Ecuador. Entrevista con Marcelo Román

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    Ecuador es un país donde en los últimos nueve años han pasado por el cargo nada menos que siete presidentes. Una y otra vez las masas ecuatorianas se levantan contra la política del imperialismo. A continuación entrevistamos a Marcelo Román para preguntarle sobre estos acontecimientos y comentar la situación actual en Ecuador.

    Dirigente histórico del sindicato de trabajadores petroleros

    Ecuador es un país donde en los últimos nueve años han pasado por el cargo nada menos que siete presidentes. Una y otra vez las masas ecuatorianas se levantan contra la política del imperialismo. A continuación entrevistamos a Marcelo Román para preguntarle sobre estos acontecimientos y comentar la situación actual en Ecuador.

    Patrick Larsen: ¿Nos puedes decir algo sobre ti y tus antecedentes políticos?

    Marcelo Román: Mi nombre es Marcelo Román y soy uno de los actuales activistas de “Gente Común”, un nuevo partido político formado por algunos sectores de la izquierda. Comencé mi actividad política en las Juventudes Comunistas de Ecuador. Más tarde participé en las luchas obreras y jugué un papel importante en el gran movimiento huelguístico de los trabajadores petroleros en 1982. Algunos sectores de la burocracia de la gran empresa estatal PetroEcuador querían despedir a varios trabajadores, pero en el calor de esta lucha se formó la gran confederación sindical de trabajadores petroleros. Fui elegido primer presidente de esta federación.

    PL: ¿Cómo fue el ambiente político de los años noventa? ¿Cuáles fueron los acontecimientos que llevaron a la gran insurrección de 2000?

    MR: Para comprender lo ocurrido en 2000 es necesario mirar las contradicciones de la sociedad ecuatoriana que se han acumulado durante mucho tiempo.
    En los años noventa el FMI y el Banco Mundial intensificaron su presión sobre el gobierno ecuatoriano. Intentaron privatizar varios sectores de la economía. Al mismo tiempo, comenzaron a promover la idea de que los trabajadores en actividad eran una minoría privilegiada. Debido al total fracaso del capitalismo en Ecuador, la mayoría de la población no eran trabajadores activos, sino desempleados, subempleados o pequeños comerciantes, vendedores callejeros que vivían en la miseria absoluta.
    El imperialismo apoyaba a la clase dominante e intentaba presentar a los trabajadores en actividad como un grupo de personas que vivían en el lujo y que debían “ayudar” a otros sectores de la sociedad. En realidad, era una campaña que utilizaron como excusa para atacar los niveles de vida de los trabajadores, bajar los salarios, etc. El desempleo siempre, hasta cierto punto, ha sido una fuente de beneficio para los capitalistas.
    A principios de los años noventa, el movimiento obrero y el indígena se unieron para formar un frente común contra estos ataques. Se formó el partido Pachakutik. Al principio era un partido que buscaba unir a todos los sectores explotados contra la clase dominante. Pero poco a poco, comenzó a entrar en un proceso de degeneración, acabando en una perspectiva pequeño burguesa sobre la cuestión nacional, favoreciendo sólo las reivindicaciones de la minoría indígena, sin ninguna perspectiva de clase.
    Lo que realmente desató el movimiento fueron todos estos ataques a las condiciones de vida y la dolarización de la economía llevada a cabo por el entonces presidente Mahuad. Esto supuso que la inflación aumentara enormemente y además fue visto como una concesión al imperialismo. En 1999 Ecuador estaba dominado por una crisis política y moral, donde nadie tenía confianza en las instituciones políticas.
    Finalmente, en enero de 2000, estalló un profundo movimiento revolucionario que duró semanas. Los trabajadores del petróleo jugaron un papel clave en este movimiento insurreccional, junto con el movimiento indígena y el bloque social. Pararon muchas instalaciones petroleras en las provincias y marcharon hacia la capital.
    En Quito, el movimiento alcanzó su nivel más elevado. El movimiento realmente tomó el parlamento el 21 de enero, echando al desacreditado gobierno. Durante algunas horas el poder estuvo en nuestras manos. El movimiento aprobó algunos decretos del parlamento, rechazando los recortes del gasto social y la dolarización de la economía. Pero el movimiento realmente no sabía qué hacer. La responsabilidad ejecutiva, es decir, el poder, se confió a uno de los oficiales del ejército que declaró que era necesaria una “solución constitucional”. En realidad, fue obra de la embajada de EEUU, los agentes locales del imperialismo, que de este modo consiguieron devolver el poder a la clase dominante.
    De esta forma se perdió una oportunidad histórica. Lo que faltaba era en realidad un partido con un plan claro, un partido que constituyera el instrumento necesario para consolidar el poder y llevar a cabo una transformación revolucionaria de la sociedad.

    PL: ¿Cómo apareció Lucio Gutiérrez en esa situación?

    MR: Lucio era uno de los oficiales que se negó a disparar en las manifestaciones y apoyó activamente al movimiento. Esto le dio cierta credibilidad entre las masas. Estuvo en prisión durante un tiempo, pero fue liberado y comenzó a aparecer activamente como candidato para las elecciones presidenciales de 2003. Para aquellas elecciones hizo algunos contactos con la izquierda tanto de Ecuador como internacionalmente. Por ejemplo, visitó a Chávez en Venezuela, a las FARC y el ELN en Colombia, al PT en Brasil, etc.
    Todo esto le dio cierto apoyo entre las masas, muchos lo veían como un “segundo Chávez”, un hombre procedente del ejército y que luchaban por implantar una política antiimperialista. Pero no fue así y quedó claro cuando llegó a la presidencia. En realidad, traicionó totalmente al movimiento y todas las aspiraciones de las masas, alineándose con Bush y siguiendo los dictados del FMI. Lo que confundió a mucha gente, especialmente a la izquierda, es que fueron incapaces de ver que Lucio realmente era un reflejo de una parte de la oligarquía.
    Al final tuvo que abandonar el gobierno cuando un movimiento popular, especialmente basado en las capas medias, pero también en otros sectores, se rebeló contra él en abril de 2005.

    PL: ¿Cuál es el futuro para Ecuador?

    MR: Una de las lecciones que han aprendido muchos en la izquierda durante los últimos años es que es totalmente imposible confiar en la burguesía. La necesidad de un partido quedó en claro en la insurrección de 2000. Por eso yo y otros compañeros hemos creado hace poco Gente Común, un partido político de las capas explotadas, que se presentará a las elecciones presidenciales de octubre.
    Lo que entendimos es que necesitamos nuestro propio candidato, alguien de dentro del movimiento social, alguien que estará sometido a la voluntad del pueblo y capaz de llevar a cabo profundas transformaciones revolucionarias. Para nosotros es imposible cambiar nada en Ecuador sin cambiar las estructuras fundamentales. Lo que necesitamos no es una nueva constitución burguesa, ni un parlamento. ¡Sólo basta mirar las distintas versiones de “democracia” que hemos visto en el pasado! ¿Con qué resultado? ¡No ha cambiado absolutamente nada! Todo lo contrario, el parlamento burgués debe ser eliminado y sustituido por una asamblea popular revolucionaria donde los delegados sean representantes elegidos en cada barrio, centro de trabajo y universidad.
    Por último, me gustaría insistir en que el proceso revolucionario en Venezuela realmente es una fuente de inspiración para todos los activistas de la izquierda en Ecuador. Nos da esperanza en el futuro. Podemos ver que es posible rechazar la política del imperialismo y luchar radicalmente para cambiar la sociedad. Este el mismo camino que debemos seguir.