, la UE también desempeña un papel reaccionario a escala mundial. Ha intervenido en los Balcanes, donde contribuyó decisivamente a la desmembración de Yugoslavia. Intrigó a favor de la desintegración de Checoslovaquia – algo por lo que ni los checos ni eslovacos fueron nunca consultados. Su interferencia en Ucrania, junto con el imperialismo norteamericano, causó el desastroso caos actual. Todo esto básicamente en interés del imperialismo alemán, que es el verdadero amo de la Unión Europea y que se ha esforzado por reafirmar su dominio en Europa del Este y los Balcanes.

Las demás potencias imperialistas de Europa, en primer lugar, Gran Bretaña y Francia, se encuentran ahora en el papel de socios menores subordinados a Alemania. Pero tienen sus propios intereses imperialistas en África, Oriente Medio y el Caribe, que continúan ocupando bajo la bandera de la UE. Los franceses y los británicos abrieron el camino en el bombardeo de Libia. Los británicos fueron los aliados más entusiastas de los EEUU en la criminal invasión de Irak. Ahora los franceses juegan un papel similar en Siria. Todos persiguen sus propios cínicos intereses, por supuesto, bajo la bandera del “humanitarismo”.

Junto al Euro, el Acuerdo de Schengen es, en conjunto, una de las piedras angulares de la Unión Europea. Se ha reducido el tiempo y el costo de traslado de mercancías a través de Europa debido a que los camiones ya no tienen que esperar horas para cruzar una frontera internacional. Beneficia a los turistas y a las personas que viven en las ciudades fronterizas, porque los pasaportes y visados ya no son necesarios. Suprime el absurdo despilfarro de gastar dinero en patrullar fronteras obsoletas. Este tratado se suponía que era un paso clave en la creación de una Europa federal.

En 1995, el Acuerdo de Schengen eliminó los controles fronterizos entre sus signatarios, y creó una política común de visados para 26 países. Pero ahora el proceso hacia una mayor integración europea ha ido en reversa. La crisis de la Unión Europea quedó fuertemente expuesta en el tema de los refugiados.

Europa y la crisis de refugiados

Con la masacre de noviembre de 2015 en París, finalmente Oriente Medio llegó a Europa. Al mismo tiempo, la llegada de miles de personas desesperadas que huyen de los horrores de la guerra, el hambre y la opresión enfrentó a los gobiernos de Europa con un dilema. En realidad, hay una crisis mundial de refugiados, no sólo de Oriente Medio. A nivel mundial el número de personas desplazadas por las guerras, la persecución de las minorías y la violación de los derechos humanos estaba en cerca de 60 millones, a finales de 2014. Esto es un reflejo de la crisis mundial del sistema capitalista – su incapacidad para dar a la gente el más elemental de los derechos humanos – el derecho de vivir. El flujo de refugiados procedentes de Siria, Afganistán y de otras partes del globo desgarradas por la guerra y golpeadas por la pobreza, ha llevado a demandas de controles fronterizos más estrictos.

Angela Merkel se apresuró a abrir los brazos a los refugiados pobres que llamaban a su puerta. Mayormente, sin duda, se trataba de un intento de capitalizar los sentimientos genuinos de simpatía que expresaban de forma natural muchas personas en Alemania y en el resto de países europeos. Las personas comunes, cuyos pensamientos y acciones no son dictados por los fríos cálculos que motivan a los banqueros y capitalistas, siempre muestran simpatía y solidaridad hacia los pobres y oprimidos. Por otra parte, las grandes empresas estaban a favor de una política de puertas abiertas, no por empatía con el sufrimiento de los demás, sino como un medio de obtener una gran cantidad de trabajo humano a precio de ganga.

Sin embargo, la cordialidad de Merkel no duró mucho. Alemania esperaba recibir más de 1 millón de solicitudes de asilo en 2015. Pero los ataques contra los centros de acogida de inmigrantes en Alemania están aumentando al igual que los votos a favor partidos anti-inmigración de derecha como Alternativ für Deutschland. Ahora Merkel está suplicando a Turquía no sólo detener el flujo de refugiados, sino que los devuelvan a sus puntos de origen. Berlín exige con urgencia la distribución proporcional de los inmigrantes en la Unión Europea – una sugerencia que no encuentra un gran entusiasmo en Londres y París, y un rechazo frontal en Varsovia y Budapest.

Contradicciones agudas han surgido entre los miembros de la UE. Autoridades francesas y austríacas acusaron a Roma de permitir (e incluso alentar) a los solicitantes de asilo a que abandonaran Italia, y amenazaron con cerrar sus fronteras con Italia; de hecho, Francia siguió adelante con su amenaza y brevemente cerró su frontera a finales de junio. Alemania, el país más rico de Europa, estaba en condiciones de absorber un gran número de refugiados. Otros no son tan afortunados. Italia y Grecia han tomado una parte mayor de los refugiados que la mayoría del resto. Ellos han pedido, en repetidas ocasiones, más recursos y la introducción de cuotas de inmigración en la Unión Europea. Pero estas súplicas cayeron en oídos sordos. Países de Europa central y oriental rechazaron de inmediato la idea de las cuotas.

El problema que ahora se plantea es exactamente qué hacer con el Acuerdo de Schengen, que permite a los inmigrantes moverse libremente entre los Estados miembros. Incluso antes de los acontecimientos de París, el presidente polaco del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo: “que no haya duda; el futuro de Schengen está en juego y el tiempo se acaba… tenemos que recuperar el control de nuestras fronteras exteriores”. Los ataques en París prestaron a los gobiernos una excusa conveniente para la” introducción temporal” de controles fronterizos, no sólo para Francia sino para otros estados, entre ellos Alemania y Suecia.

En toda Europa hay un creciente malestar y una sensación de desconfianza y hostilidad hacia la UE. Después del tratamiento brutal a Grecia, hay una creciente oposición política a Bruselas por parte de trabajadores y jóvenes en los países del sur de Europa que se oponen a la austeridad. En el otro extremo hay una oposición de partidos populistas de derecha y anti-inmigración en Alemania, Francia, Finlandia, Dinamarca y otros países del norte de Europa.

Cuanto más tiempo pasen los países manteniendo controles fronterizos o vallados, más será socavado el principio de una Europa abierta. El auge de partidos nacionalistas y anti-inmigración en Alemania, Francia, Finlandia, Dinamarca, Suecia y Hungría está poniendo más presión sobre los gobiernos europeos para cerrar las fronteras. Los días del Acuerdo de Schengen están claramente contados. Si no es abolido por completo, sin duda será revisado en un grado tal que no quedará mucho del “principio sagrado” de la libertad de movimiento en Europa.

Los Estados miembros están presionando para tener más poder y discreción sobre la cuestión de la reintroducción de los controles fronterizos. Con o sin una reforma de Schengen, habrá controles policiales más estrictos en las estaciones de tren y autobuses, y en los aeropuertos. Esto ya está sucediendo. Las leyes de inmigración se ajustarán para hacer más difícil que los inmigrantes obtengan beneficios sociales. Países como Rumania y Bulgaria, que aún no se han unido a Schengen querrán controles severos. Polonia y Hungría, que eran satélites del imperialismo alemán, ahora están en conflicto directo con Berlín sobre el tema de los refugiados.

El debilitamiento del Acuerdo de Schengen llevará necesariamente al debilitamiento de la libre circulación de personas – uno de los pilares fundamentales de la Unión Europea. Una vez que un principio básico se debilita, la puerta está abierta para que otras cosas se vean afectadas de manera similar. La eliminación o debilitamiento de la libre circulación de las personas puede proporcionar un precedente para el debilitamiento de la libre circulación de mercancías. Junto con el colapso del euro – que es muy posible – significaría el fin de la Unión Europea tal como la conocemos. Nada quedaría del sueño de la unidad europea, sino una cáscara vacía.

Bajo el capitalismo la idea de un continente sin fronteras seguirá siendo un sueño inalcanzable. La unificación de Europa – una tarea históricamente necesaria y progresiva – sólo se podrá lograr cuando los trabajadores de Europa se movilicen para derrocar la dictadura de los bancos y los monopolios, y sentar las bases de una unión libre y voluntaria de los pueblos sobre la base de los Estados Unidos Socialistas de Europa.