Colombia: el camino hacia la paz pasa por la caída de Uribe

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La guerrilla, aún la mejor guerrilla de América Latina no puede, en esta época, suplir en la lucha revolucionaria la tarea de las masas de trabajadores organizados. Los triunfos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, por citar los puntos donde la lucha de masas a derribado y establecido gobiernos en cuestión de semanas, no han necesitado de movimientos armados sino de movilizaciones amplias de todo el pueblo trabajador, expresados en todos los terrenos, incluido el electoral. La guerrilla, aún la mejor guerrilla de América Latina no puede, en esta época, suplir en la lucha revolucionaria la tarea de las masas de trabajadores organizados. Los triunfos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, por citar los puntos donde la lucha de masas a derribado y establecido gobiernos en cuestión de semanas, no han necesitado de movimientos armados sino de movilizaciones amplias de todo el pueblo trabajador, expresados en todos los terrenos, incluido el electoral.
Una guerra prolongada

La guerra civil colombiana, unos años mas intensa , otros no tanto, lleva ya más de 5 décadas, desde el asesinato el 9 de abril de 1948 del dirigente liberal Jorge Eliécer. La guerra civil pareció menguar en 1957 cuando los liberales alzados en armas llegaron a un pacto con el Partido Conservador (Pacto de Sitges).

Se habla de más de 300 mil muertos durante los cincuentas para que al final se llegara un acuerdo por medio del cual liberales y conservadores se alternaran el gobierno, siempre a favor de la oligarquía cafetalera. Eran los tiempos de la histeria anticomunista norteamericana y esto se profundizó aún más con el triunfo de la revolución cubana, por lo que tanto liberales como conservadores daban todas las facilidades a los dueños de las fincas para armar guardias privadas en contra del movimiento campesino.

A principios de los sesentas la agitación en el campo colombiano se profundiza y es que la acción de las guardias blancas de los terratenientes actuaban con tal impunidad que no había otra manera de actuar para las organizaciones campesinas que armarse y defenderse. Paulatinamente bajo la dirección política del Partido Comunista el movimiento campesino va tomando la forma de una guerrilla de mando centralizado pero con un campo de acción tan amplio que fue fácil construir una infraestructura para resistir. Así se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. El hecho de poseer zonas liberadas y una infraestructura muy grande y a la vez muy ágil, les ha permitido absorber a gran cantidad de campesinos que huyen de la represión que tanto el ejército como los grupos paramiliatres emprenden contra la población civil.

Colombia a lo largo de los años se ha convertido en territorio ideal para el desarrollo de movimiento guerrilleros de todo tipo, a mediados de los ochentas incluso se llego a construir una Coordinadora guerrillera, llamada Simón Bolívar, en la que participaban a parte de las FARC, el Ejercito de Liberación Nacional. El movimiento M-19, el Ejercito Revolucionario del Pueblo, entre otros.

Negociaciones en los noventas

En muchas ocasiones se ha abierto la posibilidad de un acuerdo para poner fin a la lucha armada, de hecho en los ochentas se abrió el espacio para que se lanzara un movimiento identificado políticamente, especialmente con las FARC, se trataba de la Unión patriótica. Los resultados fueron catastróficos, más de 4000 candidatos de distinto nivel fueron asesinados por escuadrones de la muerte, especialmente por paramilitares.

La crisis de Europa del Este llevó a muchos grupos guerrilleros a la crisis y a claudicar. Las negociaciones de paz que llevó acabo por ejemplo el M-19 fueron otra catástrofe, a pesar de que implicaron incluso la realización de una constituyente, la cual por supuesto no resolvió nada. A 15 años de dichos acuerdos, del M-19 no queda absolutamente nada. Algunos de sus sobrevivientes vegetan en organizaciones más o menos conservadoras para lo que no hubiera sido necesario el sacrificio de cientos y cientos de compañeros ejecutados tanto por el ejército como por los paramilitares.

Durante el gobierno del conservador Andrés Pastrana, ya entrados los noventas se intentó una negociación de paz con las FARC, lo que implicó la desmilitarización de extensas zonas de la selva sin que ello hubieses significado un alto al fuego. En aquel entonces se decía que las FARC mantenían en armas a unos 20 000 hombres y que alrededor de 150 000 personas servían en distintas áreas para el sostenimiento del movimiento guerrillero, tanto en la ciudad como en el campo. En aquel entonces Pastrana sucedía a Guillermo Endara que trató de combatir a las FARC fortaleciendo a un ejército irregular de decenas de miles de paramilitares.

Había al inicio del gobierno de Pastrana más de un millón de desplazados internos y la política de manos libres a los paramilitares no provocaba el debilitamiento de las FARC, lo único que generaba era la desaparición del gobierno formal en extensa regiones controladas o por guerrilleros o por paramilitares.

Así que Pastrana optó por negociar con las FARC en lo que recomponía un poco la caótica situación de gobierno formal colombiano. A la larga, dichas negociaciones no podían terminar bien. La única cosa que podía aceptar el gobierno era la rendición de las FARC y ello no podía suceder cuando en los hechos ellos eran quienes sacaban la mejor parte. Del mismo modo no había nada excepto el poder que las FARC no pudieran tomar por si mismas. El impasse termino con el fin del gobierno de Pastrana y la llegada del presidente "paramilitar" Álvaro Uribe.

La guerra de Uribe

Uribe se abocó a una guerra total, aceptó el plan Colombia que de hecho convierte al ejército colombiano en un apéndice de los Estados Unidos. Al mismo tiempo pretende que el ejército reasuma el control de la lucha contra las FARC y por lo tanto sustituya paulatinamente la función de chacales que realizan los paramilitares.

No obstante otro factor se esta convirtiendo un relativo obstáculo para una ofensiva absoluta del gobierno y es la existencia de más de 4000 personas; diputados, empresarios e incluso agentes de la CIA norteamericana, en manos de las FARC, entre los detenidos también se encuentra la ex – candidata presidencial Ingrid Betancourt, que ya tiene más de 5 años en cautiverio.

Por supuesto que el problema de los secuestrados también compromete políticamente a las FARC, pero no parece ser un asunto que pueda forzar al movimiento armado a llegar necesariamente a un acuerdo, sino más bien un arma con la cual puede golpear políticamente a Uribe. Este por su parte puede sufrir un serio desgaste mientras su intransigencia siga constando más vidas de rehenes, las reacciones por la muerte de 11 diputados locales en un enfrentamiento durante una fallida incursión del ejercito son ejemplo de ello.

El papel de Chávez

Resulta complejo tratar de explicar las ventajas o las razones que llevarían a Hugo Chávez a servir como mediador entre las FARC y el gobierno de Uribe para un intento de canje. Si este se logra y son liberados algunos de los rehenes Chávez podría ganarse puntos ante la opinión pública burguesa del continente, tal vez pretendiendo aligerar la presión de los medios de comunicación. Quizá también por esta razón haya emprendido el camino de normalizar relaciones con el gobierno espurio de México.

Es probable que un factor que impide el intercambio de prisioneros es la idea de que Uribe sólo empleara las negociaciones para armar una celada y lograr la detención de sectores claves de la dirección de las FARC, en ese sentido Chávez podría fungir como garante de que eso no sucederá. Un éxito en el canje de prisioneros sería el primer paso para mediar rumbo a una negociación de paz más en serio.

Por supuesto que una cosa es el intercambio o la liberación de prisioneros y otra muy distinta es un acuerdo de paz. Para empezar habría que decir que las FARC saben que Uribe no controla a los paramilitares, los cuales son en suma un conjunto heterogéneo de grupos de delincuentes, narcotraficantes y asesinos que han hecho del terror su forma de vida y tampoco tendrían mucho que ganar en un acuerdo de paz. Además la única paz que Uribe aceptaría sería la rendición de las FARC, lo que a estas alturas seria un sinsentido para ellas. Ya han pasado 5 años del Plan Colombia y no hay muestras de un debilitamiento estratégico de las FARC, los 4000 rehenes en su poder es muestra de ello, así una claudicación como la que tuvo el M-19 es realmente poco probable.

El camino de la paz

En términos militares se ha logrado un cierto equilibrio y al mismo tiempo un callejón sin salida para las FARC, equilibrio porque no son derrotables, callejón sin salida porque la esencia misma de un movimiento armado es la derrota del enemigo y esta, por la guerrilla misma, no es posible en estos momentos.

La guerrilla, aún la mejor guerrilla de América Latina no puede, en esta época, suplir en la lucha revolucionaria la tarea de las masas de trabajadores organizados. Los triunfos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, por citar los puntos donde la lucha de masas a derribado y establecido gobiernos en cuestión de semanas, no han necesitado de movimientos armados sino de movilizaciones amplias de todo el pueblo trabajador, expresados en todos los terrenos, incluido el electoral.

Hugo Chávez puede jugar un papel humanitario en la liberación de algunos prisioneros en manos de las FARC, pero el verdadero internacionalismo e impulso de la revolución en América Latina puede darse profundizando la revolución venezolana en un sentido realmente socialista, consolidando el poder de los trabajadores y campesinos rumbo a la completa eliminación del estado capitalista en Venezuela. Ello llenaría de entusiasmo a las masas de toda América Latina. En el caso de Colombia existe hoy un cada vez más importante movimiento de izquierda que incluso llegó a disputar con Uribe la presidencia. Cuando este demuestre su fracaso para lograr la paz, entonces comenzara una crisis política en su régimen que puede ayudar a que la revolución también de pasos adelantes en Colombia.

Cuando las masas trabajadoras arrebaten a Uribe el poder político y se combata frontalmente a los grupos paramilitares y de desmantele todo el aparato represivo, solo entonces será posible una verdadera paz en Colombia, en el marco de la revolución latinoamericana. Todo lo demás es solo ilusión