Los trabajadores debemos gobernar

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La burguesía se regocija, desde sus cómodos despachos empresariales junto a sus representantes políticos de Juntos por el Cambio, ante las dificultades del Gobierno de Fernández y Fernández por la escasez de vacunas, a la vez que golpea en toda oportunidad posible para lastimarlo y socavar su base social.

Esta conducta política muestra lo poco que realmente le importa a este puñado de capitalistas,  la vida de millones de mujeres y hombres que quedan bajo el flagelo de la pandemia del Covid-19.

Mientras el gobierno deja de lado su “objetivo” de máxima de tener a fines de marzo a un cuarto de la población del país vacunada y, ahora asume la medida objetiva y “posible” -ante la nueva realidad- en boca de la Ministra de Salud Carla Vizzotti de: “minimizar el impacto de la mortalidad”, simplemente es escalofriante.

Esta declaración deja en claro dos cosas. En primer lugar, Argentina es un país más dentro del concierto de países pobres, quedando sujeta a la lucha de los monopolios de laboratorios que desarrollan las vacunas para enfrentar la enfermedad del COVID-19, por lógica y con total independencia de los gobiernos y sus compromisos de entrega a los que arribaron con estos laboratorios. Acá rige la ley del mercado mundial y se expresa en la desigualdad económica entre países ricos y países pobres, con la expoliación del imperialismo.

Por el otro, la impotencia de un gobierno que expresa en su programa la idea de controlar a los grandes patrones y sus empresas, combinándose, con una incapacidad aún peor, ya que existiendo los recursos materiales y humanos en el país para desarrollar la industria de industria y en particular la industria farmacéutica que posibilite el desarrollo de la vacuna criolla, queda atado o subsumido en la división internacional del trabajo.

Pero no podemos señalar solo las dificultades que hay en relación a la escasez de vacuna para enfrentar la pandemia, sino a los límites insalvables de un desarrollo económico de país, ya que queda encadenado a la gran burguesía nacional entrelazada con las empresas internacionales que profundiza la dependencia a los más fuertes, que intervienen y controlan el mercado mundial e intentan condicionar al Estado en relación a sus intereses.

El gobierno representa a los sectores medios industriales y de las Pyme, de la pequeño y mediana burguesía, que pone en clave reformista al Estado, al intentar incentivar la economía y desarrollar el mercado interno sin resultados.

Tratando de debatir desde un sistema integrado de salud mixto hasta la posible recuperación de la hidrovía más importante del país: el Paraná por donde sale más del 80% de la riqueza del país, perpetuando de esta manera el papel de proveedor de materias primas al mercado mundial.

Nos encontramos en vísperas del 24 de marzo y este 45 aniversario de la más feroz dictadura que vivió el país, pone nuevamente en debate por lo menos tres puntos.

El golpe fue a contra la clase obrera, las comisiones internas y los cuerpos de delegados. El golpe fue cívico militar, un golpe propiciado por la junta militar, pero con la plena connivencia de los empresarios y representantes políticos, que, en los años posteriores, brindaron la colaboración a la dictadura de cientos de políticos de los partidos mayoritarios del radicalismo y el peronismo ocupando cargos en el país.

Que las masas giraban cada vez más hacia la izquierda, se radicalizaban sobre las conquistas obtenidas, mostrando claramente su independencia de clase y hacia su propia legalidad.

Hoy nos encontramos con un debate que en parte se relaciona con aquellos anhelos de las generaciones pasadas, de aquel entonces con la vanguardia que ponía en primer plano una nueva legalidad, la formación de un Estado erigido sobre nuevas relaciones de producción y por esta vía poder desarrollar plenamente las fuerzas de producción.

Nos encontramos en un momento en que las masas están “contenidas” a través de las mediaciones de los dirigentes de las mayores Centrales Obreras del país, que abrevan en el liberalismo más abyecto o en el proyecto Nacional & Popular. Pero la violencia contenida resulta cada día más notable, violencia por la bronca de la desocupación, violencia de los precios que se disparan mes a mes dejando atrás a cualquier recuperación salarial, violencia por la falta de trabajo y un apenas subsidio del gobierno que alcanza a sobrevivir en condiciones miserables.

Aunque se dé una débil recuperación del comercio mundial -especialmente de China por sus vínculos con Latinoamérica- el gobierno cifra su “esperanza” en esta recuperación, que, de darse solo beneficiará a los de siempre, lejos de un genuino desarrollo del mercado interno como pregona el gobierno, aunque esta perspectiva le deja un estrecho margen de maniobra en lo político. Pero, ante un posible escenario en que no se de una recuperación económica, y por los escaso recursos con que cuenta el Estado y el gobierno de F y F, por este camino sería posible el alejamiento de sectores que depositaron esperanzas en la gestión de Fernández y Fernández.

Debemos poner en debate qué necesitamos y qué herramientas debemos poner en pie.

La experiencia cotidiana a la cual arriban sectores cada vez más amplios de la clase obrera y de los trabajadores, van enseñando que sin lucha y organización nada se consigue. Pero además enseña que dentro de los marcos capitalistas no hay salida y que pedirlas a sus representantes es pedir a quien es parte del problema y no de la solución.

Para que pueda llegar a buen puerto debemos construir la herramienta que posibilite una victoria que dure en el tiempo, construir nuestro partido de trabajadores hacia nuestro propio gobierno es lo que necesitamos.

Convocamos a la vanguardia a debatir estas ideas y bregar por las tareas que tenemos por delante.