El canje tuvo una adhesión del 93,5% y por la aplicación de las CAC se reestructuró el 99% de la deuda.
El canje de deuda tuvo una adhesión del 93,5% y por la aplicación de las CAC (cláusulas de acción colectiva) se reestructuró el 99% del compromiso. Se trata de los títulos bajo legislación extranjera, liderados por BlackRock, que sumaban USD66.238 millones. Lo anunciaron Alberto Fernández y Martín Guzmán en un acto junto a Cristina Fernández, Sergio Massa y los gobernadores. Quedó un 1% de holdouts que corresponde a acreedores que quedaron fuera del canje. Según informaron, en dos series de los bonos Par emitidas en el canje de 2010 el Gobierno no alcanzó el 66% de aceptación que imponen las CAC para forzar a todos los tenedores a ingresar a la operación. El principal foco está en la serie en euros, estas series pequeñas eran las más peleadas. Así, los holdouts tienen en sus manos alrededor de USD600 millones. El canje cerró el viernes 28 de agosto pasado pero la liquidación del mismo, es decir, la conversión propiamente dicha de los títulos, se realizó el viernes 4 de septiembre. Ese día el país salió formalmente del default y desde el lunes siguiente los nuevos títulos ya cotizan en el mercado.
“La oferta tuvo una aceptación masiva de parte de nuestros acreedores, fruto del proceso de diálogo que se estableció en los pasados meses, y lo que hoy tenemos es que el 99% de la deuda pública bajo legislación extranjera ha quedado reestructurada”, precisó Martín Guzmán. Y agregó: “Esto se condice con una adhesión al canje del 93,5%, que por obra de las CAC eleva el porcentaje reestructurado al 99%”. Guzmán destacó que, junto al canje de deuda en dólares bajo ley local, el alivio en los pagos de deuda para la próxima década será de USD37.700 millones respecto del perfil de vencimientos actual. En los primeros cinco años, la reducción será de USD42.500 millones. Además, puntualizó que la tasa de interés promedio bajará del 7% al 3,07%. “Si Argentina hubiera tenido que afrontar esa carga de deuda, habría sido devastador para cualquier proceso de desarrollo. Implicaba más ajuste en un momento de recesión, que era el camino que se había seguido en los dos años previos”, resaltó.
Agregó que el canje fue fundamental tanto para generarle “alivio al sector público” como para permitir una mayor estabilidad cambiaria y para que las empresas privadas puedan tener acceso a un mejor financiamiento. Por otra parte, Guzmán recordó que el Gobierno inició las negociaciones formales con el FMI y señaló que el préstamo que Macri tomó “no generó ningún shock de confianza positivo”, por lo que “hoy no hay cómo pagarlo”.
Lo que el gobierno pretende es llegar a un nuevo acuerdo para poder pagarle al fondo. En este contexto, el ministro anticipó que el Gobierno enviará al Congreso el acuerdo con el organismo multilateral de crédito una vez que se haya cerrado entre las partes. “Es algo que nunca se ha hecho”, dijo, y añadió en que ese paso “es fundamental que vayamos desarrollando reglas de juego para que nunca más se den estas situaciones de que un gobierno de turno tome grandes cantidades de deuda basándose en expectativas infundadas”. La negociación con el Fondo se extenderá hasta el primer trimestre de 2021, según las previsiones oficiales. Allí Guzmán buscará extender los plazos de repago de los USD45.000 millones a través de un nuevo programa. El FMI no da créditos, sino que financia procesos de ajuste. Uno de los grandes focos estará puesto en el sendero fiscal y en los tiempos que llevará alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas. El Gobierno coincide en la necesidad de alcanzar el equilibrio fiscal, que en el marco de la crisis capitalista mundial no puede lograrse más que con ajuste a las condiciones de vida de los trabajadores y los sectores populares ya que en los estrechos límites del sistema capitalista una reducción del déficit fiscal solo puede ser lograda aumentando los ingresos o achicando los gastos del Estado. Con todas las perspectivas económicas a la baja, en la Argentina, la región y el mundo, la idea de aumentar la recaudación en dólares producto del crecimiento económico resulta una utopía. Solo queda reducir los gastos del Estado y esto por la propia lógica del sistema no puede recaer en otro lugar que no sea sobre los hombros de la clase trabajadora en una situación social ya de por sí muy aguda. Esto funciona como una limitante para el Gobierno y por eso evita ampliar aún más el gasto para paliar los efectos de la pandemia.
En ese sentido, Fernández blanqueó la conversación que mantuvo con Georgieva en los últimos días “nosotros vamos a cumplir con ustedes. Pero deje que lo hagamos a nuestro modo. No vamos a pedirle a nuestra gente más sacrificio”. Para Fernández es imperioso crecer, producir y exportar para poder acumular reservas y así luego poder pagar.
La oferta consensuada que selló el canje a un valor presente neto promedio de USD54,8 por cada USD100 de valor nominal implicó un período de negociación de más de cuatro meses desde el lanzamiento de la propuesta inicial el 21 de abril y requirió un incremento en los pagos comprometidos en ese entonces de más de USD10.000 millones.
El mensaje del Frente de Todos persigue dar un tono refundacional con el foco puesto en la “reconstrucción” de la economía. La agenda pos pandemia y la negociación en curso con el Fondo Monetario internacional (FMI) fueron ejes de los discursos de Alberto Fernández y Martín Guzmán. Además del resultado, el ministro informó que el proyecto de Presupuesto 2021, que el Ejecutivo envió al Congreso el 15 de septiembre, proyectará un déficit fiscal primario del 4,5% para el año próximo, y que el acuerdo que se alcance con el FMI será tratado en el Parlamento, en un intento de achicar el rojo de las cuentas públicas.
Todos los cañones apuntan al proyecto de presupuesto que el Gobierno envió al Congreso. “Vamos a impulsar políticas que se enfocan en la reactivación. Y un detalle importante: habrá un aumento sustancial de la participación del gasto de capital en el presupuesto, por encima de 2% del producto.
Se intenta que el Estado tenga un rol fundamental ante la actual caracterización de que nos encontramos ante una burguesía fallida. Pero seamos claros, el Kirchnerismo en el periodo de los gobiernos de Cristina Fernández insistieron en la idea de que la burguesía patriótica (¿?) debía jugar un papel pujante y desarrollar un poderoso mercado interno, poniendo en pie un capitalismo “en serio”, algo que por cierto no sucedió en la medida que la burguesía en el pasado y en estos tiempos es lo que fue y es, con un claro carácter parasitario y rentista. La idea de “generar” un modelo de burguesía al estilo José Ber Gelbard de 1973 con su alianza con las llamadas PyMEs nacionales y el movimiento obrero, es tan inviable ahora como antes. El “Pacto Social” salto por los aires a mediados de 1975 bajo la presión del ascenso obrero y las Coordinadoras por un lado y la crisis económica por el otro. Si bien en un principio se detuvo la inflación y a comienzos de 1974 se consiguió superávit fiscal, el ciclo de bonanza comenzó a revertirse hacia 1975. Las divisas escaseaban, la inflación estaba desatada nuevamente y la puja distributiva se hacía cada vez más aguda. Toda esta situación se daba a su vez en el marco de la crisis del petróleo que marco el fin definitivo tras su proceso de auge luego de la carnicería que implicó la Segunda Guerra Mundial.
Entonces se apela al papel fundamental del Estado que está llamado a fomentar y garantizar lo que no hizo ni va hacer la burguesía de todo color y nacionalidad.
Desde el gobierno intentan generar un estímulo que genere condiciones positivas para el sector privado” según Guzmán.
Fernández también marcó límites para los potenciales inversores. “Vamos a tratar de promover todas las inversiones que se puedan promover porque nos hacen falta, pero vamos a pedirles a los que invierten que inviertan para producir y dar trabajo por quedarse en el país, para hacer crecer el país, no para aprovechar una ocasión financieramente oportuna”. Esta declaración llama a risas ya que se apela a la buena “conciencia” samaritana del empresariado para producir y dar trabajo. Dicho de otra manera, dar trabajo a destajo, con una agenda de subsistencia, con paritarias a la baja como se mostró en este año y llama a risa, además, ya que siendo un país que le “tocó” en la división internacional del trabajo, ser uno de productores de materia prima, ¡producir! es una palabra demasiado grande, que, como todas, tienen su valor, y cuando se habla de producción se entiende a las fábricas a todo vapor, algo por cierto que no sucede desde hace décadas en el país.
Sigamos, además, adelantó que el déficit fiscal primario que proyectará el Presupuesto será del 4,5% del PBI y explicó que “será lo suficientemente grande como para tener la capacidad de impulsar la economía, pero también lo suficientemente contenido en función de la capacidad de financiación que tenemos”. Se trata de un porcentaje elevado, pero significativamente menor al cerca de 8% que prevé para este año producto de la crisis.
Predicen un año económico en mejoría ¿recuperación en V?
Según el gobierno lo peor de la crisis económica producto del impacto pandémico del Covid-19 parece empezar a quedar en el pasado. En realidad, la crisis económica comenzó de mucho tiempo atrás, es importante marcar que esta pandemia no es la causa de la actual crisis económica. Eso comenzó mucho antes de que se supiera de este coronavirus. Pero la pandemia sin duda ha complicado toda la situación y ha profundizado la crisis. Dialécticamente, la causa se convierte en efecto y el efecto, a su vez, se convierte en causa. Acá se combina dos cosas la ceguera de los capitalistas que no saben bien que es lo que pasa y no saben bien como resolver este lio y la premeditada intención de responsabilizar de la crisis económica a la pandemia del COVID-19.
En abril la actividad económica con respecto al mes anterior cayó un 17,9%, pero al mes siguiente rebotó un 10% y en la mayoría de los sectores económicos se comienza ver este efecto: industria, construcción, comercio, ventas, etc. En muchos casos están llegando a los niveles previos a la cuarentena, se está dando una rápida recuperación, vaticinan con mucho esfuerzo. La actividad está teniendo una clara forma de V este año, también se está hablando de una cierta recuperación en forma de raíz cuadrada o el signo de Nike: una fuerte caída durante el primer cuatrimestre, pero luego progresivas recuperaciones cada vez más acentuadas. Si bien este año de todos modos el resultado final será negativo, se mantiene una visión optimista y pronostican un prometedor 2021. Algunos consultores indican que el año próximo nuestro país crecería un categórico 9% y que el siguiente algo similar.
Esto resulta una verdadera ilusión. El gobierno solo tiene como objetivo acomodar las cuentas y salir de la crisis sin que se rompa la gobernabilidad, y para esto intenta dar cierta contención social, pero pierde de vista lo fundamental: la crisis mundial y en la región. La verdad es que, para evitar un colapso inmediato, los gobiernos del mundo, como se ha visto, han invertido billones de dólares en la economía.
El 9 de abril de 2020, foreignpolicy.com publicó “Esta enorme e inmediata acción de compensación ha evitado hasta ahora un colapso financiero global inmediato, pero ahora nos enfrentamos a un período prolongado en el que la caída del consumo y la inversión impulsan una mayor contracción”.
La pandemia generada por el coronavirus potencio la crisis económica e hizo estragos en todos los países del mundo y afectó severamente al comercio internacional. Los grandes “maestros” de la economía insisten en que sobre fin de año habrá una recuperación en todo el planeta, los primeros precios en subir serían los de los bienes primarios, pues su demanda es indispensable frente al nuevo crecimiento del consumo y de la actividad. Entonces anticipan que el petróleo y los alimentos mejorarán sus perspectivas actuales.
La capacidad ociosa del sector industrial se recuperó en estos últimos mes y medio (con una capacidad en funcionamiento en un 53%) lo que especulan que va a permitir crecer sin esfuerzos de inversión, que es lo que buscan los capitalistas. Además, especulan con la masa de trabajadores desocupados que también podrán jugar a favor de la recuperación. Por último, la caída de los salarios medidos en dólares a un nivel muy bajo, lo cual terminaría por ser otra variable económica de ajuste que ayudaría al crecimiento que esperan los capitalistas.
El talón de Aquiles de la economía argentina, es el talón de Aquiles de todas las economías que, soldadas al mercado mundial reciben las turbulencias de un sistema que se encuentra en una crisis secular de sobre producción. En el mundo hay billones de mercancías que no encuentran realización en un mercado cada vez más estrecho. El gran temor de los temores es que la economía está a las puertas de una recesión depresión y esto va a depender si se agudiza aún más las medidas proteccionistas de los países y esto supone un estancamiento de años y años con el agravante de un derrotero de empresas que quiebran, sumado a la caída de los salarios y a las condiciones de vida de millones de personas. El gobierno intenta a través del gasto fiscal incentivar el mercado interno y para que suceda esto los trabajadores y sectores populares deben tener poder de compra, algo que paulatinamente se encuentra más dañado por la devaluación del peso, la inflación, la suba del dólar que impacta en la canasta de alimentos.
Entonces la especulación de que el gran problema de los problemas es el sector externo y la falta de dólares, que es algo histórico, y suponen que este año el país acumularía un superávit comercial cercano a los 18 mil millones de dólares y que se esperan números similares para los próximos años es algo poco probable en el actual contexto. A su vez, especulan que, debido a los arreglos financieros, nuestro país no deberá hacer grandes desembolsos debido al tema deuda, eso significa que no tendrá “restricción externa”. El dólar se mantiene en niveles competitivos y existe el cepo que cada vez se acentúa más por las últimas medidas del BCRA, en los últimos meses la presión compradora no le ha permitido al Banco Central acumular reservas y se venía ampliado la brecha con los dólares paralelos, ahí se encuentran las nuevas medidas del Banco Central que empujan a los pequeños ahorristas a caer en el dólar blue.
Suponen en su esquema -sin tener en cuenta el mercado mundial y la recesión en ciernes- que las denominadas turbulencias transitorias que en lo próximo deberían remediarse. El gobierno sentencia que, “vemos que existen elementos tanto a nivel externo, financiero, estadístico y de la economía real que propician mejoras para la economía del próximo año. Estarían dadas prácticamente las mismas condiciones de recuperación como las que operaron en el gran ciclo económico que se abrió en el país desde el 2003.”, simplemente es una intención de deseos que no se corresponde con las perspectivas económicas en el marco de una pandemia que aun no encuentra fin a la vista.
Pero la realidad pasa a kilómetros de los planes diseñados en los Ministerios y en la cabeza de los funcionarios. A confesión de partes, relevo de pruebas, el gobierno tomo medidas recientes de cargar más el cepo cambiario aumentando el impuesto PAIS de un 30% a un 35%, esto generó alarma en la bolsa cayendo los valores y aumentando unos puntos el riesgo país, el índice S&P Merval de la Bolsa de Buenos Aires perdía casi un 5%, a 42.452 unidades hacia las 11.10 hora local (1410 GMT), luego de acumular una caída cercana al 5% en las últimas tres sesiones de negocios.
Como siempre pasa en estas ocasiones el dólar blue se disparó a $147-, esto tiene una severa repercusión no solo en los productos de alimentos sino y fundamentalmente en una nueva devaluación del salario. Nuevamente vemos como se transfieren desde los bolsillos dañados de los de abajo a las arcas capitalistas enormes cantidades de dinero.
¿Se viene otra deuda más?
El Gobierno nacional pidió un nuevo préstamo y contrajo así otra deuda. En esta oportunidad, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) le otorgará a nuestro país USD470.000.000 los cuales serán destinados al Proyecto de Respuesta Inmediata de Salud Pública en el Marco de la Pandemia COVID-19 para contener, controlar y mitigar su efecto en la Prestación de Servicios de Salud en Argentina, según indicó una publicación del Boletín Oficial.
La idea del gobierno a cargo de Ginés Gonzáles García es fortalecer la conducción de la respuesta a nivel del país, mejorar la detección y seguimiento de los casos, apoyar esfuerzos para la interrupción de la cadena de transmisión de la enfermedad y mejorar la capacidad de provisión de servicios.
Sí bien hoy en día debido al desarrollo del COVID-19 la cuestión de la salud en nuestro país es prioritaria, hay que tener en cuenta también que la Argentina ya tiene otra deuda: el dinero que le debe a los fondos internacionales. Además, el ministro de Economía, Martín Guzmán, afirmó: “La realidad es que no hay más en términos de lo que el país puede pagar año por año. Hemos hecho el máximo esfuerzo posible y una oferta que es definitiva sobre la base de ese esfuerzo”.
Las deudas no terminan ahí, debido, a que la Provincia de Buenos Aires también tiene una cuenta pendiente con los acreedores internacionales. El gobernador, Axel Kicillof, quería tomar más deuda para pagar la que ya tiene, pero no logró que los legisladores de la oposición le dieran su apoyo. El proyecto oficialista contemplaba adquirir USD500 millones nuevos de deuda con organismos multilaterales de crédito, otros 20.000 millones de pesos para regularizar pagos pendientes de Tesorería y 8000 millones de pesos más para emitir Letras del Tesoro.
Todo se agrava teniendo en cuenta el contexto actual ceñido por una importante crisis económica sumado a la escalada de la curva de la pandemia que encuentra al sistema sanitario al borde de la quiebra.
En primer lugar, sostenemos que el arreglo de la deuda con los bonistas internacionales, por más que se presente con adornos publicitarios o como quieran, con quitas y demás, sigue siendo una espada de Damocles para los millones de mujeres y hombres de píe y condiciona cualquier desarrollo de la industria, siendo además en el actual panorama mundial y regional una caída vertiginosa en las condiciones de vida, trabajo y salarios.
Más endeudamiento supone un mecanismo de sometimiento del país a los acreedores externos y una confiscación del futuro de los de abajo.
Fernández sale a los medios de comunicación para justificar el incremento del cepo cambiario diciendo que no hay dólares. Nosotros decimos sí hay dólares, se encuentran en las bóvedas de los bancos mayoristas del país nacionales o extranjeros. Sí hay dólares, en las multinacionales que operan en el país no solo económicamente sino políticamente incidiendo en los eventos políticos de las últimas semanas.
Para evitar la fuga en primer lugar se debe poner en pie el monopolio del comercio exterior y por este medio el Estado ostenta en sus manos la capacidad de que no se fuguen más capitales como es la historia de los últimos 80 años en el país. Esto debe ser acompañado por la nacionalización de los grandes depósitos en el camino de poner en pie una Única Banca Estatal, monopolizando el crédito barato para los sectores populares.
Plata hay y están en las grandes empresas agropecuarias que facturan millones y millones de dólares por mes, esto supone avanzar en el monopolio estatal de las 14 empresas que manejan el negocio de los granos y las industrias derivadas, que, en el 2020 ingresarían 26.300 millones de dólares al país en concepto tan solo de exportaciones de los principales granos, derivados y biodiesel.
Este programa solo lo podemos materializar con un gobierno de los trabajadores y solo con la organización revolucionaria podremos conquistar el manejo de todos los resortes fundamentales de la economía bajo control de la clase obrera y los sectores populares para orientarla hacia la solución de nuestras postraciones cada vez más urgentes. El capitalismo está encerrado en su propio laberinto y amenaza con arrastrarnos en su debacle. La salida es el Socialismo.
La tarea de poner en pie un Partido de Trabajadores, en la perspectiva de un Gobierno de Trabajadores, está en las manos de las organizaciones de primer y segundo grado como las juntas internas y los cuerpos de delegados, en los sindicatos clasistas y combativos.
¡Manos en la obra!