Iraq: cinco años después

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Cuando las fuerzas de la coalición entraron en Bagdad en marzo de 2003, los imperialistas tenían plena confianza. Intoxicados por el poder de su maquinaria militar, pronosticaron un futuro brillante para Iraq y Oriente Medio. Pero cinco años después, las cosas parecen muy diferentes. Cinco años después del famoso discurso “misión cumplida” de George Bush, Iraq está hundido en el caos. Cuando las fuerzas de la coalición entraron en Bagdad en marzo de 2003, los imperialistas tenían plena confianza. Intoxicados por el poder de su maquinaria militar, pronosticaron un futuro brillante para Iraq y Oriente Medio.
Pero cinco años después, las cosas parecen muy diferentes. Cinco años después del famoso discurso "misión cumplida" de George Bush, Iraq está hundido en el caos.

Los objetivos de la guerra

El objetivo declarado de la invasión era eliminar las armas de destrucción masiva que según Bush y Blair estaban en manos de Sadam Hussein y que, supuestamente, eran un "peligro real y presente" para los pueblos de EEUU y Gran Bretaña. Pero estas armas jamás se descubrieron y todo el mundo sabe que sólo era una mentira cínica con la intención de engañar a la opinión pública sobre los objetivos reales de la guerra para las clases dominantes británica y norteamericana.
El otro objetivo importante se suponía que era combatir el terrorismo, y específicamente a Al Qaeda. Pero ya es de conocimiento común que Al Qaeda no estaba presente en Iraq con Sadam Hussein, quien era su más encarnizado enemigo. Cinco años después de la invasión, sin embargo, Al Qaeda y sus filiales han establecido una fuerte presencia en Iraq, que utilizan para atacar a los norteamericanos y a sus amigos iraquíes. La invasión de Iraq no redujo la amenaza del terrorismo, como pretendían Bush y Cheney. Todo lo contrario, la incrementó enormemente.
La guerra ahora es tremendamente impopular en EEUU. Ya ha provocado la muerte de más de 4.000 soldados norteamericanos, por no hablar de las decenas de miles de heridos y mutilados. Los costos económicos de la guerra son aún mayores. Nadie sabe exactamente cuánto ha costado, pero se calcula que puede estar en los cinco billones de dólares.

¿Se retirarán?

Los dos candidatos demócratas a la presidencia, Barack Obama y Hillary Clinton, se han visto obligados a defender una retirada rápida. El candidato republicano, John McCain ha apoyado sistemáticamente la guerra pero es una de las principales debilidades de su campaña, especialmente en un contexto de recesión económica.
Sin embargo, independientemente de quién de ellos se convierta en el próximo presidente de Estado Unidos, se encontrará con el hecho de que la guerra se ha perdido. Tarde o temprano, las fuerzas norteamericanas tendrán que salir. La única duda es si la rapidez y el alcance de la misma harán posible disfrazar la humillación de EEUU y presentar la derrota como una victoria.
En el momento de la invasión, George Bush trató a las Naciones Unidas con absoluto desprecio. Ahora, los Demócratas quieren recurrir a la ONU y a los gobiernos de Oriente Medio para facilitar la retirada norteamericana.
Desgraciadamente para Washington, puede que la ONU no sea de demasiada ayuda porque su sede en Bagdad fue bombardeada en agosto de 2003. Los rusos y los chinos no estarán muy entusiasmados para permitir que el Consejo de Seguridad, que fue tratado despectivamente por los estadounidenses en 2003, ahora sirva de cobertura para la retirada de Washington. Tampoco los europeos se darán prisa en ayudar.
Esto significa que, para retirarse de Iraq, EEUU necesita llegar a un acuerdo con las potencias vecinas: Irán y Siria. Esto es una anatema para George Bush, pero el próximo ocupante de la Casa Blanca no tendrá otra alternativa. Los iraníes, en particular, tienen una posición fuerte porque tienen mucha influencia sobre la población chií de Iraq. Washington tendrá que estar dispuesto a iniciar discusiones con Irán sobre todas las cuestiones, sin exigir la suspensión de los planes nucleares. Será un trago duro, pero no tienen alternativa.

Barbarie imperialista

El problema central es que el Estado iraquí, que fue destruido en el momento de la invasión, no se ha reconstruido. Los norteamericanos, primero, intentaron basarse en los kurdos y chiíes. Pero esto alejó a los suníes, que se posicionaron tras la insurgencia armada. El país degeneró en enfrentamientos sectarios, étnicos y religiosos que amenazaron con destruir el tejido de la sociedad iraquí.
Los chiíes, que al principio eran considerados aliados, cada vez más se volvieron hacia Irán. Los estadounidenses entonces decidieron cambiar su política e intentaron contener a las milicias chiíes reclutando apoyo entre los suníes.
Iraq, que era uno de los países más desarrollados y cultos de la región, ha quedado reducido a unas condiciones espantosas que rayan la barbarie. Más de un millón de iraquíes han muerto desde la invasión de 2003, estas son las últimas estimaciones.
Esto no agota la letanía de sufrimientos de la población. Más de cuatro millones han tenido que huir de sus hogares y buscar cobijo en campos de refugiados de Siria y Jordania, donde llevan una existencia miserable. La educación y la salud, que tenían un nivel muy alto en Iraq, prácticamente están destruidos. Millones de iraquíes no tienen acceso al agua potable, menos aún a una escuela u hospital.
Estos hechos acaban totalmente con los mitos hipócritas sobre la supuesta naturaleza humanitaria de la invasión de Iraq. Los imperialistas no están motivados por el humanitarismo, la democracia ni por cualquier otro sano ideal, que utilizan como cortinas de humo para encubrir sus verdaderos intereses, lo que les preocupa es la ganancia sórdida y el saqueo descarado.
La invasión de Iraq fue un acto criminal perpetrado por bandidos que pensaban saquear la riqueza petrolera de Iraq, y repartirse nuevas esferas de intereses y paraísos para las grandes petroleras en Oriente Medio. Pero esta aventura les salió mal. Los iraquíes están luchando, y en lugar de ganancias los imperialistas están sufriendo grandes pérdidas.
El imperialismo norteamericano es la fuerza más contrarrevolucionaria del planeta. Sus crímenes son legión y se pagan con el sufrimiento y la muerte de millones de hombres, mujeres y niños inocentes. Pero estos crímenes provocan la indignación de otros millones, tanto en EEUU como en el resto del mundo. El movimiento contra la criminal ocupación de Iraq está creciendo, con él también la conciencia de que para que la humanidad pueda vivir, el capitalismo y su excrecencia monstruosa, el imperialismo, deben desaparecer de la faz de la Tierra.