¿Existe el fascismo en la Argentina? Un debate con la Izquierda
El sábado 1 de febrero, más de un millón de personas salieron a las calles y plazas de todo el país, en lo que fue un repudio masivo a Milei, no únicamente a sus declaraciones homofóbicas en Davos, sino a todo su plan de gobierno antiobrero. Esta marcha rompió en los hechos, otra vez más, el protocolo represivo de Bullrich, demostrando que ninguna fuerza puede detener a las masas de la clase trabajadora, y obligó a Milei a retroceder en sus declaraciones.
Compañeros de la Organización Comunista Militante intervinimos enérgicamente en marchas por todo el país, con nuestras consignas y materiales. Explicamos que para borrar la opresión sexual de nuestra sociedad debemos ir más allá de los límites del capitalismo y la sociedad de clases. En otras palabras, no basta con luchar contra Milei, sin atacar a la totalidad de las instituciones burguesas del Estado y los intereses de las grandes empresas y el imperialismo que lo sostienen. Explicamos que la clase trabajadora es el único grupo con el poder de derrocar al capitalismo y, por lo tanto, la necesidad de organizarnos en torno a las ideas revolucionarias del marxismo, en lugar de las ideas de la política de identidad y el posmodernismo, populares en el movimiento, pero que dividen y segmentan a la clase trabajadora en grupos contrapuestos dependiendo de su nivel particular de opresión y privilegio.
La asistencia masiva a la marcha demostró nuevamente lo que hemos dicho muchas veces, que la clase trabajadora no ha dado un giro a la derecha, sino que tiene voluntad de luchar contra los ataques de Milei y está buscando una dirección de los líderes tradicionales de la clase trabajadora en los sindicatos y partidos políticos. Dado este potencial de la clase trabajadora, la dirección burocrática de las centrales sindicales, con sus negociaciones y colaboración con el gobierno de Milei, junto con los partidos políticos que ponen todas sus fichas en unas elecciones distantes, son los principales responsables de mantener a la clase trabajadora desmovilizada y, por lo tanto, permitir que Milei continúe sus ataques contra la clase trabajadora.
La movilización masiva fue un testimonio de la fuerza y el potencial de la clase trabajadora, pero este movimiento, centrado en un único tema, también ha mostrado sus limitaciones en el tamaño reducido de la “Asamblea Antifascista LGTBIQ +” de la semana siguiente a la marcha, el 8 de febrero, en el Parque Lezama. La debilidad crónica de las campañas que se enfocan en un único tema es la dificultad de sostener un movimiento de masas. En respuesta a esto, nuevamente, explicamos la necesidad de generalizar el movimiento hacia uno que apunte contra todo el sistema capitalista, sobre el cual se apoyan Milei y su gobierno. Esto nos permitiría luchar por un objetivo claro y concreto, evitando que el movimiento pierda fuerza y se desinfle.
La cuestión del fascismo
Esta marcha “antifascista” plantea una pregunta importante que debe abordarse seriamente y debatirse dentro de la izquierda y el movimiento obrero: ¿cuál es el carácter del régimen actual en la Argentina? y lógicamente, cuáles son las tareas del movimiento obrero en relación con eso. Muchas organizaciones políticas de izquierda han caracterizado a Milei como fascista, pero este término hoy en día se utiliza más como insulto que como término científico con significado e implicaciones políticas reales y concretas.
Para entender el gobierno de Milei, es esencial examinar el contexto en el que surgió. Tiene muchos rasgos en común con otros gobiernos de extrema derecha que han llegado al poder recientemente en otras democracias burguesas, cómo Trump, Bolsonaro y Meloni. El ascenso al poder de estos gobiernos es producto de la tremenda crisis del capitalismo mundial, que crece y se hace sentir cada vez más. En períodos de crecimiento y expansión capitalista, la clase trabajadora todavía está explotada, pero hay crecimiento económico y existe la sensación de que mañana puede ser mejor que hoy, incluso para las capas pobres de la clase trabajadora. Los estados pueden mantener la estabilidad con un sistema bipartidista, rotando el poder entre dos partidos capitalistas, que representan diferentes alas de la clase dominante.
Sin embargo, cuando el sistema capitalista entra inevitablemente en crisis, la clase dominante busca descargar las pérdidas sobre los hombros de la clase trabajadora. En estos períodos, como en el actual, desde la crisis de 2008, los partidos capitalistas, de derecha e “izquierda”, solo pueden ofrecer a la clase trabajadora más austeridad y apretarse el cinturón. Esto hace evidente para las masas lo que los marxistas siempre han afirmado: que todos los partidos capitalistas sirven al mismo amo. Este sentimiento de traición adquiere gradualmente una expresión política en forma de un colapso del apoyo al llamado “centro” político, es decir, los partidos capitalistas que hasta entonces se habían alternado cortésmente en el gobierno.
Si bien esto no crea automática e inmediatamente una conciencia socialista en la clase trabajadora, sí conduce a un cuestionamiento del viejo orden político y a la búsqueda de alternativas. Por eso, ahora vemos en todo el mundo una polarización tanto a la derecha como a la izquierda. En Francia, por ejemplo, el gobierno de Macron atraviesa una crisis prolongada y terminal, mientras que el Rassemblement National, de extrema derecha, liderado por Marine Le Pen, y La France Insoumise, un partido reformista de izquierda encabezado por Jean-Luc Mélenchon, compiten por el liderazgo en las encuestas. Otro ejemplo es Estados Unidos, donde muchos de los trabajadores que votaron por Trump también tenían una opinión favorable de Bernie Sanders.
Estos ejemplos refutan la opinión presentada por algunos, tanto en la prensa burguesa como en el movimiento obrero, de que el ascenso de políticos como Milei y Trump es el producto de un “giro a la derecha” en la sociedad, poniendo así la responsabilidad sobre la clase trabajadora para eludir la responsabilidad de los dirigentes que precedieron a los gobiernos de ultraderecha. Podemos ver que el giro político es tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, pero en todos los casos implica un alejamiento del podrido “centro” político.
La clase trabajadora está buscando una fuerza política que represente sus intereses, y tendrá el coraje de defender su nivel de vida en tiempos de crisis capitalista a través de un proceso de aproximaciones sucesivas, comenzando con las direcciones que mejor conocen, tomando las herramientas que tienen a mano.
El impasse de la situación actual es producto de una crisis de liderazgo de la clase trabajadora. En nuestra época histórica, la dirección de la clase obrera ha sufrido una grave degeneración, y en un país tras otro la llamada dirección de izquierda ha demostrado ser demasiado tímida o servil para liderar una lucha consecuente para proteger las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera. Esta lucha, llevada hasta sus conclusiones lógicas, implicaría atacar las bases del capitalismo. En cambio, la dirección existente de la clase trabajadora ha cedido en el momento crítico a las fuerzas que defienden la continuidad del capitalismo en el ala derecha del movimiento obrero, que representa en la Argentina la dirección de la CGT, o incluso a los mismos partidos del “centro” como ocurre con la dirección de la CTA.
Esto permite que demagogos como Milei surjan y se aprovechen de la crisis, denunciando a la “casta” con más convicción que cualquiera de los dirigentes de la izquierda.
Milei es un demagogo reaccionario de extrema derecha que, durante todo un año como presidente, ha encabezado una brutal guerra de clases de los capitalistas, los imperialistas y otros parásitos similares, contra la clase trabajadora y los pobres. Creemos que las organizaciones de la clase trabajadora deben organizar una lucha seria contra estos ataques y en defensa de sus salarios, salud, educación y condiciones de vida. Estamos luchando junto a la clase trabajadora por este objetivo.
El hecho de que estos demagogos reaccionarios tengan un discurso racista, misógino y violento no implica que sean gobiernos fascistas.
¿Qué es el fascismo?
¿Cuál es la diferencia entre políticos como Milei y los fascistas? Para entender esto, necesitamos mirar a los gobiernos fascistas de Mussolini y Hitler en el siglo XX para entender cómo surgieron y qué representaron. Aunque algunos en la izquierda hablan de “neofascismo” o “fascismo social”, y cosas por el estilo, rara vez definen estos términos y, en consecuencia, suelen llevar a la confusión política. El método marxista no es inventar nuevas categorías desde el aire para aplicar a la situación política, sino analizar la experiencia histórica real y extraer lecciones de ella. Por lo tanto, solo nos queda estudiar el fascismo del siglo XX.
Un elemento decisivo del contexto político en la Europa de entreguerras fue el declive de los movimientos revolucionarios que habían sacudido el capitalismo hasta sus cimientos. La victoriosa Revolución Rusa de octubre de 1917, dirigida por el Partido Bolchevique, derrocó a la autocracia zarista y dejó el poder en manos de la clase obrera, que, por primera vez en la historia mundial, logró mantenerlo. Esta revolución, junto con las revoluciones alemana y austriaca de 1918, puso fin a la Primera Guerra Mundial, aunque las revoluciones posteriores fueron desviadas conscientemente por los socialdemócratas hacia canales seguros para el capitalismo.
En los años siguientes, estallaron revoluciones en toda Europa, en Italia, de nuevo en Alemania y más tarde en España. Todos estos fueron traicionados por la dirección socialdemócrata y estalinista de los partidos obreros en ese momento.
En una situación revolucionaria, la clase trabajadora gana confianza en sí misma, y otras clases intermedias de la sociedad comienzan a mirarla como un líder potencial de la sociedad. Sin embargo, si la clase trabajadora no logra tomar el poder en una revolución exitosa, esta oportunidad se desperdicia y la correlación de fuerzas entre las clases cambia. La pequeña burguesía mira otra vez hacia la clase capitalista, desesperada por alguien que restablezca el orden.
En el periodo de entreguerras, los capitalistas financieros, enloquecidos por el miedo a que los trabajadores derrocaran su dominio, armaron bandas de estos grupos de pequeños burgueses y elementos lumpen, igualmente enfurecidos, para hacer repeler la amenaza comunista. Estos grupos iban de ciudad en ciudad destruyendo organizaciones obreras y asesinando a dirigentes de la clase trabajadora. Pudieron tener éxito en esto debido a la negativa de los líderes estalinistas y socialdemócratas a participar en una política de frente único de autodefensa de los trabajadores contra estos bandidos.
Los capitalistas entregaron las llaves del poder a los locos. Incluso parte de la clase dominante perdió la cabeza en el proceso, e incluso después de que la amenaza comunista fuera derrotada, les resultó bastante difícil retomar el poder en manos de los “gerentes responsables” del capitalismo.
¿Qué diferencias hay entre este panorama y la situación política actual? Hay muchas diferencias obvias, la más importante de las cuales es el papel que ha desempeñado la clase trabajadora hasta ahora. Lejos de que la dinámica revolucionaria esté en una curva descendente, acompañada de desilusión y pesimismo, en los últimos años la clase obrera solo ha comenzado a flexionar sus músculos en la lucha de clases. De hecho, la clase trabajadora en la Argentina no ha experimentado una derrota grave en los últimos 40 años.
Otra diferencia importante hoy es el peso social relativo de la pequeña burguesía como clase. En Europa durante gran parte del siglo pasado, entre el campesinado y la pequeña burguesía urbana, constituían la mayoría de la población. Pero el desarrollo del capitalismo durante el último siglo ha reducido continuamente el tamaño de esta clase que ha sido aplastada bajo las presiones del grandes capital y cada vez más proletarizada, como Marx y Engels predijeron en el Manifiesto Comunista.
En el caso de la Argentina, casi desde la colonización apenas ha existido una clase campesina, excepto en unas pocas provincias, ya que las tierras más fértiles siempre se dividían en enormes extensiones entre un puñado de terratenientes extremadamente ricos primero para producir cuero y carnes para el mercado global, y luego soja. La mayoría de la población en las zonas rurales son trabajadores rurales, en lugar de campesinos que poseen sus propias tierras.
El deseo de orden de la pequeña burguesía, basado en su necesidad de condiciones estables para hacer negocios, influyó en el ascenso del fascismo en las condiciones específicas de los años 20 y 30 en Europa, pero el cambio de peso de las fuerzas de clase a nivel mundial obstaculizaría el ascenso del fascismo en las condiciones actuales. Un ejemplo de esto es que amplias capas que antes se consideraban parte de la pequeña burguesía (profesionales, trabajadores de cuello blanco, maestros, profesores universitarios, funcionarios, médicos y enfermeras), golpeadas por la crisis capitalista, están ahora más cerca de la clase trabajadora, e incluso muchos de ellos se han sindicalizado.
En América Latina, los periodos más oscuros de la reacción han venido casi siempre de la mano de golpes militares, apoyados por el imperialismo estadounidense, que desataron la represión contra la clase obrera y gobernaron de forma bonapartista, dependiendo de las fuerzas militares y policiales para su control en lugar de bandas paramilitares de fanáticos armados y rabiosos.
Es poco probable que las condiciones actuales en la Argentina conduzcan a un golpe militar, siempre y cuando la burguesía esté bajo un firme control político del país a través de sus mecanismos democráticos. En esta ecuación hay otro elemento a considerar, que es la capacidad del imperialismo estadounidense para patrocinar golpes. El país del norte sigue siendo la fuerza imperialista más fuerte y reaccionaria del planeta, pero la lucha de clases se está calentando en los Estados Unidos tanto como en cualquier otro país. La capacidad de un país para embarcarse en aventuras en el extranjero depende de la estabilidad interior. Solo la clase obrera estadounidense, que no tiene ningún interés en oprimir a otras naciones, puede paralizar la máquina de guerra imperialista. Este es otro ejemplo de la importancia concreta del internacionalismo en la lucha por el socialismo, una responsabilidad que la Internacional Comunista Revolucionaria asume no solo con palabras sino con hechos, ya que trabaja para construir partidos revolucionarios de la clase obrera en los Estados Unidos y en todos los países imperialistas más poderosos.
Mientras la clase dominante controle las palancas fundamentales del poder económico, mantendrá el poder real en la sociedad. La única forma de evitar la reacción capitalista en todas sus formas es expropiar a la clase capitalista, destruir su Estado y comenzar a planificar democráticamente la economía y trabajar hacia la organización socialista de la sociedad. Esto enviará la escasez y la pobreza, así como la opresión de las mujeres y las personas LGTBIQ, todos productos del capitalismo y la sociedad de clases, al basurero de la historia.
¿Un debate académico?
Algunos podrían argumentar que no es necesario perder el tiempo debatiendo cuestiones políticas y teóricas, que lo importante es salir a luchar contra Milei en este momento, sea un fascista o no. Estamos de acuerdo en la necesidad de luchar urgentemente contra Milei y su gobierno de capitalistas, pero la teoría marxista es muy importante en esta lucha, ya que es nuestra mejor brújula teórica.
En este caso, el debate no es en absoluto académico, porque las implicaciones para nuestras tácticas en la lucha de clases contra un fascismo inminente serían totalmente diferentes de los métodos que son adecuados en un período de democracia burguesa.
De hecho, incluso los grupos que denuncian el ascenso del fascismo no proponen los métodos de lucha que siguen desde esa perspectiva. En ese caso, la necesidad sería agrupar a todas las organizaciones de la clase trabajadora en unidades de autodefensa armada de los trabajadores contra escuadrones violentos de vándalos que estarían rompiendo huelgas y aterrorizando a los barrios de la clase trabajadora. Habría necesidad de prepararse para el trabajo en condiciones de ilegalidad, y persecución.
En realidad, la tarea del día es construir un partido internacional de la clase trabajadora que pueda mostrar una salida al estancamiento actual de la clase trabajadora, disciplinado y organizado a través del centralismo democrático, y armado con las ideas del marxismo. Esto es clave en la lucha por una política combativa en los sindicatos y para barrer con el liderazgo burocrático y colaboracionista que actualmente los controla. Esta lucha debe tomar muchas formas y llevarse a cabo de manera flexible, utilizando el frente único para conectarse con los grandes sectores de la clase trabajadora que siguen el liderazgo de los reformistas y los nacionalistas burgueses.
Un partido de masas comunista revolucionario con raíces sólidas en la clase trabajadora es el factor crucial para convertir una inevitable revolución futura, causada por las contradicciones del sistema capitalista, en una revolución exitosa que pueda establecer un verdadero poder de los trabajadores sobre la sociedad.
La necesidad de claridad política
Este debate muestra la importancia crítica de definir cuidadosamente las perspectivas políticas basadas en las condiciones reales del momento, en lugar de en el extremismo verbal en un intento de provocar artificialmente a las masas a la acción. La adopción de la perspectiva del fascismo inminente por muchos en la izquierda, como Política Obrera, el Partido Obrero y muchas de las asambleas que han surgido para luchar contra los ataques de Milei muestran que existe una confusión ideológica en el movimiento obrero, incluso entre sus luchadores más comprometidos.
La Organización Comunista Militante insiste en la necesidad de la teoría marxista como guía para la acción, ya que es un producto de la rica historia del movimiento obrero y son las únicas ideas probadas en su capacidad para cambiar el mundo. Disponemos de una amplia variedad de títulos a la venta, así como una revista teórica trimestral y un periódico. El estudio de estas ideas es una parte importante de lo que hacemos, en grupos de lectura de los clásicos del marxismo y discusiones de eventos y perspectivas actuales. Si querés unirte a nosotros en este trabajo de formación y construcción de una organización de combate, ponete en contacto con nosotros allá donde estés. No hay lucha más importante en nuestras vidas que la lucha por el comunismo.