Líbano

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Es algo común en los medios de comunicación capitalistas presentar el conflicto en Líbano como un enfrentamiento sectario donde una parte tiene la razón, los modernos y moderados cristianos, la fuerzas de la democracia con sus razonables aliados chiís, y por el otro lado, los extremistas musulmanes que apoyan al líder demoniaco de Hezbolá, Hassan Nasrallah, una simple extensión de Irán.

¿Qué hay detrás del conflicto?

Es algo común en los medios de comunicación capitalistas presentar el conflicto en Líbano como un enfrentamiento sectario donde una parte tiene la razón, los modernos y moderados cristianos, la fuerzas de la democracia con sus razonables aliados chiís, y por el otro lado, los extremistas musulmanes que apoyan al líder demoniaco de Hezbolá, Hassan Nasrallah, una simple extensión de Irán.
Pero esta presentación oculta muchas mentiras y medias verdades. La primera es que la lucha es simplemente entre sectas religiosas. El gobierno en realidad reconoce en el país 17 grupos religiosos. Aunque es muy fácil describir sus distintas creencias religiosas, el tamaño relativo de los diferentes grupos es más difícil debido a que por razones políticos no se ha hecho un censo desde 1932. Por lo tanto el tamaño estimado de los principales grupos en gran medida se basa en la información recogida en los años ochenta.
Los musulmanes son aproximadamente el 59,7 por ciento de la población. Los musulmanes suníes ortodoxos, respecto al Corán, complementado por las tradiciones de Mahoma, como la única base de la fe musulmana. Desde el mandato francés se les ha dado más poder de su tamaño real. En 1986 se calculaba que en Líbano había 595.000 (el 27 por ciento de la población) musulmanes suníes, la mayoría viviendo en centros urbanos y el estrato superior de este grupo pertenece a la clase dominante, los terratenientes, banqueros y comerciantes ricos.
Los musulmanes chiíes en Líbano han ocupado el estrato más bajo de la sociedad libanesa y se han concentrado principalmente en los barrios pobres de Beirut y el sur del país. Son principalmente trabajadores y campesinos. En 1987 el número de chiíes en el país se calculaba en 919.000 (41 por ciento de la población).
Los drusos son una rama del Islam cuyos seguidores huyeron al Líbano procedentes de Egipto, encabezados por un profesor llamado Darazi en el siglo X. Se pueden describir tradicionalmente como una casta militar. Los drusos constituían el 7 por ciento de la población (153.000) en 1987, la mayoría reside en zonas rurales.
Las sectas cristianas constituyen aproximadamente el 39 por ciento de la población. La principal son los maronitas cuya iglesia está relacionada con la Iglesia Católica Romana. La mayoría de los maronitas son gente del campo, algunos de ellos terratenientes, y están desperdigados por todo el país. Históricamente los maronitas han ocupado el estrato más elevado de la sociedad libanesa con el mecenazgo de Francia y han tenido más poder político que cualquier otro grupo. En 1986 se calculaba que había 356.000 maronitas, aproximadamente el 16 por ciento de la población.
Además están los católicos griegos (72.000) y los católicos romanos que suponen menos del 1 por ciento de la población libanesa. Los cristianos ortodoxos griegos constituyen un 5 por ciento de la población. También están los jacobitas, que con frecuenta están relacionados con la iglesia ortodoxa siria. En 1987 sólo había unos mil en Líbano. También están los cristianos ortodoxos armenios, que huyeron de Turquía durante y después de la Primera Guerra Mundial. En 1987 residían principalmente en Beirut y en sus suburbios del norte.
También están los nestorianos o iglesia asiria, el resto de un movimiento del siglo XV que creían que Cristo era dos personas separadas, una humana y otra divina, que se oponían a la idea de que él tenía dos naturalezas diferentes unidas en una única persona.
Los protestantes en Líbano surgieron en los siglos XIX y XX del trabajo de los misioneros, principalmente ingleses y estadounidenses. Tienden a ser profesionales de clase media. Constituyen menos del 1 por ciento de la población y viven principalmente en Beirut. También están los cristianos evangélicos, que surgieron en el siglo XX del trabajo de los misioneros, principalmente norteamericanos, representados por grupos como los baptistas y las Asambleas de Dios. Habitualmente los evangélicos pertenecen a las clases medias e inferiores. Constituyen menos del 1 por ciento de la población y viven principalmente en Beirut.
De este modo, podemos ver la variedad étnica y religiosa que existe en Líbano. Las condiciones socioeconómicas se han utilizado desde hace tiempo para provocar fricciones entre los diferentes grupos libaneses. Detrás de la fachada, sin embargo, está la lucha de los ricos contra los pobres. Los cristianos más cultos y la elite de musulmanes suníes tienden a dominar las clases medias y superiores. Un tercio de la población es considerada pobre, pero la mayoría están entre los musulmanes chiíes. Algunos de los aliados cristianos de Hezbolá, como el general Aoun, pertenecen a la burocracia estatal, pero temen la partición del Líbano por la Falange.
Líbano en realidad fue creado de tal manera que tuviera una correlación étnica precaria. Se construyó bajo la base vieja y probada de “divide y vencerás”. Los imperialistas tuvieron que abandonar el control colonial directo de la región y en el caso de Líbano garantizaron que debido a la división étnica del país siempre pudieran controlarlo desde fuera. De este modo, las clases sociales dieron voz a sus reivindicaciones a través del prisma sectario de la religión. Pero las fricciones fricción en Líbano no se pude decir que sólo sean una cuestión de fe, sino que hunden sus raíces en la cuestión de clase.
La segunda mentira es que Pierre Gemayel, asesinado el mes pasado, fuera el líder de un partido que apoya la democracia. La Falange (Partido Kataeb) es un partido de derechas que se creó como un movimiento juvenil en 1936 por el padre de Gemayel, Pierre Gemayel. El partido se creó siguiendo el modelo de los movimientos fascistas europeos después de su visita a los Juegos Olímpicos de Berlín, donde quedó impresionado con la organización del Partido Nazi. El nombre oficial del Partido Kataeb es “Partido Social Democrático” y su principal apoyo son los cristianos maronitas. Es un partido conocido por su historia sangrienta y por ser desde hace mucho tiempo un aliado de Israel. Apoya el objetivo de convertir Líbano en un “estado cristiano”. Hasta el día de hoy los militantes de este partido se saludan entre sí con el saludo fascista. En los años setenta, la Falange creó un ala militar que en 1976 estuvo dirigida por Bashir Gemayel, el padre de Pierre Gemayel, que provocó la guerra civil y fue apoyada por Israel.
La tercera mentira extendida por los medios de comunicación capitalistas es que la responsabilidad del asesinato de Gemayel es de Hezbolá, Siria e Irán. Insisten en esto a pesar de que su asesinato beneficia claramente a la coalición pro-estadounidense. La administración Bush y el gobierno israelí necesitaban una palanca política. Esto se debe a que Siria e Irán están ofreciendo ayuda a Iraq y las fuerzas progubernamentales tienen mucha menos popularidad que Hezbolá. Lo último que necesita Hezbolá, que podría derribar al gobierno con movilizaciones y manifestaciones de masas, es una guerra civil que permitiría a Israel y a Occidente ponerse al lado del gobierno con el pretexto de defender un gobierno elegido democráticamente.
El viernes 24 de noviembre, los líderes de la clase capitalista fueron convocados a dos días de cierre patronal en apoyo al gobierno de Siniora. Sin embargo, como informaba al día siguiente el periódico libanés The Daily Star: “La mayoría de las empresas en Líbano reanudaron sus actividades regulares el viernes, ignorando el llamamiento conjunto de los principales grupos empresariales a dos días de huelga en todos los sectores comerciales”. (Lysandra Ohrstrom. The Daily Star. 25/11/06).
No sólo esto, sino que el número de personas que participaron en la manifestación organizada por la coalición pro-imperialista, calculada por los propios medios de comunicación burgueses, fue de 200.000. Si se compara con las manifestaciones pro-sirias que en 2005 superaban el millón y medio de personas está claro que la correlación de fuerzas realmente está en contra del gobierno pro-estadounidense.
Las manifestaciones planeadas por Hezbolá para forzar la dimisión del gobierno se pospusieron tras el asesinato de Gemayel. Pero Hezbolá planeaba seguir adelante con su movilización. El representantes del bloque parlamentario de Hezbolá, “Lealtad a la Resistencia”, Mohammad Raad, dijo a la prensa que: “el asesinato de Gemayel fue una conmoción para todos los libaneses y había obligado al partido a posponer sus protestas. Los recientes acontecimientos retrasaron nuestros movimientos públicos para derrocar al gobierno pero nunca los detendrán”. Después añadió: “si no se materializa una verdadera relación político golpearemos con nuestras protestas pacíficas y democráticas hasta derrocar al gobierno”.
El periódico As-Safir citaba fuentes cercanas al líder del Movimiento Patriótico Libre, Michel Aoun, un aliado de Hezbolá, diciendo que: “las protestas podrían comenzar a principios de la semana próxima”. Aoun dijo durante una conferencia de prensa después de una reunión de su organización para discutir el asesinato de Gemayel que seguirían adelante con sus aliados y las movilizaciones para obligar a dimitir al gobierno Siniora.
Ya ha habido manifestaciones con cientos de chiís en los barrios del sur de Beirut. Protestaban por los insultos dirigidos contra el líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, durante el funeral de Gemayel.
Sin embargo, el propio Nasrallah apeló a los manifestantes para que se dispersaran. La situación está madura para que Hezbolá y sus aliados se pongan a la cabeza de las masas y derriben al gobierno. Pero la pregunta es: ¿y después qué? ¿O sólo servirá para dar un respiro que permita a la coalición 13 de Marzo más tiempo para reagrupar sus fuerzas?
En cuanto a la pretensión de que Irán busca un enfrentamiento con occidente, el presidente iraní Mahmoud Admadineyad ha dicho que Irán está dispuesto a ayudar a EEUU y Gran Bretaña en Iraq, pero sólo si cambian su actitud y retiran a sus tropas. Esta es una respuesta a las crecientes voces en EEUU y Gran Bretaña para que pidan a Siria e Irán que ayuden a estabilizar la situación en Iraq.
Por su parte, el gobierno norteamericano ha dicho que “en principio” EEUU está dispuesto a discutir la situación en Iraq con Irán, pero que estas conversaciones se produzcan no está claro.
Otra mentira común es que Israel simplemente está defendiéndose del terrorismo. En realidad, desde el principio, el movimiento sionista ha tenido planes para dividir Líbano y crear un estado cristiano que actúe como su vasallo.
Herzl, el padre del movimiento sionista, declaró en El Estado judío que los sionistas ayudarían a los imperialistas si las grandes potencias garantizaban Palestina para su movimiento y también su existencia. “Allí formaremos una porción del baluarte de Europa contra Asia, un puesto avanzado de la civilización frente a la barbarie. Seremos como un Estado neutral en contacto con toda Europa, que debería garantizar nuestra existencia”. (Theodor Herzl, El Estado judío: Un intento de buscar una solución moderna a la cuestión judía. P. 30).
Las fronteras propuestas por el Estado sionista oficialmente fueron establecidas por la Organización Sionista en la Conferencia de Paz de París en 1922, donde los imperialistas victoriosos se dispusieron a dividir el botín. Este mapa incluía, además de todo el Mandato de Palestina, el sur del Líbano hasta el Río Litani, los Altos del Golán, y una zona al este del Río Jordán que recorre desde norte a sur la vía ferroviaria de Hijaz.
Dos fuentes imperialistas de los planes sionistas en Líbano son el diario de Moshe Sharett, que fue primer ministro de Israel en 1945-1955 y que fue considerado un “sionista blando”, y el Terrorismo Sagrado de Israel: Un estudio basado en el diario personal de Moshe Sharett y otros documentos, libro de Livia Rokach. En este último encontramos información muy interesante y merece la pena citar un párrafo amplio del diario de Sharett:
“Entonces él [Ben Gurion] pasó a otro tema. Este es el momento, dijo, de empujar a Líbano, es decir, a los maronitas de ese país, a proclamar un estado cristiano. Yo dije que eso era una tontería. Los maronitas están divididos. Los guerrilleros del separatismo cristiano son débiles y no se atreverán a hacer nada. Un Líbano cristiano significaría ceder Tiro, Trípoli y el Beka’a. No hay fuerza que pueda hacer retroceder al Líbano a sus dimensiones anteriores a la Primera Guerra Mundial, y además porque en ese caso perdería su razón de ser económica. Ben Gurion reaccionó con furia. Comenzó a enumeran la justificación histórica para un Líbano cristiano restringido. Si este proceso tuviera lugar, las fuerzas cristianas no se atreverían a oponerse. Yo dice que no existía un factor que permitiera crear esta situación y que si empujábamos a ello y lo alentábamos nosotros mismos nos veríamos lanzados a una aventura que podría avergonzarnos. En ese momento llegó una oleada de insultos relacionados con mi falta de atrevimiento y mi estrechez mental. Deberíamos mandar enviados y gastar dinero. Dije que no había dinero. La respuesta es que eso no podía ser. Hay que encontrar el dinero, si no es el Tesoro ¡entonces será la Agencia Judía! En este proyecto merecía la pena gastar cien mil, medio millón o un millón de dólares. Cuando esto ocurra se producirá un cambio decisivo en Oriente Medio, comenzará una nueva era. Yo ya estaba cansado de luchar contra un torbellino”. (217 de febrero de 1954).
Al día siguiente David Ben Gurion envió a Sharett la siguiente carta:
“A la atención del primer ministro Moshe Sharett:

Sdeh Boker, 27 de febrero de 1954

“Sobre mi retirada del gobierno decidí dentro de mi corazón desistir de intervenir y expresar mi opinión sobre los asuntos políticos actuales y de ninguna manera tomar decisiones difíciles para el gobierno. Y si ustedes no me hubieran llamado, los tres, usted, Lavon y Dayan, de motu propio, no habría expresado una opinión sobre lo que se ha hecho o se debería hacer. Pero ustedes me llamaron, y consideré mi deber cumplir sus deseos, especialmente con el suyo como primer ministro. Por lo tanto, permítame regresar a una cuestión que usted no aprobó y discutirla de nuevo, es la cuestión del Líbano.
“Está claro que Líbano es el eslabón más débil de la Liga Árabe. Las otras minorías en los estados árabes son todas musulmanas, excepto los coptos. Pero Egipto es el más solido y compacto de los estados árabes y la mayoría es un único bloque sólido, una raza, religión y lengua, y la minoría cristiana no está afectada seriamente por su unidad política y nacional. No así los cristianos en Líbano. Ellos son una mayoría en el Líbano histórico y esta mayoría tienen una tradición y cultura diferentes a las de los otros componentes de la Liga. También dentro de fronteras más amplias (este fue el peor error hecho pro Francia cuando amplió las fronteras de Líbano), los musulmanes no son tan libres como desearían, incluso si son una mayoría allí (y no sé si son realmente la mayoría) por temor a los cristianos. La creación de un estado cristiano es por tanto un acto natural, tiene raíces históricas y encontrará el apoyo de amplios círculos del mundo cristiano tanto católico como protestante….

D.G.B. (27 de febrero de 1954)”.

Sharett respondió unase semanas después de la siguiente manera:

“Señor David Ben Gurion, 18 de marxo de 1954, Sedh Boker.

“En cuanto a lo que sé, en Líbano hoy no existe un movimiento que tenga como objetivo la transformación del país en un estado cristiano gobernado por la comunidad maronita….
“Esto no es sorprendente. La transformación de Líbano en un estado cristiano como resultado de una iniciativa externa hoy no es factible… No excluyo la posibilidad de cumplir este objetivo a la ola de sacudidas que se extiendan por todo Oriente Medio… destruirá las actuales constelaciones y formará otras. Pero en el Líbano actual, con sus actuales dimensiones territoriales y demográficas, sus relaciones internacionales, una iniciativa de este tipo es inimaginable.
“Los cristianos no constituyen la mayoría en Líbano. No son un bloque unificado, ni comunitaria ni políticamente hablando. La minoría ortodoxa en Líbano tiende a identificarse con sus hermanos en Siria. No estarán dispuestos a ir a una guerra por un Líbano cristiano, que sería un Líbano más pequeño de lo que hoy es y separado de la Liga Árabe. Todo lo contario, probablemente no se opondrían a un Líbano unido a Siria, porque esto contribuiría al fortalecimiento de su propia comunidad y de la comunidad ortodoxa en toda la región… En realidad, hay más cristianos ortodoxos en Siria que en Líbano y los ortodoxos en Sriai y Líbano unidos son más numerosos que los maronitas…
“… También están en contra argumentos económicos decisivos. No estamos discutiendo la cuestión en 1920/21… sino treinta años después. Líbano mientras tanto se ha integrado en una unidad orgánica con la línea costera de Tiro y Sidón, el Valle de Ballbeck y la ciudad de Trípoli. Son comercial y económicamente interdependientes e inseparables. Líbano no era una unidad autosuficiente ni siquiera antes de la Primera Guerra Mundial… La anexión de las tres regiones más la ciudad de Beirut al Estado libanés ha hecho posible la creación de una economía equilibrada. Un regreso al pasado no sólo significaría una operación quirúrgica sino también la desintegración y el final de Líbano…
“Una vez dicho todo esto, [debería añadir que] yo no habría puesto objeciones, sino todo lo contrario, ciertamente habría sido favorable a la idea, de ayudar activamente cualquier manifestación de agitación en la comunidad maronita que tienda a fortalecer sus tendencias aislacionistas, incluso si no hubiera oportunidad real de conseguir los objetivos; También habría considerado positivo la existencia misma de tal agitación y la desestabilización que conllevaría, el problema que habría provocado a la Liga, la desviación de la atención de las complicaciones árabes-israelíes que habría creado, y la leña misma que habría ardido por los impulsos hacia la independencia cristiana. Pero ¿qué podemos hacer cuando esta agitación no existe? … En las condiciones actuales, me temo que cualquier intento por nuestra parte sería considerado una ligereza y superficialidad, o peor aún, una especulación aventurera sobre la existencia de otros y una disposición a sacrificar su bien básico en beneficio de una ventaja táctica temporal para Israel.
“Además, si este plan no se mantiene en secreto se convertiría en un peligro que no se puede subestimar en las circunstancias que existen en Oriente Medio, el daño que podríamos sufrir… no sería compensado ni siquiera con el éxito final de la propia operación…
“M. S. (18 de marzo de 1954)”.
En aquel momento Ben Gurion no convenció a Sharett. Las condiciones no estaban maduras para este intento. Pero la idea nunca desapareció y siguió en la mente de los dirigentes sionistas como una posible opción. Con el tiempo la llevarían a la práctica en 1978 durante la guerra civil cuando se inició la “Operación Litani”.
Israel se creó a un precio terrible. Los palestinos fueron expulsados de su patria, empujados a campos de refugiados alrededor de toda la región. Israel se ha convertido en un estado en guerra permanente contra sus vecinos árabes. Se ha convertido en un puesto avanzado del imperialismo occidental, un “aliado seguro” que vigila esta región rica en petróleo. Durante décadas jugó ese papel bastante satisfactoriamente. Parte de esa tarea implicaba intentar conseguir al menos un régimen “amigo” en Líbano. Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Debido a su delicada composición étnica, Líbano dominado por una elite cristiana nunca sería un país estable. El conflicto de clase surgiría y resurgiría en forma de conflicto étnico debido a la ausencia de una dirección socialista clara, que pudiera acabar con esta división étnica.
Hoy Israel continúa inmiscuyéndose en los asuntos internos de Líbano. El bombardeo del país este verano tenía claramente como objetivo provocar una guerra civil reiniciar el conflicto étnico dentro del país. Después de la expulsión de Siria del país, en realidad era un elemento de estabilidad, Hezbolá surgió aún con más fuerza. Con base en los sectores más pobres de la sociedad libanesa, los líderes de Hezbolá sólo podían justificar su existencia presentándose como una amenaza constante para Israel y dirigiendo sus energías contra aquellos en Líbano que apoyan al imperialismo estadounidense y a Israel. Este verano Israel intentó empujara los cristianos para que lucharan contra Hezbolá, esto indirectamente provocó también un aguerra de clase.
Desgraciadamente para la clase dominante sionista, Israel ha salido debilitado de esa guerra. Ya no puede jugar el papel de policía fiable para los imperialistas. En realidad es un elemento desestabilizador, pero al menos tiene cartas que jugar. Israel está claramente en contra de la implicación de Irán y Siria en la búsqueda de una solución para el caos creado por el imperialismo norteamericano y británico en Iraq. La participación de Siria en Iraq implicaría el fortalecimiento de su posición también en Líbano, donde tradicionalmente ha tenido influencia sobre Hezbolá. Esto acabaría con su trabajo de estos últimos años, cuyo objetivo era acabar con la influencia Siria en Líbano.
Aquí vemos los intereses contradictorios entre las necesidades de la clase dominante sionista en Israel y el imperialismo en general. Esta división también existe dentro de la propia clase dominante norteamericana. La camarilla que rodea a Bush que promovió la invasión iraquí, pero según pasan los días es evidente que ha sido un absoluto desastre para el imperialismo norteamericano.
De este modo vemos cómo los conflictos internacionales tienen une efecto directo sobre la política interna de un pequeño país como Líbano. Y mientras el capitalismo continúe existiendo existirán poderosos intereses económicos a defender en esta región. En última instancia, los que están pagando duramente esta situación son los trabajadores del Líbano, de todos los grupos étnicos, el pueblo palestino que continúa languideciendo en unas condiciones sociales económicas y terribles, y el conjunto de las masas árabes.
La otra cara de la moneda, por supuesto, es la situación de los trabajadores israelíes. Ellos también sufren. Mientras que poco a poco les arrancan todos sus derechos, se les pide que continúen luchando en guerras que no pueden ganar, y viven en una gran prisión rodeada por fuerzas hostiles. Este no es el paraíso seguro para los judíos que muchos soñaron.
No hay solución mientras Israel siga gobernado por la burguesía sionista reaccionaria y mientras los países árabes estén gobernados por elites locales igualmente reaccionarias, cuyos únicos intereses es llenarse los bolsillos a costa de sus propios pueblos.
Los problemas de un pequeño país como Líbano sólo se pueden resolver a largo plazo en la arena de la lucha de clases internacional, una lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de estos regímenes corruptos.