Inseguridad ciudadana: Es necesaria una posición de clase

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A propósito del caso Blumberg

Así como el estado capitalista no está resolviendo los problemas de energía, salud, educación ni siquiera del hambre (en un país que produce alimentos para una población de 300 millones de habitantes) tampoco puede resolver los problemas llamados deseguridad. Muy por el contrario, genera continuamente éstos y otros tipos de graves problemas. El miedo, la violencia, la impunidad, el maltrato, los casos de delincuencia que vemos cotidianamente llegaron a un punto de quiebre con el caso Blumberg.

A propósito del caso Blumberg

Así como el estado capitalista no está resolviendo los problemas de energía, salud, educación ni siquiera del hambre (en un país que produce alimentos para una población de 300 millones de habitantes) tampoco puede resolver los problemas llamados de seguridad. Muy por el contrario, genera continuamente éstos y otros tipos de graves problemas.

El miedo, la violencia, la impunidad, el maltrato, los casos de delincuencia que vemos cotidianamente llegaron a un punto de quiebre con el caso Blumberg. Tal vez haya sido la gota que rebalsa el vaso. El 1º de abril decenas de miles de personas se manifestaron masivamente en Buenos Aires y en otras localidades del país contra la impotencia del Estado para resolver la situación de inseguridad. Para el jueves 22 de abril se anuncia otra manifestación con las mismas características.

La derecha y la “Cruzada” Blumberg

Por supuesto que no hubo espontaneidad en la acción masiva de la población. Todos los aparatos que buscan la reproducción y continuidad de la explotación capitalista utilizaron demagógicamente la lógica y honesta preocupación que existe en amplios sectores de las clases medias y de las familias trabajadoras por el tema de la inseguridad para tergiversar el reclamo, dejar a salvo el sistema, ocultar la complicidad policial en gran parte de los delitos (incluído el del secuestro y asesinato de Axel Blumberg) y de paso obtener alguna ventaja para los sectores privilegiados. Nos referimos a los medios, a la clase dominante, a la iglesia y los intelectuales a sueldo, que para desempeñar su rol debieron deformar y confundir los hechos.

La propia denominación que estos sectores han dado a esta campaña: “Cruzada Blumberg”, demuestra sus intenciones reaccionarias. Históricamente, el nombre de “Cruzada” siempre fue utilizado por las fuerzas oscuras de la reacción para disfrazar la opresión y la esclavización de los pueblos y las clases oprimidas. Tal fue el nombre usado por la “Europa cristiana” en los siglos XI y XII en su lucha contra los musulmanes de Palestina o por la Iglesia y los fascistas españoles contra los trabajadores y campesinos en la guerra civil de 1936-39, bautizada por esta gente como “Santa Cruzada Nacional”.

De manera desvergonzada han usado el caso Blumberg para sus propios intereses. No se editan de manera espontánea miles de carteles en colores reproduciendo la fotografía del joven asesinado Axel Blumberg, ni tampoco se reparten solas miles de planillas por toda la nación para recolectar firmas de la población demandando un endurecimiento de las penas. El hecho de que el padre de Axel, el Sr. Blumberg, apareciera en un primer momento de la mano de un elemento tan siniestro como Ruckauf o del reaccionario diputado Casanova confirma lo dicho.

Para eso lograron mezclar distintos tipos de fenómenos sustancialmente diferentes: el raterismo, los secuestros y el gatillo fácil. El raterismo, es decir los hurtos, robos y asaltos realizados por jóvenes marginales. Claramente este fenómeno está ligado a causas socioeconómicas que le quitan toda posibilidad de futuro a más de la mitad de los niños y jóvenes argentinos. Es la extensión de la pobreza y la miseria producto de la sociedad capitalista, la que crea las condiciones y hace inevitables estos delitos. Son la consecuencia del cierre de empresas y de la fuga de capitales al extranjero por parte de los empresarios, de la falta de recursos estatales como consecuencia del pago de la infame deuda externa, de los salarios bajos y del empleo precario y en negro, de la actividad de las redes del narcotráfico y sus vinculaciones con políticos burgueses y con la mafia policial, y de la degradación de los barrios obreros como consecuencia de todo lo anterior. Por lo tanto no se los puede combatir endureciendo las leyes o bajando la edad de imputabilidad, porque las causas que los provocan no desaparecen mientras subsista el capitalismo. Además, el estado nacional ya ha dicho que no destinará un peso más del presupuesto a la solución de estos problemas.

Este tipo de delito es muy distinto al de los secuestros y robos de autos, llevado adelante por mafias organizadas en complicidad o bajo protección del podrido aparato represivo estatal (policía, jueces, servicio penitenciario) y amparada por punteros políticos e intendentes. Para realizar estos delitos hacen falta bandas de muchos integrantes, armas, teléfonos celulares, vehículos, casas, contactos, etc. Evidentemente esto no puede estar relacionado con pequeños grupos de jóvenes marginales. Hasta en el mismo caso Blumberg se está mostrando la existencia de una numerosa banda protegida por la comisaría de la zona de la Bonaerense.

Y más ligado aún al aparato represivo del estado están los crímenes del gatillo fácil, relacionados con la verdadera función de la policía bajo el capitalismo: defender a sangre y fuego la propiedad de los burgueses, sin la mínima consideración de los derechos de los jóvenes y pobres sospechosos (por portación de cara o color) o de delincuentes menores.

Y qué decir de la fábrica de delitos en que se convertieron muchas de las cárceles, donde son los mismos policías penitenciarios quienes diseñan y planifican todo tipo de delitos y crímenes (desde robos y asaltos hasta intentos de asesinatos de jueces “molestos”) dejando salir a los delincuentes durante la noche para que comentan estos delitos “por encargo” y así quedarse con el botín, a cambio de la promesa de una reducción de penas o de una pronta excarcelación para los penados.

Y sin embargo, sobre todo esto nada dicen los medios reaccionarios, ni la cúpula de la Iglesia, ni los Ruckauf, Patti, Rico, Macri o López Murphy.

Hay que reconocer que la derecha logra provisoriamente imponer su discurso de mano dura, prejuicios varios (antipolítico, antisemita, criminalización de la protesta y de la pobreza). Y no sólo tiene la iniciativa en el discurso. También avanza en el recorte de derechos democráticos, como se mostró en el Congreso donde se impidió la intervención de los diputados opositores a los proyectos de mano dura a pesar de estar anotados en la lista de oradores. Esto ocurre por primera vez en la historia parlamentaria argentina.

Las medidas del gobierno de Kirchner y el endurecimiento de las penas

La actitud del gobierno de Kirchner en estas semanas ha sido vergonzosa. Lejos de enfrentar la campaña de los buitres y carroñeros de la derecha y los sectores más reaccionarios de la sociedad se hizo eco de sus argumentos y se lanzó a proponer al Congreso y al Senado un endurecimiento de la represión.

Y avanza fundamentalmente en el endurecimiento de las leyes penales, que mañana serán aplicadas contra las protestas laborales y sociales, como ocurrió siempre históricamente. Por ejemplo en el caso de la tenencia de armas (aunque sean de utilería) que será castigada con prisión no excarcelable de al menos tres años. En realidad están preparando el escenario legal para poder reprimir cualquier protesta laboral o social, acusando a los trabajadores de portar “armas” como palos o herramientas. Y también con la autorización de la participación de las Fuerzas Armadas en la seguridad interior, que trae el recuerdo de la dictadura militar, siendo la primera vez que éstas se ven autorizadas a actuar en asuntos policiales desde la caída de la dictadura.

Otro conjunto de medidas (la creación de una nueva fuerza policial aparentemente libre de corrupción, un fiscal por cada barrio, aumento de patrulleros y pistolas para la policía, creación de un fondo para recompensas, y otras) son parches que no cambiarán la situación sustancialmente ya que están orientados a combatir las consecuencias del delito, pero no sus causas. La creación del juicio por Jurados para los delitos graves no es tampoco una alternativa. En los juicios por casos llamativos, los medios de comunicación pueden predisponer demagógicamente a la opinión pública, lo mismo que a los componentes del jurado, para forzarlos a que tomen una determinada posición, independientemente de que haya base legal suficiente o no para condenar o absolver a un detenido.

Una de las medidas propuestas por el gobierno de Kirchner es particularmente reaccionaria: Reducir la edad de imputabilidad penal hasta los 14 años. Es decir que un pibe de 14 años pueda ir a la cárcel por cometer un delito. Sería un caso único en el mundo, con la excepción de los EEUU, donde a pesar de la existencia de la pena de muerte y de ésta y otras medidas se mantiene una de las tasas más alta de delitos de todo el mundo y a pesar de que el 2% (sí, el 2%) de su población está en prisión ¡Qué vergüenza! Al parecer un chico no es suficientemente maduro a los 14 años para tener sus derechos políticos y sociales (como votar ni militar en un partido), ni para trabajar (a pesar de que trabajan explotados ilegalmente cientos de miles de chicos de esa edad en la Argentina), pero sí son maduros para ir a la cárcel conviviendo con delincuentes comunes mayores. De esta manera, los “padres de la patria” del Congreso y el Senado, algunos de los cuales zafaron acusaciones de corrupción, torturas y enriquecimiento ilícito, dormirán con la conciencia tranquila descargando sobre los más débiles las lacras de este podrido sistema capitalista. Esta será una mancha (si finalmente se aprueba) que ni un millón de gestos “progresistas” podrá borrar Kirchner de su currículum político.

Lo llamativo de todas estas medidas es que no avanzan ni una pulgada en combatir ni prevenir delitos como el del secuestro y asesinato de Axel Blumberg que provocó toda esta situación, ya que no van dirigidas contra las mafias policiales, judiciales y políticas que operan en el seno del aparato del estado.

Todo esto está en contra, además, de lo que dice la experiencia en la Argentina y en otros países, por no hablar de la opinión de especialistas honestos, que muestran la ineficacia del endurecimiento de las penas (como si las penas no fueran ya suficientemente duras) para conseguir una sociedad más segura. Todo lo que se logrará es mayor violencia mediante el mayor poder policial. Independientemente de todo, el delincuente que cuente con recursos y pueda pagarse un abogado de prestigio jamás pisará las cárceles, o su estancia en ellas será muy corta (léase Menem y otros), pero aquellos pequeños delincuentes que carezcan de recursos, invariablemente verán cómo todo el peso de la ley se descarga sobre ellos. Como en todo lo demás, también la justicia es una cuestión de clase.

Resalta en el caso Blumberg la hipocresía de los sectores medios y de los comunicadores, que revela su carácter clasista. Después de miles de asesinados por la policía en los barrios, ahora se horrorizan porque cayó un joven de clase alta, católico practicante y de colegio privado ¿Por qué se sigue fortaleciendo a la policía responsable de cientos de casos de gatillo fácil al año? O más aún ¿por qué se la protege?, como lo hicieron los obispos en la provincia de Buenos Aires que pidieron una reunión con el gobernador para “defender a la institución policial”.

El estado burgués nunca estará dispuesto a desarticular este funcionamiento de su aparato represivo ya que en algún momento lo necesitará, como fue en la dictadura militar y en las represiones a movimientos sociales y de trabajadores en lucha. Recordemos la masacre del Puente Pueyrredón, donde actuaron conjuntamente las policías provincial y federal y la gendarmería, también involucrada esta última en las represiones a los movimientos de desocupados en Salta y Neuquén. En todos estos casos también se echa de menos la "sensibilidad" y "humanidad" de los bienpensantes y de los políticos y escribas a sueldo de los capitalistas.

Distintas posiciones de la izquierda

¿Cómo fue posible que un reclamo justificado, ligado a la crisis capitalista, culpable de esa situación, sea utilizado por el sistema culpable de esa situación para fortalecerse temporalmente? Esos son los beneficios de tener el poder y manejar los aparatos de dominación ideológica. Marx sostenía que las ideas dominantes en una sociedad no son otras que las ideas de la clase dominante.

Ante eso debemos superar la etapa de las lamentaciones por la fortaleza de nuestro enemigo. Creemos que hay un vacío que está siendo aprovechado por las fuerzas reaccionarias.

En primer lugar queremos señalar la bancarrota de los sectores reformistas y "progres" que pretenden solucionar problemas tan graves mediante modificaciones de leyes o en el ámbito puramente discursivo.

Por otro lado continúa la impotencia del ultraizquierdismo que llama directamente a destruir el sistema desde fuera del movimiento de masas siendo incapaz de conectar con la lógica y natural preocupación que tiene gran parte de la población sobre el problema de la inseguridad. Ante manifestaciones como las del 1º de abril sólo sabe responder que hubo un giro a la derecha en la sociedad, cuando las masivas movilizaciones por el 24 de marzo, apenas una semana antes, mostraron que esto no es así.

Hasta los sectores de derechos humanos y defensa de las víctimas de la violencia institucional, que tan importante labor han desarrollado denunciando las causas de fondo del problema, se han visto sorprendidas por la iniciativa de la derecha. Sus limitaciones son políticas, y no les han permitido proponer medidas de transición que a la vez que unifiquen las protestas contra la situación causal, cuestionen el capitalismo y hagan avanzar al movimiento hacia el cambio de sistema, estimulando la organización popular, con una perspectiva socialista.

También hubo participaciones en la primera movilización convocada por Blumberg el 1º de abril que llegaron al oportunismo. Aunque es correcto participar allá donde estén las masas, como fue el caso de la marcha del 1º de abril, algunos grupos y personalidades de izquierda resignaron principios básicos innegociables para los que se reivindiquen revolucionarios: el derecho democrático a identificarse ante las masas con su nombre y sus banderas, derecho de libertad de expresión, etc. Renunciando a ellos, alimentan los reaccionarios prejuicios antipolíticos. Debieron denunciar todo esto y no ceder su derecho a repartir volantes con sus insignias y su opinión independiente sobre las causas de la inseguridad y de los manejos reaccionarios que manipularon la movilización.

La decisión de algunas organizaciones piqueteras y de izquierda que participaron en la 6ª Asamblea Nacional de Trabajadores, celebrada el pasado fin de semana, de concurrir a la manifestación organizada por Blumberg el próximo jueves 22 de abril bajo la consigna: "Juicio y castigo a los asesinos de ayer y de hoy", exigiendo la disolución de la Bonaerense y justicia para las víctimas del gatillo fácil puede ser un paso adelante para responder a la campaña reaccionaria de la derecha y de la burguesía contra el recorte a los derechos democráticos en su propio campo. Pero como dijimos antes, la condición es que deben hacerlo portando sus propias banderas e insignias, denunciando la hipocresía de la derecha en este tema y negándose a acatar la propuesta del Sr. Blumberg y de los reaccionarios de que no aparezcan en la marcha insignias de partidos u organizaciones de izquierda. De no hacerlo sería una nueva claudicación vergonzosa y oportunista que haría aparecer a estas organizaciones mezclada junto a la derecha gorila, desprestigiándose ante los ojos de los trabajadores y luchadores que instintivamente sienten cómo los reaccionarios usan el tema de la inseguridad para sus sucios intereses.

Nuestras propuestas

Desde El Militante sostenemos que bajo el capitalismo es imposible una solución definitiva al problema de la seguridad. Como los demás problemas sociales impostergables, su solución sólo será posible cuando se eliminen las causas económicas, sociales y culturales que están enraizadas en una sociedad, como la capitalista, basada en la explotación, el lucro, la miseria y la división de la sociedad en clases sociales. La alternativa es el socialismo. Pero para avanzar en ese camino es indispensable ganarse a las masas. La izquierda debe ser la fuerza que más decididamente luche por cada reivindicación económica o democrática de los trabajadores y demás capas oprimidas de la población.

Desde fines del 2001 las masas están mostrando su disposición a movilizarse y a involucrarse en el análisis y la solución de los grandes problemas sociales que las afectan. Por eso debemos proponer medidas de transición que nos lleven a unificar las posturas de los revolucionarios y a conectar con el movimiento de protesta popular.

Postulamos la disolución del aparato represivo del estado, y su reemplazo por la autoorganización de los vecinos por medios de patrullas ciudadanas y cuerpos de autodefensa para mantener la seguridad de los barrios, bajo el control de organismos de poder popular como las asambleas barriales, sindicatos, cooperativas, etc. Destinarían a esta labor parte de su horario laboral sin disminución de salario. Sólo permanecerían colaborando aquellos agentes policiales que a criterio de estas organizaciones acrediten honestidad y su no implicación en casos de tortura, corrupción, etc.

Proponemos la formación de una comisión investigadora de los crímenes de gatillo fácil y de la represión policial, por parte de familiares de victimas, organismos de DDHH, organizaciones populares y asambleas. El libre acceso a los archivos policiales y judiciales para la depuración, el juzgamiento y condena de culpables. Y el control por esta comisión de las academias de formación de policías y soldados.

Planteamos la elección de los jueces por sufragio popular para de esta manera depurar de reaccionarios el aparato judicial.

Exigimos condiciones e instalaciones dignas para los presos con trabajo rehabilitatorio bajo convenio, acceso al estudio, y mantenimiento de las políticas de reducción de penas para facilitar la reinserción de los mismos en la sociedad.

Por último es necesario un aumento drástico de inversiones en los barrios: construcción de escuelas, hospitales, centros culturales y deportivos, talleres de capacitación laboral para desocupados con subsidios de $ 600.-

Indudablemente, aunque mientras subsista esta sociedad capitalista la delincuencia nunca desaparecerá, pero no caben dudas de que con la implementación de todas estas medidas, la cantidad de delitos disminuiría contundentemente.

… Otro gallo cantaría

Como en la vieja canción de la guerra civil española en un principio estuvo cantando "el gallo negro" de la reacción en el tema de seguridad. Pero la situación no es estable y fija para siempre. Si la izquierda pasa a la ofensiva, en éste como en otros temas, la población que está mostrando una disposición inmejorable para movilizarse y participar será permeable a nuestras ideas. Otro discurso, con base en la igualdad y la solución de fondo de los problemas sociales podría ser el dominante y se podría avanzar en acciones masivas con medidas hacia el socialismo.