La Crisis Financiera y el Sector Automotriz

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La crisis en la industria automotriz ha alcanzado proporciones gigantescas y actualmente está afectando a casi todos los países. La demanda de vehículos ha caído abruptamente a nivel mundial, con las ventas alcanzando mínimos no vistos en tres décadas. Este es un asunto extremadamente importante. Si las principales empresas manufactureras del sector automotriz se hunden, se perderán millones de puestos de trabajo y significaría un masivo golpe al resto de la economía ¿Qué está pasando? ¿Cómo podemos salvar nuestros puestos de trabajo y nuestras comunidades?

La crisis en la industria automotriz ha alcanzado proporciones gigantescas y actualmente está afectando a casi todos los países. La demanda de vehículos ha caído abruptamente a nivel mundial, con las ventas alcanzando mínimos no vistos en tres décadas. Este es un asunto extremadamente importante. Si las principales empresas manufactureras del sector automotriz se hunden, se perderán millones de puestos de trabajo y significaría un masivo golpe al resto de la economía, lo que tendría consecuencias desastrosas en el nivel de vida de millones de trabajadores alrededor del mundo.

Se estima que hay más de siete puestos de trabajo creados por cada empleo en manufactura y que uno de cada diez puestos de trabajo en los EEUU está directa o indirectamente conectado al sector automotriz. Esto implica que comunidades enteras están en peligro. La gente de a pie del mundo entero están cuestionando seriamente lo que está sucediendo. ¿Qué está pasando? ¿Cómo podemos salvar nuestros puestos de trabajo y nuestras comunidades?

Las ventas de automóviles han sufrido una aguda caída. De las seis principales empresas automotrices en los EEUU, Chrysler verá la mayor caída, con las ventas un 45,6% por debajo de las de Diciembre 2007. Las ventas de Nissan han caído un 42,1%, General Motors (GM) cerca del 40%, Toyota un 38,8%, Honda 37,7% y Ford u 33,8% cuando se comparan con Diciembre 2007. Pero esta crisis no está sólo relegada a Norte América. En Alemania, las ventas globales de BMW cayeron un 25% en Noviembre 2008 comparadas con Noviembre 2007. Las de Daimler también cayeron un 25%. Los medios estatales en China reportan que las ventas de carros en el segundo mercado más grande del mundo han caído un 10%. En Japón, el tercer mercado doméstico más grande para automóviles después de EEUU y China, se espera que la demanda por carros, buses y camiones nuevos caiga por debajo de los 5 millones por primera vez en 31 años. En México, las ventas de carro también han caído: las ventas de carros han caído un 17,8% comparado con Noviembre 2007, mientras que las de camiones livianos, 22,0%. En la India, las ventas de buses y camiones cayeron en Noviembre por casi un 50%. Las ventas de vehículos comerciales medianos y pesados cayeron por un 62%. Incluso la venta de vehículos comerciales ligeros, que estaban creciendo hasta hace poco, han mostrado una caída del 33%.

Las empresas automotrices, forzadas a incrementar la producción para mantener los beneficios, no pueden crean simultáneamente un mercado que pueda absorber estos niveles de producción. Durante este período, los salarios se han estancado o han caído mientras que los manufactureros han sobre producido masivamente carros, camiones, camionetas y minivan que nadie podía comprar. La gente fue forzada a tomar hipotecas a bajo interés, segundas hipotecas, tarjetas de crédito adicionales y préstamos de carros a fin de poder mantener el mismo nivel de vida del que disfrutaban en el pasado.

Como se explica en el Documento de Perspectivas Mundiales de 2008 de la CMI, “El boom en los EEUU ha sido mayormente un boom de consumo, alimentada por el crédito. Como explica Marx, el crédito es una forma de expandir el mercado más allá de sus límites naturales. Pero esto tiene sus límites y éstas han sido ya alcanzadas. Si los capitalistas no pueden conseguir mercados para sus productos, no se puede realizar la plusvalía y se da una crisis de sobre producción.” El crédito fue aumentado en montos sin precedentes a todos los niveles. La gente no podía pagar sus deudas cuando los bancos cobraron las hipotecas, forzándolos a declararse en bancarrota e incluso a vivir en la calle.

Como siempre, esta crisis está siendo cargada sobre las espaldas de los trabajadores. Ahora mismo, cientos de puestos de trabajo sindicalizados y bien remunerados conquistados de las duras luchas del pasado están siendo enterrados y se han exprimido importantes concesiones a los sindicatos automotrices. En los EEUU, 533.000 trabajos fueron eliminados en Noviembre, lo que implica la mayor pérdida en un solo mes desde 1974. En Canadá, las pérdidas respecto a la población han sido aún mayores, con “Statistics Canada” (Agencia del gobierno federal canadiense encargada de recoger y compilar datos estadísticos sobre Canadá y los canadienses) reportando que cerca de 71.000 puestos de trabajo se perdieron en Noviembre, la mayor pérdida en un mes en 50 años. Y esto aún está lejos de ser el final.

Las empresas del sector automotriz a nivel mundial están parando o cerrando plantas, ralentizando la producción y despidiendo trabajadores. Chrysler declaró que todas sus 30 plantas en Norte América “serán paradas al final del turno del viernes 19 de Diciembre y los empleados afectados no regresarán a trabajar antes del lunes 19 de Enero de 2009.” Ford también ha declarado que va a paralizar la mayoría de sus plantas ensambladoras la primera semana de enero, mientras esperan por la ayuda gubernamental. GM, que ya había paralizado 5 factorías en 2008, está cerrando 21 factorías en América del Norte. En México, la empresa manufacturera de autopartes Alfa, establecida en Monterrey, declaró que su división de autopartes Nemak cerrará las plantas en los estados norteños de Nuevo León y Coahuila entre el 22 de Diciembre y el 4 de Enero, dado que los pedidos cayeron por las empresas automotrices de Detroit.

Sin embargo, no son tan sólo las tres grandes (GM, Chrysler y Ford) las afectadas. En las palabras de Tsuyoshi Mochimaru, un analista de Barclays Capital en Tokio, “Para mí no hay absolutamente ninguna manera en que los lamentos de las tres grandes puedan servirles a las empresas automotrices japonesas. ¿Qué importa si pueda haber un incremento en el mercado bursátil en algunos años? La torta misma se está encogiendo”. Como se ha mostrado, las ventas de todas las principales empresas automotrices han estado cayendo. Toyota ha anunciado sus primeras pérdidas en más de 70 años, la cual asciende a $ 1.700 millones este recién terminado año fiscal. Toyota ha suspendido la producción en varias plantas norteamericanas en los meses recientes. Ha pospuesto el reinicio de la producción en una planta en Blue Springs, Mississippi, que iba a empezar a fabricar el modelo Prius (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Toyota_Prius) en 2010.

La verdadera naturaleza global de este desastre refuta completamente las declaraciones al principio de esta crisis económica de que las economías occidentales de alguna manera mágica se habían “desvinculado”. Los economistas burgueses insistían que en lugar de la economía de mercado globalizada que habían prometido que eliminaría los ciclos de boom-recesión, hay países con economías separadas que de alguna manera iban a reflotar el mercado mundial. Estas fantasías infantiles han sido destrozadas ahora que la crisis es definitivamente global y que la crisis del sector automotriz está afectando a casi todos y cada uno de los países de una sorprendentemente similar.

¿$73 la hora?

A lo largo de las últimas décadas, ha habido un incremento sin precedentes en inversiones e innovaciones, combinados con grandes beneficios y niveles de producción alcanzando alturas que parecían interminables. Ahora con la crisis, la gente está buscando a alguien a quien echarle la culpa. Si la sociedad ha estado produciendo más y las grandes corporaciones han estado teniendo jugosos beneficios, entonces ¿por qué se nos pide a los trabajadores que sacrifiquemos nuestras míseras ganancias? Las presiones burguesas han echado la culpa sobre nuestras espaldas.

Aparentemente, los “codiciosos” trabajadores automotrices están ganando entre $70 y $73 la hora. Este es el panorama que te presentan si lees la prensa burguesa y escuchas a los “expertos” de la industria. Esto es simplemente una descarada mentira. El trabajador promedio en la GM gana $28 la hora, lo cual es básicamente idéntico al salario que pagan la mayoría de las multinacionales automotrices. Igualmente, con la erosión de estos “cómodos” trabajos sindicalizados, el nivel general de los salarios en la manufactura caerá, a medida que las plantas no sindicalizadas no podrán ofrecer más los altos salarios para competir por los mejores y más calificados trabajadores. Como demostró Marx, el salario promedio, dejado únicamente a que decida el mercado, tiende hacia el mínimo requerido para la subsistencia del trabajador. El así llamado “Sueño Americano” se va desvaneciendo.

La afirmación de los $73 por hora nos hace creer que de alguna manera las empresas automotrices han estado pagando unos $42 en beneficios de salud y contribuciones al plan de jubilación. Éste no es el caso. Por supuesto que pequeños montos que se pagan en los seguros médicos para asegurar la protección de los trabajadores y que de cada pago salarial sale un pequeño monto a los planes de pensiones que son igualados por el patrono. Sin embargo, sumando estos beneficios al salario por hora todavía no suma la extravagante cantidad de $73 por hora. ¿De dónde sacan este número? La única manera de conseguir estos números inflados es si sumamos las obligaciones financieras pagadas a los más de 700.000 trabajadores activos, trabajadores jubilados y sobrevivientes y se los divide por las horas laboradas por los alrededor de 180.000 trabajadores activos en la GM hoy en día. Esto implica que toman los planes de pensiones, que en gran parte se componen de contribuciones de los propios trabajadores, y lo cuentas como un gasto y luego lo usas contra ellos. Estos beneficios fueron alcanzados por convenciones colectivas, firmadas por los sindicatos y las corporaciones.

Sin embargo, a fin de cuentas no se trata de cuáles trabajadores le están costando más plata a cuáles compañías. Incluso si los trabajadores de los sindicatos UAW y CAW (Sindicatos del sector automotriz en EEUU y Canadá, respectivamente) les están costando más que los trabajadores en empresas no sindicalizadas, no hay justificación para exprimirle concesiones a estos trabajadores. ¡Si el sistema no puede sostener nuestros actuales niveles de vida, entonces es el sistema el que debe irse! Nadie les ha estado exigiendo seriamente concesiones a los millonarios altos gerentes. De hecho, a esta gente le están regalando millones de dólares. A menos de una semana que el gobierno estadounidense hubiese ayudado al American International Group Inc. (AIG) por la cantidad de $85 millardos de dólares, la empresa envió a sus ejecutivos a un retiro de $440.000 en un Resort en California, EEUU. La factura incluyó tratamientos de spa por $23.380 para la alta gerencia de AIG. Ésta es práctica común en cualquier gran corporación capitalista.

En un reporte publicado por Associated Press (AP) se revelaba que los registros de los 116 bancos que recibieron $188 millardos en ayuda financiera del gobierno, el alto ejecutivo promedio recibía $2,6 millones en salario, bonos y beneficios en 2007. También se descubrió que ¡el monto total pagado a los ejecutivos cubre el total de la ayuda financiera dada a los bancos! ¿Quién necesita un recorte salarial? Pareciera que nuestros gobiernos estuviesen recompensando la extrema estupidez y la codicia, mientras castigan el verdadero trabajo duro y productivo.

Cuando le echamos un ojo a los números, vemos que los salarios norteamericanos sólo componen un 6 ó 7% del costo total de construir un vehículo. Estos trabajadores pudieran trabajar gratis por todo un año y aún así esto no salvaría a la industria automotriz. La productividad de estas factorías nunca estuvo en tela de juicio hasta ahora. Los empleados sindicalizados en CAW/UAW operan 9 de las 10 factorías automotrices más productivas. Pero aparentemente ahora estos trabajadores sindicalizados se han vuelto todos no calificados, codiciosos y flojos, y ni siquiera valen un salario miserable. La ayuda financiera gubernamental no puede salar a la industria automotriz. Como hemos dicho anteriormente, la crisis actual (como lo es toda crisis capitalista) es una crisis de sobre producción. Puesto de forma sencilla, simplemente se están produciendo demasiados vehículos y el mercado para los mismos no puede mantener el ritmo de la producción.

En los EEUU hay actualmente 981 autos por cada 1.000 personas en edad de conducir. La producción capitalista en pos de la ganancia en lugar de un plan socializado de producción basado en las necesidades reales nos ha llevado a un callejón sin salida. El llamado por concesiones por parte de los trabajadores no incrementa la demanda de vehículos sino que la reduce. Por lo tanto, la culpa de esta crisis yace directamente en las raíces del sistema capitalista mismo.

La cuestión de salvar puestos de trabajo de cara a la crisis económica es un asunto de suma importancia. Si las tres grandes caen, se estima que más de 3 millones de puestos de trabajo se perderán tan sólo en los EEUU, con millones más afectados directamente en EEUU, Canadá y en todo el mundo. En Canadá, se estima que más de 580.000 puestos de trabajo serán eliminados el corazón manufacturero de Ontario. Esto sumado a los cientos de miles que han sido ya eliminados en Ontario y Quebec debido al alza del dólar canadiense respecto al norteamericano. Estos puestos de trabajo han sido la base de lo que comúnmente se conoce como la “clase media” en Norte América. La destrucción de estos trabajos está estremeciendo a la clase obrera hasta su núcleo.

Este proceso se está desarrollando a lo largo y ancho de todo el movimiento obrero en América del Norte. Estos puestos de trabajo fueron creados por las masivas luchas sindicales en las décadas de 1930-1940 que sindicalizaron a todo el sector manufacturero. Esto resultó en un incremento en los niveles de vida, arrebatado de las garras de los capitalistas durante el boom posterior a la I Guerra Mundial. Esto forzó a las empresas no sindicalizadas a subir sus salarios para competir por los mejores y más calificados trabajadores. El resultado de este movimiento fue la creación de la United Auto Workers (UAW) y de su contraparte canadiense, la Canadian Auto Workers (CAW).

Los trabajadores estaban preparados para usar métodos militantes como huelgas y plantones para ganar el día. Ocuparon las plantas y factorías hasta que sus modestas demandas fueron satisfechas. Aunque sorprendente para algunos, estas tradiciones militantes todavía continúan en la conciencia de los trabajadores del sector. La cantidad de plantones y ocupaciones en Ontario y Quebec en los últimos años prueba que la militancia no viene de “radicales” dentro del movimiento sino de las condiciones materiales que empujan a los trabajadores en la dirección de soluciones radicales. Tanto la UAW como la CAW tienen fuertes tradiciones combativas y han sido la médula espinal del movimiento sindical. Esto aplica especialmente para la CAW en Canadá. Si muere la manufactura, sucederá lo propio con la CAW y esto significaría por lo tanto un golpe durísimo y letal al movimiento sindical canadiense.

¿Es la ayuda financiera a las corporaciones una solución?

Durante décadas, los grandes ideólogos del capitalismo han estado cantando la cancioncita del “libre mercado” como nuestro único garante de un mundo mejor para todos. Así que ¿cuál es la solución conjurada en estos momentos por estos magos del mercado? Cualquiera que le haya prestado atención a los debates económicos del último par de décadas debe estarse rascando la cabeza, confundido. La principal solución aceptada unánimemente por todos los principales gobiernos capitalistas es exactamente lo opuesto de todo lo que han estado predicando por décadas. La solución es -créanlo o no- ¡la intervención estatal en la economía!

Esto se ha manifestado en la forma de la ayuda financiera al sector automotriz. En Canadá, el Primer Ministro Stephen Harper y el Premier de Ontario, Dalton McGuinty, idearon un paquete de ayuda por 4 mil millones de dólares canadienses (CAD) al que llaman un “préstamo retornable a corto plazo” para las empresas automotrices en problemas en Ontario. Sin embargo, es poco probable que esto ponga fin a la crisis en Canadá. El Canadian Council of Chief Executives (Concejo Canadiense de Altos Ejecutivos, es decir, la oligarquía canadiense) le acaba de enviar al Primer Ministro una “misiva” (es decir, sus órdenes), en la que esbozan la necesidad de unos 15 mil millones de dólares canadienses (CAD) adicionales en estímulos para reimpulsar la economía. Harper aún no ha decretado nueva ayuda para las corporaciones en riesgo y ya ha declarado que se espera que el déficit esté entre los 20 mil y 30 mil millones de CAD para este año. Esto es una suba importante de los previos 5 mil millones previstos, lo que nos lleva a pensar que probablemente se va a gastar más dinero público para el beneficio de las corporaciones.

En los EEUU, George Bush aprobó un paquete de ayuda por US$ 17.400 millones, dirigidos especialmente a la GM y Chrysler, para mantenerlas operando. En el Reino Unido, las empresas automotrices están rogando por un paquete de un millardo de dólares por parte del gobierno del Primer Ministro Gordon Brown. Esto luego que un reporte revelara que la producción de carros en Gran Bretaña cayera por un tercio en Noviembre. Hay más de 800.000 puestos de trabajo en riesgo en Bretaña si cae la industria automotriz. En Alemania, ejecutivos de la GM Europa se han reunido con la Canciller Ángela Merkel para pedirle garantías crediticias. En Suecia, un paquete de ayuda por $ 3.600 millones fue aprobado para prevenir que la industria automotriz sueca colapsara completamente. El presidente francés Nicolás Sarcozy decretó ayuda por $36.000 millones para las industrias automotrices y de construcción en Francia.

Para cualquier socialista o activista sindical, o incluso cualquier trabajador que haya estado prestando atención al diálogo político de las últimas décadas, todo esto resulta extremadamente hipócrita. Cuando nosotros, los trabajadores, pedimos un sistema de salud mejor financiado (o en algunos países incluso la mera existencia de uno), guarderías públicas y gratuitas, menores costos de matrícula para nuestra educación o un incremento en el salario mínimo se nos dice constantemente que “no hay suficiente dinero”. Se nos dice constantemente que, a pesar de que la producción y los beneficios han aumentado enormemente en los últimos 30 años, que simplemente no hay suficiente dinero para financiar nuestros “ideales utópicos”.

Ahora, en un abrir y cerrar de ojos, los gobiernos de todos el mundo le están regalando, en las palabras del Secretario del Tesoro estadounidense Henry Paulson, “liquidez ilimitada” a casi cualquier corporación que venga a mendigar a sus puertas. Esto desnuda toda la retórica sobre el llamado libre mercado y todas sus supuestas maravillas. La verdad es que los capitalistas sólo se interesan por el mercado mientras les de beneficios. En cuanto hay un cambio y son golpeados por tiempos difíciles, se deshacen de todo lo que creían y se convierten en fervientes defensores de una nueva clase de socialismo, esto es, socialismo para los ricos. Están completamente de acuerdo con la intervención estatal siempre y cuando sea a favor de sus ganancias. Este es el verdadero contenido de las llamadas ayudas financieras. Detrás de toda la perorata acerca de la ayuda para “salvar trabajos” esta la asquerosa codicia de la clase capitalista, mientras intentan mantener su máscara amigable.

Así que ¿de dónde sale el dinero de las ayudas? Los gobiernos capitalistas normalmente se aterran de endeudarse o caer en déficit. Sin embargo, los gobiernos consideran ahora necesario en un financiamiento deficitario para ayudar a las corporaciones en peligro. A fin de revertir el resultante endeudamiento nacional, vamos a experimentar gigantescos recortes en todos nuestros beneficios sociales, salud y educación junto a la privatización de ciertas empresas públicas, probablemente empezando con la empresa postal canadiense, Canada Post. Ésta es la base de la solución a la crisis del capitalismo a través de ayudas financieras.

¡Por una solución socialista!

No hay una solución fácil a todos estos problemas, no hay una curita que le podamos colocar a esta “herida”. No hay una solución que pueda salvar tanto al sistema capitalista y a nuestro nivel de vida. El sistema capitalista ha fallado. Con avances sin precedentes en ciencia y tecnología que abrirían las posibilidades para la liberación del planeta entero de la pobreza, hambruna, enfermedades y las privaciones. Las demandas del sistema están en clara contradicción con las condiciones materiales. Los trabajadores en todo el mundo están siendo forzados a aguantar el golpe porque de alguna manera esta fuerza mágica del “libre mercado” se lo exige. La crisis en el sector automotriz es simplemente el ejemplo más reciente de esto.

El capitalismo está destruyendo nuestros puestos de trabajo y nuestras comunidades Es inmoral y demente. Está clausurando las plantas automotrices más productivas sobre la faz del planeta. Si se permite que estas factorías cierren, se destruirá a comunidades enteras, familias destrozadas y millones de personas forzadas a vivir en la pobreza. Esto sería un golpe mortal a los sindicatos CAW/UAW así como para todo el movimiento sindical en América del Norte.

Los trabajadores afiliados a la CAW ya han mostrado el camino a seguir con sus acciones en la ocupación de las plantas que han sido cerradas. Estos esfuerzos instintivos y descoordinados de los trabajadores deben enfocarse bajo un liderazgo sindical nacional claro. Cualquier factoría productiva que sea cerrada debe ser ocupada para poder salvar los puestos de trabajo. Debemos exigir que cualquier fábrica ocupada sea nacionalizada y que todas ellas se coordinen en un plan socializado de producción. La nacionalización está estrechamente vinculada con la democracia obrera. En las palabras de León Trotsky, “La democracia es al socialismo lo que el oxígeno es al cuerpo humano.” Exigimos que la nacionalización de estas plantas sea bajo el control directo y la planificación de los trabajadores y toda la sociedad.

Pero incluso una fábrica nacionalizada o toda una industria nacionalizada no puede continuar produciendo para un mercado capitalista inexistente La solución no es tratar de reestablecer el equilibrio del pasado y fabricar más carros. La única solución yace en la socialización del transporte como un todo. Es capitalismo es orgánicamente incapaz de organizar el transporte. Cualquier sociedad lógica no dejaría una tarea tan importante en manos privadas y carros particulares, sino que dependería principalmente de un masivo sistema de transporte público. En cualquier gran ciudad, la mayoría de las personas usando carros particulares en realidad van a los mismos sitios. Hay miles de kilómetros de vías y miles de millones de dólares en vehículos, la mayoría de los cuales está sin utilizar la mayor parte del día. Debemos tomar las enormes capacidades presentes en nuestra sociedad y organizar un plan socialista de producción y transporte. Todas estas factorías que están cerradas deberían ser reabiertas y convertidas en instalaciones productivas públicas para sistemas de metro, buses ambientalmente amigables, líneas férreas y trenes.

La nacionalización y planificación del transporte y de la producción van mano a mano con la nacionalización de toda la economía capitalista. Debemos ponerle fin a este sistema anárquico de una vez por todas y usar nuestros vastos conocimientos y recursos para organizar nuestra sociedad en líneas racionales, socialistas. Tratar el traslado de los trabajadores a sus sitios de trabajo como una parte integral del proceso productivo es una solución socialista que puede salvar nuestros puestos de trabajo, comunidades y al ambiente de la destrucción capitalista.

16/01/2009

Traducción de The Financial Crisis and the Auto Sector (Fightback)