¿Qué es el salario?

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Contribución al debate sobre salario y ganancias

El salario que le es abonado al obrero, al trabajador, parece retribuir la totalidad del trabajo efectuado. Pero el salario cumple la función de ocultar el trabajo impago que se guarda el capitalista. Es sobre esta ficción que se levanta todo el edificio de la legislación de las relaciones laborales, los contratos de trabajo, etc. Se trata de una mistificación que cumple la función de mantener a los obreros encadenados a la explotación capitalista. ¿Por qué? ¿Cómo se compone el salario?

 

“Estamos convencidos de que todos los días vendemos nuestro trabajo; de que por lo tanto, el trabajo tiene un precio, y de que, puesto que el precio de una mercancía no es más que la expresión en dinero de su valor, tiene que existir, sin duda, algo que sea el valor del trabajo. Y, sin embargo, no existe tal cosa como valor del trabajo, en el sentido corriente de la palabra. La cantidad de trabajo necesario cristalizado en una mercancía constituye el valor. ¿Cómo podríamos determinar el valor de una jornada de trabajo de diez horas, por ejemplo? Si dijésemos que el valor de una jornada de trabajo de diez horas equivale a diez horas de trabajo, o a la cantidad de trabajo contenido en aquéllas, haríamos una afirmación tautológica.

Lo que el obrero vende no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo temporalmente al capitalista el derecho a disponer de ella. Tan es así, que las leyes fijan el máximo de tiempo por el que una persona puede vender su fuerza de trabajo. Si se le permitiese venderla sin limitación de tiempo, tendríamos inmediatamente restablecida la esclavitud. Semejante venta, si comprendiese, por ejemplo, toda la vida del obrero, le convertiría inmediatamente en esclavo perpetuo de su patrono.

Thomas Hobbes, vio ya, en su Leviatán, instintivamente, este punto, que todos sus sucesores han pasado por alto: «El valor o el mérito de un hombre es, como en las demás cosas, su precio, es decir, lo que se daría por el uso de su fuerza»”. (Fragmento escrito por Carlos Marx entre fines de mayo y el 27 de junio de 1865)

 

El salario que le es abonado al obrero, al trabajador, parece retribuir la totalidad del trabajo efectuado. Pero el salario cumple la función de ocultar el trabajo impago que se guarda el capitalista. Es sobre esta ficción que se levanta todo el edificio de la legislación de las relaciones laborales, los contratos de trabajo, etc. Se trata de una mistificación que cumple la función de mantener a los obreros encadenados a la explotación capitalista. ¿Por qué? ¿Cómo se compone el salario?

El propietario de los medios de producción (fábricas, tierras, bancos, maquinarias), el capitalista, compra la fuerza de trabajo. Como todas las otras mercancías, la fuerza de trabajo es valorizada de acuerdo con la cantidad de trabajo invertida en ella, esto es, de los medios de subsistencia necesarios para la vida y la reproducción del trabajador. Pero el consumo de esta mercancía –fuerza de trabajo- se produce mediante el trabajo, que crea nuevos valores. La cantidad de esos valores es mayor que la que recibe el propio trabajador y gasta en su conservación. El capitalista compra fuerza de trabajo para explotarla. Esa explotación es la fuente de la desigualdad.

A la parte del producto que contribuye a la subsistencia del trabajador la llama Marx trabajo necesario; a la parte excedente que produce el trabajador y que se apropia el empresario, la llama plusvalía.

La lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida, puede hacernos acceder a conquistas estables; pero lo que el capitalismo da con una mano, lo quita con la otra: el aumento del poder adquisitivo del salario no significa necesariamente que haya disminuido la explotación del obrero, es decir, la plusvalía de los capitalistas. Se hace necesario, entonces, tener en cuenta la noción de salario relativo que mide la proporción en que los trabajadores se apoderan de la riqueza por ellos creada.

La tendencia a la caída del salario relativo –por el aumento de la explotación del trabajo (más horas y mayor ritmo de trabajo)- constituye una ley del capitalismo, sistema que se caracteriza por la acumulación de la riqueza social en un polo (burguesía) y de la miseria social en el otro (trabajadores).

Se ha instalado un debate sobre el impuesto a las ganancias en los salarios y, como contrapartida, las “bondades” del salario indirecto.

Dicho “salario” estaría integrado por la suma de bienes garantizados por el Estado, que llegarían gratuitamente a la clase obrera. Por ejemplo, los subsidios en las tarifas de energía, gas, transporte, etc. Pero lo que encubre esta teoría es, por un lado, la explotación del trabajador a través de la extracción de la plusvalía. Por el otro, que con ese robo se subsidia a las grandes empresas y terratenientes para perpetuar el sistema de dominación capitalista.

Cuando hablamos de los impuestos que paga el trabajador, hablemos también de los beneficios que recibe por esos impuestos”, sostuvo Axel Kicillof. No estamos de acuerdo con esta visión, ya que el salario no es ganancia, como explicamos más arriba. Ésta es el trabajo no pagado del obrero y, por ende, apropiada por una minoría, trabajo a partir del cual se edifica la sociedad capitalista.

Ante la crisis mundial, y el reconocimiento del gobierno nacional de que “se nos ha caído el mundo encima”, y la actitud de los capitalistas con la suba desmedida de los artículos de primera necesidad y de garantizar su tasa de ganancia a costa de los trabajadores, no se trata de seguir favoreciendo a quienes lucran con nuestro trabajo. Sino de avanzar en un impuesto creciente a las grandes fortunas, gravar la renta financiera, empresas y tierra.

Al mismo tiempo que defender la escala móvil de salarios, contra la carestía de la vida. Los convenios colectivos deben garantizar el aumento de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo. Se trata de garantizar como mínimo que el salario pueda cubrir los medios de subsistencia de la familia trabajadora. Como el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, se muestra ineludible ante el flagelo de la desocupación. El derecho al trabajo es el único derecho que tiene el obrero y el trabajador en una sociedad fundada sobre la explotación.

La lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la llave de la iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes” (León Trotsky)