La crisis del capitalismo está pasando factura a todos los países europeos. Alemania tampoco es una excepción, lo que está provocando una agitación social sin precedentes. La crisis del capitalismo está pasando factura a todos los países europeos. Alemania tampoco es una excepción, lo que está provocando una agitación social sin precedentes.
Desde hace semanas, decenas de miles de personas (trabajadores, desempleados y jubilados) deciden marchar espontáneamente los días lunes de cada semana en más de un centenar de ciudades alemanas. Esta protesta es la respuesta a los recortes en el subsidio de desempleo y a la reforma laboral que impulsa el gobierno socialdemócrata de Schröder, que consiste en una reducción en el período de percepción del subsidio de desempleo, más condiciones para acceder al mismo, la obligación para el desocupado de aceptar cualquier empleo que se le ofrezca, reducción en las prestaciones del sistema de salud y congelamiento de las jubilaciones.
El desempleo en Alemania afecta a más de 4 millones de personas y la mayoría se encuentran en el Este de Alemania, la antigua RDA estalinista, como consecuencia de la transición al capitalismo y el desmantelamiento de amplias zonas industriales. De ahí que las protestas más numerosas se estén dando en esta zona del país.
Como dato significativo, un informe publicado por la Oficina Federal de Estadística afirma que el 76% de la población del Este está de acuerdo con la frase: "El socialismo es una idea buena sólo que ha sido mal aplicada". Pero lo más sorprendente es que también estén de acuerdo con la misma el 51% de los alemanes del Oeste. Como un reflejo político de esto, en la antigua RDA todas las encuestas sitúan en primer lugar, con cerca del 40% de los votos, al PDS, el heredero del antiguo partido comunista de la RDA.
Pero no solamente están sufriendo ataques las capas más débiles de la población. Los metalúrgicos alemanes, los mejor pagos y organizados de Europa, están viendo cercenadas las conquistas que les costó décadas conseguir, con el chantaje patronal de amenazar con trasladar la producción al Este de Europa y a China. Así, en Siemens se aumentó la jornada laboral semanal de 35 a 40 horas, sin aumento salarial. Se suprimieron los aguinaldos y los nuevos trabajadores contratados quedan fuera del convenio. En Daimler Benz-Chrysler y en Volkswagen también se anunciaron medidas similares .
Todo esto preanuncia tormentas sociales en el país económicamente más poderoso de Europa.