La lógica capitalista de la producción de medicamentos

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 Hoy, la mercantilización de la salud se expresa en sus trabajadores a través de conceptos como "oferta", "demanda", "usuario", etc. desnaturalizando a la salud como un derecho. "Invertir en salud" significa para el dueño del Sanatorio o Clínica colocar su capital con la ambición de un retorno en ganancias rápido, efectivo y lo más cuantioso posible. Las privatizaciones de los efectores públicos son un ejemplo que en nuestro ámbito se disfraza bajo la figura del hospital público de autogestión.

El concepto de bien social de la salud, del medicamento, de los insumos básicos, etc., fue históricamente un principio democrático-burgués. Hoy, la mercantilización de la salud se expresa en sus trabajadores a través de conceptos como "oferta", "demanda", "usuario", etc. desnaturalizando a la salud como un derecho. "Invertir en salud" significa para el dueño del Sanatorio o Clínica colocar su capital con la ambición de un retorno en ganancias rápido, efectivo y lo más cuantioso posible. Las privatizaciones de los efectores públicos son un ejemplo que en nuestro ámbito se disfraza bajo la figura del hospital público de autogestión.

Así el avance tecnológico, en lugar de ser una herramienta para erradicar cualquier enfermedad, se opone a los trabajadores. En su carácter de propiedad privada esas herramientas (aparatología, medicamentos, etc.) o bien son vedadas a las inmensas mayorías o son sobreimpuestas a los sectores que pagan una prestación de salud para elites.

Por ejemplo, la producción de medicamentos y su comercialización es una de los negocios más fabulosos de los sectores más concentrados del capital en el orden mundial. Con características monopólicas, lo controlan por medio del dominio de las patentes, del secreto industrial, de la tecnología, la investigación y del mercado. Una respuesta a este problema sería la modificación de la producción de medicamentos a favor de una producción y distribución al servicio de las necesidades sanitarias de la mayoría. Esto sólo puede lograrse, colocando los resortes principales de la producción farmacéutica bajo control de los trabajadores, a través de la producción nacional de fármacos sobre la base de la derogación de la ley de patentes.

Sostenemos que la Universidad Pública debe jugar un papel preponderante en la formación de profesionales y aportar a una salud gratuita y de calidad, en la  investigación y aportes al desarrollo científico. Pero todo ello, pensado en una Universidad donde el conocimiento no debe ser una mercancía más, sino estar al servicio de las mayorías explotadas.

Entendemos que la resolución del problema de la Salud, no se limita a uno u otro punto, sino que es imprescindible debatir y ejecutar una Plan Único de Salud, que garantice el acceso a todos los sectores, la prevención de las distintas afecciones y la educación para la salud.