ANEXO: El programa de los marxistas para el campesinado pobre y los pueblos indígenas

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Jóvenes indígenas

Los jóvenes indígenas y en general, los 10 millones de indígenas del país, están sufriendo una doble explotación en la sociedad capitalista: a la explotación como trabajadores agrícolas o urbanos se les une la discriminación por el color de su piel, por su lengua y hasta por su cultura.

La independencia formal del país y la revolución democrático- burguesa de 1910 no han solucionado ningún problema de los pueblos indígenas. No sólo fueron y siguen siendo despojados y expoliados de su tierra, sino que la política "indigenista" del gobierno intenta recluirlos, de una forma velada, en una especie de "reservas". Esta política sólo beneficia a los terratenientes. El analfabetismo es casi total en las comunidades y la represión por parte del gobierno, utilizando al ejército, es incesante.

Por ésta política de la burguesía, los jóvenes indígenas, sin medios económicos y posibilidades para desarrollarse, se ven obligados a emigrar. En las ciudades el sufrimiento y la discriminación se ven incrementadas. Debido al analfabetismo y en algunos casos al desconocimiento del idioma español se les dan los trabajos más pesados, denigrantes y los peor remunerados (en la construcción, cargadores de bolsos en las centrales comerciales y en las labores domésticas). En el comercio ambulante las indígenas, peyorativamente llamadas "Marías", constantemente son víctimas de la extorsión y vejación por parte de la policía. Pero no sólo es el gobierno sino también un sector de la sociedad (la burguesía y las capas medias), la que calla ante esta discriminación al considerar, en los hechos, ciudadanos de segunda a los indígenas. En el campo y en la ciudad debemos luchar por el pleno reconocimiento de los derechos a los miembros de las etnias y para que se les proporcionen todos los medios para un desarrollo integral.

El levantamiento de EZLN puso como primer punto del orden del día el problema indígena, y desde entonces todos han alzado la voz para denunciar las lamentables condiciones de los pueblos indios -una verdadera andanada de comentarios, muchos de los cuales proviene del mismo gobierno, que hipócritamente se da golpes de pecho.

Los planteamientos que han surgido son, en su mayoría, de carácter moralista por parte de los sectores de oposición o de carácter demagógico por parte del gobierno. Nosotros creemos que el problema indígena no puede ser tratado al margen de los problemas que aquejan a la mayoría de la población, y que la solución a la problemática indígena debe incluir la solución a los problemas generales de la clase obrera y demás sectores explotados.

La política del gobierno intenta aislar a los jóvenes indígenas de las comunidades del resto de los trabajadores y confinarlos en sus zonas de residencia tradicional vigilados por el ejército, en un verdadero régimen de apartheid, para que no unan sus protestas y luchas a las del resto de campesinos, trabajadores y jóvenes por el derecho a la tierra, al pan, a una vida en paz, a su propia lengua, sus tradiciones culturales incluyendo la medicina y el respeto a las formas propias de organización de las comunidades. Es necesario terminar con éste tipo de explotación y discriminación estableciendo un combate franco contra el caciquismo y el racismo que todavía promueve el sistema para mantener un control sobre las comunidades.

Consideramos que las propuestas de autonomía son armas de doble filo. No se puede hablar de autonomía en abstracto, ya que en muchos sentidos esa propuesta puede ir acorde con los planteamientos del Estado en el sentido de segregar a los indígenas en zonas reservadas muchas veces bajo el control de caciques (que por cierto algunos también son indígenas) El camino correcto debería ser la integración. Cualquier planteamiento que implica la división de los explotados en líneas de raza debe ser combatida y repudiada como una consigna reaccionaria. Sin embargo, es indudable que dado el constante ataque de parte del gobierno en contra de los derechos más elementales de los pueblos indígenas, estos sienten de manera legitima la necesidad de una auténtica autodeterminación, lo que implica no sólo satisfacer demandas de orden político como lo pudiera ser la autonomía, sino planteamientos de orden económico. Mientras la economía del campesino pobre, ya sea indígena, mestizo o blanco siga dependiendo de coyotes especuladores o caciques, no podremos hablar de una verdadera autodeterminación por más que el gobierno firme papeles, tratados o acuerdos.

El 70% de la población de jóvenes indígenas y zonas rurales vive en la pobreza, la deserción escolar en estas zonas es muy elevada y a muy temprana edad, esto por la necesidad de incorporarse a trabajar para que él y su familia puedan sobrevivir.

Los asesinatos de indígenas en Guerrero, Chiapas, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, etc., nos deben hacer reflexionar. El actual gobierno está enfrascado en una política represiva a la que debemos responder con organización y con los medios necesarios para la auto-defensa campesina. Los asesinatos no pueden quedar impunes, ante un ataque del gobierno y guardias blancas es necesario crear comités de autodefensa en el campo que respondan de manera unificada como un solo hombre y que haga pagar muy caro en términos políticos al Estado un intento represivo. Los casos de la OCSS (Organización Campesina de la Sierra del Sur) y del CUT (Comité de la Unidad Tepozteca) de Tepoztlán son una buena muestra de lo que puede hacerse contra la represión gubernamental. Pero sin duda el ejemplo más contundente de lo que significa la autodefensa campesina, incluso armada, lo constituyó el Movimiento de Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, el cual terminó por doblegar al gobierno y todas sus leyes y decretos. El movimiento combinó los métodos tradicionales de la lucha de la clase obrera con la defensa de la tierra. Pese a que la lucha en Atenco fue de un carácter local, la lección ha sido clara para todos los explotados del campo y la ciudad ¡Contra la represión, la organización y la movilización, pero también la auto defensa, darán la victoria!

La creación de Comités de Lucha campesinos, -como el Frente de Lucha de Atenco-, formados por representantes de organizaciones combativas del campo, así como por miembros nombrados directamente por la comunidad, podría ser un gran instrumento de auto defensa, lucha y enlace con los demás explotados en la ciudad y en otras regiones.

La lucha conjunta es el único camino. El futuro que ofrece el sistema capitalista a los pueblos indígenas es claro: explotación y discriminación en todos los terrenos.

Luchamos por:

– Fomento de la lengua y la cultura propias (en el campo y la ciudad) para los pueblos indígenas. Creación de escuelas y centros necesarios para ello.
– Por el derecho a una educación bilingüe en el campo y la ciudad. Cursos y profesores bilingües suficientes en todos los ciclos escolares para una libre elección de la lengua en que se desea la clase.
– Por la potenciación de la medicina tradicional, complementaría de la farmacológica. A la vez, médicos, centros asistenciales y hospitales públicos necesariamente dotados en todas las comunidades.
– ¡Libertad a los presos políticos indígenas y no indígenas!
– Respeto a las formas de organización tradicional de las comunidades indígenas.
– Formación de grupos de auto defensa de campesinos pobres nombrados en las asambleas comunitarias en el marco de comités de lucha campesinos que establezcan un control democrático de sus comunidades.

Jóvenes jornaleros

Los jóvenes jornaleros y campesinos pobres sufren unas condiciones de vida en las zonas rurales peores que en las ciudades. Viven en muchos casos sin agua, luz y otros servicios básicos, en viviendas inadecuadas e insalubres; además cada día se ven obligados a trabajar, muchas veces, hasta ponerse el sol por salarios de hambre.

La llamada Reforma Agraria, a raíz de la revolución de 1910, no ha solucionado el problema de la tierra. Continúa la tendencia a la concentración de la tierra y la existencia de grandes terratenientes. Hay un desigual reparto de la tierra. Al lado de grandes latifundios desaprovechados existen una gran masa de jornaleros sin tierra y propiedades en minifundio, ejidales y comunales que, en la mayoría de las ocasiones , no dan para vivir. Todavía faltan por repartir 9 millones de hectáreas desde la revolución, pero aunque se tenga tierra, ¿de qué sirve si se tiene una extensión pequeña sin créditos estatales baratos, sin opción a adquirir maquinaria moderna, sin el auxilio de ingenieros agrónomos y con fertilizantes caros?.

Esta es la política que ha seguido la burguesía, el PRI y ahora el PAN, y que durante décadas y ha conducido a la miseria de los jornaleros agrícolas y campesinos pobres. Así que no es de extrañar que sea poco productivo el campo mientras se fomentan las importaciones masivas desde los EE.UU. y otros países. Las contrarreformas al Artículo 27 son un paso más en la concentración de la tierra en un puñado de terratenientes. Así, la burguesía con sus políticas obliga a cientos de miles de jóvenes jornaleros y campesinos a emigrar hacia las ciudades o a los EE.UU. En algunos casos éste proceso se presenta de forma extrema, éste es el caso del Estado de Morelos, donde por cada 100 mujeres hay 64 hombres de 20 a 24 años de edad. Todo esto en busca de unos salarios más dignos, que en algunos casos alcanzan a ser 12 veces superiores a los de aquí.

El campo se encuentra en una crisis permanente, con el 4% de la PEA sólo aporta al PIB el 5% de éste. El campo está abandonado, mientras que por otra parte se importan productos agrícolas de Estados Unidos. Esto ha crecido en los años de vigencia del TLC, las compras de granos a crecido a un mas del cien por cien, al pasar de 800 millones de dólares a 4 mil millones de dólares, además los granos de producción mexicana son pagados a tan bajos precios que las pérdidas son millonarias, esto provoca que millones de campesinos prefieran integrarse a la economía subterránea en las grandes ciudades o emigrar a Estados Unidos como ilegales, porque así ganan más de los que les representa producir maíz o fríjol en las condiciones actuales en México.

La reforma del Artículo 27 constitucional y su ley reglamentaria responden a una concepción "neoliberal" de establecer empresas privadas que ocupen grandes extensiones de tierra, fundamentalmente por medio de la integración de sociedades mercantiles. El proyecto consiste en constituir predios agrícolas a escalas similares a los existentes en Norteamérica. La única alternativa para los trabajadores agrícolas y campesinos pobres es unir su lucha a la de los trabajadores urbanos contra banqueros, terratenientes y empresarios que se enriquecen a costa del empobrecimiento de la población trabajadora.

El gobierno y la burguesía tratan de convencer a los trabajadores rurales que sin estos cambios de escala en la producción agropecuaria no habrá ventajas comparativas ni competitivas en el mercado internacional. Para una recuperación de la productividad en el campo se tendría que elevar mnimamente a 60 mil millones de pesos la inversión anualmente, así como incrementar los precios de garantía y dar más y mejores créditos baratos. Pero éste no es el proyecto del gobierno de Fox ni el de la burguesía.

El campo mexicano está condenando a la destrucción bajo el capitalismo. Está demostrado que la agricultura familiar es eficiente para la conservación del entorno ecológico. Un proyecto alternativo para el campo debería contemplar por lo tanto, la granja colectiva a gran escala y la producción familiar individual.

El 97% del territorio nacional presenta algún tipo de desertificación y el 60% de la superficie alcanza niveles extremos, lo cual no es provocado por la simple falta de riego. Está demostrado que la erosión se da en lugares donde se produce el 60% de captación pluvial. De continuar éste ritmo de desertificación en 30 años se acabaría con las tierras aptas para la siembra y en 64 años México sería un desierto. La naturaleza requiere 300 años para recuperar 2cm. cuadrados de suelo y en México, a cada minuto se pierden 1.5 hectáreas de selva o bosque, cada día 2,155 y cada año 780 mil.

En los marcos del capitalismo la concentración de la tierra está trayendo consecuencias desastrosas para el campo mexicano. Se ha analizado que el resto de las actividades económicas no serían capaces de absorber los excedentes de mano de obra de la población rural de más de 30 millones de personas. La concentración de la tierra en líneas capitalistas traería una mayor depresión de los salarios y de las condiciones laborales de los trabajadores rurales. La única forma de distribuir los ingresos y poder de compra al campesino pobre es generando empleo en el medio rural por medio del apoyo a la agricultura campesina pobre mediante un sistema de créditos baratos, los cuales no pueden ser proporcionados más que por la banca pública en manos de los trabajadores.

No nos oponemos a la introducción de más maquinaria para las labores del campo. Lo que es inadmisible es que esto signifique mayor desempleo. La única salida es repartir el trabajo entre todas las manos existentes, sin reducción salarial. Ello asegurara que en todas las cosechas en que se introduce maquinaria participen el mismo número de jornaleros que en la cosecha anterior, disminuyendo cada vez más la jornada laboral. Si las reformas del Artículo 27 y la nueva Ley Agraria fueron aprobadas por el presidencialismo y la antidemocracia imperante, la forma de atacarla es creando un frente único con los indígenas, mujeres y niños trabajadores del campo, elaborando un plan de acción con un programa de clase para construir una oposición seria al PAN y a las empresas monopolistas que pretenden adueñarse del campo.

La política económica actual sólo tiene como objetivo fortalecer una nueva casta de terratenientes aburguesados. La miseria, el hambre y la muerte por enfermedades perfectamente curables, son brutales. El analfabetismo es casi total y la represión por parte del gobierno, utilizando al ejército es incesante.

La ley agraria de Salinas afectó prácticamente a todos los sectores del medio rural: ejidatarios, comuneros, jornaleros y pequeños propietarios, así como hombres, mujeres, jóvenes y viejos. El agro demanda reformas que coloquen a los hombres y mujeres del campo como los constructores centrales de su propio proceso, no como las reformas Salinas-Zedillo, que lo único que hicieron es convertir en peones acasillados, en piezas de un engranaje controlado por imperialistas a los trabajadores del campo.

La lucha conjunta es el único camino. El futuro que ofrece el capitalismo a los pueblos indígenas es bastante claro: más explotación, hambre y miseria; más enfermedades, exterminio físico y cultural y discriminación en todos los terrenos. Los campesinos exigen reformas que tomen en cuenta la diversidad ecológica y cultural de México, así como políticas que estén totalmente en sentido opuesto al control de los monopolios transnacionales. Los campesinos mexicanos cuentan con una amplia tradición de lucha y resistencia a los planes que han pretendido aniquilarlos.

Por eso los jóvenes marxistas luchamos por:

– Una nueva Ley Agraria que rompa con los propósitos privatizadores del capitalismo internacional.
– Un programa de crédito barato para el campo, gestionado y controlado en comités paritarios por un tercio de trabajadores del campo, un tercio de organizaciones sindicales y un tercio de representación de la administración.
– Desarrollo integral para el campo, contando cada núcleo rural con todos los servicios educativos, comerciales, sanitarios y otros indispensables para evitar la emigración de las zonas rurales.
– Jornada laboral de 30 horas.
– Comités de control de precios de garantía formados a partes iguales por campesinos, organizaciones sindicales y la SARH (Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicas.
– Sanidad al campo. Un centro de salud y un centro de planificación familiar y atención sexual a la juventud por cada pueblo con más de 300 habitantes.
– Plan agrario de empleo para dar trabajo a todo jornalero mayor de 16 años, controlado por una comisión igualitaria formada por un tercio de los sindicatos, un tercio de trabajadores del campo y un tercio de la administración, debiéndose ratificar su ejecución y cumplimiento en asambleas de campesinos en todo el país.
– Puesta en práctica de un plan agrario de obras públicas con fondos suficientes para crear puestos de trabajo.
– Plan de capacitación agrícola que tenga por objetivo el derecho de todo trabajador agrícola a recibir la preparación adecuada.
– Confiscación de los latifundios y fincas no cultivadas o infrautilizadas.
– No a la privatización de los ejidos.
– No al desempleo fruto de la introducción de las maquinarias. Reparto del trabajo existente entre todos los jornaleros por medio de la reducción de jornada sin reducción salarial.
– Ninguna discriminación salarial ni laboral para la mujer campesina.
– Expropiación de los latifundios bajo control obrero y sin indemnización, unido a la obtención de créditos baratos por medio de la expropiación de la banca sin indemnización y bajo control obrero.

Para nosotros los marxistas, no hay solución para los problemas más importantes que padecen los diferentes sectores explotados y oprimidos de la sociedad si no es por medio de la organización y la acción unificada y decidida en contra del capitalismo. Nosotros estamos plenamente convencidos de que otro mundo es posible, un mundo en el que quepan muchos mundos, entendido ello como un especio en el que se amalgame lo mejor de las virtudes de la humanidad. Pero pensamos que esto sólo podrá ser posible bajo una condición: que de ese mundo en el que quepan muchos mundos no sólo sea excluido, sino además eliminado el mudo de la burguesía.

Para ello se requiere la eliminación de la propiedad privada sobre los principales medios de vida, si no es así, la vida y el destino de los indígenas, los campesinos pobres y los trabajadores de las ciudades seguirán siendo controlados por los caciques, las multinacionales, el imperialismo, los empresarios, los banqueros y sus fieles perros guardianes: los políticos a cargo del Estado.

Por consecuencia, cambiar el orden de las cosas para crear un mundo en el que quepan muchos mundos, excepto el de la burguesía, exige de parte de los trabajadores y demás clases oprimidas la lucha por eliminar al Estado burgués para tomar en sus manos el destino de sus vidas por medio de un nuevo Estado que impulse medidas para eliminar la miseria y cualquier tipo de opresión. Teniendo éste nuevo estado de cosas como su principal pilar la participación directa de los trabajadores y campesinos, indígenas o no, en la administración, planeación y control sobre la economía y la política por medio de comités y consejos en las fábricas, las escuelas, los barrios, las colonias, los ejidos y comunidades.

Esa es la democracia obrera, único régimen social que puede garantizar una vida digna para todos y una verdadera participación en todos los asuntos más relevantes de la sociedad por parte de cada trabajador del campo y de la ciudad, y no de forma ficticia como lo sucede bajo la democracia burguesa.