Docentes bonaerenses

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La izquierda del SUTEBA enfrenta el desafío de continuar con el proceso de unidad de las distintas corrientes, extender su influencia hacia las base de los docentes comunes no militantes, que se han mostrado muy combativos, y vincular su lucha con otros sectores de la comunidad educativa y de los trabajadores estatales.

Los desafíos de la oposición de izquierda en el SUTEBA

Obligados a pagar la crisis capitalista y la quiebra del estado junto a los demás trabajadores, los más de 200 mil docentes de la provincia de Buenos Aires sufren las peores condiciones de vida de la historia. Con salarios literalmente de hambre (con el 70% bajo la línea de pobreza), sin aumento salarial desde hace años, incluso con recortes (en desfavorabilidad, ruralidad, antiguedad, etc.) y con un empeoramiento de las condiciones laborales y sanitarias en las escuelas, los educadores respondieron ejemplarmente a través de numerosas jornadas de protesta y paros, movilizaciones y distintas formas de lucha (tren docente, guardapolvazo, etc) Toda esta combatividad viene impulsada de abajo, desde las asambleas por escuela, enfrentando las amenazas del gobierno y el inmovilismo de la dirigencia sindical Celeste y de la FEB.

El gobierno, que en un principio se mantenía rígido sin siquiera prestarse al diálogo para escuchar los reclamos de los trabajadores, en el último mes debió cambiar su discurso y aceptar negociar con promesas de mejoras edilicias en las escuelas y pequeños aumentos salariales para los sueldos más bajos. Esto se debe a la creciente combatividad mostrada por docentes y al giro que fueron tomando los sindicatos presionados desde las bases y por la creciente influencia de las listas de izquierda en su interior.

La dirigencia sindical que fue negociadora, y hasta socia, con el duhaldismo fue obligada a lo largo del año a un proceso de unificación de las luchas entre los diversos sindicatos: SUTEBA, FEB y SADOP de docentes privados. Aunque hubo dudas ante el auge del kirchnerismo y la posibilidad de los altos dirigentes sindicales de integrarse a su carro triunfal, debieron continuar organizando medidas de fuerza ante la rigidez del gobierno, que redujo el déficit estatal mediante el congelamiento salarial y los recortes presupuestarios. Pero lo que realmente impactó a estos dirigentes que estaban muy cómodos en sus sillones desde hace más de una década fue el avance de la oposición de izquierda en el SUTEBA, expresado en las elecciones donde obtuvieron varias seccionales y se constituyeron en importante fuerza provincial.

Las listas opositoras han logrado diferenciarse reclamando por las verdaderas necesidades de los docentes y de la comunidad educativa ($ 200.- de aumento, devolución de recortes, defensa del estatuto docente y del presupuesto educativo, rechazo de la descentralización, atención de la situación social y sanitaria de alumnos y trabajadores, situación edilicia de escuelas, etc.).

Ahora la izquierda del SUTEBA enfrenta el desafío de continuar con el proceso de unidad de las distintas corrientes, extender su influencia hacia las base de los docentes comunes no militantes, que se han mostrado muy combativos, y vincular su lucha con otros sectores de la comunidad educativa y de los trabajadores estatales. El trabajo debe orientarse a tener una influencia masiva más que a la extrema combatividad de los más avanzados. Una herramienta que puede ser muy útil son los comités de huelga por escuela o por turno vinculando a docentes, centros de estudiantes, comisiones de padres, etc.

En ese camino deben evitarse las disputas internas, los intentos hegemónicos, las tentaciones de escindir el sindicato quedándose sólo con las capas o regionales combativos (lo que los distanciaría de la gran mayoría de los docentes), y también la búsqueda de resultados rápidos o atajos en la disputa con el gobierno. El trabajo lento y tedioso de construir día a día es el realmente sólido y el que garantiza una organización fuerte que con una participación masiva puede ganar influencia sindical, social y política.