Federación Internacional de Artistas Revolucionarios e Independientes
El 25 de julio de 1938, en la ciudad de México, se firmó la convocatoria-manifiesto por un Arte Revolucionario e Independiente. Todavía hoy sus diagnósticos generales, y sus propuestas específicas, mantienen una vigencia poderosa que se incrementa según avanza la crisis del capitalismo que se expresa, necesariamente, en una crisis del arte, también.
Uno de los desafíos más agudos, que el documento de la FIARI propone a los trabajadores del arte, es su organización internacionalista contra, entre otros problemas, el individualismo, el sectarismo y contra el esnobismo que suelen caracterizar a no pocas posiciones ideológicas en el campo de la producción artística. La fuente más rica que alimenta a la FIARI está en el llamado a la Unidad del Manifiesto Comunista.
Aunque no faltan intenciones diletantes que insisten en descalificar al documento de la FIARI las tesis principales de este documento no sólo son vigentes sino que acrecientan su importancia en la medida en que se agudizan las contradicciones de la lucha de clases y con ellas las ofensivas de la ideología de la clase dominante contra la integridad emocional, intelectual y creativa de la clase trabajadora. <…el mundo actual nos obliga a constatar la violación cada vez más generalizada de esas leyes, violación a la que responde de forma necesaria un envilecimiento cada vez más manifiesto, no sólo de la obra de arte, sino también de la personalidad “artística”.>
León Trotsky y André Breton (junto con Diego Rivera) entendieron la urgencia de la época en materia de producción artística y el papel de sus expresiones en la emancipación de la humanidad. Pero el papel emancipador del arte no puede verificarse sin una lucha emancipadora de los trabajadores del arte y, tales luchas son, a su vez, inimaginables sin una organización de tipo revolucionario e internacionalista. <El arte verdadero, es decir, aquel que no se conforma con introducir variaciones en unos modelos prefabricados, sino que se esfuerza en dar una expresión a las necesidades interiores del hombre y de la humanidad de nuestros días, no puede no ser revolucionario…>
Es importante insistir en la necesidad de recuperar -y actualizar- las tesis centrales de la FIARI porque, entre otras cosas, existe un interés creciente, por parte de muchos jóvenes, (y no solamente) por hacer del arte algo más que un “divertimento ocasional” o un “conocimiento decorativo”. No son pocos los jóvenes que, en el mundo entero, identifican en el campo de la producción artística una actividad no sólo para la expresión individualista de sus “gustos” sino una disciplina que puede estar comprometida con la objetivación creativa del sentir y el pensar de su época, y su historia, sin excluir herencias o desafíos futuros interpretados, incluso, generacionalmente.
Es fundamental empeñarnos en mantener a la vista los contenidos centrales de la FIARI por cuanto nos ofrece ideas como herramienta organizadora para un tipo de trabajadores cuya problemática, aun con sus especificidades, en mucho es la misma que la de todos los demás trabajadores. Desde luego que las condiciones objetivas de vida que experimentan los trabajadores del arte tienen -sin determinismos- influencia directa sobre sus formulaciones creadoras y estas –dadas esas condiciones del proceso creador- impone la necesidad de independencia relativa y compromiso sensible con los grandes temas y problemas dela humanidad. < En materia de creación artística, importa esencialmente que la imaginación escape a todo constreñimiento incompatible con sus medios, opongamos un repudio inalienable y nuestra deliberada voluntad de atenernos a la fórmula: total licencia en el arte.>
El manifiesto de la FIARI no es una biblia ni un reducto para dogmáticos. Todo lo contrario, es un documento extraordinario que, especialmente, ofrece a los creadores jóvenes una orientación histórica primordial para entender las tareas actuales del mundo del arte en las tareas mundiales para la emancipación humana. Es un documento clave para entender cómo, tarde o temprano, las más grandes ideas revolucionarias de la historia deben darse cita para elevar el nivel del debate capital-trabajo, deben perfeccionar las estrategias organizativas y deben avanzar hacia el encuentro de categorías nuevas para la actividad creadora y las nuevas definiciones del arte que la humanidad aguarda -y necesita- con urgencia.