EL PROBLEMA DE CHECHENIA CONTINÚA SIN RESOLVER

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Los acontecimientos que se están produciendo en Rusia han adquirido una naturaleza dramática. Hombres armados mantienen secuestrados a 350 niños, padres y profesores en la escuela de Beslan (Osetia del Norte). Doce adultos fueron asesinados cuando entre 20 y 30 hombres armados se apoderaron de la escuela. Según los datos oficiales estos hombres armados están vinculados a los rebeldes chechenos, aunque los líderes separatistas chechenos han negado cualquier responsabilidad.

Moscú, 2 de septiembre de 2004

Los acontecimientos que se están produciendo en Rusia han adquirido una naturaleza dramática. Hombres armados mantienen secuestrados a 350 niños, padres y profesores en la escuela de Beslan (Osetia del Norte). Doce adultos fueron asesinados cuando entre 20 y 30 hombres armados se apoderaron de la escuela. Según los datos oficiales estos hombres armados están vinculados a los rebeldes chechenos, aunque los líderes separatistas chechenos han negado cualquier responsabilidad.

Las últimas noticias es que se había oído una fuerte explosión y que salía humo del edificio. Algunos automóviles están ardiendo en las afueras del edificio. Los terroristas han disparado y lanzado granadas a la policía. Según pasan los minutos la situación cada vez es más desesperada y se puede producir un baño de sangre, como ocurrió en el teatro de Moscú.

Este secuestro es el último de una serie de ataques que en el último período han conmocionado Rusia. Durante los últimos años los rebeldes chechenos han participado en varias operaciones dramáticas en las que han capturado e incluso asesinado a muchos rehenes. El más célebre fue la muerte de 129 personas en el teatro de Moscú hace dos años. En total han asesinado a más de 300 rehenes en los últimos diez años. Pero la situación ha sufrido una escalada esta última semana con el derribamiento de dos aviones rusos.

Todo esto es el producto del conflicto sin resolver que hay en Chechenia, una región de Rusia que declaró su independencia en 1991, en el momento del colapso de la antigua Unión Soviética. En 1994 Yeltsin envió tropas a Chechenia para retomar el control ruso, pero en 1996 el ejército ruso demostró claramente sus limitaciones y sufrió una seria derrota. En 1997 se retiró.

Se alcanzó un compromiso poco claro sobre la situación de Chechenia y fue en este contexto cuando de nuevo surgieron los problemas que han provocado el torrente de secuestros y atentados terroristas. En 1999 el actual gobierno ruso de Putin decidió regresar a los métodos represivos y lanzó una nueva guerra contra los separatistas y finalmente impuso en la región una administración títere controlada por Moscú.

En octubre del año pasado Ajmad Kadyrov fue “votado” presidente. Estaba claro que Kadyrov era un títere de Moscú. Defendía una mayor “autonomía” para Chechenia pero formando parte del estado ruso. Mientras ocurría todo esto, las tropas rusas seguían en Chechenia en constante conflicto con los rebeldes.

Kadyrov fue finalmente asesinado en mayo de este año mientras se celebraba un desfile militar en la capital chechena de Grozni, por esa razón a principios de esta semana se celebraron nuevas elecciones en Chechenia, en ellas salió elegido como presidente otro títere de Moscú, Alu Aljanov, anteriormente al frente del ministerio del interior en Chechenia.

Las elecciones fueron una reminiscencia de los tiempos soviéticos. El Kremlin apoyaba a Alu Aljanov y como era de esperar consiguió una “victoria arrolladora”. Cuando se habían contado la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales de Chechenia -según las cifras oficiales publicadas a las diez de la noche del martes- el resultado era que había ganado con el voto del 73% del electorado.

Oficialmente la participación alcanzó el 70%, pero esto no se corresponde con los informes de testigos presenciales. El ambiente en Grozni, donde se inmoló un terrorista suicida en la calle después de que la policía frustrara su intento de volar un colegio electoral, estaba muy lejos de ser jubiloso. Este resultado no va a conseguir pacificar la región. En realidad ha iniciado una nueva oleada de atentados terroristas, y el secuestro en la escuela de Osetia del Norte es el último conocido.

A pesar de la postura oficial de que todo está en calma, la semana pasada ha estado caracterizada por la violencia. El fin de semana pasado un grupo de hombres enmascarados pusieron un puesto de control en Grozni vestidos como policías para pedir documentos de identidad, disparando a todo aquel que trabajaba para las fuerzas federales, además de asesinar civiles. Según la BBC murieron 70 personas, aunque otras fuentes dan una cifra más alta. El martes de la semana pasada fueron derribados dos aviones en dos atentados sincronizados en los que murieron 90 personas.

Como muchos de los electores no ven un candidato al que merezca la pena votar, estos atentados junto con la amenaza de los guerrilleros de asesinar a todo el que fuera a votar consiguieron convencer a muchos chechenos para que se quedaran en casa. Según una periodista que trabaja para el diario Kommersant, los colegios electorales que visitó personalmente estaban vacíos. Cuando se encontraba a algunas personas congregadas fuera de un colegio electoral y les preguntaba a quién habían votado le decían:

-Mañana descubrirá quién tiene el apoyo en Chechenia, cuando el comité electoral anuncie el resultado. -¿Pero no sabe quién será presidente? ¿Ha visto colas en las afueras de los colegios electorales? -No, pero mañana tendremos una participación muy alta, un 80%, como en los tiempos soviéticos. El presidente ya está elegido.

Aljanov y el legado de Kadyrov

No era difícil de prever que la victoria de Aljanov estaba decidida por adelantado. Es quien más ha aparecido en las pantallas de televisión, había carteles suyos junto al presidente ruso, además las noticias mostraban las imágenes de ambos presentando sus respetos ante la tumba de Kadyrov.

En el mismo artículo aparecido en Kommersant, Magomed, un joven de 22 años, explica que él votó a Aljanov porque “es un policía, eso significa que comprende lo que es el orden”. Sin embargo, Magomed añadió además que quería “un candidato civil, un empresario”, subrayando la prioridad urgente que hay en Chechenia de reconstruir la economía, la vivienda, escuelas y hospitales, permitiendo el regreso de cientos de miles de refugiados. Esto también explica por qué el principal rival de Aljanov, Malik Saidullaev, un empresario checheno actualmente en Moscú y que llegó con falsas promesas de inversión extranjera, fue descalificado por la comisión electoral. Finalmente Magomed concluye: “de todos los candidatos sólo puedo votar a Aljanov, no he escuchado a ningún otro”.

Hace sólo unos meses Aljanov era un jefe de policía relativamente desconocido en Chechenia. Después del asesinato de Kadyrov el semanario político de Kommersant, la revista Vlast, analizó las figuras que podrían ocupar el cargo de presidente, Aljanov era una llamativa ausencia. No se mencionaba su nombre. Y es precisamente el hecho de que sea un desconocido lo que le habría permitido ganar su posición a través de elecciones al estilo soviético, depende de Moscú para mantener su posición y Moscú puede confiar en él porque es su hombre en la región. Además, como un político (léase policía) que comprende el orden y no tiene una base de poder para alterar la frágil correlación de intereses en la región, es un candidato adecuado para llegar a un acuerdo entre el Kremlin y los grupos que eran leales a Kadyrov.

La situación real es la contraria a la que pretende Aljanov cuando dice que su victoria confirma que el pueblo checheno quiere que los rusos controlen Chechenia, y que la situación está bajo control. Si Putin fuera realmente popular entonces podría permitir la celebración de elecciones libres, porque tendría la confianza de que la población elegiría a un candidato pro-Putin. Si realmente tuviera el control entonces no tendría que basarse en el clan de Kadyrov y el temor que éste inspira entre la población. Entonces no habría necesidad de gobernar a través de un estatus constitucional especial que asigna un presidente para Chechenia. En su lugar gobernaría como cualquier otra provincia y república dentro de la Federación rusa, es decir, a través de un gobernador y un parlamento regional.

Se puede tener una idea bastante clara de los antecedentes policiales de Aljanov y su lealtad a la fracción de Kadyrov a partir de sus respuestas al periódico Izvestiya el pasado 31 de agosto:

“Yo tengo relaciones profesionales y personales muy afectuosas con Ramzan Kadyrov porque para mí es el hijo de nuestro primer presidente, una persona que hizo todo lo que era posible hacer por su pueblo, incluso lo que era imposible. Ante todo, mi actitud hacia Ramzan es a través del prisma de (mis relaciones con) su padre”. Y también: “Ramzan Akmatovich, aunque es joven, lucha exitosamente contra el terrorismo, no se oculta detrás de nadie y deja su sello en esta batalla, así que la República de Chechenia puede vivir y trabajar en orden y en un entorno estable…”.

No es sorprendente entonces que Aljanov esté empeñado en continuar llevando adelante la política, y el equipo, de Kadyrov. Bajo la dirección de Kadyrov nada se solucionó. Su muerte, por sí misma, acabó con el mito de que gobernaba Chechenia a través de la paz.

Después del asesinato, el presidente Putin se reunión con la familia de Kadyrov para ver por sí mismo la situación sobre el terreno, y no podía creer la devastación que vio desde su helicóptero cuando aterrizó en Grozni. Las promesas de paz de Putin también están en ruinas, dice que los rusos han ganado la guerra pero la verdad es que no hay final a la vista para la violencia. Los últimos acontecimientos ilustran esta realidad.

En lugar de proteger a la población y preservar el orden, la situación de Chechenia está caracterizada por los ataques nocturnos y las ilegalidades cometidas por el ejército privado de Kadyrov formado por más de 6.000 hombres y por las fuerzas federales. Quizás los ejemplos más claros de la anarquía son los incidentes de rusos atacando posiciones rusas para robar armas e incluso botas.

Son tales las fisuras dentro del estado ruso en Chechenia que no puede existir otra cosa que el terror y la ilegalidad. El Kremlin no tiene el control de sus generales ni del ejército de Kadyrov, este último está gobernado por Ramzan Kadyrov, un rufián violento muy conocido y que se entiende con Moscú. Sin embargo, Moscú se basa en el ministerio de interior (Aljamov era su anterior responsable en Chechenia) y el FSB, más conocido por su nombre soviético: la KGB de la que Putin fue antiguo responsable en Rusia.

Estas tensiones son cada vez más volátiles porque los rusos no confían en los chechenos y viceversa. Kadyrov comenzó su carrera política como un imán que se posicionó contra los rusos en la primera guerra de 1994-6. Como presidente, Kadyrov, amenazó con asesinar a las familias de los luchadores independentistas chechenos si éstos no capitulaban, después indultó a sus antiguos aliados que habían renunciado, les dio empleos incluso aunque nunca se arrepintieron por su lucha pasada contra el estado ruso ni criticaron a los que todavía estaban en guerra con Rusia. Los jefes militares rusos estaban en desacuerdo con esta política, pensaban que no se podía confiar en que los chechenos lucharan contra chechenos. En cambio, los chechenos pro – Kadyrov dicen que Rusia está provocando la guerra en sus propios intereses y que podían terminar con ella en el momento que quisieran. Dicen que los chechenos podrían resolver la situación ellos solos si los rusos se van. Esto podría ser cierto pero la realidad es que ni el Kremlin ni la fracción de Kadyrov quieren realmente acabar con la guerra.

Se sabe que Putin fue elegido presidente gracias a la segunda campaña militar en Chechenia. Ahora la amenaza del terrorismo chechenio (y sus consecuencias) en Rusia está mejorando su posición y su propuiesta de mayor seguridad. Es verdad que algunas veces resulta inconveniente para él que le recuerden que no ha cumplido sus promesas de restaurar el orden en Chechenia, pero como controla los medios de comunicación este pequeño detalle se puede ignorar. Igualmente el conflicto conviene a los intereses de la fracción de Kadyrov, incluso si esto pone en riesgo vidas, porque esa es la fuente de su poder.

Las camarillas que gobiernan Rusia o Chechenia no están preocupadas por la paz o el bienestar de su población, lo único que les preocupa son sus propios intereses, riqueza y prestigio. En ambos casos el poder está en manos de pequeños grupos de personas, aisladas del resto de la sociedad, que utilizan el pretexto de la guerra y la reconstrucción de Chechenia para malversar cada año miles de millones de rublos. Según una auditoria del gobierno, este año han desaparecido más de 2.000 millones de rublos (100 millones de dólares). Después de todo un burócrata podría decir: “el dinero se gastó en un puente que después fue destruido”. La cifra real es mucho mayor.

Y por encima de los fondos federales desaparecidos en Chechenia está la economía sumergida. Gazprom pierde cada año más de 1.000 millones de metros cúbicos de gas en los gasoductos que van a Georgia, Azerbaiyán, Chechenia y el sur de Rusia. Según un artículo publicado por Kommersant el 18 de mayo, Chechengazprom es la responsable de la explotación del gas. Aunque formalmente está controlada por el ministerio de energía, en realidad está en manos de una “banda cercana a Ramzan Kadyrov”. El artículo concluye que cualquier cambio en el sector del gas es poco probable que acabe con la inútil batalla de la empresa petrolera gubernamental, que dura ya cuatro años, contra las extracciones ilegales y el procesamiento de petróleo en Chechenia. En otras palabras, Ramzan Kadyrov y compañía pueden arriesgar su vida, como hizo su padre, porque ellos son gángsteres y deben correr con los riesgos de la profesión.

Esto ilustra por qué precisamente la fracción de Kadyrov está sólo interesada en sus propios intereses y por lo tanto en que el Kremlin pueda encontrar un candidato que les convenga también a ellos. Utilizaran la fuerza para defender sus intereses empresariales, ya sea ante los rusos o ante quien los amenace. En la medida que continúe la guerra y el Kremlin sea incapaz de gobernar directamente Chechenia, estos grupos criminales podrán prosperar y llegar a acuerdos temporales con los rusos que necesitan el apoyo de los poderes locales.

Este pantano puede durar años. Sobre bases capitalistas no hay solución. En la medida que los recursos y la industria de la región están en manos de camarillas corruptas y en bancarrota, la población seguirá subyugada y saqueada. Pero también podría formar parte de un conflicto más amplio presente en el Cáucaso, una zona que ahora es el escenario de la competencia entre los rusos y el imperialismo norteamericano que intentan controlar el gas, el petróleo y los recursos de Asia Central y el Mar Caspio. Chechenia es vecina de Georgia que también es el escenario de los enfrentamientos fronterizos con las tropas rusas en Osetia del Sur. Cerca está Dagestán, donde se han producido protestas contra el consejo estatal de la región que puede caer en la reunión nacional del 10 de septiembre.

En esta situación tan potencialmente volátil, los breves logros de la popularidad de Putin por la situación en Chechenia, se pueden volver en contra del Kremlin y su objetivo a largo plazo de controlar directamente su flanco sur. Actualmente Chechenia está gobernada por el Kremlin a través de la policía secreta y las fuerzas rusas. En un contexto de inestabilidad regional más amplia, Putin puede que no sea capaz de tolerar la independencia de la que disfrutaban en el pasado sus aliados chechenos, y esto podría provocar conflictos dentro de lo que ahora es la coalición pro-Moscú, así como entre ellos y sus enemigos declarados en Chechenia y en la región en general. Si no existiera un conflicto de intereses entre el Kremlin y la camarilla de Kadyrov nadie estaría interesado en las relaciones de Alkanov con Razam Kadyrov, y el antiguo policía no vería la necesidad de exagerar las alabanzas tanto a él como a su padre.

El callejón sin salida del terrorismo

La mayoría de la población chechena está en contra del terrorismo de estado perpetrado por las fuerzas federales rusas contra la población civil, y también contra los actos de terrorismo individual que comprenden van en contra de la población que no tiene ninguna relación con la guerra en Chechenia, como por ejemplo los pasajeros de los aviones derribados el martes. La cuestión es que el terrorismo de estado y el terrorismo individual se alimentan entre sí. Mientras las fuerzas federales cometan actos de brutalidad en respuesta a los últimos atentados terroristas en Rusia, eso provocará una nueva respuesta por parte de los terroristas que atacarán nuevamente objetivos rusos. El secuestro en la escuela de Osetia del Norte es sólo otra confirmación contundente de este hecho desafortunado.

La mayoría de los chechenos no participa en ninguna actividad militar. La prioridad es la paz, el empleo y las viviendas decentes. Si los rusos quisieran realmente la paz y organizar seriamente un programa de reconstrucción, entonces la guerra no continuaría. Pero ese no es el caso. Cuanto menor es el apoyo a los líderes rusos y locales, más conformidad pasiva existe. Muchos chechenos están resignados a no tener paz ni prosperidad mientras continúe el conflicto, intentando salir de la pobreza trabajando más duro. Pero esta resignación pasiva se puede convertir en resistencia activa cuando los chechenos pierden miembros de su familia y llegan a la conclusión de que no habrá paz mientras los rusos interfieran en Chechenia.

Muchos periódicos dicen que el último ejemplo de este ciclo de violencia es Amanta Nagaeva. Aunque anteriormente el FSB no tenía noticias de ella como sospechosa de terrorismo, según su pasaporte es la mujer que hizo estallar el Tu134 que se dirigía a Volgogrado. Aparentemente se convirtió en terrorista después de que su hermana fuera asesinada en un ataque de las fuerzas federales después de que los guerrilleros asesinaran en su aldea a cuatro militares. Si esto es así, entonces estamos ante el caso de una terrorista suicida. Sus actos sirven de propaganda para los medios de comunicación rusos, que como hace George W. Bush, un buen amigo de Putin, etiqueta de terrorista a cada guerrillero independentista para confundir y justificar la agresión imperialista. Los marxistas apoyamos la lucha justa contra el imperialismo y la liberación nacional del pueblo chechenio, pero al mismo tiempo nos oponemos implacablemente al terrorismo.

Estos ataques terroristas realmente no son vistos como parte de la lucha de liberación chechena y no se pueden explicar como una venganza por los asesinatos que se producen en el Cáucaso. Son ajenos a la rama moderada sunnita del Islam que se practica en Chechenia y son producto de la locura del fundamentalismo islámico, promovido por EEUU para generar la guerra contra la URSS en Afganistán durante los años ochenta. Desgraciadamente, debido al vacío existente en la sociedad de la antigua Unión Soviética, los fundamentalistas islámicos han conseguido secuestrar la guerra chechena.

En realidad, es posible que los últimos atentados terroristas realmente sean un ejemplo más de cómo el fundamentalismo se ha sobrepuesto sobre la guerra chechena gracias a los fundamentalistas y a la propaganda estatal. Está claro que debe existir algún tipo de fanatismo religioso, pero no se ha conseguido demostrar que las sospechosas, Amanta Nagaeva y Satsita Gebirjanova, estuvieran relacionadas con los fundamentalistas. Por lo tanto hay mucha especulación ante la posibilidad de que no fueran terroristas y que no existiera un vínculo orgánico entre la resistencia del pueblo chechenio y un giro hacia el terrorismo fundamentalista. En lugar de mostrar la relación entre los fundamentalistas y los chechenos, podrían haber sido utilizadas como peones de los terroristas, asesinadas para obtener sus documentos y así no traicionar las nuevas identidades falsas de los terroristas. Esa es una interpretación. Es difícil identificar visualmente los cuerpos en el centro de una explosión pero es posible hacer pruebas de ADN, algo que todavía no se ha hecho.

El periódico Izvestiya envió un corresponsal a Grozni para averiguar algo de la vida de las sospechosas de terrorismo y encontrar pruebas, aunque no concluyentes, de esta teoría. Descubrió que las sospechosas fueron vistas por última vez en un autobús, en Dagestán el 22 de agosto, con Rosa, la hermana de Amanta, y otra amiga, Miriam Taburoca. Este grupo de mujeres tenían un puesto en el mercado central de Grozni y dijeron que iban a Bakú en un viaje que hacían cada dos meses para comprar nuevas mercancías, sobre todo material escolar ante el inicio del nuevo curso académico. Una mirada superficial a las vidas de estas jóvenes y sus familias, indica que estaban totalmente absorbidas por su lucha diaria para vivir, trabajando los siete días de la semana durante doce horas, sin tiempo para ocuparse de la ideología religiosa. Rosa Tuborava, madre de Mariam, dijo lo siguiente: “Mariam no tenía en casa (en el pueblo) ningún tipo de libros wahaabitas ni en Grozni. ¡Ni siquiera leía libros!”

La información que ahora aparece en la prensa es que una de las sospechosas pertenecía a una familia rica y que tenía relaciones con Moscú, que podía haber tenido vínculos con defensores de la línea dura religiosa antes de trasladarse a Grozni. Por otro lado, es difícil sacar algo en claro de las informaciones porque es un tema políticamente muy sensible y está abierto a todo tipo de mentiras y distorsiones. La cuestión es que si las identidades de las mujeres realmente corresponden con las de sus pasaportes, entonces rompe totalmente con el estereotipo de terroristas suicidas y probablemente no estarían unidas a terroristas de dentro de Chechenia sino de fuera (y esto habría sido conocido por el FSB), quizá de Moscú o Bakú.

Es posible que estas jóvenes fueran realmente terroristas, pero se ha tratado de una hazaña grandiosa para personas que nunca habían visto antes un aeropuerto o volado en un avión. Y si esto no fuera así, ¿dónde están las dos personas que no embarcaron? Sergei Ignatenko, el jefe de comunicación social del FSB admitió hoy a Izvestiya que: “existe la posibilidad de que alguien más pudiera haber utilizado la documentación de las jóvenes”. La única forma de resolver este caso es que sus familias identifiquen los cuerpos, algo que ya se ha permitido hacer a los parientes de otros pasajeros. El jueves y el viernes de la semana pasada, por alguna razón que no se sabe, todavía no se había procedido a la identificación.

Quizás las autoridades están preocupadas ante la posibilidad de que se demuestre que se ha producido una cadena de acontecimientos, en la que han muerto asesinados chechenos y rusos, provocada por fanáticos que tienen el objetivo de explotar la guerra para sus propios intereses, y que esto pueda provocar odio hacia los verdaderos terroristas, simpatía hacia los chechenos y malestar con el caos que está provocando la política imperialista rusa. ¿Y quién puede confiar en que las autoridades revelarán la verdad cuando ordenaron el miércoles a la televisión pública negar la posibilidad de un atentado terrorista porque eso contradecía todas sus mentiras lanzadas sobre Chechenia?

¡Por un nuevo Octubre!

Los que gobiernan el mundo temen más a la unidad de la clase obrera que al terrorismo internacional. Los actos de terrorismo individual contra civiles en Rusia juegan un papel reaccionario porque rompen la unidad revolucionaria de los trabajadores en Rusia y Chechenia. Dado el tamaño y el poder de Rusia, Chechenia no sería capaz de conquistar y mantener su independencia sin esta unidad revolucionaria. Y esto es imposible mientras Rusia permanezca siendo un estado capitalista, gobernado por una camarilla parasitaria de apparatichiks y oligarcas sedientos de la riqueza mineral de su suelo.

Los marxistas condenamos al imperialismo ruso en Chechenia y defendemos el derecho del pueblo chechenio a gobernarse si así lo desea. Apoyamos la exigencia de retirada de las tropas rusas del territorio chechenio. Sin embargo, también debemos explicar al pueblo chechenio que sobre bases capitalistas, dadas las condiciones actuales de rivalidad imperialista en el Cáucaso, es imposible una verdadera independencia nacional para Chechenia o cualquier otra república. En la práctica, la libertad de Rusia significaría caer en la esfera de influencia estadounidense, repitiendo el mismo ejemplo de Georgia.

El colapso de la Unión Soviética ha sido una pesadilla para todos los pueblos que tienen que vivir hundidos en la pobreza y en los antagonismos nacionales. ¡Es el momento de detener la locura del capitalismo y la guerra! ¡Es necesario unir el deseo de liberación nacional de Chechenia con una nueva revolución socialista en Rusia y en toda la antigua Unión Soviética!

Bajo el capitalismo, el desarrollo de la industria y las comunicaciones profundiza las rivalidades imperialistas entre las naciones que necesitaban cada vez más materias primas y mercados para beneficio de sus multinacionales. Pero un alto nivel de desarrollo también supone grandes posibilidades de elevar la calidad de vida, y éstas sólo se podrán materializar con un plan socialista dentro de una federación de estados socialistas. Sin la carga que suponía el atrasado campesinado ruso de 1917, en esta ocasión la creación de una federación voluntaria de repúblicas socialistas se extendería por Europa, Asia y el mundo entero.