Motín en Córdoba

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El sangriento motín del penal de Córdoba (ocho muertos y 35 heridos) puso una vez más al sistema carcelario en el centro de la escena. La violencia es allí cada vez mayor. A modo de ejemplo podemos decir que en el 2004 la población de los penales bonaerenses creció a un ritmo de 300 internos por mes. En ese año murieron asesinados 30 presos en esa provincia y otros 17 en Mendoza. Podemos decir que la crisis carcelaria se nutre a base de hacinamiento, violencia, enfermedades y un tremendo aumento de l de la población interna. A esto hay que agregar la terrible corrupción del personal penitenciario.

La corrupción del sistema penitenciario

El sangriento motín del penal de Córdoba (ocho muertos y 35 heridos) puso una vez más al sistema carcelario en el centro de la escena. La violencia es allí cada vez mayor. A modo de ejemplo podemos decir que en el 2004 la población de los penales bonaerenses creció a un ritmo de 300 internos por mes. En ese año murieron asesinados 30 presos en esa provincia y otros 17 en Mendoza. En el 2005 las cosas no comenzaron mejor: 6 asfixiados en un incendio en el hospital de Olmos, y durante la primera quincena de enero otros seis fueron muertos en Devoto y Ezeiza, unidades a cargo de autoridades federales.
Podemos decir que la crisis carcelaria se nutre a base de hacinamiento, violencia, enfermedades (tuberculosis y sida) y un tremendo aumento de la población interna. A esto hay que agregar la terrible corrupción del personal penitenciario.
Las condiciones de hacinamiento son extremas. En el pabellón 12 de Devoto hay 400 internos en un lugar pensado para 80. En Ezeiza hay presos que no tienen lugar para dormir y se acomodan en los patios.
La mayoría de los habitantes de los penales pertenecen a los sectores más humildes de la población. Es común que padezcan hambre, frío y que no se les provean los mínimos elementos necesarios para vivir. El estado de los edificios es en muchos casos ruinoso. No hay mantenimiento. En lugar de buscar la reeducación del detenido, el sistema está diseñado para aumentar el dolor y la vergüenza. La mayoría no puede acceder a los talleres, lo que lleva a una inactividad peligrosa.
Los golpes y abusos por parte de los guardia cárceles son moneda corriente. Los familiares deben realizar una peregrinación humillante para visitar a sus seres queridos. Las mujeres son sometidas a una requisa vaginal y anal por parte de los guardias y son víctimas de malos tratos.
Es por esto y otras cosas que sería largo de enumerar, que podemos afirmar que este sistema inhumano hace muchas veces que el delincuente no se corrija sino que se perfeccione tras su pasaje por estos tenebrosos ámbitos.
Mientras los energúmenos tipo Blumberg y la derecha en su conjunto piden a coro mano dura y más presidios, los expertos en esta temática afirman que con penas más altas y menos libertades condicionales no sólo no se reduce la inseguridad, sino que se empeora la situación. El delito continúa aunque haya más encarcelados. Es este sistema capitalista decadente el responsable, pues lleva a muchos a caer en la delincuencia para sobrevivir. Por más que aumente la represión, mientras no desaparezcan las causas sociales no bajará la actividad delictiva.

La Constitución y la realidad

En el esquema aplicado por las políticas fondomonetaristas, el Estado debía tender a reducir sus gastos en planes sociales: bajar las erogaciones en salud, jubilaciones y sueldos, educación, comedores escolares, etc, todo a fin de disponer de más dinero para pagar la eterna deuda externa. Con la década menemista y sus continuadores de la Alianza, se llegó a niveles sin precedentes en materia de desocupación. Esto se tradujo también en niveles récord de inseguridad.
La política de hambre que se ha seguido condena a miles de jóvenes, niños y adultos a una miseria extrema. La única respuesta desde el Estado frente a las peores condiciones de seguridad parece ser aumentar la presencia policial y penalizar la protesta popular.
Nuestra Constitución dice en su artículo 18 que las cárceles de la Nación serán sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas. Bellas palabras contrapuestas a una realidad espantosa. También dice nuestra Carta Magna en su artículo 16 que todos los habitantes son iguales ante la ley. Algo que sabemos que es un colosal embuste. En una sociedad dividida en clases antagónicas se aplica una justicia de clase y en consecuencia sólo van presos los ladrones de gallinas, mientras los peces gordos (pienso en Menem, Cavallo, De la Rúa y los milicos genocidas) se pasean muy orondos por todo el territorio nacional. Cuando debieran llevar años tras las rejas por ser partícipes de la debacle del país.