El jueves 5 de mayo se inició en Cuernavaca, Morelos una marcha contra las miles de muertes que ha arrojado la guerra de Calderón “contra” el narcotráfico. Más de 40 mil muertos, ríos de sangre, secuestrados, desaparecidos, asesinados, tortura, miedo y descomposición social son el escenario en el que se enmarca este acto de repudio al gobierno, la que se quiso disfrazar de pacto para la civilidad.
El jueves 5 de mayo se inició en Cuernavaca, Morelos una marcha contra las miles de muertes que ha arrojado la guerra de Calderón “contra” el narcotráfico. Más de 40 mil muertos, ríos de sangre, secuestrados, desaparecidos, asesinados, tortura, miedo y descomposición social son el escenario en el que se enmarca este acto de repudio al gobierno, la que se quiso disfrazar de pacto para la civilidad.
¡Estamos hasta la madre!
La política que ha manejado Calderón desde que comenzó su sexenio ha significado un profundo ataque a todos los derechos sociales, económicos y civiles de nuestro pueblo. El espurio tenía que hacerse fuerte en la sociedad después del escandaloso fraude por el cual llegó a la presidencia, para esto utilizó al ejército, la marina y la policía federal. Estos fueron los encargados de hacer presente la fuerza del gobierno federal.
La escusa perfecta para que estos elementos de violencia por natura se expresaran en la sociedad se dio a partir de declarar la guerra al narco. Sin tomar en cuenta a nada ni nadie se lanzó a la aventura con tal de hacerse notar como el “representante” del pueblo ante los grupos armados. No obstante esta guerra ha estado destinada a debilitar a todos los carteles enemigos del de Sinaloa, encabezado por el Chapo Guzmán. Son miles los datos que demuestran fehacientemente esto; es claro que desde la llegada del PAN, el gobierno ha utilizado el aparato estatal de violencia con sus diferentes siglas (AFI, PFP, ejército, policía ministerial, local y ahora la Policía Federal) para hacer de Loera Guzmán el hombre fuerte del narco.
Así, en cada territorio en el que la policía y el ejército han penetrado, el clima de descomposición y guerra se ha incrementado pues los conflictos armados locales toman dimensiones nacionales, dejan de ser asuntos de pandilla y retoman estrategias antisubversivas contra los enemigos del “señor”. En este periodo, la corrupción de todo el aparato estatal se ha incrementado brutalmente poniendo a su servicio los diferentes aparatos jurídicos, políticos y sociales locales a merced de uno u otro cartel, es decir, se ha utilizado parte de la estructura del mismo Estado (aparato de violencia) para aplastar a rivales de negocios que pelean las diferentes plazas de trasiego y venta al menudeo de droga.
El resultado que ha traído este proceso de degeneración capitalista es la desintegración social, los “resultados colaterales” han sido el asesinato de hijos de trabajadores que no pueden dejar de salir a la calle porque tienen que laborar o estudiar. Aunque hay miles de muertos de integrantes de bandas involucradas en el narcotráfico, en vez de buscar el origen que ha empujado a estos jóvenes a ese camino, simplemente se dice que son criminales para con esto eliminar responsabilidades de quienes han generado este caldo de cultivo.
La gente de a pie, los obreros, amas de casa, estudiantes y pequeños campesinos son los que han resentido más crudamente esta aventura militar. La clase media y pequeña burguesía no se ha escapado de la atrocidad, hemos visto a hijos de empresarios, estudiantes, etc. asesinados o secuestrados, el caso más reciente de esto es el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia.
Después de cuatro años de ataques sin cuartel se comienza a levantar una resistencia, principalmente entre los jóvenes, contra la criminalización a la juventud, contra las muertes de hijas e hijos de las familias obreras. Este ambiente ya existía de hace tiempo, sin embargo, el miedo había dispersado la organización, hoy con la marcha que ha encabezado Sicilia y los moreneros se ha dado un paso significativo al frente, no basta estar hasta la madre, hay que luchar por transformar nuestra realidad.
El significado o los significados de la marcha por la paz
Hasta antes de esta manifestación que culminó el día domingo con un mitin en el zócalo de la ciudad de México, las marchas contra la violencia habían sido encabezadas principalmente por la derecha panista y la pequeña burguesía quienes agitaban por la necesidad de una nueva política de seguridad, etc. y dando apoyo al gobierno contra los criminales.
Esta manifestación fue diferente, principalmente en zonas conurbanas y especialmente cuando llegó a la capital las consignas inmediatamente reflejaron la base social que se comenzó a movilizar: “fuera Calderón” , “queremos escuelas, queremos trabajo, queremos hospitales, no queremos militares” o “muera Calderón” reflejaron inmediatamente que esta marcha no era igual que las anteriores, aquí la gente que estaba apoyando era la que se agrupa en torno al Movimiento de Andrés Manuel López Obrador, el MORENA, estudiantes del Poli y la UNAM, organizaciones políticas, y sociales, etc. las cuales tienen muy claro que el culpable de todo este desastre es la derecha en el poder y especialmente el espurio.
En la cabecera de la marcha había otra idea de por dónde conducir esta protesta, Sicilia lo dejó muy claro en su discurso en el Zócalo y sus diferentes entrevistas declarando que esta no era una movilización política, que lo que se buscaba era una recomposición social de la sociedad y pedía que el presidente lo escuchara y despidiera a García Luna, secretario de seguridad: “Subrayó la importancia del pacto civil a que se ha convocado para restituir el tejido social, asumir un compromiso elemental con la paz para rehacer la nación y para que los jóvenes dejen de ser las víctimas de esta guerra o el ejército de reserva de la delincuencia.” (La Jornada, 9 de mayo).
Incluso fue más allá planteando que no se podía votar en las elecciones por ninguno de los partidos ni de izquierda ni de derecha pues en todos hay colusión con el narco. Esto puede ser verdad, sin embargo, uno no puede hacer creer que el movimiento de AMLO es lo mismo que el gobierno del PAN o del PRI, este comentario fomenta el abstencionismo y es favorable a los partidos de derecha que practican el voto clientelar con el sector más atrasado de la sociedad.
Por un lado, la base de los que apoyamos la movilización estamos claros que hay un culpable que se tiene que ir y que este conflicto no puede simplemente olvidarse de las consideraciones políticas que hay de trasfondo, como decía Clausewitz “La guerra es la prolongación de la política por otros medios" (a saber: por la violencia) y efectivamente eso es lo que sucede aquí, esta guerra es la aplicación de la política de Calderón y de la oligarquía que gobierna en este país que está siendo aplicada por medio de la violencia.
Mientras que para unos simplemente esta marcha es el inicio de un “pacto nacional” con el que quieren solucionar este desastre, para nosotros es el comienzo de una resistencia más organizada en contra de la violencia.
La resistencia civil pacífica o la organización y la autodefensa
Sólo un imbécil como el espurio y su séquito de lamebotas pueden pensar que la guerra que han desatado se detendrá con más violencia. Todo proceso tiene dinámicas las cuales salen de las manos y deseos de sus impulsores para tomar causes propios, esto está sucediendo ahora, el gobierno federal no puede controlar ni siquiera el comportamiento del mismo ejército. Menos el de las bandas de sicarios bien organizados y armados. Además ¿Cómo se podría confiar en que el brazo armado del Estado pueda terminar con esto cuando ellos mismos apoyan a un ala de esta lucha? ¿Cómo pedir que esas instituciones del Estado que están carcomidas por la corrupción y que están entregadas al servicio de los diferentes cárteles puedan apoyar a las familias trabajadoras? No es posible.
El terminar con esta pesadilla es nuestro trabajo, el de los jóvenes, trabajadores y todo el pueblo organizado en general, solo los mismos que sufrimos estos embates sabemos que podemos confiar en nosotros. En esto estamos de acuerdo casi todos, ahora la cuestión es hacía dónde caminamos y bajo qué consignas.
Algunos compañeros han planteado que se necesita una lucha de resistencia civil pacífica, exactamente no se dice de qué consta esto pero de una cosa sí estamos seguros, pintando las fuentes de rojo, haciendo caminatas del silencio, haciendo misas para rezar conjuntamente para detener la violencia o hacer festivales culturales difícilmente van a terminar con el clima de sinrazón.
Andrés Manuel plantea en uno de sus 50 puntos la necesidad de la regeneración moral de país para terminar con el ambiente de descomposición social y miedo que ahora embarga las calles del país, es cierto que necesitamos eso, un nuevo reagrupamiento político, social y moral para dar pie a una nueva sociedad más justa e igualitaria donde la violencia no sea más que un triste recuerdo.
Para lograrlo tenemos que organizarnos en comités por barrios, colonias, escuelas, sindicatos, etc. Estos comités tienen que jugar un papel no solo de apoyo a los parientes afectados por esta guerra, sino que tienen que hacerse cargo de la seguridad de su comunidad. Hay ejemplos en la montaña de Guerrero donde la comunidad ha formado la policía comunitaria y en asambleas se vota quien debe de estar armado y todo mundo se inmiscuye en el cuidado colectivo de la comunidad. Si no hay confianza en la policía ni el ejército nosotros tenemos que estar preparados para asumir las tareas de seguridad mínima.
Estos comités deberían organizarse a nivel colonia, distrital, estatal e incluso nacional, sólo así no serán presas solitarias de los sicarios, en cuanto se ataque a uno se atacará al resto y responderemos como un solo hombre a las agresiones. Representantes electos de esta organización de comités tendrán que sesionar cotidianamente para ver de qué forma se puede reforzar el trabajo, etc.
No estamos hablando de un movimiento armado para enfrentarse al narco o al ejército, sino de comités de autodefensa que en su momento con la acumulación de fuerza necesaria deberán plantearse tareas más ambiciosas. De esta forma sí se puede regenerar la sociedad pues los afectados de forma directa, los que ahora sienten miedo, se verán protegidos y participarán junto a sus vecinos, compañeros de trabajo y estudiantes, junto a su clase, por los problemas que los acosan de forma cotidiana. Sólo así se puede lograr una regeneración moral de nuestro pueblo, recobrando su dignidad frente a los que hoy se burlan y nos menosprecian.
Un “pacto social” como el que quiere impulsar Calderón simplemente serviría para justificar su política militarista y todas las propuestas de la Ley de Seguridad (propuestas que encamina al país a un estado militar) presentándolo a nombre de toda la sociedad. No podemos tener ni un ápice de confianza en el espurio y su política, ni en el PRI-AN, ni en la oligarquía. Nuestra base de apoyo, la de los explotados que sufrimos la represión, violencia y criminalización es el movimiento de AMLO, es nuestra clase, es nuestro pueblo.
¡Estamos hasta la madre!
La política que ha manejado Calderón desde que comenzó su sexenio ha significado un profundo ataque a todos los derechos sociales, económicos y civiles de nuestro pueblo, el espurio tenía que hacerse fuerte en la sociedad después del escandaloso fraude por el cual llegó a la presidencia, para esto utilizó al ejército, la marina y la policía federal. Estos fueron los encargados de hacer presente la fuerza del gobierno federal.
La escusa perfecta para que estos elementos de violencia por natura se expresaran en la sociedad se dio a partir de declarar la “guerra” al narco. Sin tomar en cuenta a nada ni nadie se lanzó a la aventura con tal de hacerse notar como el “representante” del pueblo ante los grupos armados.
No obstante esta “guerra” ha estado destinada a debilitar a todos los carteles enemigos del de Sinaloa, encabezado por el Chapo Guzmán. Son miles los datos que demuestran fehacientemente esto; es claro que desde la llegada del PAN al gobierno se ha utilizado el aparato estatal de violencia con sus diferentes siglas (AFI, PFP, ejército, policía ministerial, local y ahora la Policía Federal) para hacer de Loera Guzmán el hombre fuerte del narco.
Así en cada territorio en el que la policía y el ejército han penetrado el clima de descomposición y guerra se ha incrementado pues los conflictos armados locales toman dimensiones nacionales, dejan de ser asuntos de pandilla y retoman estrategias antisubversivas contra los enemigos del “señor”.
En este periodo la corrupción de todo el aparato estatal se ha incrementado brutalmente poniendo al servicio los diferentes aparatos jurídicos, políticos y sociales locales a merced de uno u otro cartel, es decir que se ha utilizado parte de la estructura del mismo Estado (aparato de violencia) para aplastar a rivales de negocios que pelean las diferentes plazas de trasiego y venta al menudeo de droga.
Fecha: 10 de mayo de 2011