Capitalismo: negocios, corrupción, impunidad y muerte

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A la hora de describir la situación de nuestra juventud y los trabajadores en general, la figura de una república del siglo XXI, pero en condiciones prehistóricas para sus trabajadores, nos parece, lamentablemente, bastante asimilable a la realidad que hoy nos toca vivir. En esta república prehistórica (así de contradictorio es el capitalismo) la comida no alcanza, las enfermedades se multiplican, y realmente sólo sobreviven los más aptos…casi como le habrá pasado al hombre de Cromañón, sólo que aque aquí le pasa al hombre moderno más de 200 siglos después, a ese hombre que domina la ciencia y la técnica, la informática y los vuelos interplanetarios.

La auténtica República Cromañón

A la hora de describir la situación de nuestra juventud y los trabajadores en general, la figura de una república del siglo XXI, pero en condiciones prehistóricas para sus trabajadores, nos parece, lamentablemente, bastante asimilable a la realidad que hoy nos toca vivir.
En esta república prehistórica (así de contradictorio es el capitalismo) la comida no alcanza, las enfermedades se multiplican, y realmente sólo sobreviven los más aptos…casi como le habrá pasado al hombre de Cromañón, sólo que aquí le pasa al hombre moderno más de 200 siglos después, a ese hombre que domina la ciencia y la técnica, la informática y los vuelos interplanetarios.
Es así, bajo el capitalismo los avances de la humanidad en todos estos campos han sido sencillamente extraordinarios, pero lamentablemente ese mismo sistema condena, por tener como pilar supremo la explotación del hombre por el hombre, a condiciones de vida casi prehistóricas al 80% de la humanidad, porque esos avances solo son para un puñado de privilegiados que ejercen la dominación en todos los planos.
En Argentina, esta realidad fue llevando paulatinamente (al país granero del mundo y de las vacas gordas) a más del 50% de la población a vivir bajo la línea de pobreza, a 4 millones al desempleo, al deterioro de los salarios y la precarización de las condiciones laborales, al deterioro y la desinversión en las redes de la educación y la salud públicas, mientras la burguesía y la patronal viven su fiesta sin fin cerca de 30 años ininterrumpidos a costa de estas condiciones paupérrimas del pueblo trabajador.
Pero, si ya era grave que en este rico país las fotos de bebés y chicos muriendo o agonizando de hambre recorrieran el mundo, mientras el desempleo subía a cifras astronómicas, pronto íbamos a tener que lidiar con más tragedias: la inseguridad y la corrupción, casi omnipresentes en toda la sociedad y acechando vidas constantemente.
Pero, para no confundirse, no hablamos de esa inseguridad que exagera la derecha, y que sólo sirve para endurecer las leyes y el control social, para la represión abierta o encubierta.
Hablamos de la inseguridad que los trabajadores padecemos todos los días, porque a los patrones y el Estado, les importa más o menos nada, invertir un solo centavo en cuidar nuestras vidas, y esta situación empeorará a menos que hagamos algo para frenarla.

¿EL MLAGRO DE VIVIR, O NEGOCIOS INESCRUPULOSOS?

Estos 192 pibes murieron por la combinación de corrupción estatal y desidia patronal, porque aunque los pibes fueron a divertirse, la patronal estaba haciendo “negocios”. Como ocurre todos los días, cuando muere algún obrero de la construcción, donde el patrón (que se beneficiará con los grandes negocios inmobiliarios) impone el trabajo sin las más mínimas condiciones de seguridad y a bajo precio, y el Estado que debía controlar e impedir esto no lo hizo, sin dudas a cambio de un dinero, y por supuesto a cambio de la vida de los trabajadores.
O los choferes de ómnibus y micros, que trabajan largas jornadas con el consiguiente cansancio, lo que provoca numerosos accidentes de tránsito que a veces terminan en grandes tragedias.
En el caso de las empresas que prestan servicios públicos esto es todavía peor: sólo el transporte de todo tipo moviliza a millones de personas cada día, cualquier falla por falta de mantenimiento o por falta de controles provocaría una verdadera tragedia. Por ejemplo, en los subterráneos donde los delegados de los trabajadores del Subte vienen denunciando hace tiempo graves falencias en la seguridad, sin que el gobierno de la ciudad atinara siquiera a intimar al grupo de Benito Roggio (a quien encima subvencionan con más fondos y construyéndole el Estado más líneas sin que aquél aporte un solo peso).
Esto ya pasó (no podemos asegurar que no siga pasando) con los aviones donde la falta de controles produjo varias tragedias entre ellas, la de Aeroparque.
Los trenes tuvieron su Cromañón el año pasado cuando sólo después de varias muertes de pasajeros que viajaban colgados por el hacinamiento, el Estado se dignó a controlar a cara de perro, llegando inclusive a quitar la concesión a Metropolitano en una de las líneas.
La falta de mantenimiento de Edesur, hizo volar por los aires varias tapas de alta tensión matando a varios transeúntes y trabajadores.
La falta de inversión de la empresa Aguas Argentinas (capitales franceses) deja sin agua, en un país con enormes recursos hídricos, a enormes porciones de bonaerenses.
La falta de inversiones y control, en los márgenes del Río Salado en la Santa Fe de Reutemann, produjo una verdadera tragedia al desbordar el río, sin que nunca se pudiera saber la cifra exacta de muertos, ni se realizaran las reparaciones materiales a los damnificados.
La voracidad patronal del empresario Tasselli (amigo de Kirchner y que ahora va tras Parmalat) liquidó a los mineros de Río Turbio.
La lista se podría hacer interminable, sin embargo el resultado siempre será el mismo: la desprotección que sufrimos los trabajadores (ya sea como tales o como usuarios), porque las patronales ni piensan en invertir en seguridad laboral, ambiental e infraestructura, y la corrupción del sistema permite o apuntala esta situación.
Alguien puede pensar que la masacre de Cromañón no está ligada a todo lo anterior, porque era un lugar de diversión y esparcimiento.
Pero el ocio y la diversión, para este sistema también son un negocio y por ello encontraremos la misma mezquindad, con el agravante que tienen aquellos espectáculos que convocan a varias decenas de miles de personas.
No se puede pensar en desgracias casuales que pasan por algún designio divino, pues acabaríamos creyendo que es un milagro y no más que eso, que los hechos no nos toquen más de cerca o en carne propia.
Rastreando los hechos siempre encontraremos las causas, los responsables, y que determinadas acciones hechas a tiempo podrían haberlas evitado.

NUESTRA JUVENTUD

Bajo estas lacerantes condiciones, nuestra juventud está siendo sometida a fuego cruzado y se la intenta reducir a escombros:
¿Por qué a fuego cruzado?
Porque por un lado se la necesita como mano de obra barata, ya sea medianamente calificada o no, porque las grandes empresas necesitan siempre un perfil “joven, ganador, consumista (hasta de drogas) y antes que nada sumiso al orden establecido”. Es decir, el capitalismo necesita meter en la cabeza de los jóvenes toda su podrida ideología, para valerse de ellos en su doble rol de trabajador manso y barato, y por otro lado terriblemente consumista.
Para ellos prepara las fiestas empresariales de los centros laborales de las grandes empresas, los bailes hasta morir con éxtasis, el individualismo, el desinterés social, la apatía política, la competencia, y el acceso consumista a ciertos segmentos de alta tecnología para el ocio o las comunicaciones.
Pero por otro lado, para todos aquellos jóvenes que no “califican”, aquellos que no llegaron porque no pudieron superar su medio ambiente marginal, por falta de estudios, malos tratos familiar, falta de higiene y salud en sus casas, falta de alimentación adecuada en los primeros años de vida, por discriminación por color de piel, status social, etc, etc.
Para estos jóvenes el sistema capitalista aceita su política de espiral marginal, ya que ni aun reducidos a su mínima expresión, aun asistiendo mansamente a un recital popular, en un lugar cerrado donde “no molestan a nadie”, dejará de perseguirlos. El capitalismo les ofrece matarlos de hambre, enfermedades, ignorancia, indiferencia, o a golpes y tiros.
Sin trabajo, sin educación, sin espacios propios donde siquiera practicar deportes o música, o poder expresarse, para algunos sólo queda lugar para el alcohol, las drogas y el delito.
Y la policía acecha siempre para llevarse y reprimir a los “pichis”, mientras esa misma policía participa del negocio de las drogas y otras lacras.
Los más sanos, los que aún resisten, tal vez se inclinen por la música, a seguir a bandas como Callejeros, pero el círculo vicioso de la superexplotación y la marginación llega hasta allí y no parece tener fin.

ORGANIZARNOS DESDE ABAJO: EL FUTURO EN NUESTRAS MANOS

Sin embargo somos optimistas porque creemos que pese a estas condiciones tan adversas esta juventud resiste a pie firme todas las embestidas.
Esta juventud que encuentra sus raíces en aquella del Cordobazo, la del peronismo de base, la de la resistencia a la dictadura, la que dejó su vida entre los 30.000 desaparecidos, la de las luchas estudiantiles, la del Cutralcazo, la que reaccionó tras el asesinato de María Soledad en Catamarca, la del 19 y 20 de diciembre y las Asambleas Populares, la de los MTD y los comedores barriales, esa es nuestra juventud.
Es importante sin embargo que el día a día nos encuentre cada vez más y mejor organizados, codo a codo con los trabajadores apoyando sus luchas y reclamos, pidiendo a su vez la ayuda de los trabajadores para nuestros propios reclamos.
Es necesario organizarnos tratando de superar los prejuicios que la sociedad, mediante sus políticos y medios de comunicación propatronales, opinólogos y charlatanes, pretende inculcarnos cuando nos dice que lo mejor es desentenderse de la política, marchar sin banderas, sin activistas, pero después vienen pidiendo nuestros votos. Allí sí quieren nuestro compromiso, y si no lo hacemos somos “la juventud perdida”.
Así se comportan los Ibarra y los Macri.
A Ibarra le importa un bledo nuestra opinión, para lo único que llama a un Referéndum es para salvar su cuello.
Y a Macri, el hijo del hacedor de empresas evasoras, lo único que le importan son los billetes y las especulaciones políticas para llegar al poder.
Nos dicen que Asambleas no, que nada fuera de la ley, que para eso están las elecciones y el Congreso, o la Legislatura, pero cuando confiamos con nuestros votos en sus leyes nos devuelven corrupción, burocracia, leyes represivas o coercitivas, falta de trabajo, de educación y cultura, represión física, abusos policiales, gatillo fácil y muertos, muchos muertos que siempre los ponemos nosotros, los trabajadores y la juventud.
Debemos intentar hacer realidad una única Comisión Investigadora independiente y el reclamo de la mayoría de los familiares de las víctimas de Cromañón, por la renuncia y juicio político contra Ibarra, juicio y cadena perpetua para Chabán, a todo su grupo empresario, y castigo para todos los funcionarios responsables, de Ibarra para abajo.
Por ello, tenemos que impulsar con todo, nuestra organización en los barrios, los colegios y las facultades, mediante asambleas, comités, como organismos que junto a los vecinos del barrio y profesionales impongamos el control y seguimiento de la seguridad en los lugares de ocio y diversión.
Por último, y porque sabemos de las limitaciones que esto tendrá a largo plazo, ya que chocará contra los intereses de las patronales, opuestos a los intereses de la mayoría de la sociedad que somos los trabajadores, debemos agregarle a todas estas iniciativas, la lucha por una herramienta política propia de los trabajadores y la juventud, una herramienta con independencia de clase, que luche por el socialismo en Argentina y América Latina, como única forma de resolver todos nuestros problemas, frente a la voracidad y la barbarie criminal del capitalismo.