La inflación que nos amenaza y cómo combatirla

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Editorial El Militante Nº 55

La suba de precios es uno de los principales problemas que nos afecta a los trabajadores y a nuestras familias. Nuestros salarios no dan abasto para enfrentar la escalada desbocada de los precios de los productos básicos de consumo, principalmente, alimentos y productos del hogar. Además, la inflación  se come rápidamente los aumentos salariales, cuando llegan.

Editorial El Militante Nº 55

La suba de precios (inflación) es uno de los principales problemas que nos afecta a los trabajadores y a nuestras familias. Nuestros salarios no dan abasto para enfrentar la escalada desbocada de los precios de los productos básicos de consumo, principalmente, alimentos y productos del hogar. Además, la inflación  se come rápidamente los aumentos salariales, cuando llegan.

Las causas de la inflación

Es llamativo que el nivel de inflación real en la Argentina en los últimos años (entre el 15% y el 30%) no se corresponde con el nivel de inflación de los países de nuestro entorno. Parece, entonces, que debemos buscar las causas principales de la inflación en casa, y no afuera.

La inflación se origina, principalmente, cuando la producción de mercaderías no puede satisfacer una demanda constante o creciente de productos; y esa falta de producción se debe a la baja inversión de los empresarios.

También existe un factor especulativo indudable. Y es la codicia por ganancias fáciles y rápidas del sector de la burguesía vinculada a la producción y comercialización de alimentos y productos de consumo básicos, que sube los precios en lugar de invertir para ampliar la producción. Esto corre en paralelo a la elevada monopolización de la economía argentina, donde las principales ramas de la producción están concentradas en un puñado de empresas nacionales y extranjeras; citemos, como ejemplo, la producción láctea y sus derivados donde dominan dos grandes compañías: La Serenísima y Sancor.

Otro factor que favorece la inflación es el sostenimiento artificial de un tipo de cambio bajo del peso con el dólar. La moneda argentina lleva más de un año subvaluada  en relación al dólar (en un año el tipo de cambio del dólar pasó de 3,10 pesos a 3,92 pesos). Argentina redujo artificialmente el valor del peso con el dólar parta contentar a la burguesía nacional a fin de sostener sus exportaciones y ganancias. Esta devaluación del peso se consiguió, literalmente, dándole a la maquina de imprimir billetes, que provoca un exceso de oferta de pesos que hace caer su precio con respecto al dólar. Pero al no acompañar esta emisión extra de dinero con una producción de mercaderías que sume un valor equivalente al dinero emitido, sobra dinero en relación a la cantidad de mercancías que hay para la venta, lo que empuja los precios hacia arriba y se crea inflación.

La suba salarial no crea inflación

De esta manera, como vemos, las causas principales que explican la inflación tienen su origen en este sistema capitalista y en la clase que lo controla y dirige, los empresarios. Los precios no surgen solos, los ponen los dueños de las empresas que producen las mercaderías. La clase obrera no tiene ninguna responsabilidad por la suba de precios, y los trabajadores sólo exigimos subas de salarios después de que aumentan los precios.

Según la CGT y la CTA la canasta familiar promedio para 4 personas supera los $4.000. Pero, incluso, esta cifra subestima la realidad. El alquiler promedio de una vivienda está en los $1.500, una guardería o jardín de infantes privado supera los $500 mensuales, no hablemos del aumento de la nafta, y otros gastos.

La realidad es que según el INDEC, a fines del 2009 el 70% de los trabajadores ganaba menos de $2.000 (unos 10,5 millones de asalariados), y el salario promedio de los trabajadores registrados era de $2.703 (Clarín, 1º de marzo). La pérdida de poder adquisitivo es palmaria, año tras año: Según el último informe del INDEC sobre salarios, aparecido el 3 de mayo, entre marzo del 2009 y marzo del 2010 la suba promedio de salarios fue del 18,9%, muy por debajo de la inflación real estimada, del 25% en ese período. Lo grave es que la estampida de precios desde comienzos del año sitúa ya la inflación interanual en un 35%.

Todo esto explica el malestar subyacente que existe en la clase trabajadora y la determinación con que afronta cada lucha a la que es convocada, como demuestran muy bien las huelgas habidas en la industria de la alimentación, comercio, y otras. Esta presión desde abajo explica porqué los dirigentes gremiales están viéndose obligados a pedir aumentos salariales del 35%, y la reapertura de paritarias, como en Bancarios o Luz y Fuerza.

Movilizarse en las empresas y los barrios

Esta situación exige la intervención activa de los millones que formamos la clase obrera y constituimos la aplastante mayoría de la sociedad. Hay que enfrentar la codicia combinada de los grandes empresarios, intermediarios y supermercadistas, ya sean grandes o pequeños.

Hay que fijar dos planos de lucha: el lugar de trabajo y el barrio, el vecindario. La clase trabajadora es la clase verdaderamente productiva de la sociedad, y vertebra todo el entramado social. No podemos consentir que nuestras condiciones de vida se degraden hasta la lumpenización, a no trabajar más que para comer. Y todo para tributar un sistema capitalista que sólo beneficia a un puñado de multimillonarios parásitos. Hay que presionar en cada lugar de trabajo y sector por paritarias verdaderas, o para reabrirlas si ya se firmaron acuerdos insatisfactorios. Hay que exigir aumentos salariales del 35% para este año de una sola vez, e introducir la cláusula gatillo precios-salarios en todos los convenios; además de avanzar en la reducción de la jornada laboral, mejoras de seguridad e higiene, etc. Que los delegados paritarios sean elegidos en asambleas de empresa y sean revocables en cualquier momento por aquéllas.

Por otro lado, los sindicatos y organizaciones populares deberían convocar a asambleas de vecinos en los barrios y pueblos, recreando  las Asambleas Populares. En estas asambleas debería discutirse el problema de la suba de precios y constituir comités populares en los barrios que fiscalicen los comercios y hagan relevamientos de precios en los mismos.  Estos Comités y las centrales sindicales deberían establecer una lista de precios justos y máximos para cada producto y obligar a los grandes centros comerciales y supermercadistas parásitos a que los acepten. Para ello, deberían utilizar todos los medios de presión a su alcance: escraches, marchas masivas de vecinos, boicots a comercios, etc. 

El problema se llama «libre mercado»

Los ruegos del gobierno y los llamados telefónicos de funcionarios a empresarios y supermercadistas son impotentes para frenar la suba de precios, como se ha demostrado. No puede controlarse lo que no se posee. Lo que se necesita es aplicar una política socialista que expropie las grandes empresas, los latifundios y el gran comercio, bajo control obrero. Esto permitiría establecer precios justos y accesibles a la población en los alimentos y otros productos básicos, y también planificar la producción para satisfacer plenamente las necesidades sociales.

A las propuestas de "capitalismo serio" del kirchnerismo y de "capitalismo salvaje" de la derecha y los empresarios, incapaces de terminar con la inflación y con los salarios bajos, los trabajadores, los sindicatos y las organizaciones populares debemos oponer una alternativa obrera y socialista al sistema capitalista.