EEUU: El fracaso del Plan Paulson – Una patada en la cara del Capital

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Hank Paulson quería conseguir 700.000 millones de dólares de los contribuyentes, lo que equivale al 6% de la producción anual de EEUU (PIB), no para gastarlos en nuevos hospitales, en la obra social pública Medicare, en más escuelas y en mejor educación; No, nada de eso. Paulson quería gastar este dinero en comprar las deudas podridas e incobrables de los grandes bancos e instituciones financieras para que pudieran empezar a hacer ganancias de nuevo.

¡Qué patada en la cara de la elite capitalista norteamericana! La Cámara de Representantes de EEUU (Diputados) votó el pasado lunes a favor de rechazar la Ley de Emergencia Económica presentada por el Secretario del Tesoro, Hank Paulson, el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, el Presidente Bush, el Vice-Presidente Cheney, el líder de la mayoría Demócrata de la Cámara, el líder de la minoría Republicana de la Cámara, los dos candidatos en las próximas elecciones presidenciales, Barack Obama y John McCain, y todos los medios de comunicación norteamericanos.

bush_standalone.jpgHank Paulson quería conseguir 700.000 millones de dólares de los contribuyentes, lo que equivale al 6% de la producción anual de EEUU (PIB), no para gastarlos en nuevos hospitales, en la obra social pública Medicare, en más escuelas y en mejor educación; No, nada de eso. Paulson quería gastar este dinero en comprar las deudas podridas e incobrables de los grandes bancos e instituciones financieras para que pudieran empezar a hacer ganancias de nuevo.

Sin embargo, el electorado norteamericano no estaba muy feliz con eso. Los miembros del Congreso recibieron un aluvión de correos electrónicos, cartas y llamadas telefónicas de gente común para exigirles que tumbaran el proyecto de ley. No importaba lo "magnífico y bueno" que significaría este plan de rescate de los grandes bancos, equivalente a la totalidad de los costos de la guerra de Iraq, y que "habría garantías para los contribuyentes". La gente sabía que era sólo un rescate para los ricos a expensas de la mayoría de los trabajadores.

Los peces gordos de Wall Street estaban encabezados por el Secretario del Tesoro, Hank Paulson, ex-jefe de Goldman Sachs, el más poderoso banco de inversiones del mundo. En ese puesto, Paulson consiguió unos ingresos anuales de entre 40 y 50 millones de dólares en sueldos y primas. El quería salvar a su antiguo banco y a todos los demás.

Paulson representa tan sólo al 1% de la población norteamericana, los 450 multimillonarios  y 3 millonarios que acumulan ellos solos el 25% de toda la riqueza de Estados Unidos. El hundimiento del crédito les hacía perder dinero. Lo que Paulson pretendía era obtener el dinero de los contribuyentes para rescatar a su gente.

Se propusieron inundar de miedo y terror a la gente si esta ley no era aprobada. Llegaría el fin del mundo, decían. Bueno, al parecer no hubo suficientes diputados, incluso muchos que reciben dinero del capital financiero, que entendieran el mensaje. La mayoría de los diputados republicanos, impulsados en parte por una ideología extremista contra la llamada "injerencia gubernamental en los mercados", y en parte por la presión de los electores que votarán en las elecciones legislativas dentro de cinco semanas, se rebelaron contra sus dirigentes. Además, muchos diputados Demócratas respaldaron las opiniones de sus electores contra los sicofantes de sus dirigentes. La votación para rescatar a los ricos se perdió.

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El Presidente Bush se reúne con miembros del Congreso, incluidos los candidatos presidenciales John McCain y Barack Obama, en la Casa Blanca para discutir el rescate, 25 de septiembre, 2008 

¿Qué pasa ahora? Bueno, la rica elite hará denodados esfuerzos para revertir esta decisión. Ellos tratarán de hacer que el Congreso vote una y otra vez hasta que consigan su objetivo. Y tal vez se saldrán con la suya.

Hay dos posibilidades para el capitalismo. La primera es que la votación se pierda. Entonces caerán más bancos (tres grandes bancos cayeron el mismo día en que votó el Congreso), y la Bolsa caerá todavía más (al día siguiente de la votación tuvo una caída mayor aún que el 11 de septiembre del 2001). Estados Unidos estaría mirando la depresión a la cara, que sería equivalente a la de la década del 30.

Paulson tiene razón: el fracaso del rescate a sus amigos significará una huelga del capital financiero, una mayor restricción del crédito y, a continuación, las empresas dejarán de producir, las ganancias caerán (ya cayeron más del 10% en un año) y los puestos de trabajo se perderán, conforme el mercado inmobiliario se hunda más.  

La segunda posibilidad es que la aprobación del rescate finalmente pase. Eso implicará un gasto público masivo y mayor impresión de papel moneda para rescatar y ayudar a los peces gordos. Eso significará inflación, junto con el estancamiento de la economía de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa.

Por lo tanto, las alternativas son la depresión en todo el mundo o "estanflación" (depresión con inflación) en todo el mundo. Los estadounidenses están empezando a ver la realidad del capitalismo.