En nuestro balance electoral, reproducido en el número anterior de El Militante, propusimos que Nueva Izquierda-MST, Proyecto Sur y los dirigentes de la CTA que han delimitado políticamente con el kirchnerismo lancen, en conjunto, un movimiento político amplio, clasista y democrático, abierto a los trabajadores y demás sectores populares, para luchar por el objetivo de una sociedad justa e igualitaria, donde tenga cabida cualquier tendencia política de izquierda para defender con plena libertad sus psus puntos de vista y ayudar a construir este movimiento. En nuestro balance electoral, reproducido en el número anterior de El Militante, propusimos que Nueva Izquierda-MST, Proyecto Sur y los dirigentes de la CTA que han delimitado políticamente con el kirchnerismo lancen, en conjunto, un movimiento político amplio, clasista y democrático, abierto a los trabajadores y demás sectores populares, para luchar por el objetivo de una sociedad justa e igualitaria, donde tenga cabida cualquier tendencia política de izquierda para defender con plena libertad sus puntos de vista y ayudar a construir este movimiento.
Un movimiento amplio
La eventual conformación de un movimiento político amplio con fuerzas no provenientes del socialismo, pero que sí tienen una cierta base social de apoyo (como Proyecto Sur y sectores de la CTA) no es una cuestión de principios sino táctica. El problema político fundamental que tenemos los socialistas revolucionarios es que nuestra fuerza es demasiado débil para arrancar de la rutina y del apoliticismo a las masas de la clase trabajadora, mucho menos para organizarlas con nosotros bajo la bandera del socialismo revolucionario. Más aún, las políticas equivocadas desplegadas durante años por los grupos de izquierda se demostraron contraproducentes para alcanzar este objetivo, por su contenido sectario y divisionista, y repelieron a sectores importantes de la vanguardia que se marcharon a sus casas abatidos y desanimados.
¿Cuál sería el contenido concreto de un frente o movimiento de estas características? En primer lugar, su base clasista. Debe estar constituido por fuerzas y agrupamientos sustentados en la clase obrera y demás sectores populares. En segundo lugar, debe acordarse un programa común que no contradiga los principios socialistas y que conste de un conjunto de demandas que supongan un avance real en las condiciones de vida y trabajo de las masas trabajadoras y en la democratización de la vida social. Desde nuestro punto de vista, esta base sería suficiente para un acuerdo amplio entre Nueva Izquierda-MST y Proyecto Sur, más otras fuerzas que quieran sumarse. Y como último requisito: que haya plena libertad para que las fuerzas que integren este frente puedan agitar por su propio programa político, más allá de la defensa de un programa común acordado. Los socialistas harían todos los esfuerzos para convencer a la mayoría de que el programa más justo que se corresponde con la realidad argentina es el programa socialista, aceptando permanecer en minoría bajo esas condiciones si no podemos ganar una mayoría para la justedad de nuestras posiciones, mientras trabajamos lealmente para construir el movimiento.
La defensa del programa socialista
¿Qué ventajas tendría la formación de un movimiento de estas características? Que ofrecería, por primera vez en décadas, un instrumento político a los sectores más avanzados de la clase obrera, la juventud y del movimiento popular, al margen del PJ, capaz de despertar y acercar a la vida política activa a decenas de miles de trabajadores, sacándolos de la rutina y del apoliticismo.
A través del trabajo en común demostraríamos a la base del movimiento, y a los sectores decisivos de la clase obrera, que no hay salida bajo el capitalismo y que la lucha por reformas avanzadas es insuficiente si no va acompañada de la lucha por la expropiación de los grandes capitalistas, terratenientes y monopolios, bajo el control democrático de la sociedad. En este movimiento no ocultaríamos nuestros principios ni renunciaríamos a ellos (como sí lo hicieron las listas de izquierda en las sucesivas campañas electorales) y, al mismo tiempo, tendríamos una plataforma de masas y acceso directo a miles de trabajadores y jóvenes, para agitar por estos principios, plataforma de la que carecen actualmente los grupos de izquierda.
Esta situación no tiene nada de novedosa ni supone una revisión o una herejía de la política marxista en la tarea de construcción de un partido revolucionario. Para el marxismo, las perspectivas son una ciencia, pero la táctica es un arte. La posición de los maestros del marxismo siempre fue muy clara al respecto. Marx, Engels, Lenin y Trotsky nunca dudaron en promover políticas de frente único con otras tendencias del movimiento obrero y de la pequeña burguesía radical, allá donde se encontraban en minoría, para hacer avanzar el movimiento general de las masas oprimidas y construir sus propias fuerzas. Así fue en la revolución alemana de 1848, en la formación de la primera organización internacional obrera, la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT); en las revoluciones rusas de 1905 y 1917, en la lucha contra primera guerra imperialista (1ª Guerra Mundial), en el proceso de formación de los partidos comunistas, o en la organización de los núcleos iniciales de la Oposición de Izquierda contra el estalinismo.
La inevitabilidad del fracaso kirchnerista
La crisis terminal del PJ y la inevitabilidad del fracaso a medio plazo del proyecto kirhnerista, preparan las condiciones para el desarrollo de una herramienta política de masas de la clase obrera. Su aparición cambiaría cualitativamente toda la situación política nacional y significaría un avance en la conciencia política de los trabajadores de nuestro país.
El gobierno de Cristina K., estrechamente comprometido con la política de conciliación de clases a través de acuerdos con la patronal y la burocracia de la CGT, provocará una insatisfacción creciente en los trabajadores. En la medida que la oposición política principal al kirchnerismo está situada a su derecha esto dejará un espacio muy amplio para que un movimiento político basado en el eje de fuerzas anteriormente descrito, adquiera un desarrollo importante, apareciendo como la única oposición por izquierda al gobierno.
El desarrollo de este movimiento político con una base de masas, sustentado en capas muy amplias de la clase obrera y demás sectores populares, podría ser una realidad en un tiempo relativamente corto, de unos pocos años.
La experiencia política dentro de este movimiento iría acercando en su interior a las tendencias socialistas más afines, y favorecería las condiciones para que la mayoría asumiera la necesidad de un programa socialista para encarar una transformación radical de la sociedad.
De esta manera, se daría la fusión entre una herramienta política de masas, sustentada en la clase obrera, y el programa socialista revolucionario. Este sería el instrumento que necesitan los trabajadores y los sectores populares postergados para encarar con garantías de éxito la lucha por la transformación socialista de la sociedad.