Los oprimidos del mundo no llorarán por Henry Kissinger

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En la noche del 29 de noviembre de 2023, se informó al público sobre la muerte de Henry A. Kissinger, el antiguo Asesor de seguridad nacional del presidente y antiguo Secretario de Estado. Los medios burgueses junto a varios funcionarios y políticos lloran la pérdida de su leal sirviente. 

Un obituario en The New York Times describe a Kissinger como un “académico –convertido en diplomático quien…utilizó astucia, ambición e intelecto para reconstruir las relaciones de poder estadounidenses .” La revista Foreign Policy (Política Extranjera) – una de las publicaciones favoritas de la élite militar y diplomática de Washington D.C. – título su obituario “Henry Kissinger, Coloso en el escenario mundial,” y dijo “el difunto estadista era un maestro de la realpolitik (práctica política).” Tributos emergen en todo el espectro político burgués. El antiguo presidente republicano, George W. Bush dijo sobre Kissinger “Los Estados Unidos han perdido a una de sus voces más confiables y distintivas en asuntos del extranjero… Llevo mucho tiempo admirando al hombre.” Antony Blinken, el Secretario de Estado para Joe Biden, dijo que él era “muy privilegiado de haber tenido sus consejos muchas veces, tan reciente como el mes pasado.”

Los líderes del imperialismo estadounidense y sus propagandistas aclaman que es una gran pérdida para EE.UU.  y que Henry Kissinger hizo grandes cosas por “nuestro país” y los ayudó a protegerse. Son las mismas personas que denuncian los crímenes sangrientos de “terroristas” y “comunistas”. Sabemos que en tiempos como estos, las mentiras y la hipocresía incrementan en grandes cantidades. 

La clase trabajadora sabe que el gobierno estadounidense y el aparato del estado no es “nuestro gobierno”. Es una herramienta para la clase que posee los medios de producción, aquí y en el extranjero. El 10% más rico posee tres cuartos de toda la riqueza. La principal tarea de su estado es mantener el sistema de explotación, no solo en EE.UU., sino en el mundo que domina el imperialismo estadounidense. Henry Kissinger fue un estratega clave para el imperialismo estadounidense y asesoró a presidentes desde JFK hasta Biden. El hilo rojo a través de su sangrienta carrera es asesinar a miles de personas para mantener el Imperio estadounidense. Tomaría un libro, quizá varios libros para delinear el despreciable papel que tuvo Kissinger. Por ahora, solo podemos enfocarnos en algunos aspectos importantes.  

El refugiado ambicioso 

Henry Kissinger nació en Alemania en 1923. Diez años más tarde, Hitler y los Nazis ascendieron al poder. La familia de Kissinger era judía, y escaparon, emigraron a Estados Unidos en 1938. Fueron de los pocos refugiados judios afortunados de Europa, ya que los Estados Unidos tenían regulaciones migratorias antisemitas antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos otros refugiados judios fueron enviados de vuelta a Europa hacia su muerte.  

Kissinger se unió al ejército en la segunda guerra mundial y fue a Harvard después de la guerra. En EE.UU., las universidades de la liga Ivy son el principal campo de entrenamiento de la clase dominante, Harvard es de las primeras de su clase. Kissinger usó su educación y sus conexiones para eventualmente convertirse en el Asesor de Seguridad Nacional para el presidente Nixon en 1969. También asumió el cargo de Secretario del Estado en septiembre de 1973 y se aferró a ambos cargos por el resto del gobierno de Nixon. El presidente Ford tomó posesión del cargo en agosto de 1974, tras la renuncia de Nixon por el escándalo Watergate. Removió a Kissinger de su papel como Asesor de Seguridad Nacional, pero mantuvo su posición como Secretario de Estado hasta enero de 1977. Luego, Kissinger fundó su propia agencia de consultoría, que asesoraba al gobierno y políticos a cambio de grandes cuotas. En un debate presidencial del partido Demócrata en 2016, Hilary Clinton mencionó que había consultado con Henry Kissinger sobre políticas extranjeras, demostrando su influencia. En estas cinco décadas, el papel de Kissinger fue asesorar e implementar políticas para el imperialismo estadounidense, dejando sus huellas sangrientas en todas partes. 

Vietnam y Camboya

Estados Unidos tuvo más de 500.000 tropas en Vietnam en 1968.La Ofensiva Tet expuso las mentiras de la administración de Johnson que la guerra estaba por terminar ya que los “comunistas” estaban decayendo. Cuando Nixon tomó el poder en 1969, las revueltas entre las fuerzas armadas estadounidenses contra sus oficiales se incrementaron. 

“Fragmentación” se refiere a los soldados lanzando una granada a la tienda de sus propios oficiales para evitar ir a combate. En 1969, se reportaba un incidente de fragmentación por cada 3.300 hombres y esto incrementó a uno cada 572 en 1971. La lucha determinada de los vietnamitas, el movimiento Black Power (Movimiento de liberación negra), y el movimiento anti-guerra ayudó a crear una situación donde la disciplina y la cadena de mando del ejército estadounidense estaba colapsando. 

Nixon y Kissinger sabían que tenían que sacar a las tropas estadounidenses y retirarse. Pero ¿cómo se vería esta potencia imperialista al dar media vuelta y huir? Kissinger tuvo que crear un espectáculo diplomático. EE.UU. no sólo iba a retirar sus tropas, sino que iba a negociar un acuerdo de paz para salvar las apariencias que proporciona un “intervalo decente” entre la retirada de las fuerzas estadounidenses y la caída de su estado títere artificial de “Vietnam del Sur”. Nixon y Kissinger pensaron que para conseguir que los norvietnamitas siguieran el juego, había que bombardearlos hasta la mesa de negociaciones. Esto es exactamente lo que hicieron. ¿Cuántas vidas se perdieron? Se calcula que más de 3,5 millones de personas perdieron la vida en Vietnam, Laos y Camboya entre 1954 y 1975. Sabemos que los bombardeos estadounidenses de esa época contribuyeron en gran medida al total. Estados Unidos lanzó más bombas en esta zona que todos los bandos en toda la Segunda Guerra Mundial.

Como parte del intento de Kissinger de ganar influencia sobre los vietnamitas, se ampliaron los bombardeos a Camboya, con la excusa de que el ejército norvietnamita utilizaba rutas en la neutral Camboya para reabastecer a sus fuerzas en el sur. Esto provocó una enorme desestabilización en Camboya, desencadenando una cadena de acontecimientos que acabaron conduciendo al genocidio de Pol Pot.

En 1973, después de toda esta matanza, Kissinger y Nixon permitieron a EEUU retirar sus tropas. “Vietnam del Sur” quedó en pie por el momento, pero cayó y Vietnam se reunificó en 1975. El hecho de que el Premio Nobel de la Paz fuera concedido a Kissinger (el principal negociador vietnamita Le Duc Tho rechazó su premio) en 1973 por negociar una tregua en Vietnam tiene que ser una de las bromas más pesadas de la historia mundial.

China y la URSS

Como parte del intento de presionar a Vietnam para que acudiera a la mesa de negociaciones, Kissinger argumentó que EEUU debía utilizar en su beneficio las diferencias surgidas entre los estalinistas rusos y chinos. Estados Unidos había intentado, sin éxito, aislar a China tras la Revolución de 1949. En esa revolución -el segundo mayor acontecimiento de la historia mundial después de la Revolución de Octubre de 1917- el capitalismo y el imperialismo fueron derrocados. Se estableció un Estado obrero, pero profundamente deformado bajo un régimen estalinista dirigido por Mao Zedong. Los privilegios de las burocracias estalinistas, tanto en China como en la Unión Soviética, estaban vinculados a sus Estados nacionales, lo que creó conflictos entre ambos.

Kissinger argumentó que Estados Unidos podía cambiar su política y abrirse a China, tratando de enfrentar a China con la URSS y viceversa siempre que fuera posible. De este modo, ambas potencias ayudarían a Estados Unidos a contener las revoluciones coloniales que se estaban extendiendo por todo el mundo. Esto condujo finalmente a la “Política de una sola China”, ya que los imperialistas estadounidenses restaron importancia a sus compromisos previos con Taiwán como parte de su partida de póquer imperialista.

El hecho de que Mao y muchos altos dirigentes chinos se llevaran tan bien con Kissinger demuestra lo lejos que estaban de ser auténticos comunistas en la tradición de Lenin y Trotsky. El capitalismo se ha restaurado en China, pero el afecto de sus dirigentes por Kissinger no ha disminuido. El presidente chino Xi Jinping dijo del difunto estratega del imperialismo estadounidense: “El pueblo chino siempre recordará y echará de menos al Dr. Kissinger.”

Latinoamérica, Asia y Medio Oriente 

Apenas había lugar en el mundo que no hubiera sido tocado por las manos manchadas de sangre de Kissinger. Prestó especial atención a América Latina, el tradicional “patio trasero” del imperialismo estadounidense. En 1970, Salvador Allende fue elegido presidente de Chile como parte de la coalición Unidad Popular, que incluía a los partidos socialista y comunista. Kissinger puso inmediatamente a la CIA a trabajar para perturbar y desestabilizar el gobierno y allanar el camino para un golpe de Estado. Éste se materializó el 11 de septiembre de 1973 con la toma del poder por los militares y la instauración de la dictadura de Pinochet. Pinochet, con la ayuda del imperialismo estadounidense y de su querido amigo Henry, asesinó y torturó a muchos izquierdistas y activistas de la clase trabajadora. El Estadio Nacional de Santiago pasó de ser un recinto deportivo a una enorme prisión.

Kissinger también apoyó a los militares argentinos y su golpe de estado en 1976. Kissinger era amigo de los hombres fuertes militares que servían a los intereses de EEUU y tomaban las medidas que fueran necesarias, por sangrientas que fueran, para mantener el dominio del capitalismo. Era la misma camarilla de generales que inició la “Guerra Sucia”. Hasta 30.000 personas murieron o “desaparecieron” en esta guerra unilateral de la Junta apoyada por Kissinger.

El sur de Asia no escapó a las asesinas ministraciones de Kissinger. En 1971, encabezó la entrega de armas a la dictadura pakistaní de Yahya Khan. Kissinger veía en el reaccionario régimen pakistaní un baluarte clave del imperialismo estadounidense en la región, y utilizó a los gobernantes pakistaníes como intermediarios en sus negociaciones con China. Khan utilizó las armas estadounidenses en un intento fallido de impedir que Bangladesh se separara de Pakistán. El coste en vidas humanas de esta política es muy discutido, con estimaciones que oscilan entre los 300.000 y los 3 millones de civiles bangladeshíes muertos.

En 1975, Kissinger centró su atención en Indonesia. En diciembre de ese año, Kissinger y Ford se reunieron con el dictador anticomunista Suharto, que había sido derrocado por la CIA en 1965. Le dieron luz verde para lanzar una invasión de Timor Oriental y le suministraron las armas para hacerlo. Para guardar las apariencias, Kissinger exigió que el derramamiento de sangre no comenzara hasta que él y Ford hubieran regresado a Estados Unidos. La invasión dio inicio a una ocupación de 24 años durante la cual perdieron la vida al menos 185.000 timorenses.

En el Medio Oriente, Kissinger continuó la política estadounidense de apoyar a Israel. En la guerra Yom Kippur 1973, se reportó que el había sido notificado por Israel sobre el ataque y que atrasó notificarle a Nixon por tres horas y media, Kissinger quería retrasar cualquier alto al fuego para que Israel obtuviera más terreno. Apegado a la perspectiva de Kissinger, su objetivo principal fue mantener el balance de poder en el Medio Oriente a favor del imperialismo estadounidense y no hubo preocupación por los millones de palestinos que vivían allí y fueron sometidos a la horrible guerra y ocupación. 

Un nuevo mundo es necesario y posible

La muerte de una persona despreciable como Henry Kissinger nos recuerda a todos los crímenes pasados del sangriento sistema capitalista. También debería recordarnos que un mundo muy diferente es posible. Uno en el que los trabajadores de todo el mundo unen sus manos para derrocar a sus gobernantes. Uno en el que los recursos de la tierra, nuestra impresionante tecnología y la fuerza del trabajo humano se coordinen como parte de un plan democrático que pueda proporcionar abundancia para todos. Los problemas globales requieren soluciones globales y esto sólo puede hacerse mediante el socialismo. Este es el mundo por el que luchan los comunistas de la CMI. Nos libraremos de la política cínica y sangrienta de Henry Kissinger y los de su calaña y crearemos un mundo que aprovechará lo mejor de la humanidad. Parafraseando a Trotsky, los Kissinger del mundo serán relegados al basurero de la historia.