El MERCOSUR hace agua

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En los últimos años el "progresismo" pequeñoburgués latinoamericano ha venido considerando al MERCOSUR como su principal estandarte para avanzar en la unión económica y política del subcontinente, frente a los intentos del imperialismo norteamericano por imponer su propia área de "libre" comercio representada por el ALCA. Y, como dicen los periodistas, ¿por qué dejar que los hechos estropeen una buena historia?

La imposibilidad de la unión latinoamericana sobre bases capitalistas

En los últimos años el "progresismo" pequeñoburgués latinoamericano ha venido considerando al MERCOSUR como su principal estandarte para avanzar en la unión económica y política del subcontinente, frente a los intentos del imperialismo norteamericano por imponer su propia área de "libre" comercio representada por el ALCA. Y, como dicen los periodistas, ¿por qué dejar que los hechos estropeen una buena historia?

El MERCOSUR en crisis

Pero los hechos son tozudos. Y la realidad es que el MERCOSUR está en crisis desde hace 5 años, coincidiendo con la entrada en recesión casi simultánea de las economías de los países que lo componen (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y con el intento de exportarse la crisis unos a otros devaluando sus monedas, primero Brasil en 1998 y luego Argentina en el 2002, a lo que le siguió una nueva devaluación brasileña en el 2003.

El MERCOSUR es un bloque económico constituido en torno a una unión aduanera, lo que supone un arancel externo común frente a las mercancías que ingresan desde el exterior. Fue un intento de las burguesías locales de equilibrarse entre los imperialismos norteamericano y europeo como lo prueba el hecho de que el 26% del comercio del MERCOSUR se efectúa con la Unión Europea y el 24% con los Estados Unidos. El MERCOSUR funcionaba más o menos en los años 90, cuando la economía mundial en pleno auge ofrecía mercados suficientes para todas las mercancías. Pero cuando la crisis económica se hizo presente en la región cada burguesía nacional quiso salvarse a costa de las demás, introduciendo restricciones al comercio, cupos de importación y devaluaciones monetarias para vender más barato que sus competidoras y arrebatarse unas a otras sus mercados.

En toda esta pelea fueron los capitalistas más fuertes, los brasileños, quienes salieron mejor parados. Brasil controla el 60% del mercado argentino de heladeras, el 51% del mercado de lavarropas y el 30% de cocinas. Mientras que las automotrices que producen en Brasil controlan el 64% del mercado argentino, apenas el 2% de los automóviles vendidos en Brasil son producidos en Argentina. Los empresarios argentinos de la industria textil, del calzado, de los juguetes y las madereras han puesto el grito en el cielo quejándose de la avalancha de mercancías brasileñas en territorio argentino. A lo largo de este año, el gobierno argentino tuvo que violar el tratado de MERCOSUR al imponer, a pedido de los empresarios nacionales, cupos restrictivos y aranceles para la importación de calzado, textiles y electrodomésticos procedentes de Brasil.

A qué intereses sirve el MERCOSUR

Quienes determinan el carácter del MERCOSUR, como la política general de los gobiernos, no son los pequeños empresarios nacionales como imaginan los nacionalistas pequeñoburgueses en su mundo de sueños, sino los grandes grupos económicos monopolistas de cada país, como demuestra el hecho de que el 40% de las exportaciones argentinas estén concentradas en apenas 20 empresas. Así, la principal organización patronal argentina, la UIA, ha reclamado revisar el MERCOSUR planteando su conversión en un Tratado de Libre Comercio entre los 4 países miembros, terminando con la unión aduanera que los obliga a establecer aranceles comunes a las mercancías exteriores, lo que permitiría a la Argentina suscribir otros acuerdos similares con otros países "sean o no latinoamericanos" [el énfasis es nuestro] (Clarín, 14 noviembre 2003). El principal grupo industrial del país, Techint, ha ido más lejos declarando que prefiere un tratado de libre comercio con EEUU (es decir, el ALCA) que mantener a la Argentina en el MERCOSUR (Clarín, 7 de noviembre 2003).

Son los intereses de clase de las multinacionales y de las burguesías locales los que determinan los acuerdos y desacuerdos entre los capitalistas nacionales de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y los del resto de América Latina, y no su supuesto interés en la unidad latinoamericana o en la constitución de la llamada Patria Grande. A pesar de toda la charlatanería sobre el tema, el MERCOSUR ha terminado en un fracaso, es un mero tratado comercial que a nadie contenta y que está muy lejos de servir de polo de integración de las economías latinoamericanas.

La realidad es que el 57% de la población activa latinoamericana está desocupada, subocupada o trabajando "en negro", y el nivel de pobreza alcanza al 50% de la población. Las débiles y reaccionarias burguesías latinoamericanas sólo pueden sobrevivir frente a la competencia exterior ofreciendo a los trabajadores salarios bajos y empleo precario.

Sólo el Socialismo puede unir América Latina

Durante 200 años las diferentes burguesías latinoamericanas oprimieron y reprimieron a los obreros y campesinos de sus respectivos países y entregaron las riquezas naturales y los principales recursos productivos a la depredación rapaz del imperialismo, con quien comparten lazos económicos, políticos y militares de todo tipo y, particularmente, un terror mortal a la lucha revolucionaria de la clase obrera y los campesinos pobres latinoamericanos. No existen, entonces, intereses y objetivos comunes entre los trabajadores, o el resto de las capas oprimidas de la sociedad, y la corrupta y reaccionaria burguesía nacional.

El viejo sueño de Bolívar de una América Latina unida sólo puede ser realizado por la acción revolucionaria independiente de la clase obrera en alianza con los campesinos pobres y el resto de las capas oprimidas de la sociedad, mediante la toma del poder por los trabajadores, expropiando a las multinacionales y a la oligarquía en cada país e integrando los recursos humanos, económicos y naturales del conjunto de América Latina en una Federación Socialista. Así es como realmente estaremos construyendo el futuro de una América Latina unida.