Cuando vemos al Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad (FIT-U) se nota una gran falta de acuerdo de principios entre quienes integran el Frente de izquierda en la cuestión de la guerra en Ucrania. Esto no debe sorprendernos ya que el FIT-U no está basado en el debate democrático y acuerdo programático, si no que se estructura como un frente electoral. La disputa por los cargos para las elecciones es, también, un reflejo de esto.
Como vamos a ver en el desarrollo siguiente, las distintas organizaciones que componen el FIT-U cometen, principalmente, el error de quedar alineados con el imperialismo occidental en su clamor por denunciar a Putin lo más alto posible. Se posicionan principalmente contra su invasión y no exponen claramente el carácter interimperialista de esta guerra, ni la necesidad de que la clase trabajadora de ambos países, e internacionalmente, apunten en primer lugar a su “propia” burguesía.
Nuestra posición hacia la guerra es muy simple: Es necesario levantar una posición de clase internacionalista desde el punto de vista de los intereses de la clase obrera mundial.
El PTS
El Partido de los Trabajadores Socialistas, principal fuerza del FIT-U publicó una declaración sobre la guerra de su organización internacional, la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), que explica su posición (https://www.laizquierdadiario.com/No-a-la-guerra-Fuera-las-tropas-rusas-de-Ucrania-Fuera-la-OTAN-de-Europa-del-este-No-al-rearme-imperialista-Por-la-unidad-internacional-de-la-clase-trabajadora-Por-una-politica-independiente-en-Ucrania-para-enfrentar-la-ocupacion-rusa-y-la-dominacion). En esta declaración denuncian enérgicamente el carácter reaccionario del régimen de Putin en Rusia y el carácter reaccionario de la invasión de Ucrania, lo cual es correcto, aunque no señalan el asedio a Rusia en manos de la OTAN. El documento es relativamente más débil a la hora de denunciar el imperialismo de Occidente. Los autores se pierden en la idea de que Occidente utilizó la guerra como excusa “para justificar un renovado auge del militarismo”. El armamento militarista se presenta en el documento de forma abstracta, como algo que las potencias imperialistas persiguen porque sí. Pero la acumulación de armas no se persigue por sí misma, sino sólo como medio para que una banda de imperialistas imponga su voluntad sobre las naciones débiles y para doblegar la competencia de otros imperialistas.
La guerra actual es precisamente un caso de maniobra imperialista. Para el imperialismo estadounidense esta guerra es un medio para debilitar a su rival Rusia, que ya ha visto reducida su esfera de influencia con el avance de la OTAN hacia el Este. La responsabilidad de la provocación de esta guerra debe atribuirse directamente al imperialismo estadounidense, lo que no se ha hecho en esta declaración.
El documento explica que “En la propia Ucrania planteamos que la resistencia a la ocupación rusa tome un camino independiente al de la subordinación a la OTAN que predica Zelenski”. Pero esta no es una posición de independencia del gobierno burgués de Ucrania, lo que queda claro con hacernos una simple pregunta ¿Dónde está el camino de resistencia a la invasión rusa independiente del gobierno de Zelenski? En realidad, esta posición implica alinear a los trabajadores ucranianos directamente con su gobierno y su burguesía nacional junto con el imperialismo de la OTAN. Ocurre el hecho de que los principales enemigos de los trabajadores ucranianos son los mismos oligarcas quienes explotan a la población ucraniana, como los oligarcas rusos explotan al pueblo ruso. Una victoria de ucrania contra Rusia no sería un punto de partida para una lucha contra todo imperialismo y luego el capitalismo en Ucrania, más bien consolidaría el dominio tanto del régimen reaccionario de Zelenski como del imperialismo occidental sobre el país.
La expulsión de Rusia del país bajo el régimen actual tampoco resolvería la acuciante cuestión nacional de Ucrania.
La defensa de Ucrania frente a Rusia no puede unir a toda la clase obrera ucraniana, ya que, para las zonas ruso parlantes del este del país, es el gobierno de Kiev quien es visto con hostilidad tras una guerra civil que se saldó con la muerte de unas 14.000 personas, en su mayoría civiles en la región de Donetsk entre 2014 y 2022. Este brutal conflicto en el que el ejército ucraniano fue responsable de más del 80% de los cohetes lanzados dio a Putin una excusa para justificar la invasión ante la población rusa como una operación para acabar con este “genocidio” en Donetsk. Fue en este mismo conflicto cuando los elementos neonazis se integraron por primera vez en el ejército ucraniano, debido a que los soldados regulares no estaban dispuestos a disparar contra sus compatriotas.
La invasión rusa de ucrania tuvo el resultado de atizar otra vez más, el nacionalismo ucraniano reaccionario, así como el nacionalismo chovinista gran ruso en Rusia, aunque este puede terminar siendo transitorio. Ni una victoria ucrania, ni rusa, va servir como antídoto a este nacionalismo venenoso.
El PTS señala que el enfrentamiento de la invasión “debe incluir el derecho de autodeterminación de las poblaciones de Donetsk y Lugansk”. Sin embargo, el derecho de autodeterminación de las poblaciones de Donetsk y Lugansk no será concedido por el régimen nacionalista de Zelenski que se reforzaría ante una hipotética “victoria” sobre Rusia. Esta exigencia no puede ganarse en una guerra contra Rusia, sino en una guerra civil revolucionaria contra los oligarcas de Ucrania, que explotan por igual a los pueblos de habla rusa y ucraniana.
La cuestión nacional en Ucrania sólo podrá resolverse a través de la revolución social.
Izquierda Socialista
Mientras que el PTS no logra definir, de manera contundente, una posición de plena independencia de clase con respecto a las dos partes beligerantes, la Izquierda Socialista abandona por completo la idea de la independencia de clase y se alinea directamente con el esfuerzo bélico contra Rusia.
En la práctica, su análisis no va más allá de una “guerra justa la de Ucrania contra el invasor Putin”.
Las actividades de la Izquierda Socialista para apoyar al esfuerzo de la guerra justa contra Putin fueron hasta pedir aportes económicos de trabajadores y jóvenes simpatizantes en Argentina para entregar a la resistencia ucrania.
En un debate entre los distintas integrantes del FIT-U sobre sus posiciones respecto a la guerra (https://periodismodeizquierda.com/guerra-en-ucrania-segui-en-vivo-el-debate-del-fit-unidad/), Miguel Sorans de la Izquierda Socialista proclamó que “Estamos incondicionalmente del lado del pueblo ucraniano y su resistencia para derrotar al invasor, sin dar ningún respaldo político al Gobierno capitalista de Zelenski y diciendo claramente No a la OTAN.” Pero, cómo sería posible “decir no” al gobierno capitalista de Zelenski y al imperialismo de la OTAN mientras se apoya el esfuerzo bélico es un misterio. En realidad, no existe una resistencia paralela a la invasión rusa aparte de la resistencia nacional. En esta resistencia se encuentra tanto a Zelenski como a la OTAN y bandas de neonazis ucranianos. ¿La Izquierda Socialista también se sumará a esta trinchera?
En este mismo debate, Sorans llegó a decir que “no hay una guerra entre dos imperialismos, no es una guerra de Rusia versus la OTAN”. esto se debe supuestamente a que “no hay tropas de la OTAN en Ucrania, y el armamento que están enviando luego de tres meses de guerra es totalmente limitado”.
Los imperialistas occidentales tienen intereses en la guerra en Ucrania ya que buscan debilitar a su enemigo geopolítico: Rusia, y esto es lo que sostiene este conflicto. Esto no se minimiza por el hecho de que estén dejando que los soldados y la clase trabajadora ucraniana sufran todas las pérdidas de vidas por sus objetivos, ni por el hecho de que su apoyo sea incoherente y no estén dispuestos a dar a Ucrania el respaldo necesario para retomar todo el territorio arrebatado por Rusia.
A pesar de su grandiosa retórica, sus objetivos no son la democracia ni la libertad de las naciones oprimidas, sino los cínicos cálculos de sus propios intereses. De hecho, la capacidad para enviar armas a Ucrania está limitada por el estado de ánimo de los trabajadores de los países de la OTAN, que al final tendrán que soportar la carga de este enorme gasto militar.
La afirmación de que no se trata de un conflicto entre Rusia y la OTAN, sino del simple caso de un país oprimido invadido por una potencia imperialista, es una visión extremamente confusa de la situación. Todos los analistas militares serios admiten que sin la ayuda militar de los EEUU., las fuerzas ucranianas no hubieran podido resistir la ofensiva rusa en los meses iniciales. Kiev habría sido capturada y las tropas rusas se encontrarían en la frontera de los países de la OTAN: Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rumanía.
No sólo la continuación de la guerra, sino los factores que la provocaron, está determinada en gran medida por los Estados Unidos. La guerra provocada por los EEUU. y OTAN en su misión de largo plazo para llevar a la órbita del imperialismo occidental a todos los países del antiguo Pacto de Varsovia y, por último, por generar una ilusión de que la OTAN accedería a que Ucrania sea parte y socia, y por este medio la OTAN participaría en la guerra contra Rusia, no solo con inteligencia y material bélico sino con soldados en el terreno, que en cualquier caso era y sigue siendo una imposibilidad.
Es verdad que, si este fuese un caso de un país colonial u oprimido en contra de un país opresor, los marxistas tendríamos la responsabilidad de apoyar a los trabajadores de la nación oprimida en su lucha contra el imperialismo, pese a las direcciones contrarrevolucionarias. Pero en lugar de ser una guerra justa de liberación nacional, en este caso se trataría de cambiar un imperialismo por otro: cambiar la dominación del imperialismo ruso para que Ucrania se encuentre totalmente bajo el férreo control del imperialismo estadounidense, que sigue siendo el más fuerte y agresivo del planeta.
Al no delimitarse estrictamente de los objetivos del esfuerzo bélico dirigido por el gobierno oligárquico de Zelenski, Izquierda Socialista puede encontrarse en el mismo lado de las barricadas con los grupos neonazis ucranianos, que con el apoyo el imperialismo norteamericano, masacraron sindicalistas y militantes de izquierda en la Casa Sindical de Odessa en 2014.
El MST
El MST toma una posición similar a la de Izquierda Socialista (hasta 2006 estas dos agrupaciones formaron parte del mismo partido). Aunque reconocen que OTAN es el responsable fundamentalmente de la situación, ante “los hechos concretos” de la invasión se posicionó “con la resistencia ucraniana y es su derecho defenderse utilizando todos los medios a su alcance” (https://mst.org.ar/2023/03/09/panorama-internacional-a-un-ano-de-la-invasion-rusa-a-ucrania/).
Ellos, al igual que Izquierda Socialista, mantienen una oposición puramente verbal al imperialismo de la OTAN, que utilizan para desviar las críticas a su posición real de alineamiento en la guerra con Kiev y Washington.
Argumentan que “La integridad territorial de Rusia no estaba amenazada por la OTAN ni por Ucrania cuando Putin decidió invadirla”. Éste es un caso extremo de concesión ideológica y política ya que la OTAN había avanzado más de 100 kilómetros hacia el Este. ¿Cuál sería la reacción de Estados Unidos si México se aliara con China y recibiera armas y entrenamiento militar del país asiático? Esto no justifica en lo más mínimo los objetivos imperialistas de Rusia sobre Ucrania, ni su invasión, pero sí muestra que la respuesta de Rusia a las provocaciones conscientes de la OTAN era totalmente previsible.
A quienes critican su postura los dirigentes responden que: “en realidad están por el triunfo de Putin”. Sin explicar la cuestión de fondo: La guerra en Ucrania es consecuencia del conflicto entre bandidos imperialistas.
Cabe señalar que tanto la Izquierda Socialista como el MST proceden de la tradición conservadora del morenismo, que durante la Guerra de las Malvinas de 1982 se alineó con la sangrienta dictadura militar que gobernaba Argentina en aquel momento (https://argentinamilitante.org/nahuel-moreno-revisionismo-y-adaptacion-en-la-guerra-de-las-malvinas/). Es impensado que los dirigentes de esta herencia política puedan sentar las bases teóricas, programáticas, estratégicas y tácticas para la construcción de una internacional comunista que derrote al capitalismo.
Lecciones del pasado
Estos partidos claramente no han aprendido nada de la clara posición que Lenin adoptó ante el inmenso conflicto interimperialista de la primera guerra mundial. Los grandes poderes imperialistas son muy capaces de adoptar el lenguaje de defensa de las pequeñas naciones para justificar sus propias ambiciones. En la situación de agudización de las tensiones entre las potencias imperialistas antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, debería quedar claro que la autonomía nacional de Serbia no era la consideración más importante para los marxistas. Es notable que la Socialdemocracia Serbia fuera la excepción entre los partidos de la II Internacional al adoptar una posición de principios junto con los bolcheviques en contra de apoyar a su propia burguesía en la guerra que se avecinaba. En aquel momento escribió el socialista serbio Dušan Popović en una carta a Christian Rakovsky:
“Para nosotros estaba claro que, en lo que respecta al conflicto entre Serbia y Austria-Hungría, nuestro país se encontraba obviamente en una posición defensiva. Austria había llevado a cabo una política de conquista contra Serbia mucho antes de que ésta se convirtiera en un Estado independiente… en el fondo Serbia está defendiendo su vida y su independencia, que Austria amenazaba constantemente incluso antes del asesinato en Sarajevo. Y si la socialdemocracia tenía derecho legítimo a votar a favor de la guerra en cualquier lugar, ciertamente ése era el caso sobre todo en Serbia.
“Sin embargo, para nosotros, el hecho decisivo era que la guerra entre Serbia y Austria era sólo una pequeña parte de una totalidad, meramente el prólogo de la guerra universal, europea, y esta última estábamos profundamente convencidos de ello- no podía dejar de tener un carácter imperialista claramente pronunciado. En consecuencia, nosotros, que formábamos parte de la gran Internacional socialista y proletaria, considerábamos que era nuestro deber oponernos resueltamente a la guerra. No queríamos provocar ninguna discordia en las actitudes de las secciones de la Internacional y, sin embargo, precisa- mente por nuestra posición hemos provo- cado, en contra de nuestras intenciones, tal discordia, pues, ¡ay!, casi todos los demás partidos socialistas han votado a favor de esta guerra.
Para nosotros ha sido un golpe moral terrible, el más duro de nuestra vida de militantes.”
Cabe preguntarse si, en las mismas condiciones, los partidos del FIT-U estarían a la altura de adoptar la posición de independencia de clase, como hizo la Socialdemocracia Serbia en 1914.
El capitalismo, en su fase de decadencia irreversible, significa guerra y crisis económica, pero también revolución. La única forma de poner fin al horror de las guerras imperialistas es a través de la toma del poder por parte de la clase obrera, en un país tras otro para barrer de la faz de la tierra este sistema podrido. Para eso se necesita una dirección revolucionaria, que esté firmemente asentada en los principios del internacionalismo comunista.
¡Por una posición de clase internacionalista!
¡Trabajadores del mundo, uníos!
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Y la posición del Partido Obrero?
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