Bolivia: La emisión de bonos soberanos

0
256

¡Bienvenidos a la especulación!

Con la colocación de bonos soberanos a 10 años por un valor de 500 millones de dólares, Bolivia no sólo vuelve, después de un siglo, al mercado internacional de capitales sino que también entra en el torbellino de la especulación financiera que enturbia las aguas agitadas de la crisis del capitalismo. Con todas las inevitables consecuencias económicas y políticas del caso.

¿Qué son los bonos soberanos?

Los bonos soberanos son ofrecidos a los inversionistas internacionales con el compromiso de devolver en el plazo determinado el capital invertido más intereses. Se trata de un particular instrumento financiero de endeudamiento del Estado. Cuando el Estado pide dinero prestado a otro país o a un organismo financiero internacional (FMI, BM, CAF, BID etc.), negocia directamente las condiciones de la deuda. Cuando en cambio emite bonos soberanos, las condiciones de esta deuda son establecidas directamente por los mercados.

Agencias internacionales como Standars & Poors’s, Fitch Rating y Moody’s, emiten periódicamente una clasificación del crédito (rating en inglés) en que se evalúa la solvencia y la estabilidad de la economía de países o empresas. Con una deuda pública entre las más bajas del mundo (32% del PIB), Bolivia se ha presentado al lanzamiento de sus bonos con una clasificación mejorada de B a BB-, que en el lenguaje de las agencias de rating quiere decir una economía en crecimiento sobre la cual se mantienen las dudas respecto a su solvencia en medio-largo plazo.

Por todo esto el Ministro de Economía Arce pronosticaba que los bonos soberanos de Bolivia lograsen en el mercado una tasa de interés alrededor o poco superior al 5%. Sin embargo una demanda por 4.200 millones de dólares, ocho veces más de lo ofertado, ha permitido lograr una tasa de interés del 4,875%. Al contado esto quiere decir que esta deuda costaría a Bolivia más o menos 140 millones de dólares solo de intereses en las condiciones actuales.

¿Por qué emitir bonos?

En declaraciones a la prensa el Ministro Arce anunciaba que el dinero recaudado por la emisión de bonos soberanos será utilizado en infraestructuras y actividades productivas, agrícolas e industriales. Sin embargo aclaraba también que no es por esta razón que Bolivia ha salido a los mercados de capitales después de casi un siglo de ausencia. De hecho si el problema fuese la liquidez habría que preguntarse si por plazo y tasas de interés los bonos soberanos representan el instrumento más ventajoso de endeudamiento.

Como se lee en una nota de prensa del ministerio de economía, el objetivo de esta operación sería “posicionar a Bolivia como un país apto para recibir inversiones internacionales” y “diversificar las fuentes de financiamiento del sector público”, además de abrir un camino para que, apoyándose en la solvencia del Estado y la estabilidad de la economía nacional, las empresas privadas puedan recurrir al mismo método de capitalización. Como se lee en la misma nota “el Ministro anticipó que Bolivia volverá a colocar bonos en el mercado internacional para continuar estimulando la llegada de capital externo al país.

Cómo debería funcionar este estimulo es sencillo: Bolivia invita a los inversores a confiar en el país empezando por demostrar la solvencia del Estado garantizada por el buen desempeño de la economía, así que empresarios y multinacionales que buscan ganancias al reparo de la crisis mundial del capitalismo vengan a hacer negocios en nuestro país. Todo aparentemente muy positivo. A no ser que si ellos, los inversores, lucran, alguien sistemáticamente pierde.

Bonos soberanos y economía real: el ejemplo europeo

Los bonos soberanos y sus derivados financieros son actualmente y principalmente esto: instrumentos de especulación. Se intercambian en las57452 gd bolsas valores donde especuladores apuestan sobre el incumplimiento crediticio de un Estado. Estos movimientos especulativos aumentan las tasas de interés de los bonos soberanos cargando más gastos sobre los Estados que deban refinanciar su deuda. Así los mercados están imponiendo a la clase obrera europea medidas draconianas de austeridad que se traducen en recortes multimillonarios del gasto público –educación, salud, jubilaciones etc.– despidos y un empeoramiento en algunos casos (Grecia) ya dramático de las condiciones de vida.

Los economistas burgueses andan tanteando en la obscuridad porque no ven ninguna otra salida a la crisis que no acabe por profundizarla y se preguntan sin encontrar respuesta: ¿Cómo es posible? ¿Cómo se ha podido llegar a estos niveles de deuda e insolvencia? ¿Cómo ha podido precipitar todo? De hecho países europeos que ahora son el blanco de ataques especulativos llevaban niveles de endeudamiento superiores al 100% del PIB desde hace décadas.

El problema real no es la deuda, un fenómeno que de todas maneras solo el marxismo puede explicar. El lucro capitalista no es otra cosa que trabajo no pagado a los trabajadores. Así, más es desarrollada una economía, más recurre a las maquinas para sustituir el trabajo humano, menos lucros se generan en la producción real. Los altos niveles de deudas son consecuencia de estas leyes descubiertas por Marx. Pero esta es solo la manifestación superficial de la crisis.

La crisis es determinada por una producción que excede las capacidades de consumo -que son contenidas al límite de la sobrevivencia para garantizar el derecho a la ganancia. Los mecanismos del crédito y el endeudamiento, ya estudiados por Marx, pueden prolongar la bonanza por un tiempo, pero nada puede salvar al capitalismo de sus propias contradicciones. Exactamente como Marx pronosticaba hace 150 años, lo que había alejado la crisis se convierte en su epicentro.

La crisis de la deuda en Europa es crisis de la economía real, que, sobre base capitalista, no logra crecer como para garantizar la deuda. La acumulación privada de la riqueza y los estrechos límites del Estado-nación son ya incompatibles con el nivel de desarrollo de la economía y –potencialmente– de la humanidad. Ante nosotros y las futuras generaciones está planteada la inevitable disyuntiva entre socialismo o barbarie.

Escenarios próximos futuros

mefLos fundamentales de la economía boliviana –el bajo nivel de endeudamiento público y Reservas Internacionales que representan más del 50% del PIB– no autorizan a hablar de un riesgo económico inmediato de especulación como la que se vive en Europa. Sin embargo hay muchas señales de alerta. El 58% de los que acapararon los bonos soberanos bolivianos son especuladores profesionales, que no buscan inversiones de baja rentabilidad pero segura, sino ocasiones de lucro fácil y rápido.

La única garantía de no caer en la presión de movimientos especulativos es mantener tasas de crecimiento elevada. A pesar de la muy baja inserción en el mercado mundial, del carácter primario exportador de nuestra economía y de los elevados precios de materias primas, el estallido de la crisis mundial ha contraído 50% el crecimiento económico boliviano que se redujo del 6 al 3 por ciento entre 2008 y 2009. No podría ser diferente por el papel que juegan los países industrializados en la economía mundial.

Cualquier elemento que deje entrever dificultades a futuro en el desembolso de los bonos soberanos podría ser utilizado para lanzar ataques especulativos. Por ejemplo, si frente a la caída de la rentabilidad de los aportes a las jubilaciones el gobierno reacciona con cualquier medida que conlleve un aumento del gasto público en la seguridad social, este aumento del gasto, combinado con la percepción que se tiene de Bolivia y su proceso político, podría meter al gobierno entre la espada de las reivindicaciones de masas y la pared de la especulación. Todo movimiento en exceso del gasto público así como del gasto social –para salarios, subvención al precio de los combustibles, jubilaciones, salud, vivienda etc.– podría ser utilizado a este fin.

Por otro lado no hay que olvidar que la crisis del capitalismo es mundial y la reducción de la tasa de crecimiento de China demuestra que en el medio plazo no existen reparos a la tormenta dentro del capitalismo. Los pronósticos del FMI son sombríos: por lo menos hacen falta 10 años antes de que empiece una recuperación seria, y unos 20 años antes que se tengan efectos sobre el empleo. Estos pronósticos solo manifiestan la búsqueda desesperada de una luz al final del túnel. En el mediano plazo, cuando se reduzca el efecto de factores geopolíticos (amenazas de guerras en Oriente Medio) y coyunturales (inversión pública en Asia), los precios de las materias primas podrían bajar y las dudas sobre la economía boliviana intensificarse, sobre todo en ausencia de inversiones que logren diversificar la economía.

Huelga de capitales, sabotaje productivo…

Este de las inversiones sigue siendo el principal problema de la economía boliviana. Actualmente Bolivia es, con Ecuador, el país con la más alta inversión pública como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB, la riqueza producida en el país) de toda la región. En los últimos años el gobierno ha invertido un promedio del 9% del PIB en infraestructuras, actividades productivas y gasto social. Sin embargo el esperado efecto multiplicador sobre la economía no llega.

Ya a partir de 2006 la inversión privada nacional ha precipitado establemente del 10 a menos del 5 por ciento del PIB, mientras la inversión extranjera directa se mantiene a un promedio del 3,5% del PIB. El crecimiento de actividades como la industria manufacturera que genera empleo formal y relativamente más estable ha caído cada año desde el 8% de 2005 al 3,7% de 2011. El promedio del rendimiento agrícola entre 2006 y 2010 de todos los productos, excepto los cereales, es inferior al del quinquenio anterior o a la década de los ’90.

A pesar del remarcable desempeño de la economía boliviana en los últimos años, Bolivia sigue siendo el país más pobre de Sudamérica. Se necesitarían décadas de crecimiento económico con tasas superiores al 10% para revertir esta situación. Sin inversiones, este sigue siendo un objetivo utópico. En el socialismo, donde las palancas principales de la economía –bancos privados, recursos naturales, industrias etc.– sean nacionalizadas y sometidas a la planificación democrática, el problema de las inversiones sería un simple problema contable de asignación de recursos para generar más recursos. En una economía capitalista se convierten en un problema político que tiene como trasfondo la lucha de clases.

…y lucha de clases

Con el gasolinazo ya aprendimos que para las multinacionales el único incentivo a las inversiones es la posibilidad de ganar lo que ganarían en el mercado mundial. De hecho ni los créditos fiscales han logrado incrementar la producción nacional de combustible y en lo que va de este año el gobierno ya gastó un monto superior a lo presupuestado para importar gasolina y diesel revendiéndolo a precio congelado en el mercado interno.

Evo Morales ha repetido en varias ocasiones su personal interpretación de la crisis: los países europeos y norteamericanos ya no tienen donde saquear, deben vivir con lo suyo y por esto caen en crisis. Está bien reivindicar el papel mundial de las luchas antiimperialistas, pero las conclusiones del Presidente fallan en la premisa. El saqueo no sólo continúa, sino que se ha intensificado. Las multinacionales que operan las materias primas latinoamericanas han multiplicado sus ganancias, que son repatriadas en medida siempre mayor hacia las casas matrices (véase grafico).

untitled-1

El empresariado nacional ha dejado en claro en reiteradas ocasiones qué cosa pretende para hacer lo suyo. Sus demandas se leen en diferentes boletines y documentos de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y son: “simplificación de relaciones laborales”, “considerar la flexibilidad que ofrece el sector informal, tanto para la entrada como para la salida del mismo, así como los costos, relativamente más bajos para los empleados y empleadores, como una característica positiva”, garantizar la “sostenibilidad del sistema previsional de corto y largo plazo” y el manejo empresarial por ejemplo de ENDE. En pocas palabras: nada de sindicatos, libre despido para libre contratación, reducción de salarios, ninguna revisión de la Ley de Pensiones y detener las nacionalizaciones.

Todos estos sectores han visto con entusiasmo la colocación de bonos soberanos de Bolivia. Entienden bien que ahora tendrán de su lado un poderoso aliado: la fuerza “objetiva” de los mercados en orientar e imponer políticas públicas, particularmente en materia de facilitar las inversiones, es decir que esto es garantizar la ganancia privada. Además, con el lanzamiento de los bonos soberanos, Bolivia apuesta a una recuperación del capitalismo mundial antes que trabajar activamente en su derrocamiento. Es una señal que alentará a la burguesía nacional y las multinacionales y en perspectiva debilitará al cambio.

Hay elementos de sobra para un balance de las políticas económicas implementadas hasta ahora. El nuestro es: las nacionalizaciones han demostrado que no es posible dejar hacer al mercado, que es necesario nacionalizar para desarrollar el país económica y socialmente. O se avanza decididamente en este terreno o avanza la obligación de hacer concesiones a empresarios privados y multinacionales, que es como darle la mano para que pidan el codo con la intención de arrancarte el brazo. Y todos estos intentos de reformar a la burguesía boliviana para quitarle su carácter cavernario, oligarca, intermediario y gamonal, lejos de representar momentos de fortalecimiento y estabilización del gobierno, acaban por debilitarlo y debilitar el proceso porque llevan más temprano que tarde al conflicto con su base y a menguar la capacidad convocatoria para defenderlo.

¿Qué cambia ahora?

En lo inmediato, el flujo de dinero de esta y las venideras colocaciones de bonos soberanos pondrá en manos del gobierno capitales de inversión con que beneficiar a sectores marginados, concretar proyectos y posiblemente repercutir en la generación, por lo menos temporal, de fuentes de empleo. Esto es lo que da al gobierno la autoridad para consensuar la ley de inversiones con el sector privado, en base a los lineamientos que el sector privado propone, o estudiar nuevas concesiones a las multinacionales.

Como hemos visto, pero en el medio plazo y a menos de romper definitivamente con el capitalismo, toda estas medidas no solo no surtirán el efecto esperado sino que expondrán al país al tutelaje de los mercados internacionales y el gobierno a la vulnerabilidad de las presiones opuestas de los mercados y las masas. Una razón más para la clase trabajadora para generalizar luchas como la de Colquiri, la del sindicato de Petrobras, de las empresas estatales que buscan sindicalización etc., dando además a estas luchas un carácter ofensivo –como en Colquiri– que pueda organizar al pueblo pobre en la batalla por la profundización socialista del proceso.