Elecciones en Venezuela: Votar por Chávez y completar la Revolución con el Socialismo

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Las elecciones del 7 de octubre son decisivas para el futuro de la revolución venezolana. Chávez cuenta con un apoyo muy grande entre la población que lo ve como líder de la Revolución, enfrentado al imperio, con la certeza de que la burguesía no volverá. Su popularidad ha venido creciendo en los últimos meses y es muy difícil que la burguesía apátrida le gane las elecciones. Pese a todo, sería un error grave caer en triunfalismos y difundir la idea entre las masas trabajadoras de que simplemente ya ganamos las elecciones de antemano, eso podría aplacar y debilitar la movilización de las masas para garantizar la victoria.

La burguesía, los grandes empresarios nacionales y extranjeros que controlan la mayor parte de la economía, va a utilizar todas sus formas de lucha para intentar quebrar la revolución, ya lo hemos visto en muchas oportunidades: sabotaje petrolero, golpes de Estado, huelga de capitales, intervención norteamericana, paramilitarismo, sicariato, y más. De hecho, el terreno electoral es el arma en la que menos creen. Sus esperanzas estaban puestas en que Chávez no se presentara a las elecciones por razones de salud, pero ante su inminente y clara recuperación, y viéndolo en pie de lucha para la batalla electoral, han optado por desconocer las reglas del juego. Y no aseguran respetar los resultados en caso de que les sean desfavorables.

La campaña de la revolución tiene entonces la tarea de vencer, no a la oposición, sino a la abstención, debe movilizar masivamente a los votantes para garantizar que el triunfo será por un margen que no deje lugar a dudas sobre los resultados, y frustrar así los planes retorcidos de la burguesía.

El candidato de la burguesía

El candidato de la burguesía, Henrique Capriles Radonski, es bien conocido por su actuación golpista en abril del 2002. Luego, como Gobernador del Estado Miranda en el 2008 intentó cerrar los planes sociales (Misiones) y echar a estudiantes, médicos y comunidades de los espacios ya conquistados, lo cual causó una toma de la ciudad que obligó al gobierno nacional a intervenir y revertir sus medidas.

Capriles plantea devolver las empresas nacionalizadas y los latifundios expropiados a los antiguos dueños que lo reclamen. También eliminará las contribuciones de la petrolera estatal PDVSA a las Misiones y fomentará “alianzas con empresas conexas y con países que contribuyan al desarrollo de la inversión extranjera”.

También habla de dar “seguridad jurídica y confianza” a los empresarios y otorgarles “incentivos fiscales” para favorecer el empleo en “condiciones flexibles.” Es decir, la vuelta a los viejos programas de ajuste y de pérdida de derechos sociales.

Pese a que Capriles insiste demagógicamente que mantendrá las Misiones creadas por Chávez, con promesas de paz, prosperidad, educación, salud, progreso, etc.… no va a engañar a nadie.

Las misiones sociales de la revolución (que incluyen gastos de salud, vivienda, educación, infraestructuras, etc.) se sostienen con los recursos de las empresas del Estado. Si se privatizan no habrá dinero para las misiones.

Las deficiencias de la Revolución

Como marxistas debemos plantear con firmeza que no todo es alegría y celebración. Existe un fuerte descontento entre capas cada vez más amplias de las masas revolucionarias hacia la dirección del partido gobernante, el PSUV, donde existe una burocracia inserta también en las instituciones del Estado y en las empresas nacionalizadas, que también ha sido criticada por el presidente Chávez, y que está completamente absorbida por la dinámica de las relaciones de poder características del propio Estado, olvidando los problemas materiales reales de la clase trabajadora y del pueblo.

Pero, sobre todo, aún perviven los males sociales que no han sido erradicados en materia de pobreza, desempleo, inflación, vivienda, delincuencia, etc., porque aún no hemos dado el golpe definitivo para acabar con el capitalismo.

Pese a los 13 años de Revolución, todavía unas pocas familias en Venezuela son dueñas de las principales fuentes de riqueza del país. Bancos, industrias y latifundios siguen en manos de unos pocos, lo que les permite enriquecerse y bloquear el avance revolucionario. Mientras las palancas clave de la economía no estén totalmente en manos del pueblo, no podremos resolver los problemas fundamentales y más acuciantes de nuestra sociedad.

Terminar con el sabotaje empresarial

A pesar de que el desempleo ha ido descendiendo progresivamente durante los últimos 12 años, casi todo el empleo creado se debe a la inversión estatal y a obras de infraestructura llevadas a cabo por el gobierno, pero también, se debe al fuerte engrosamiento de la nómina de trabajadores y trabajadoras en las instituciones públicas y ministerios durante la Revolución. Pero aún el 41% del empleo sigue siendo informal.

El sector privado apenas crea empleos los destruye, ya que, como consecuencia de las regulaciones que ha aplicado el gobierno (límites a las subas de precios, etc.), la clase capitalista ha respondido con un sabotaje feroz sobre la economía venezolana, cerrando empresas y fábricas, echando a los trabajadores a la calle, disminuyendo la inversión productiva en las empresas, y fugando inversiones y capitales al extranjero. Todo esto ha generado el cierre de 6.000 empresas durante los últimos 12 años.

Si se ocuparan estas fábricas y se les hiciera el debido mantenimiento técnico a las máquinas que muchas tienen todavía adentro, podrían ponerse en funcionamiento en corto tiempo, generando miles de nuevos empleos y ayudarían de manera significativa a levantar el aparato productivo nacional, golpeado por el sabotaje económico para atacar a la revolución. La revolución ha creado muchos programas sociales (misiones) que otorgan subsidios a las familias pobres por cada hijo o pensiones a adultos sin recursos. Estas son medidas necesarias para contrarrestar los niveles de pobreza de cientos de miles de familias venezolanas, elevando sus niveles de ingreso, sin embargo, esa no es una solución firme al problema de la pobreza.

Al darse un incremento considerable del consumo interno mientras la oferta se mantiene estancada o incluso se reduce, eso produce de manera inevitable un crecimiento considerable de los precios, los cuales han alcanzado niveles cercanos al 30% durante los últimos 3 años, generando un impacto negativo sobre el nivel adquisitivo de las familias venezolanas.

Ciertamente, hace unos pocos meses fue lanzada la gran misión “Saber y Trabajo”, con la cual se plantea crear 421 mil nuevos empleos cada año durante los próximos 7 años, en la cual se plantea la expropiación de todos estos galpones, plantas y fábricas cerradas y abandonadas que hemos mencionado, pero, aunque eso esté reflejado en la ley, la dirigencia del partido no ha planteado todavía ningún tipo de debate al respecto.

Qué hacer después de las elecciones

Las deficiencias de la Revolución sumado a que no hemos dado el golpe definitivo al capitalismo en Venezuela, lo cual implica que todas las lacras del sistema capitalista sigan afectando a grandes capas de nuestra población a pesar de los importantes avances en materia social que hemos conquistado, tienen como consecuencia la desmovilización de grupos importantes de simpatizantes revolucionarios que caen en la pasividad y en el abstencionismo electoral. Este es un gran peligro.

El PSUV, que debe ser uno de los instrumentos principales de la clase obrera y el pueblo para la lucha revolucionaria, debe superar el carácter de mera maquinaria electoral que hasta ahora le ha impreso la dirección. Para ello, hay que rescatar la democracia interna del partido y que las bases puedan elegir los cargos de dirección a todo nivel, local, regional y nacional.

Además, las bases debemos impulsar un gran debate nacional sobre el programa del partido en el seno del mismo. El programa aprobado en el Congreso Extraordinario debe ser dado a conocer a todos los militantes de base, y debemos defender que se lleven hasta el final las medidas más revolucionarias que allí están planteadas, como la expropiación de todos los monopolios, que debe completarse con la expropiación de la banca y los grandes latifundios, y el control obrero sobre el proceso de producción dentro de los lugares de trabajo.

También debe retomarse el debate sobre la construcción de una corriente de izquierda de masas dentro del PSUV, para rectificar el rumbo del partido y de la revolución e impulsar un programa revolucionario de lucha para abolir el capitalismo definitivamente, programa que debe basarse necesariamente en las ideas revolucionarias del marxismo.

Una corriente de izquierda en el seno del PSUV construida desde abajo, puede contribuir a sumar nuevamente al PSUV a la militancia descontenta y desmovilizada e impulsar un triunfo definitivo de la revolución sobre las fuerzas reaccionarias de la burguesía. El tiempo apremia y es necesario poner manos a la obra.

Aunque estamos seguros de que el camarada presidente vencerá en las elecciones de Octubre, es necesario radicalizar cuanto antes la revolución, debemos actuar cuanto antes y no tenemos todo el tiempo del mundo.