Los obreros del Subte deberían dar pasos firmes hacia la organización de una corriente opositora en UTA, en unidad con los colectiveros que están comenzando a rebelarse contra las conducciones burocráticas. La mejor manera de parar las patotas y matones de la UTA, es disputándoles espacios de influencia, haciéndoles sentir el desprecio de los trabajadores en el mayor número de empresas. Los trabajadores del Subte están librando una dura batalla con la empresa y la burocracia sindical de la Unión Tranviaria Automotor (UTA). Al pedido de desafuero del delegado Néstor Segovia, para proceder a su despido, se suma un empeoramiento en las condiciones laborales acordado en el nuevo convenio de trabajo firmado con la oposición del Cuerpo de Delegados.
La empresa Metrovías pretende que los Guardas conduzcan trenes para ahorrarse la formación y capacitación de los Conductores, entre otras medidas que abonan a la polivalencia y la flexibilidad laboral.
La empresa pretende habilitar a una parte del personal para que actúen como rompehuelgas en el caso de paro; pero también fabricar un conflicto que justifique el despido de decenas de activistas combativos y termine con el actual Cuerpo de Delegados, enfrentado a los dirigentes de la UTA.
El Cuerpo de Delegados convocó dos marchas de protesta, 4 y 23 de abril, contra el juicio de desafuero a Segovia y contra el convenio colectivo de trabajo.
En nuestra opinión, el Cuerpo de Delegados del Subte debería organizar una gran campaña pública con actos, reparto de volantes, charlas en barrios obreros, escuelas y facultades, etc. para enfrentar la arrogancia patronal y burocrática. Los trabajadores, como usuarios y hermanos de clase, son los aliados más firmes con que pueden contar los obreros del Subte.
Por otro lado, los obreros del Subte deberían dar pasos firmes hacia la organización de una corriente opositora en UTA, en unidad con los colectiveros que están comenzando a rebelarse contra las conducciones burocráticas, como ocurrió en las Líneas de colectivos 60 y 168 de Capital.
La mejor manera de parar las patotas y matones de la UTA, es disputándoles espacios de influencia, haciéndoles sentir el desprecio de los trabajadores en el mayor número de empresas.