La mujer trabajadora y el socialismo

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La cuestión de la mujer siempre ocupó un lugar central en la teoría y en la práctica del marxismo. El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre.

Aportes al Programa Socialista (III)

La cuestión de la mujer siempre ocupó un lugar central en la teoría y en la práctica del marxismo. El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre.

Los marxistas defendemos enérgicamente la causa de la mujer, debemos luchar contra la desigualdad y contra todas las manifestaciones de opresión, discriminación e injusticia. Pero siempre debemos hacerlo desde un punto de vista de clase. Mientras luchamos decididamente para conseguir todas aquellas reformas que representen un paso adelante real para la mujer, también debemos explicar que la única salida para conseguir realmente la completa emancipación de la mujer -y de las otras capas oprimidas de la sociedad-, es mediante la abolición del sistema capitalista.

Nuestra lucha por la causa de la mujer necesariamente presupone la lucha implacable contra todo tipo de feminismo burgués y pequeño burgués (contra la idea de que la lucha por la emancipación de la mujer sólo es posible separada de la lucha de la clase obrera por el socialismo y especialmente contra cualquier intento de enfrentar a la mujer contra el hombre). La conquista de "derechos iguales" formales sin la transformación de las relaciones sociales, es una conquista muy limitada y deja inalterables las raíces de la opresión de la mujer en la sociedad capitalista. La burguesía ha dejado un hueco para las directoras de empresa, juezas, banqueras, burócratas, etc. Pero esto no tiene nada en común con la lucha real por la emancipación de la mujer.

La lucha de la mujer por sus intereses, comienza en el centro de trabajo. La lucha para organizar a las trabajadoras en los sindicatos, la lucha para conseguir salarios decentes y condiciones laborales dignas, y la lucha por su completa igualdad con los trabajadores.

Las mujeres, en general, ganan menos que los hombres -un 20-30% menos-, por el mismo trabajo. Un salario más bajo normalmente supone menos o ningún beneficio y una jubilación más pequeña. Esto no sólo perjudica a las mujeres, también a los trabajadores. Si un grupo de trabajadores recibe salarios más bajos esto tiene un efecto depresor sobre los salarios y condiciones laborales en general. Aceptar que las mujeres y los jóvenes ganen salarios más bajos que el resto de los trabajadores es reaccionario, divide al movimiento obrero y es contraproducente. Es importante luchar para conseguir que "a igual trabajo igual salario".

Las mujeres también sufren discriminación por la maternidad. Tener un hijo debería ser un motivo de regocijo, en esta sociedad con frecuencia es una calamidad, especialmente para la madre. A menudo significa la pérdida del empleo, la pobreza y la humillante dependencia de las ayudas públicas. Por eso debemos organizarnos para garantizar jardines maternales en los lugares de trabajo y estudio y licencia por maternidad por 6 meses; extención del período de lactancia por 6 meses. Plena estabilidad laboral.

En los países capitalistas desarrollados al menos formalmente las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Tienen el mismo derecho a la educación, y hasta cierto punto, ha mejorado su acceso al trabajo. Sin embargo, en el resto del mundo, donde viven dos tercios de la humanidad, no ocurre lo mismo. Cada año cientos de miles de mujeres mueren debido a las complicaciones surgidas durante el embarazo y como víctimas de los abortos clandestinos. Por eso, debemos organizarnos para exigir que el aborto sea libre y gratuito. Las mujeres tenemos el derecho de decidir sobre nuestro cuerpo y, junto a nuestros compañeros, cómo, cuándo y cuántos hijos queremos tener. Una política de salud pública debe estar acompañada de la información y educación sexual, métodos anticonceptivos gratuitos, etc. que harían descender drásticamente la necesidad de abortar que experimentan millones de mujeres cada año.

Las mujeres trabajadoras, estudiantes, amas de casa, desocupadas tenemos un desafío por delante: organizarnos por secciones e internacionalmente para luchar por la emancipación de la mujer. Pero esta organización y esta lucha no puede ni debe estar desgajada de la emancipación de la sociedad del yugo del capital.