Frente Único de Lucha o el despropósito liquidacionista de la crítica

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La táctica del frente único de lucha supone paciencia. Paciencia para que se fortalezca la acción de cientos de miles de trabajadores en sus luchas además de elevarnos en la conciencia. Las masas vienen con sus direcciones, muchas veces batallan conla dificultad que esto supone. Pero el papel de la táctica es fundamental, ya que importa flexibilidad en la lucha, ver cuándo se puede avanzar, cuándo replegarse de manera ordenara para luego volver a la pelea en mejores condiciones. No nos cansaremos de repetir que en estos últimos años la clase obrera respira otro ambiente. Hablamos que, después de años de postergación en el salario y en las condiciones laborales durante los ‘80 y’90, los trabajadores empezamos a ponernos de pie, a estirar los músculos. Solamente en los años 2005 y 2006 tuvimos el mayor número de conflictos laborales (824 y 510 respectivamente).

El doble peligro del «petardismo» y la pasividad

Ahora bien, una cosa es definir una situación por el estado subjetivo de las masas, sus acciones, sus números de huelgas y movilizaciones, que hace la diferencia de un contexto a otro. Otra cosa es que, a partir de esta caracterización se puedan generar acciones por parte de sectores de vanguardia que lejos de fortalecer a las masas y sus luchas, corran el peligro de abusar de una situación dada de pelea, extremándola, con el riesgo de agotarlas; tratando de traidores a sus direcciones por no seguir a pie juntillas “sus” definiciones políticas. Los años de derrotas también tienen sus efectos en los ultraizquierdistas.
Por otro lado, nos encontramos con aquellos que moldearon su psicología en los fracasos de décadas atrás; acostumbrándose a remar contra la corriente, no advirtiendo los cambios en la situación política y el ambiente favorable del nuevo ciclo económico que empezó a robustecer enormes sectores de trabajadores. Estos compañeros desaprovechan oportunidades para crear mejores condiciones de lucha y de fortalecimiento de la vanguardia.
La táctica del frente único de lucha supone paciencia. Paciencia para que se fortalezca la acción de cientos de miles de trabajadores en sus luchas además de elevarnos en la conciencia.
Las masas vienen con sus direcciones, muchas veces batallan con la dificultad que esto supone.
Pero el papel de la táctica es fundamental, ya que importa flexibilidad en la lucha, ver cuándo se puede avanzar, cuándo replegarse de manera ordenara para luego volver a la pelea en mejores condiciones.
Pero una cosa es retirarse en el momento correcto, sin bajas y con la moral en alto, otra cosa es el retiro desordenado, desbandados.

Las enseñanzas de Santa Cruz y el Subte

Las luchas de los últimos meses arrojan buenas enseñazas para el activismo que quiera ver. Si tomamos la pelea desarrollada por los docentes de Santa Cruz y la dirección de Adosac, donde sostuvieron cuarenta y tres días de lucha por mejoras salariales, podemos decir que esta lucha fue un éxito, no solamente por lo alcanzado sino además y fundamentalmente, ante la crítica despiadada de sectores petardistas de nuestro movimiento, porque esta dirección se mostró firme con relación a las tareas por delante. Su decisión de levantar la huelga por lo conseguido posibilitó retomar la pelea tras el atropello de más de 15 docentes por parte de un ex funcionario de Kirchner.
El conflicto del Subte también mostró otros aspectos del frente único. El cuerpo de delegados respondió correctamente ante la ofensiva de la patronal y el gobierno que intentaron implementar el desafuero de los delegados gremiales y de esta manera descabezar a los dirigentes de este sector combativo. Lo correcto de la táctica frentista supuso establecer una clara política con los usuarios, haciendo llamamientos a la defensa de un servicio en condiciones seguras. Un servicio que este a la altura de la gran demanda de los trabajadores que día tras día se trasladan, de a miles, a sus lugares de trabajo y vivienda.
Los “críticos” en este caso golpean a los dirigentes más salientes del cuerpo de delegados del Subte señalándolos como dubitativos en la defensa ante los pedidos de desafueros, reproches que pierden todo tipo de dimensión en la critica, muchas veces igualándolos a los Gordos o al moyanismo.

Confianza en la clase

Estos “críticos” son los mismos que bufan por la desconfianza que tienen en nuestra clase. Pierden de vista las contradicciones que anidan en las entrañas de la misma y las tendencias presentes en la situación política que expresan, con claridad, no solamente el buen estado de ánimo, sino además cómo estamos parados en el terreno subjetivo. Ante la posible ofensiva del empresariado y su representación en el gobierno, la reacción de los trabajadores se dará a partir de estos últimos años de fortalecimiento en la lucha.
De lo que se trata es de definir con claridad por dónde nuestra clase forjará la unidad de los de abajo.
Se trata a nuestro entender que este camino no se dará de la mano de la izquierda impotente e histérica, sino que la emancipación será obra de los trabajadores mismos.