La renuncia de Romero, la resolución del parlamento europeo que “exige” a Bolivia, país soberano, la democracia y el respeto a los derechos humanos que no es capaz de exigir a Polonia, país miembro de la unión, ni de garantizar en Alemania o Italia, y las declaraciones de Richter renovando voluntad de pacificación nacional, son hechos que nos dicen donde estaremos este Primero de Mayo, y que esperar.
Hemos leído los escuetos proyectos de ley de derechos adquiridos y estabilidad laboral depositados y en debate en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Por experiencia de revisión periodica de los proyectos de ley, estamos convencidos que, por lenguaje utilizado y estilo de redacción, los dos en cuestión han sido presentados sin el aval del gobierno ni el apoyo del aparato de asesores jurídicos de las bancadas del MAS. Se trata con la mayor probabilidad de iniciativas que nacen de diputados vinculados a la COB.
Del movimiento sindical, estos proyectos reiteran algunas ilusiones. La leyes propuestas de hecho simplemente refuerzan derechos que los trabajadores jurídicamente ya tienen, a que no se menoscaben sus conquistas o a la estabilidad laboral. En las dos leyes falta lo que la COB pide que el gobierno sea capaz de promover: sanciones ciertas a los infractores.
Ninguno de los dos proyectos dice que pasa cuando, como sigue ocurriendo, los empresarios utilizan artimañas de la Ley del Trabajo para despedir o disminuir derechos adquiridos aduciendo la “fuerza mayor” de la pandemia. Y es aún más escandaloso esto cuando se considera que en Bolivia si existe una ley para la conformación de empresas sociales expropiando a empresarios en quiebra fraudulenta. A esta contradicción conduce la dependencia de los sindicatos del Estado, al que la burocracia sindical pide la fuerza que niega al movimiento sindical.
Pese a ello hay sin duda elementos avanzados en estas propuestas. En primer lugar se anulan los despidos ocurridos desde el 10 de marzo 2020 y además se establece el principio que las demandas por violación de derechos laborales pueda ser presentada no solo por los trabajadores afectados, sino también por la COB, federaciones y confederaciones. Esto fortalece el movimiento sindical. El punto es, sin embargo, que no parece que estos dos proyectos de ley serán “el regalo” de Arce a los trabajadores.
El gobierno ha propuesto una ley para disciplinar el tema del acoso laboral. En Bolivia existe mobbing, como se le dice en inglés; existen sentencias de diferentes tribunales que lo reconocen y fallan a favor de sus víctimas y dictados constitucionales que lo prohíben. Pero, a diferencia de la mayoría de los demás países de la región, no existe una ley. Así que, abstraída del contexto, la iniciativa del gobierno es loable. Sin embargo, mientras tenemos bloqueos de caminos y huelgas de fabriles de decenas de sindicatos protestando contra los despidos; trabajadores protestando contra las dilataciones de una justicia complice y corrupta que no da ejecución a los fallos laborales. 𝑀𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑙𝑜𝑠 “𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜𝑠” 𝑑𝑒 𝐴𝑟𝑐𝑒 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑛 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑙𝑒𝑙𝑜 𝑐𝑢𝑦𝑜 𝑜𝑏𝑗𝑒𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑒𝑠 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑒 𝑛𝑜 𝑎𝑓𝑟𝑜𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑛𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑗𝑢𝑑𝑖𝑐𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑐𝑜𝑛𝑜𝑚𝑖́𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑎𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎.
Nosotros pensamos que el nuevo ciclo de gobierno del MAS marca una diferencia sustancial con su primera etapa en la conducción del país. No hay condiciones, ni dentro ni fuera de Bolivia, para reformas que puedan impulsarse en el marco de la conciliación de clases, es decir liberando al capitalismo de sus excesos y, en nuestro caso, de su carácter dependiente, en vez de liberar a la humanidad del capitalismo en sí. Las divisiones en el MAS no reflejan esto. Nadie por ejemplo ha criticado que, como escribimos en un post anterior, el hecho que el gobierno recurra masivamente al endeudamiento internacional, lo expone y hacen vulnerable a ataques como el que llega ahora de Europa. Y nadie propone la única alternativa viable a esto, es decir expropiar y expulsar a las multinacionales y la gran burguesía banquera y agroindustrial boliviana.
Evo y sus críticos dentro del MAS pueden tener opiniones distintas sobre “dedazos”, democracia interna y el golpe. Pero todos coinciden en la conciliación de clases. Evo plantea volver a una política en que atacando a la parte más reacia de la burguesía boliviana, se convertía el resto de empresarios en “nacionalistas”. La epoca en que podía jactarse de ser el presidente que garantizó las mayores ganancias para la burguesía boliviana mientras era el campeón de los derechos políticos y laborales de la mayoría trabajadora de campo y ciudad y de las naciones oprimidas. Pero también la izquierda dentro del MAS se mantiene en esta misma estrategia de frente popular. Los proyectos de la COB también interpretan esta política de separación entre “empresarios buenos y malos” aunque con acentos más radicales.
Los marxistas defenderemos, ahora como en 2019 o en pasado, el gobierno del MAS de los ataques imperialistas. Y no nos cansaremos de repetir que es justamente la búsqueda de puntos de apoyo dentro de la feroz división imperialista mundial (que fueran el tribunal de La Haya o China, Rusia o Turquía) en vez de una política proletaria e internacionalista, lo que ha permitido el golpe y propiciado la caída de Evo. Pero estamos convencidos que la clase trabajadora debe plantearse de manera independiente frente al nuevo ciclo del MAS, a sus divisiones internas y a la crisis mundial del capitalismo.
𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒚𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍𝒆𝒔, 𝒂𝒕𝒂𝒒𝒖𝒆𝒔 𝒂 𝑨𝒓𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒍𝒂𝒎𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒂 𝒅𝒆𝒇𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓 𝒔𝒖 𝒈𝒐𝒃𝒊𝒆𝒓𝒏𝒐 𝒈𝒂𝒓𝒂𝒏𝒕𝒊𝒛𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒑𝒆𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐́𝒎𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒊́𝒔, 𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒓 𝒆𝒍 𝒍𝒖𝒄𝒓𝒐 𝒑𝒓𝒊𝒗𝒂𝒅𝒐, 𝒍𝒍𝒂𝒎𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒂 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒊𝒎𝒑𝒂𝒕𝒊𝒛𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒂 𝒆𝒍𝒆𝒈𝒊𝒓 𝒄𝒐𝒏 𝒏𝒐𝒔𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒄𝒉𝒂 𝒅𝒆 𝒄𝒍𝒂𝒔𝒆𝒔. 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒂 𝒆𝒔 𝒍𝒂 𝒑𝒆𝒐𝒓 𝒄𝒓𝒊𝒔𝒊𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒂𝒍𝒊𝒔𝒎𝒐, 𝒔𝒆𝒂 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊𝒆́𝒏 𝒔𝒖 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍.