LAS PERSPECTIVAS

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Para las bases del EZLN un acuerdo, aunque fuera parcial, significaría un pequeño respiro, pero a la larga las cosas no cambiarían substancialmente y por tanto se darán cuenta de que se trata sólo de una trampa cruel. Un acuerdo ¿Solución o trampa?

Para las bases del EZLN un acuerdo, aunque fuera parcial, significaría un pequeño respiro, pero a la larga las cosas no cambiarían substancialmente y por tanto se darán cuenta de que se trata sólo de una trampa cruel.

Los únicos perjudicados con un acuerdo entre el EZLN y Fox serían los trabajadores del campo y la ciudad, para los cuales no habría nada salvo más ataques y represión. Mientras exista el sistema capitalista es imposible que "la visión de Estado" de la burguesía dicte otra política distinta a la de Salinas, Zedillo y Fox, por muy "audaces" que sean los diputados.

No obstante, un acuerdo inmediato está descartado. Varios son los factores que incidirán para que esto sea así. Uno de ellos es la cuestión militar, aún retirándose el ejército de los 7 puntos que exige el EZLN, ello no reduce en lo más mínimo la capacidad militar del ejército en la zona. Además de ello no será nada fácil, en el caso de que un acuerdo se concertara, regresar a la situación que había en diciembre de 1994.

El otro elemento que impide un tratado de paz en un corto y mediano plazo es la cuestión de la mesa de discusiones; tan sólo los derechos y cultura indígena son la primera de 4 mesas, faltan otras tres y nada señala que las negociaciones serán más breves que las anteriores. En el transcurso de estas negociaciones, si es que estas se llegan a dar, los acontecimientos nacionales e internacionales pueden forzar a alguna de las dos partes a retirarse.

La profundización de la crisis económica y el advenimiento de importantes movilizaciones en contra de las privatizaciones, ya sean disfrazadas o no, pondrían forzar a una ruptura en cualquier momento.

Otro factor es la cuestión de los grupos paramilitares, los cuales como se ha demostrado actúan con notable autonomía con respecto de sus creadores. De hecho uno de los pretextos que se emplean para que el ejército no se retire es la presencia de los paramilitares y demás bandas de delincuentes, pues se considera que un repliegue de las fuerzas armadas permitiría que estos grupos actuaran a sus anchas, cometiendo todo tipo de atropellos. No se ve que ahora el Estado tenga mucho interés en sostener a los paramilitares, pero tampoco será un proceso fácil hacerlos entregar sus armas y desaparecerlos.

En esta misma lógica, el aspecto clave de un eventual acuerdo sería el desarme del EZLN, es decir su desaparición como tal. El EZLN está compuesto principalmente de campesinos que en un momento dado podrían reincorporarse plenamente a su vida cotidiana. Como sea, es evidente que el EZLN tendría que crear una organización legal que aglutinara a sus militantes más importantes. Éste proceso tampoco se podría dar de la noche a la mañana.

Así mismo sería muy difícil convencer a las comunidades de los Altos de que tienen que entregar las armas sin nada concreto a cambio.

El principal interesado en un acuerdo es el propio gobierno, la imagen de hombre infalible y amigo de los necesitados que demagógicamente se ha construido Fox requiere de una espectacular firma de acuerdos. Fox sabe que incluso la promulgación de la nueva ley que propone la COCOPA no trastocaría en el fondo más que algunos intereses locales que, visto en su conjunto, no alterarían las relaciones económicas y de poder en Chiapas y el país.

No obstante la situación tampoco será fácil en ese nivel: el PRI, que a pesar de todo sigue siendo la organización política más votada en el campo, tratará de preservar dicha situación así como de evadir todo tipo de acuerdo que ponga en peligro su situación de cara al campesinado y los pueblos indígenas.

No sólo eso, incluso algunos sectores de las fuerzas armadas no serían fácilmente disuadidos de una retirada total de Chiapas.

Si bien es difícil prever un acuerdo rápido, es evidente que se han dado los pasos hacia ello: la creación de los Caracoles y la bienvenida que le dio el gobierno a esta iniciativa del EZLN son una muestra de esto, pues reflejan la búsqueda de acercamientos por ambas partes. Conforme pasen las semanas y los meses no es descartable que las muestras de buena voluntad se intensifiquen, especialmente de parte del gobierno dado que Fox esta urgido de algo que le ayude a mejorar aunque sea un poco sus imagen. El proceder de ambas partes podría hacer de la reanudación del diálogo algo inminente, trasformándolo en el escenario principal del conflicto durante el próximo periodo. No obstante, hay que señalar que no debemos tener ninguna esperanza en que el diálogo o negociación entre el EZLN y el gobierno resuelva la problemática de los indígenas, del campo y mucho menos del conjunto de los trabajadores.

¡Viva el 1 de Enero de 1994! ¡Viva la insurrección!

La lucha será larga, los trabajadores tendrán que aprender de su propia experiencia y, en los hechos, reconocerán quien es en realidad Fox y todos sus paleros. La capacidad de combate de los trabajadores y los jóvenes no está a discusión, los hechos lo demostrarán. Los qué serán puestos a prueba serán las direcciones del PRD, de los sindicatos y del mismo EZLN.

La lucha por la emancipación de los trabajadores, incluyendo en ellos a los campesinos y los sectores oprimidos (mujeres, jóvenes, etnias, etc.) pasa por la acción directa de las masas y el enfrentamiento contra la burguesía y el Estado; efectivamente en ciertas circunstancias la correlación de fuerzas no permitirán más que algunas concesiones y el llegar a ciertos acuerdos. Es posible que éste sea el caso, pero ello no querrá decir que la vía para la solución sea el diálogo o la negociación.

La negociación se impondrá cuando no haya otra alternativa y sólo significará un momento en la lucha. La existencia del capitalismo hará que los conflictos entre las clases, la represión y la opresión de todo tipo continúen.

La unidad de acción entre las organizaciones de masas de la clase obrera y la juventud, tales como el PRD, los sindicatos e incluso el EZLN, en función de un programa revolucionario y de clase podría derribar fácilmente al gobierno de la burguesía en estos momentos dirigido por el PAN.

La insurrección de 1994 no fue un error, ese es más bien el camino. Una vía que cuando estalla se vuelve prácticamente imparable, siempre y cuando está se dé a nivel nacional e incluya a la clase obrera y a la juventud. Esto no es imposible; el movimiento de febrero del 2000 en Ecuador y los de Bolivia en octubre del 2003 demostró que estamos más cerca de eso de lo que muchos piensan

Algunos se preguntan, si esto es así, ¿por qué en 1994 no estalló una lucha a nivel nacional?. La respuesta es porque no hubo una organización en el ámbito nacional que lo impulsará.

Los jóvenes y los trabajadores debemos armarnos con la teoría y los métodos del marxismo para crear las bases para la repetición de la experiencia del 1 de enero del 94, pero a escala nacional, teniendo como principal escenario las ciudades y como principales protagonistas a los trabajadores. Algunos podrán decirnos que eso es imposible, que es utópico. Nosotros les decimos que es más utópico pensar que Fox o cualquier otro gobierno burgués va a permitir un "mundo donde quepamos todos los mundos posibles"

Efectivamente queremos eso, un sistema donde el que mande lo haga obedeciendo, pero a eso le damos un nombre: democracia obrera. Queremos un sistema donde el Estado de Derecho no sea una forma de proteger el interés del capital, sino que garantice la igualdad de oportunidades sobre la base del reconocimiento de las diversidades. Un sistema como ese tiene nombre: es el socialismo.