El capitalismo vino al mundo chorreando sangre, es un sistema inviable para la vida de los seres humanos. Hasta nuestros días, este sistema solo ha sobrevivido a costa de la explotación sin medida de la fuerza de trabajo de millones de obreros y obreras alrededor del mundo, mostrando su barbarie con crudeza a diario. La podredumbre del capitalismo ha sido más clara en el periodo de pandemia, donde miles de trabajadores y trabajadoras han muerto, mientras miles más han quedado desempleados, hundidos en la desesperanza y la miseria, sin ninguna garantía que su situación mejorará.
Este fue el caso particular de las Obreras de Florenzi, quienes en pleno confinamiento por la pandemia fueron notificadas de su despido definitivo por parte del patrón Sergio Pineda López. En total, fueron 196 mujeres y 14 hombres que de un día para otro fueron notificados además que no se les pagarían los salarios retenidos, que ya no iban a poder seguir pagando su seguridad social y mucho menos les iban a pagar sus indemnizaciones por los años laborados. Algunas mujeres que habían trabajado por más de 25 años para la fábrica no solamente dejaron entre esas máquinas sus mejores años de juventud, sino que además las condiciones precarias y antihigiénicas en las que trabajaban les ha ocasionado múltiples enfermedades crónicas.
La explotación en las maquilas
Estos atropellos a la clase trabajadora son una constante en el país, sobre todo en el sector de las maquilas, donde los explotadores tienen pase libre para violentar de mil y una forma a las personas que trabajan para ellos. Las maquilas son verdaderos centros de injusticia en cada rincón donde existen, la vulneración de los derechos laborales es el pan de cada día de los obreros y obreras que trabajan allí.
En El Salvador se contabilizan más de 200 empresas de la industria textil que se concentran en 17 zonas francas, las cuales según datos de ISSS emplean alrededor de 64,000 personas convirtiéndose en uno de los sectores que más fuentes de empleo genera, claro nos referimos a trabajos rutinarios, desgastantes y mal pagados. Del total de puestos de empleos generados por este sector, alrededor del 62 % son ocupados por mujeres, convirtiendo a El Salvador en uno de los países con más mujeres trabajando en el sector industrial de la región.
El sector textil es de los sectores que más denuncias laborales acumula, y no es para menos. Las jornadas laborales suelen llegar a ser hasta de 16 horas diarias ininterrumpidas para ganar a fin de mes un salario miserable que apenas alcanza para sobrevivir. Los trabajos rutinarios con movimientos repetitivos a una velocidad rápida hacen que las trabajadoras desarrollen problemas en las manos, cuello, piernas y columnas. En algunos centros, como era el caso de las Obreras Florenzi, no contaban con agua potable ni con baños sanitarios adecuados; el calor en las naves de producción sumado a las condiciones antihigiénicas ha provocado que muchas mujeres padezcan enfermedades crónicas con las que tendrán que lidiar el resto de su vida, ocasionadas por la sobre explotación a la que tuvieron que enfrentarse todos los años laborados. Estas condiciones además han ocasionado problemas de salud mental, estrés, depresión y ansiedad, porque las metas de producción son difíciles de alcanzar y los despidos injustificados están a la orden del día. Por si esto no bastara, el acoso sexual se suma a la lista de vejámenes que tienen que enfrentar las mujeres a manos de patrones asquerosos.
Ningún derecho humano ni laboral es respetado en estas condiciones de trabajo. Trabajar en una maquila es enfrentar la desesperanza y la agonía a diario, es morir lentamente mientras los patrones incrementan sus ganancias de manera obscena. Estos grandes centros de trabajo textil gozan de grandes incentivos fiscales en los países empobrecidos, las regulaciones del Estado son mínimas, casi inexistentes, y esto los convierte en un negocio redondo en el cual invertir: los capitalistas incrementan su capital a cambio de mano de obra barata sobre la base de explotación sin medida.
La organización de las Obreras Florenzi
Ante la injusticia cometida, las Obreras Florenzi comenzaron un proceso de organización histórico en el país. Decidieron organizarse para exigir lo que por derecho les corresponde y desde entonces han estado dando la batalla en todos los frentes posibles.
Al ser notificadas de su despido en julio del año pasado, decidieron organizarse para resguardar la maquinaria que estaba en las instalaciones de la fábrica que les serviría como garantía para hacer que se les pagara lo adeudado -salarios e indemnizaciones-. Para esto instalaron un canopy improvisado en la entrada de la Industria donde día y noche hicieron guardia para no permitir el paso de ningún camión que quisiera substraer la materia prima y las maquinas que allí se encontraba. Mientras hacían esto, comenzaron el proceso de demandas en los Juzgados Laborales.
Iniciar y mantener la lucha no ha sido nada fácil, y solo ha sido posible por la determinación, el coraje y la valentía de las Obreras Florenzi, quienes tuvieron que soportar uno de los peores inviernos en medio de la amenaza del Covid-19 afuera de la fábrica para no dejar que su lucha decayera.
Sin embargo, a pesar de todo su esfuerzo, para diciembre del 2020 sus procesos en los Juzgados marchaban lento y no había mayor perspectiva de que serían escuchadas, estaban totalmente abandonadas por el Estado. Debido a esto tomaron la decisión de iniciar una huelga de hambre el 7 de enero, como una medida radical para ser escuchadas. Dos compañeras y un compañero se sometieron a este proceso durante 63 días en total, exponiendo su salud y su vida, esto no es para nada aceptable y nadie debería someterse a estos niveles de sacrificio personal para que sus justas demandas sean atendidas, pero esta es la realidad bajo el capitalismo.
La solidaridad nacional e internacional fue clave para que, durante los dos meses que duró la huelga de hambre, sus demandas tuvieran eco y agilizaran el proceso en los Juzgados. El ministro de Trabajo, Rolando Castro, el gran ausente en todo este tiempo, no solo no las ha acompañado como se debe, sino que además las ha querido utilizar demagógicamente y, al ver que las compañeras no lo han permitido, las ha tachado de estar siendo utilizadas y manipuladas por organizaciones del FMLN, lo cual es absolutamente falso, pero le sirve para lavarse las manos y desentenderse del caso.
La jueza Daysi Abrego, del Juzgado 1° de lo Laboral, ha iniciado el proceso de embargo, y a pesar de ser una victoria -nunca antes se había llegado a proceso de embargo por demandas laborales en el país en un tiempo corto – la lucha continua, porque no hay ninguna confianza en las instituciones, sus procesos burocráticos no hacen más que retrasar la justicia y desmoralizar a las compañeras en lucha. Por eso la solidaridad, la organización, el acompañamiento y la denuncia constante siguen siendo necesarias.
Las lecciones que nos han legado
El proceso de organización y lucha de las Obreras Florenzi nos permite extraer lecciones muy valiosas para la lucha de clases en el país, tanto políticas como organizativas. En primer lugar, han demostrado lo inútil e ineficientes que son las instituciones del Estado burgués para atender las justas demandas de la clase trabajadora. Ni el poder Ejecutivo, ni el Legislativo ni el Judicial han podido resolver a su favor después de casi un año de haber sido despedidas.
Esta dejadez e inoperancia no es casualidad, es la norma. La clase trabajadora no debe confiar en que recibirá justicia apelando únicamente a la “buena voluntad” de los funcionarios de las instituciones del Estado. Los obreros y obreras deben organizarse y ejercer presión con los métodos tradicionales de la clase trabajadora -huelgas, manifestaciones, tomas de fábrica, etc.-, solo de esta manera pueden acceder a justicia real.
También han demostrado como la consciencia de la clase trabajadora puede cambiar radicalmente de la noche a la mañana. Muchas de las Obreras Florenzi confiaron y dieron su voto a Nayib Bukele esperando que sus condiciones de vida cambiaran, ha sido su lucha la que les ha permitido darse cuenta que esto no es así. Y más importante aún, han tomado consciencia del sistema capitalista y de la explotación de la que fueron objeto durante años, pero sobre todo han tomado consciencia del poder que hay en la organización.
Además, este proceso de lucha nos lleva inevitablemente a plantearnos la necesidad de construir una herramienta de organización revolucionaria, que sirva para defender los intereses de la clase trabajadora. Un partido revolucionario que pueda jugar un papel relevante en el acompañamiento, denuncia y organización de la clase trabajadora es una necesidad urgente. En todos estos meses de lucha también comprobamos que solo la lucha organizada, de hombres y mujeres decididos puede conseguir avances importantes. La solidaridad de las diversas organizaciones ha sido un pilar fundamental para las Obreras Florenzi.
Mujeres obreras que hacen historia
Las mujeres bajo el capitalismo han sido condenadas a sufrir la doble opresión en su condición de mujeres y trabajadoras, por eso es tan significativo cuando hablamos de mujeres obreras luchando por defender sus derechos en contra del sistema capitalista. La historia ha demostrado que las mujeres en la lucha y los procesos revolucionarios suelen ser las más decididas y combativas, desafiando la ideología dominante que las presenta como mansas amas de casa cuyo lugar esta solo en la casa o en la iglesia. En las últimas décadas, no hemos sido testigos de un proceso tan organizado de lucha como el ejemplo que encontramos en las Obreras Florenzi, hoy por hoy, estas valientes mujeres están marcando el paso de la clase obrera en El Salvador.
Quizá muchos no somos consientes aún de la importancia enorme de la lucha de las Obreras Florenzi, pero podemos afirmar que están haciendo historia. En los años venideros volveremos nuestra mirada a estos años y recordaremos que hubo un grupo de mujeres que se atrevió a desafiar al capitalismo, que con su ejemplo nos han legado lecciones invaluables en la lucha para derribar este sistema de explotación y miseria. Volveremos nuestra mirada a estos años y recordaremos a Lucy, a Rina, Nury, Maritza, Flora y todas las demás y diremos orgullosos ¡Ellas se atrevieron!
¡Vivan las Obreras de Florenzi!
¡Viva la organización de la clase obrera!