Los secretos de administración

 

Los secretos de administración han sido el manto tras el cuál se llevaron a cabo los miles de trucos que dieron lugar a la megaestafa que Metrovías realizó a todos los argentinos.

Del otro lado del pañuelo todos nosotros, los empleados de administración, como asistentes que contemplamos la impunidad con la que han vaciado a nuestro querido subte ante el aplauso de algunos periodistas y políticos liberales que vieron bondades en un escandalosa gestión del concesionario. Por eso nos tienen miedo, despidieron represivamente y se niegan a nuestra sindicalización; conocemos el lado “B” del engaño.

El problema se inicio allá por aquel fatídico Enero del 94 que ahora a la distancia parece no doler tanto, pero tenemos el deber de recordar más que nunca para no tropezar con la misma piedra y corregir el hecho que dio inicio a veinte años de impunidad. Porque en aquellos años de plena expansión neoliberalista el hecho de dejar al margen a la administración de la posibilidad de tener afiliados a un sindicato a sus empleados, dió lugar a un show en el que nos tocó acompañar de cerca el proceso destructivo del subte sin poder denunciar las atrocidades que escondían en cada galera.

Absolutamente carentes de representación, en épocas en las que nos hacían creer que era normal que los empleados de las áreas administrativas quedaran fuera de convenio y sin afiliación, fuimos y seguimos siendo mudos testigos de actos delictivos que no hubieran sido posibles si no nos hubieran amordazado con nuestro aislamiento del derecho a agremiarnos. De esta forma, hasta nosotros mismos banalizamos el hecho de ser cómplices cotidianos de múltiples estafas.

Nada por aquí, nada por allá; Metrovías fue haciendo desaparecer los subsidios apelando al arte de las tercializaciones, el reparto de millonarias ganancias y la autofacturación de empresas propias (fantasmas y no tanto) mientras el subte día a día empeoraba.

Ahora sentarán al otro lado a los auditores para dar un nuevo show, les mostrarán seguramente espejitos de colores y se seguirán llevando el oro. A media luz les presentarán algunos papeles preparados para la ocasión, pero realmente nosotros que estamos día a día sabremos que esconden esos papeles y como matizaron mágicamente las irregularidades.

Ahora además, será tarde para evitar el daño que ya han hecho al subte. Como podrá serlo dentro de un tiempo si no se toma conciencia de que la mejor forma de proteger el patrimonio de todos es dando libertad a los trabajadores, mediante su afiliación a fin de que puedan denunciar libremente los actos ilegales e incorrectos en que incurre quien maneja el subte.

Si alguien quisiera realmente hacer las cosas bien en el subte, el primer paso para la transparencia tiene que ser otorgar a la administración la protección que solo una afiliación puede otorgar. De esa forma podrán tener la AUDITORIA PREVENTIVA, esa que solo pueden ejercer los empleados cuando tienen las garantías y derechos que nuestras leyes y constitución otorgan pero Metrovías niega en su administración.

Es tan fácil como evidente, solo es cuestión de que las autoridades tomen la decisión de hacer las cosas bien. Vamos a ver si alguien se anima a tener un subte mas transparente y mejor. Si esto no cambia y los administrativos siguen al margen de sus derechos, quedará abierta la puerta a nuevos y/o viejos delitos y estaremos condenados a constantes aumentos de pasaje para compensar lo robado.