El debate en torno a la viabilidad de la consigna de la Asamblea Constituyente viene ocupando un lugar importante en la propaganda de la izquierda latinoamericana, al calor del auge de luchas revolucionarias de los últimos años. El debate en torno a la viabilidad de la consigna de la Asamblea Constituyente viene ocupando un lugar importante en la propaganda de la izquierda latinoamericana, al calor del auge de luchas revolucionarias de los últimos años.
¿Qué es una Asamblea Constituyente?
Históricamente, la Asamblea Constituyente fue una herramienta de la revolución democrático-burguesa para la transición de un régimen feudal o semifeudal a otro capitalista moderno de democracia burguesa. La Asamblea Constituyente era una cámara de diputados formada por los representantes del "pueblo", elegidos por sufragio universal, que tenía por cometido elaborar una Constitución (de ahí el nombre de Constituyente) que, además de consagrar el respeto a la propiedad privada, recogiera los derechos democráticos básicos de la población: igualdad de todas las personas ante la ley, elecciones libres, libertad de expresión, de asociación, de prensa, etc. En su expresión más radical, la Asamblea Constituyente tenía también el objetivo de barrer la herencia estructural y superestructural del viejo régimen: sustituyendo la Monarquía por la República, estableciendo la reforma agraria mediante la expropiación de los terratenientes feudales y entregando la tierra a los campesinos, decretando la separación de la Iglesia del Estado, o declarando la independencia política de una nación respecto de su amo colonial.
Por lo tanto, queda claro que es una consigna de la revolución democrático-burguesa (para acelerar la transición del feudalismo al capitalismo y la constitución de naciones modernas), pero no es una consigna de la revolución socialista, que siempre se basó como mecanismo para la transición del capitalismo al socialismo en la consigna del poder obrero (a través de comités, consejos, asambleas o soviets).
La consigna de la Asamblea Constituyente hoy
En la actual fase de desarrollo imperialista del capitalismo mundial, sólo tiene sentido blandir la consigna de la Asamblea Constituyente en aquellos países donde existe una dictadura policíaco-militar o en regímenes semifeudales atrasados, donde por lo tanto no existen derechos democráticos. Tal fue siempre la posición del marxismo sobre la Asamblea Constituyente en la época del imperialismo: en Rusia en 1917, en China en los años 30, en España en 1931, en la revolución colonial de Asia y África en los 50 y 60, en las dictaduras policíaco-militares del sur de Europa en los años 70 y de América Latina en los años 70-80. Y Argentina, actualmente no pertenece a ninguna de esa categoría de países. Formalmente, "disfrutamos" de un régimen de democracia burguesa desde hace más de 20 años. Argentina es un país capitalista de desarrollo mediano, independientemente de la decadencia a la que la burguesía nativa condujo al país en los útimos años.
Incluso en los casos en que era correcto levantar la consigna de Asamblea Constituyente, los marxistas nunca establecimos dos etapas separadas en la revolución: primero la democracia y luego el socialismo. Sino que vinculamos una con el otro, explicando que mientras la tierra, los bancos y las fábricas estén en manos de los capitalistas; mientras el aparato del Estado permanezca en manos de sus agentes a sueldo, la "democracia" no dejará de ser una ficción. Los burgueses pueden permitirse el lujo de dejar que cualquier persona diga, vote o haga lo que quiera, mientras las decisiones fundamentales las tomen ellos a través de sus representantes en el Gobierno, el parlamento, la judicatura o el ejército. Esta es la esencia de la democracia burguesa en cualquier país capitalista moderno, incluido el nuestro.
En este tipo de situaciones, el marxismo siempre combinó las consignas a favor de los derechos democráticos ausentes (libertad de expresión, de asociación, de huelga, reforma agraria, etc.) que sirven y ayudan para movilizar y a reunir entorno suyo a las masas y arrebatarlas de la influencia de los burgueses liberales, junto a consignas abiertamente socialistas y revolucionarias (control obrero, comités de lucha, expropiación del gran capital y de los terratenientes, comités de autodefensa obrera, etc.). Es decir, el marxismo siempre explicó que la única manera de convocar una Asamblea Constituyente que consagrara la verdadera libertad y democracia a favor de los trabajadores y demás capas oprimidas de la sociedad pasaba previamente por la toma del poder por la clase obrera a través de sus propios organismos de poder (comités de lucha que en el transcurso del proceso revolucionario se transformaran en dichos organismos de poder obrero), como ocurrió efectivamente en Rusia en 1917 bajo la dirección de los bolcheviques. Sólo cuando los trabajadores tengamos el poder real en la sociedad podremos establecer las leyes que consagren las libertades democráticas reales de los trabajadores en una Constitución. Así fue cómo los bolcheviques agitaron a favor de la consigna de la Asamblea Constituyente en la Rusia de 1917, y este fue el sentido que Trotsky le dio a la consigna de Asamblea Constituyente Revolucionaria en España en 1930-31.
¿ Asamblea Constituyente "libre" y "soberana"?
Algunos grupos agitan por una Asamblea Constituyente "libre y soberana". Preguntamos: ¿"Libre" y "Soberana" respecto de quién o de qué clase? Debemos responder de manera concreta a esta pregunta para no situarnos en el campo del democratismo pequeñoburgués para quien la "libertad", la "soberanía" o la "democracia" tienen una existencia real per se, independientemente de la existencia del dominio de clase. Si partimos del punto de vista de los trabajadores y los oprimidos, dicha Asamblea Constituyente debería ser "libre" y "soberana" respecto de los explotadores, los terratenientes y capitalistas. Pero ¿cómo sería posible convocar tal organismo bajo el dominio de estos últimos? La única manera efectiva de hacerlo sería como lo hicieron los bolcheviques en 1917, derrocando previamente a la burguesía, mediante la toma del poder por los trabajadores. Sin embargo, la agitación por la necesidad de organismos de poder obrero durante el proceso revolucionario está ausente en la propaganda de estos grupos cuando hablan sobre la Asamblea Constituyente, situándose sin quererlo en el campo del democratismo pequeñoburgués, pero no en el del marxismo revolucionario.
Por otro lado, si hay fuerza para imponer tal Asamblea Constituyente contra la voluntad de los capitalistas y terratenientes se deduce de ello que también existe la fuerza para derrocar el capitalismo y que la clase obrera tome el poder por medio de sus propios organismos de poder ¿Qué necesidad hay entonces de agitar por la Asamblea Constituyente que sólo llevaría la confusión a las masas? Ninguna. A este tipo de confusión y vaguedades se llega debido a la utilización equivocada de esta consigna.
Una consigna incorrecta
La consigna de la Asamblea Constituyente es algo que ha llevado a la mayor de las confusiones a muchas organizaciones de izquierda que se reclaman marxistas, en Argentina y América Latina. Lo más grave es que esta consigna se viene agitando irresponsablemente en los procesos revolucionarios habidos en Argentina, Bolivia, Perú y otros países latinoamericanos en los últimos años.
Esta consigna, como fue argumentada antes, tenía sentido en Argentina durante la época del proceso militar, pero no ahora. Una vez que se restablece un régimen formal de democracia burguesa, independientemente del mayor o menor grado de desarrollo económico capitalista del país, esta consigna pierde inmediatamente cualquier relevancia para los marxistas, como para los trabajadores. Mientras que Trotsky agitó por una Asamblea Constituyente Revolucionaria en la España de 1931 tras la caída de la monarquía (en ese momento un país mucho más atrasado que el nuestro), una vez que la burguesía liberal aprobó una Constitución democrático-burguesa a fines de ese año y se establecieron formalmente los derechos democráticos en el país, nunca más durante la Revolución española de 1931-1937 volvieron Trotsky o los trotskistas españoles agitar por la Asamblea Constituyente, sino exclusivamente por la necesidad del poder obrero. Este es un hecho que no admite discusión.
Intentar justificar esta consigna porque las masas todavía tienen "ilusiones democráticas" en la democracia burguesa es ridículo. Si este es el criterio, entonces los compañeros deberían ser consecuentes y defender la consigna de una Asamblea Constituyente también en los países capitalistas más desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Francia, etc., donde estas ilusiones son más fuertes que en ningún otro sitio. Pero convendremos en que a nadie se le ocurriría plantear a los trabajadores de estos países tareas y consignas superadas hace ya tanto tiempo por la historia. Más ridículo aún es agitar por la Asamblea Constituyente en cada provincia o ciudad argentina cuando se produce una crisis de gobierno, en lugar de apelar a la autoorganización de las masas, formando de comités de lucha que las haga conscientes de su poder y fuerza.
Jugar con esta consigna puede favorecer a la burguesía en la etapa actual, que no tendría ningún problema en convocar un organismo de este tipo para engañar a las masas con reformas "constitucionales" por arriba, que no cambian nada fundamental. De hecho, el próximo mes de agosto está prevista la elección de una Asamblea Constituyente en Bolivia, que únicamente servirá para darle un poco más de oxígeno al gobierno de Mesa y a la oligarquía, y así ganar tiempo para agotar a las masas con este tipo de trucos parlamentarios.