El caso Skanska es uno más en la lista de empresas que sobornan a funcionarios públicos. La descomposición del régimen, muestra la otra cara de su sed de ganancias, su impunidad y su mediocridad ética.
El capitalismo es corrupción
El caso Skanska es uno más en la lista de empresas que sobornan a funcionarios públicos. La descomposición del régimen, muestra la otra cara de su sed de ganancias, su impunidad y su mediocridad ética.
El caso Skanska empezó como tantos otros, por una investigación de la AFIP por un caso de evasión de esta multinacional sueca dedicada la Construcción. Pero en la misma investigación se comenzó a sospechar de la utilización de facturas falsas para ocultar sobornos y conseguir contratos del Estado. La empresa fantasma Infiniti Group otorgó a Skanska la mayor parte de facturas, el juez López Biscayart determinó que esto constituye asociación ilícita. Pero los vínculos que tiene Infiniti condujo a Sol Group y una posible vinculación con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
No sólo el gobierno kirchnerista, sino también otras facciones de la burguesía están salpicadas por las sospechas de coimas. Las pujas internas entre la clase dominante hace, que hoy en plena campaña electoral, estos casos de coimas aparezcan a la luz de la opinión pública. Pero en realidad, esta forma de hacer política y de gestionar los intereses del Estado, es como dijimos, inherente a una clase social senil.
La AFIP denunció a más de un centenar de empresas que habían incluido facturación apócrifa: Aeropuertos Argentina 2000, Hospital Francés, La Mercantil, etc.
Las obras públicas en las que intervino Skanska son la ampliación de dos gasoductos y se cree que los sobornos fueron de $17 millones. Este monto representa el salario de $2400 para 590 trabajadores en un año. Estas obras conducen directamente a la mano derecha de K, el Ministro de Planificación Julio De Vido, y a otros funcionarios kirchneristas.
No es sólo en la órbita del Estado que funcionan y accionan las coimas, también en los organismos creados para "defender" los intereses de los usuarios, o sea la mayoría del pueblo. Así es que ENARGAS había recibido una nota de un gerenciador de unos de los proyectos que advertía de un sobreprecio del 152%. ENARGAS hizo oídos sordos y la obra se construyó igual.
Los trabajadores y las clases populares debemos rechazar enérgicamente la corrupción que propicia el Estado y llevar las investigaciones a sus últimas consecuencias con penas ejemplares. Pero esto, sólo será posible si es tomado por el pueblo.
El caso Skanska nos deja otra enseñanza más, no sólo la corrupción de un régimen, sino las tareas que tenemos por delante los trabajadores, la nacionalización sin indemnización y bajo control obrero de los grandes monopolios económicos que controlan la economía del país: industria básica, petroquímica, alimentación, automotrices, minería, transporte, sistema eléctrico, etc.
Sólo bajo el socialismo podremos poner fin a la corrupción y utilizar las extraordinarias reservas económicas de nuestro pueblo en relación a los intereses de las mayorías.