[Publicamos aquí una transcripción editada de la introducción de Jorge Martín, de la Corriente Marxista Internacional, a la Escuela Latinoamericana de Formación Política, el 28 de mayo de 2021. El compañero analiza la situación en América Latina, sumida en la pandemia de la Covid-19 y la crisis capitalista, y los estallidos sociales en varios países como respuesta de las masas. La charla analiza cuestiones como la de la consigna de la Asamblea Constituyente, el balance de los “gobiernos progresistas” y el papel de la juventud y las mujeres en el movimiento revolucionario que recorre el continente.]
América Latina ha sido la región del mundo más golpeada por la pandemia tanto desde el punto de vista sanitario como desde el punto de vista económico. Según las cifras oficiales, América Latina ha llegado ya a un millón de muertos por la Covid-19 pero esas cifras no son reales. Si tomamos por ejemplo las cifras oficiales de México que son de unos 200.000 muertos, pero si miramos la cifra de exceso de muertos en relación a otros años anteriores a la pandemia, la cantidad es de 400.000, cuya inmensa mayoría han muerto de Covid-19 pero no han sido registrados como tal. En Perú, la cifra oficial de muertes por la pandemia es de unos 70.000, pero la cifra de exceso de muertes es de 180.000, más del doble.
Aunque hay otros países dónde las cifras están más ajustadas a la realidad, si vemos las cifras de exceso de mortalidad de todo el mundo, los países que están a la cabeza son en su mayoría de América Latina. Perú, tiene un exceso de mortalidad superior al 140%. Ecuador, Nicaragua, Bolivia, México, Brasil, Colombia, prácticamente todos los países que están en los primeros puestos por exceso de mortalidad son de América Latina.
También económicamente, esta ha sido la región del mundo que ha tenido mayor contracción económica, del 7,7% del PIB en su conjunto, el doble de la media mundial, una cifra que no se alcanzaba desde 1821 según algunos economistas burguesas. Es decir, en toda la historia de América Latina independiente no había habido una contracción económica tan brutal que afectara a todo el continente. Pero no solo eso. El período anterior a esta contracción, de 2015-19 el crecimiento económico en América Latina fue del 0,3% anual de media, es decir un quinquenio de estancamiento. Y después de ese estancamiento que significo un retroceso marcado de las condiciones de vida de las masas, ahora tenemos un colapso de más del 7%.
Todas las contradicciones de la pandemia y la crisis capitalista mundial se expresan de forma más exacerbada en el continente americano. Los niveles de pobreza extrema han regresado a la situación de los años 1990s. Se calcula que la economía de la región no va a recuperar su nivel de 2019 hasta 2024, es decir, en otros tres años. Y en mi opinión estas previsiones económicas, de la CEPAL, del Banco Mundial, son bastante optimistas, porque se basan en que se pueda controlar la pandemia, y la pandemia no está en absoluto controlada. Las tasas de vacunación son muy bajas y las políticas de la mayoría de los gobiernos son totalmente irresponsables, sino directamente criminales. Incluso en países que en un primer momento habían llevado adelante una política restrictiva eficaz, de cuarentena, y habían logrado controlar la pandemia ahora también en esos países está fuera de control.
La política totalmente criminal que se ha seguido, por ejemplo en Brasil, en relación a la pandemia, ha hecho que ese país sea ahora un auténtico caldo de cultivo de todo tipo de nuevas variantes de la Covid-19, que son mucho más transmisibles y en última instancia más mortíferas.
No es cierto que la crisis económica la haya provocado la pandemia, y en el caso de América Latina lo hemos demostrado con cifras, la crisis capitalista había empezado antes, por lo menos 5 años. Sin embargo, la pandemia, su llegada de manera brusca y súbita, que paralizó la actividad económica, lo que hace es agravar y agudizar la crisis económica.
Desde antes de la pandemia, América Latina ya vivía una situación de enorme convulsión. No era una situación de estabilidad capitalista y de la democracia burguesa, sino una situación enormemente turbulenta que se expresaba en su forma más aguda en los acontecimientos de los que nosotros denominamos el Octubre Rojo de 2019. Algunos incluso hablan del “año rojo” de 2019, que culminó con los levantamientos insurreccionales en Ecuador y en Chile. En Ecuador con una profundamente inaudita: el gobierno huyendo del palacio presidencial y abandonando la capital. Y en Chile quizás incluso más, aunque no se llegó a foragitar el gobierno de la Moneda, pero sí fue un levantamiento insurreccional que se prolongó durante prácticamente tres meses y que no pudo ser vencido por la represión que fue brutal.
Esa es la situación de la que veníamos. Antes de la pandemia había una situación de enorme polarización social, de contradicciones agudas. Una situación totalmente explosiva que además engarzaba con la situación mundial. Antes de la pandemia vimos los levantamientos revolucionarios en Argelia, en Sudán, en Líbano, en Irak, etc. Y lo que estaba pasando en América Latina, en Haití, en el propio Puerto Rico, en Ecuador, Chile, era parte de ese proceso general, con sus propias características.
Esta crisis capitalista ha significado un golpe muy duro para los trabajadores, los campesinos, las masas, sobretodo para aquellos que trabajan en el sector informal de la economía, para la juventud. Pero no todos han salido perdiendo. Las últimas cifras que se acaban de publicar señalan que desde el año 2019 hasta ahora, en América Latina, el número de multimillonarios en dólares, ha pasado de 76 a 107, la mayoría de ellos concentrados en Brasil y en México. Y su riqueza acumulada ha pasado de 284.000 millones a 480.000 millones de dólares, en un año y medio, casi se ha duplicado. La mayoría perdemos y unos pocos aumentan su riqueza incluso en condiciones de una crisis tan profunda.
Podía parecer, en la superficie, que la llegada tan brusca de la pandemia, que detiene la vida social, que dificulta el contacto, que instila el miedo al contagio en la gente, había paralizado ese proceso revolucionario que venía iniciando. O por lo menos lo había puesto en pausa. Pero ni siquiera esa pausa duró mucho. Las masas de obreros, campesinos, indígenas, la juventud, no tienen más alternativa que seguir luchando, y en muchos países se han encontrado ante un dilema que es el de salir a trabajar con el riesgo de contagiarse que en muchos casos significa un alto riesgo de morir, o quedarse en sus casas y morirse de hambre por no tener de dónde sacar el sustento.
Así hemos visto que incluso durante la pandemia, en septiembre del año pasado hubo el levantamiento en Bogotá y en otras ciudades de Colombia contra la violencia y los asesinatos policiales, en el que se llegaron a quemar 40-50 CAIs, comisarías de policía de barrio. En noviembre de 2020 las movilizaciones enormes en Perú que fueron la antesala de lo que está pasando ahora. Cuando el parlamento trató de sacar al presidente Vizcarra con una acusación de corrupción, cuando los propios congresistas son todos corruptos y la gente salió a la calle, no se tragó esa maniobra. Salieron, no a defender el gobierno sino a atacar a todos los políticos. Una semana de manifestaciones espontáneas que forzaron la salida de los gobiernos.
En Guatemala más o menos por el mismo tiempo una protesta contra el presupuesto de recortes llevó a los manifestantes a prender fuego al edificio del congreso. En marzo de este mismo año vimos el levantamiento en Paraguay, en una situación de desesperación total donde la gente se estaba muriendo, no había insumos en los hospitales, tenía que pagar sus propias insumos para las hospitalizaciones de la Covid-19 y una tasa de infección muy alta en un país que es fronterizo con con Brasil. Cuando la gente salió a la calle, el gobierno colorado respondió con represión, pero la gente se enfrentó a la policía y en un momento dado logró imponerse en las calles. Y finalmente llegamos al 28 de abril de este año con el inicio del paro nacional colombiano.
Es decir que podemos decir que se está restando el nudo de la movilización revolucionaria que ya se venía anunciando antes de la pandemia. Que no tiene que ver con la pandemia, pero que el agravamiento de las condiciones sociales y económicas de las masas debido a la pandemia hacen que esta movilización sea más urgente. Lo que la pandemia ha sacado a la luz es la enorme disparidad de riqueza, la enorme corrupción de la democracia burguesa en el continente donde ha habido escándalo tras escándalo de políticos y empresarios que se vacunan ilegalmente antes que las vacunas puedan llegar a la población. El destrozo de los sistemas de salud pública durante muchos años ha dejado a estos países totalmente expuestos a una pandemia de estas características.
Enorme polarización y descrédito de las instituciones de la democracia burguesa
Todo esto añade al descontento que ya se venía acumulando antes y crea una situación de enorme polarización. Una situación además de enorme desconfianza en todas las instituciones de la democracia burguesa.En muchos de estos países las movilizaciones tienen una característica común que es la lucha contra la corrupción. En Perú donde los últimos cinco presidentes están todos o en la cárcel o condenados o enjuiciados por corrupción. El fantasma del “que se vayan todos”, que es que es la consigna que movilizó a las masas en el argentinazo en 2001 vuelve a planear por toda América Latina.
Y es lo que se refleja por ejemplo en las elecciones constituyentes en Chile donde la mayoría de partidos establecidos han salido muy mal parados. En las elecciones en Perú donde un partido que prácticamente no existía consigue pasar a la segunda vuelta y ahora amenaza con ganar las elecciones. Una crisis muy profunda de legitimidad de la democracia burguesa en la medida que la democracia burguesa no puede resolver ninguno de los problemas de las masas y es, justamente, vista por las masas como unas instituciones totalmente corruptas al servicio de los ricos, de los capitalistas y de la dominación imperialista de estos países.
Uno de los ejemplos más llamativos de estos son el resultado de las elecciones a la convención constituyente en Chile. Estas elecciones demuestran en primer lugar una derrota muy fuerte del bloque de derechas, del bloque gubernamental que está actualmente totalmente desacreditado. Pero también creo muy significativamente fueron una derrota para los partidos de la antigua Concertación – Nueva Mayoría que incluía desde el Partido Comunista hasta la Democracia Cristiana pero que ahora el Partido Socialista y la DC y otros partidos de este bloque quedan totalmente desacreditados en estas elecciones. No se pueden presentar como recambio de la derecha y sacan unos resultados bastante bastante malos que les han hecho entrar en una crisis muy fuerte.
Pero incluso más allá de eso hay que ver que dentro de lo que es la izquierda, la Lista del Pueblo, aunque de una forma un poco distorsionada o no totalmente clara, pero que es la lista que mejor o más directamente representa el estallido de 2019, con representantes de los movimientos sociales, de las asambleas populares, saca prácticamente el mismo resultado con muy poca diferencia que saca el Apruebo con Dignidad que es la lista que incluye al Partido Comunista y el Frente Amplio. Estas dos organizaciones que tienen una tradición mucho más larga más que la Lista del Pueblo que se improvisó en los últimos meses y que tienen un una raigambre militante mucho más asentada y que también sacan buenos resultados. Es significativo que el Apruebo con Dignidad supera a la ex- Concertación en número de votos y en número de constituyentes.
Este rechazo a todos los partidos políticos se ve reflejado en el hecho de que los candidatos independientes o supuestamente independientes ganan la mayoría en la convención constituyente. Está también el hecho de que la abstención fue muy alta, del 58 por ciento, es decir la participación fue apenas del 42 por ciento. Ni siquiera la idea de una convención constituyente, de vamos a cambiar todo, vamos a dejar de lado la constitución heredada de Pinochet no consiguió entusiasmar a sectores muy importantes de la población que hicieron no ir a votar. No ven que eso vaya a resolver nada.
La lucha en Chile no se expresa solamente por el terreno electoral sino que se expresa también en el terreno de la movilización. Una semana antes de las elecciones hubo un paro portuario y una amenaza de una huelga general que obligaron a las instituciones de la de la burguesía, en este caso el tribunal constitucional, a desautorizar al gobierno de Piñera en la cuestión de la exigencia del tercer retiro. Los trabajadores estaban exigiendo poder retirar el dinero que tienen depositado en los fondos de pensiones privados. El gobierno se oponía, pero el Constitucional le paró los pies claramente para evitar un nuevo estallido social. Eso es bastante importante
La consigna de la Asamblea Constituyente
Creo que tenemos que detenernos un momento analizar esta cuestión de la asamblea constituyente. ¿Qué significa en general la asamblea constituyente y qué significa en particular en este caso en chileno? La asamblea constituyente en el caso de Chile fue una maniobra de la burguesía, del régimen, para desviar la atención de las masas durante el levantamiento de 2019. Claramente, lo que estaba planteado era derrocar el gobierno, cuando el gobierno de Piñera estaba contra las cuerdas y con él todo el régimen. En ese momento, todos los partidos, desde desde el Frente Amplio en la izquierda hasta los partidos que apoyan la mayoría gubernamental de Piñera, la derecha pinochetista, se reunieron en un gran Acuerdo Nacional por la Paz y no sé qué cosa más y llegaron a esta idea de convocar a una asamblea constituyente. El único partido que se quedó por fuera era Partido Comunista, pero tampoco se opuso al acuerdo, aunque no lo firmó por lo menos.
Claramente lo que querían era sacar a las masas de la lucha revolucionaria en las calles que amenazaba con tumbar a todo el régimen y meterlas por el canal del parlamentarismo burgués que es mucho más fácil de controlar, obviamente. Y en la práctica, lo han conseguido. En la medida en que no había una alternativa revolucionaria, una dirección que diera un cauce a la lucha, finalmente las masas se han expresado parcialmente y de una forma distorsionada a través de las de las elecciones.
Pero de forma más general esta cuestión de la Asamblea Constituyente se ha planteado en muchos países de América Latina donde ha habido enormes convulsiones. Se está planteando en Perú y en muchos otros países se está discutiendo este tema. Tenemos que ver que esto tiene dos caras. La primera es que en general una Asamblea Constituyente es un parlamento burgués. Es una asamblea democrático burguesa que se diferencia de un parlamento normal únicamente en que en lugar de hacer leyes en general su tarea es elaborar una ley constituyente, es decir una nueva constitución.
Para la burguesía, en algunas ocasiones la AC sirve o pueden intentar usarla para tratar de lavar la cara del sistema, es decir de regenerar la legitimidad del sistema democrático burgués. Es decir ante una situación en que las masas ven a todas esas instituciones como podridas, la clase dominante dice: vamos a discutir una nueva Constitución y todo va a ser mucho mejor y mucho más democrático y vamos a conseguir que las masas confíen de nuevo en este sistema.
Sin embargo desde el punto de vista de las masas, en muchas ocasiones lo que está reivindicación expresa, de una forma distorsionada es la idea de “vamos a cambiar todo”, “tenemos que cambiar todo de raíz, todo el sistema está podrido y necesitamos un sistema nuevo”. El problema es que simplemente escribiendo una constitución nueva no vamos a cambiar la situación de fondo porque la situación de fondo. No es que un país como Chile o un país como Perú, tengan una democracia burguesa imperfecta, poco democrática, heredera de una dictadura. Ese es un problema, pero ese no es el problema fundamental. Incluso si Perú,
Chile y Colombia tuvieran una democracia burguesa “perfecta”, seguirían mandando los de siempre, los dueños de los medios de producción. En Perú seguiría mandando la CONFIEP, en Chile seguiría mandando Piñera y sus amigos millonarios y las grandes multinacionales del cobre y en Colombia seguiría mandando la oligarquía de siempre, basada en el latifundio, vinculada al narcotráfico y otros sectores de la burguesía al servicio y dominados por el imperialismo estadounidense.
¿Cuál es entonces nuestra tarea? En primer lugar tenemos tratar de explicar es el peligro de la asamblea constituyente, desviar una movilización revolucionaria en la dirección de un parlamentarismo burgués. Pero al mismo tiempo debemos conectar con el sano instinto de las masas que quieren cambiar todo, que quieren barrer todo el régimen establecido. Que en un país como Chile, el que haya una constitución que se escribió con Pinochet o que en un país como Perú haya una constitución que se escribió con Fujimori, pues es un escándalo de grandes proporciones. Nosotros no nos oponemos a la lucha por las libertades y derechos democráticos. Pero debemos explicar qué esa lucha por sí misma no resuelve los problemas más agudos de las masas que son problemas de pobreza, de hambre, de miseria, de techo, de pan y de trabajo.
Incluso una constitución que diga todo el mundo tiene el derecho al trabajo y todo el mundo tiene derecho a una vivienda, mientras siga existiendo el sistema capitalista, no quiere decir que esos derechos aunque estén en un pedazo de papel se conviertan en realidad. En los últimos años se han realizado Asambleas Constituyentes en varios países de América Latina, en Ecuador, en Bolivia, incluso en Colombia (1991) y lo cierto es que esos países siguen siendo capitalistas, y los grandes terratenientes, banqueros, capitalistas y multinacionales siguen controlando la economía.
Nosotros por ejemplo, en Chile durante el estallido advertimos que no estábamos a favor de esa consigna de la asamblea constituyente. Advertimos que esa consigna podía ser utilizada por el régimen como así finalmente fue. Nosotros levantamos otra consigna diferente que tuviera otro carácter y que conectará con esas aspiraciones profundas y democráticas de las masas pero que tuviera un carácter totalmente de desafío, de plantear la cuestión de quién gobierna aquí: gobiernan los empresarios o gobierna la clase trabajadora. La consigna que nosotros levantamos más o menos tentativamente era la de una asamblea nacional del pueblo trabajador con delegados elegidos en las asambleas populares, en los cabildos abiertos, de la gente que lucha, en los sindicatos, en los puestos de trabajo, entre la juventud. Es decir, una consigna que planteara la dualidad de poderes: aquí está el poder de la burguesía, en este régimen podrido, y aquí está el poder de la clase trabajadora, de los campesinos, de los pobres y de la juventud en lucha.
Es decir la consigna de una asamblea nacional de la clase trabajadora o una asamblea popular obrera y campesina, o como hemos dicho en Colombiano de un encuentro nacional de emergencia obrero campesino y popular, es decir de delegados elegidos en las fábricas, en los barrios, en las veredas, en los pueblos jóvenes, entre los campesinos. Que se reúnan esos delegados y decidan: vamos a tomar control de este país. Esta es una consigna de carácter soviético, diferente de la consigna de la asamblea constituyente.
Finalmente, claro, si se convoca a una asamblea constituyente, aunque nosotros hayamos advertido que eso es una trampa de la burguesía, si finalmente se llega a las elecciones constituyentes, nuestra postura es la misma que ante cualquier otro parlamento burgués. Si el movimiento revolucionario no tiene la fuerza necesaria para superar el parlamentarismo burgués mediante la toma del poder, entonces tiene la obligación de participar en esas elecciones, sin ilusiones, como medio para explicar la necesidad de un programa revolucionario.
Esta es una discusión en la que es importante profundizar porque va a volver a surgir en otros países.
¿El problema es el neoliberalismo?
Otro país donde se expresa la enorme polarización de clases como consecuencia de la crisis capitalista es Perú. Las elecciones presidenciales del 6 de junio enfrentan por un lado a un candidato, Pedro Castillo, de Perú Libre, un partido que se define como marxista, leninista y mariateguista, al que la oligarquía describe como ultra-izquierdista, “el candidato de Sendero Luminoso”, “terrorista”, “castro-chavista”, etc. Y por el otro a Keiko Fujimori, una demagoga de derechas, hija del dictador, que no es la representante política de los intereses de la clase dominante, sino sólo de una parte de la misma, aunque ahora todos los capitalistas se hayan agrupado tras su candidatura.
Pedro Castillo, además, saltó a la notoriedad por su papel dirigente en la huelga magisterial de 2017, una huelga que se hizo contra la burocracia sindical del SUTEP, controlada por Patria Roja. Es decir que Perú Libre se levanta también en oposición a los dos partidos comunistas oficiales, uno que controla la dirección del SUTEP y el otro que controla la dirección de la CGTP.
Que un candidato con este perfil, que entra en la segunda ronda de las presidenciales casi por casualidad, esté a las puertas de ganar la presidencia, es una expresión del enorme esprestigio de todos los partidos e instituciones de la democracia burguesa, un fenómeno que es común a muchos países de América Latina y que hunde sus raíces en la profunda crisis del capitalismo.
Una encuesta reciente en Colombia revelaba que la desaprobación del presidente Duque alcanza récords históricos del 79%, aunque todavía no llega a los niveles de Piñera en Chile, que tiene el respaldo solamente del 7% de la población. Pero lo que era todavía más asombroso es que solo el 5% de los encuestados en Colombia tenía una opinión favorable de los partidos políticos en general, y un 90% tenía una opinión desfavorable.
Es decir, el que Pedro Castillo tenga un apoyo masivo en la segunda vuelta, a pesar de todos los ataques y de su perfil combativo (en realidad, su apoyo en las encuestas ha ido bajando conforme moderaba su mensaje en la segunda vuelta), es extremadamente significativo y refleja el rechazo general al régimen de 1993 y la búsqueda de una alternativa radical, cuanto más radical mejor.
Sin embargo el programa de Perú Libre, el partido de Castillo, adolece adolece de los mismos defectos que adolecen los programas de los partidos de la izquierda reformista en toda América Latina, y es el hecho de que se plantean la solución de los problemas graves que afectan a las masas dentro de los límites del sistema capitalista. La idea de que “hay que combatir el neoliberalismo”, como si el neoliberalismo fuera algo puramente ideológico, y no el resultado de la profunda crisis capitalista. García Linera en Bolivia hablaba de desarrollar, a través del papel del estado, un “capitalismo andino-amazónico”. Como si hubiera margen, dentro de los límites del capitalismo, para una política diferente. En el caso de AMLO en México esto se expresa en la idea de que el problema no es el capitalismo sino la corrupción. Si los capitalistas pagaran impuestos y se eliminara la corrupción todo sería maravilloso y fluirían ríos de leche y miel.
El programa de Perú Libre dice claramente que ellos van a tocar los intereses de las multinacionales mineras y energéticas pero al mismo tiempo hace un llamado a la colaboración del empresariado “nacional” “productivo” que debe “pagar impuestos”, etc. Para citar directamente: “Nuevo modelo económico del Estado. Nuestro Partido plantea la Economía Popular Con Mercados, aspecto abordado ampliamente en el capítulo anterior. No estamos en contra de la empresa privada siempre que se traduzca su actividad en beneficio de la mayoría de los peruanos”.
Estos empresarios responsables, productivos, que tienen en su corazón el interés nacional, del desarrollo soberano de la patria … en realidad no existen más que en la imaginación de los dirigentes de la izquierda reformista y nacionalista.
Esta política no es más que un refrito de la política estalinista de las dos etapas. Es decir, primero una revolución nacional y democrática en la que hay que colaborar con la burguesía progresista y luego más adelante ya podemos hablar de socialismo. Esta política ha llevado al desastre en todos aquellos sitios donde se ha aplicado. La burguesía nacional en la época del imperialismo es incapaz de jugar ningún papel progresista, primero porque está atada por mil lazos a los intereses del imperialismo y de los terratenientes y ganaderos, y segundo porque en realidad cualquier intento de ponerse a la cabeza de la nación y movilizar a obreros y campesinos significaría una amenaza a su propio régimen de dominación. Eso es algo que explicó muy bien Trotsky en La revolución permanente.
No existe una burguesía progresista. En el propio Perú hemos visto como todos los sectores de la burguesía se han alineado contra Pedro Castillo, a pesar de que su programa no va más allá de los límites del sistema capitalista.
Balance de los “gobiernos progresistas”
El modelo de Perú Libre a la hora de elaborar su programa económico son los gobiernos de Evo Morales y Rafael Correa. Creo que es importante hablar del balance de los gobiernos estos llamados “gobiernos progresistas” en América Latina, con diferencias y con matices porque no todos los gobiernos eran iguales ni representaban exactamente lo mismo. Es importante entender que estos gobiernos se beneficiaron de un ciclo de altos precios de las materias primas duró más menos de 2003 a 2014. Eso les dio un cierto margen de maniobra para poder aplicar una política de concesiones a las masas y de una serie de programas sociales, de salud, educación, etc. Fue ese ciclo de altos precios de las materias primas en países que son exportadores, lo que permitió una cierta mejora de las condiciones de vida de las masas y solidificó o dio cierta estabilidad a estos gobiernos durante más o menos 10 años.
Sin embargo, ese fue un periodo bastante peculiar, cuyo motor fue el crecimiento de la economía china, y que no necesariamente se va a repetir. Hacia 2013- 14 cuando empezaron a caer los precios de las materias primas todos estos gobiernos entraron en dificultades. Empezaron a perder las elecciones y empezaron a perder el apoyo que habían logrado. En 2015 en Argentina y en Venezuela, el referéndum que perdió Evo en 2016 y la caída tan enorme de la popularidad de Dilma después de su reelección en 2014.
Ahí vemos justamente pues las limitaciones que tiene está esta idea de tratar de hacer una política a favor de las masas sin romper con los límites del capitalismo. Usar los ingresos de los recursos naturales para beneficiar a las masas. Eso fue posible de una forma limitada y por un periodo muy limitado de tiempo. En realidad la mayoría de esos gobiernos cumplieron la función de volver a restablecer la legitimidad de las instituciones de la democracia burguesa después de períodos de convulsiones revolucionarias.
¿Cuál es la perspectiva ahora ante la posibilidad de la llegada de gobiernos parecidos al poder en estas condiciones actuales? Esos gobiernos se van a encontrar con un margen de maniobra mucho más reducido. No van a tener diez años de precios altos de las materias primas para poder hacer algunas concesiones, sino que se van a enfrentar muy rápidamente a una disyuntiva. O se enfrentan a los intereses de la oligarquía, del capitalismo y de las multinacionales para aplicar una política en beneficio de la mayoría de la clase trabajadora que los ha aupado al poder, cosa que en la mayoría de casos no van a hacer, o bien se verán obligados a aplicar una política que les va a enfrentar con su propia base social.
Esa va a ser una experiencia necesaria, una escuela necesaria por la que van a tener que pasar las masas en estos países en la medida que no hay todavía una alternativa revolucionaria que pueda disputar la dirección del movimiento, y esa es nuestra tarea.
En este sentido, y ya que hablamos de Perú, es interesante ver lo que decía Mariátegui, porque al pobre Mariátegui le reclaman muchos, en la academia, en la izquierda “progresista” y en este caso en Perú Libre. También recientemente Boric en Chile le citaba diciendo que el movimiento no tenía que ser “ni calco ni copia, sino creación heroica”. Eso es lo que siempre citan de Mariátegui ¡pero se olvidan de la otra parte de la cita! Mariategui dijo claramente: “la revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista.” (Aniversario y Balance, 1928) No me parece ver a Boric diciendo eso, ni tampoco a Pedro Castillo, ni Vladimir Cerrón, el dirigente de Perú Libre.
No se trata de idealizar a Mariátegui, que tenía también sus limitaciones, pero en algunas cosas sí estaba bastante claro y sobretodo en oposición al APRA era totalmente contrario a la estrategia etapista en Perú.
Es importante tener claro que nosotros nos mantenemos firmes en la estrategia de la revolución permanente. Los problemas pendientes de la revolución democrático nacional en América Latina y en otros países atrasados, que siguen pendientes, problemas de la reforma agraria, de la auténtica independencia nacional, no se pueden resolver dentro de los límites del capitalismo, ni confiando en la clase burguesa. Solamente la clase trabajadora tomando el poder al frente de toda las capas oprimidas de la nación puede empezar a plantearse la resolución de estos problemas que tampoco se pueden resolver en un solo país sino que tienen que ser parte de la revolución en toda América Latina y en todo el mundo.
“Combatir el neoliberalismo” en el mejor de los casos no significa nada, en el peor de los casos es un engaño. De lo que se trata es de combatir el capitalismo y el imperialismo mediante una revolución socialista dirigida por la clase obrera.
El paro nacional prolongado en Colombia
Para terminar me gustaría mencionar la situación en Colombia. Lo que vemos en el paro nacional que empezó el 28 de abril, es la enorme resistencia y capacidad de lucha de las masas, a pesar de la represión brutal que ha dejado decenas de muertos, cientos de desaparecidos, abusos sexuales por parte de la policía. La utilización no solamente de la policía y de los antidisturbios del ESMAD, sino también del ejército en algunos casos. La militarización de ciudades enteras, la criminalización del movimiento, cuando se dice “estos son vándalos” o “son agentes venezolanos” o “son pagados por la narcoguerrilla” etcétera.
Nada de esto ha conseguido doblegar al movimiento ni hacerle perder la enorme simpatía que tiene entre la población en general. Es un movimiento por lo tanto totalmente impresionante, heroico y digno de admiración. Además, ha conseguido ya algunas concesiones importantes. No estoy totalmente familiarizado con la historia política de Colombia, pero yo no recuerdo ningún movimiento en que el gobierno, y menos un gobierno de derechas tan duro como el gobierno de Duque, se viera forzado a retirar la reforma tributaria. Si, la van a tratar de meter otra vez, de otra forma, pero la retiraron. Formalmente retiraron también el proyecto de “reforma de la salud”. Dos ministros han caído por la fuerza del movimiento y el movimiento sigue. Se ha dotado de elementos bastante avanzados de autodefensa tanto en la minga campesina como la Primera Línea organizada por la por la juventud que está al frente de este de este movimiento.
Pero al igual que en Chile y en Ecuador lo que falta en Colombia es una dirección revolucionaria que esté a la altura de este movimiento. Incluso el Comité Nacional de Paro después del primer día de paro el 28 de abril llamó a la gente movilizada a quedarse en sus casas con la excusa de la pandemia y hacer un primero de mayo virtual, y fue totalmente ignorado por la población en lucha, por los jóvenes, los trabajadores, los campesinos, los indígenas.
El movimiento es un movimiento de masas pero, ante la ausencia de una dirección revolucionaria que esté a la altura de las circunstancias no podemos descartar que este movimiento llegue un momento en que empiece a entrar en una fase de agotamiento, de cansancio, sobre todo por la falta de perspectivas. ¿A dónde vamos? ¿Cómo avanzamos? Nadie lo está planteando de una forma clara. También es posible que finalmente este movimiento se encauce por la vía electoral de las elecciones presidenciales del año que viene.
Nosotros hemos estado levantando una serie de consignas de lo que pensamos que se debería hacer: encuentro nacional de emergencia, la organización de asambleas populares, la elección de delegados, la organización de la autodefensa, convertir el paro nacional en una auténtica huelga general. Porque hay que decirlo: el paro nacional consiste en bloqueos de carreteras, ocupación de las plazas públicas, toma del territorio, pero no se ha convertido realmente en una huelga general de la producción más allá de en algunos sectores concretos y en algunos momentos concretos. Una huelga general tendría ese poder de parar el país y tumbar el gobierno y eso no ha sido así todavía.
De todas formas, de momento nuestras fuerzas son pequeñas y nuestra voz la oyen muy poca en comparación con el conjunto del movimiento. Pero termine como termine, este movimiento habrá dejado ya una marca histórica en la historia revolucionaria de Colombia y en el desarrollo de la conciencia de las masas.
Un proceso continental y mundial de revolución
Me gustaría terminar con 2 puntos breves. Uno es que lo que ha sucedido en Colombia no es algo aislado, es exactamente lo mismo que sucedió en Ecuador y en Chile. Las mismas condiciones han llevado a los mismos resultados, con sus peculiaridades nacionales. Con sus rasgos distintivos. Pero las mismas condiciones de ataques a la clase trabajadora, de acumulación de descontento, han provocado un estallido social. Yo diría que esas condiciones existen en un grado u otro yo diría que en la mayoría de países de América Latina.
Claro, no todos los países tienen el mismo gobierno, no todos los países tienen las mismas condiciones, la misma experiencia reciente de las masas. Pero también es cierto que la clase obrera y la juventud aprenden. La de un país de las movilizaciones del otro. ¿Por qué se ha formado la primera Línea en Colombia? Porque se formó la primera Línea en Chile anteriormente. ¿Por qué se formó la primera línea en Chile? Porque se formó la guardia indígena en las movilizaciones en Ecuador. Eso combinado con la necesidad de las masas en lucha de defenderse de la represión. Pero qué duda cabe que ese factor de inspiración jugó un papel en acelerar el proceso de aprendizaje. Las masas aprenden de esas experiencias.
Un artículo en el Financial Times, un periódico que es el vocero del sector más avispado de la burguesía en Gran Bretaña, decía que este estallido en Colombia es el resultado directo, o ha sido provocado de manera inmediata por el intento de introducir la reforma tributaria. Es decir por el hecho de que el gobierno ha gastado una cantidad de dinero importante en relación al producto interior bruto para paliar los efectos de la covid y ahora quiere hacérselo pagar a la clase obrera y a las capas medias. Eso ha provocado ese estallido. Y el Financial Times decía que estas condiciones no son únicas de Colombia, sino que son las de toda América Latina.
En todos estos países hemos visto un aumento enorme del gasto público y por lo tanto un aumento del déficit. Para salvar al capitalismo, un aumento del déficit fiscal y un aumento sustancial de la deuda pública y eso se va a convertir en un punto de batalla en el próximo período. El Financial Times decía que eso puede suceder en otros países también y mencionaba a dos en concreto: Ecuador y Brasil. Dos países que ellos consideraban donde se podía dar un estallido de este tipo. No está descartado. Coincido en este caso con los analistas más avispados de la burguesía en que estos estallidos son posibles en otros países y en los dos particularmente que ellos mencionan. Sin duda.
La juventud y las mujeres a la vanguardia del movimiento revolucionario
El último punto es que en todas estas movilizaciones hemos visto también otra característica común: el papel de la juventud y el papel de la mujer de manera muy destacada. ¿Quien empezó el movimiento en Chile? Los estudiantes secundarios y más concretamente las estudiantes secundarias. ¿Quien está jugando un papel destacado, de vanguardia, en el paro nacional en Colombia? Los jóvenes. Los jóvenes que no tienen nada que perder porque no tienen nada. Son jóvenes de los barrios obreros, que no están estudiando, que no tienen trabajo porque el poco empleo informal que existía, a través del cual sobrevivían, ya no existe por la pandemia. No tienen nada que perder y eso también le da esa resistencia al movimiento porque ¿a dónde van a ir estos estos jóvenes? A ninguna parte. Y ahora por lo menos están luchando y se han convertido en el estandarte de la población en general.
Esta generación de jóvenes, la que ahora tiene entre 15 y 25 años, ha vivido toda su vida bajo la crisis capitalista. Ellos no han vivido el período de los “gobiernos progresistas” de la primera década del siglo. O no estaban vivos, no habían nacido todavía o no eran conscientes políticamente. Han venido al mundo de forma consciente y política con la crisis de 2008, que en América Latina golpeó de forma más fuerte a partir de 2013-24. Y ahora están siendo golpeados por esta crisis de la pandemia. Este es un fenómeno internacional. Una juventud que en todo el mundo refleja esta radicalización tan fuerte, no solamente en América Latina sino también en EEUU, dónde ésta es la juventud que estaba al frente del movimiento de las vidas negras importan. Ésta es la juventud que está al frente de la movilización de las masas palestinas en Israel. Esta es la juventud que está en todas partes orientándose de forma bastante fuerte hacia buscar una salida revolucionaria.
Y junto a esto hemos visto movilizaciones masivas por el derecho al aborto, contra la violencia machista contra las mujeres y los feminicidios, en las cuales las mujeres jóvenes han estado a la vanguardia.
Nosotros estamos tratando de estudiar y aprender de estas experiencias de Ecuador, de Chile, de Colombia no por el placer intelectual de conocer más y poder analizar los acontecimientos, sino para poder intervenir. Decía Lenin que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Las dos cosas van estrechamente vinculadas. Se trata no solamente de interpretar el mundo, sino de transformarlo.
Porque en todos estos procesos, la cuestión crucial, que se revela de manera más aguda es la de la ausencia de una dirección revolucionaria que pueda dar una salida a esta situación de enfrentamiento entre las clases, de polarización social tan grande. No se puede pedir más a la clase obrera ni a la juventud. Han dado ejemplos de heroísmo impresionantes, en Ecuador, en Chile, en Colombia ahora. Lo que se requiere es construir una alternativa revolucionaria basada firmemente en las ideas y los métodos del marxismo para poder llevar a nuestra clase a la victoria en un país o en otro y eso tendría un impacto en todo en todo el continente y en todo el mundo.
Nuestras fuerzas todavía son modestas en relación a esa tarea, por lo tanto debemos tener un sentido de urgencia a la hora de construir la Corriente Marxista Internacional. Nuestra tarea es clara, construir una dirección revolucionaria capaz de dirigir a la clase obrera a la victoria y poner fin de una vez por todas a este régimen capitalista de opresión de violencia de miseria y construir un mundo en el que sea que valga la pena vivir.