A 30 años del golpe militar

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Hoy, como ayer, levantemos la bandera del Socialismo

El golpe del `76 vino a poner fin a una etapa revolucionaria, era cuestión de vida o muerte para el imperialismo y las clases dominantes. Se intentaba quebrar el proceso de evolución política del proletariado argentino como expresión de un proceso que se vivía a escala internacional. El hecho de que el 80% de los desaparecidos sean obreros (en general, delegados de fábricas) rompe con la idea de que el golpe fue contra la guerrilla.

Hoy, como ayer, levantemos la bandera del Socialismo

Este 24 de marzo se cumplen 30 años del mayor genocidio perpetrado contra el pueblo trabajador en la historia de nuestro país.
El golpe venía a poner fin a un proceso revolucionario iniciado a fines de los 60, donde la rica experiencia de miles de activistas y mi-litantes ponían en debate la revolución en el camino al Socialismo.
Se suele afirmar que el golpe militar pretendía instaurar un modelo económico cuyo fin era transferir recursos e ingresos de los sectores populares a las clases dominantes, y entregar la riqueza nacional a los países ricos, haciendo crecer exponencialmente la deuda externa; Y que, concretar todo esto, fue necesaria la aplicación del Terrorismo de Estado. Aquí, creemos que se confunden los efectos con las causas.
Realmente, el golpe del `76 vino a poner fin a una etapa revolucionaria. Se intentaba quebrar el proceso de evolución política del proletariado argentino como expresión de un proceso que se vivía a escala internacional. Las tendencias a la independencia política de los trabajadores, el surgimiento de organismos que apuntaban a forjar el poder paralelo de la clase obrera (las coordinadoras interfa-briles), las huelgas políticas que planteaban quién era el dueño del poder: el proletariado o la burguesía; todo eso era lo que estaba en juego en 1976. El hecho de que la mayoría de los desaparecidos fueran obreros rompe con la idea de que el golpe fue contra la guerrilla, que ya estaba prácticamente derrotada y desarticulada.
Lo otro, las consecuencias económicas que trajo el golpe, se dio después como un resultado necesario de la terrible derrota que sufrió la clase obrera argentina, consecuencias que se prolongaron por un período de 30 años con la participación y colaboración de la burguesía nacional con el imperialismo, junto a los políticos burgueses locales.

24 de marzo de 2006, 30 años después

En este nuevo aniversario del golpe genocida, la clase obrera y los trabajadores, las nuevas y viejas camadas de activistas, han puesto en debate nuevamente la lucha por el salario, por nuevas y mejores condiciones de trabajo.
La situación revolucionaria abierta en Bolivia, Venezuela, Ecuador que, junto a procesos electorales donde las masas señalan con su actitud un corrimiento hacia la izquierda, insuflan vientos frescos en toda América Latina contra la podredumbre del régimen capitalista.
El gobierno de Kirchner, inteligentemente, se ha presentado como el campeón de la lucha contra la impunidad. Y aunque se dieron toda una serie de acciones que fueron interpretadas por las masas trabajadoras como pasos adelante en este sentido, y en la rehabilitación de la memoria de los caídos durante el genocidio militar (nulidad de las leyes del perdón, expropiación de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, etc), en la práctica no se avanzó en el procesamiento, juzgamiento y castigo de todos los responsables, participantes y colaboradores de los crímenes: milicos y policías, empre- sarios, obispos, burócratas sindicales, los partidos del régimen, etc.
En realidad, el gobierno de Kirchner pretende utilizar estos hechos para cerrar, ante los ojos del pueblo trabajador, un período histórico que compromete decisivamente a la clase dominante como cómplice y diseñadora del terrorismo de Estado en el que las fuerzas de represión simplemente actuaron como sus agentes ejecutores.
La verdadera justicia vendrá de la movilización popular, de los trabajadores y sus organizaciones. Las banderas de: "Ni olvido, Ni perdón" siguen plenamente vigentes.
La brutal represión en Las Heras, con el apoyo explícito del gobierno, o el reciente descubrimiento de una red de espionaje militar contra dirigentes y organizaciones populares, con base en la Armada, demuestran que la burguesía mantiene su conspiración represiva contra los trabajadores. Por eso, la mejor manera de prevenir nuevas amenazas de golpes militares es vincular nuestras luchas cotidianas a la lucha por la transformación socialista de la sociedad, que culmine con la disolución del viejo aparato represivo del Estado capitalista y su sustitución por un nuevo poder obrero y popular que responda a los intereses de los trabajadores.
De ahí que, nuestro mejor y más sentido homenaje a nuestros 30.000 hermanos de clase, debe ser recoger las banderas del Socialismo.

30.000 Compañeros detenidos y desaparecidos….
¡¡¡Presentes, ahora y siempre!!!

Corriente Socialista El Militante
Buenos Aires, 24 de marzo 2006

VOLANTE REPARTIDO EN ROSARIO

En este 24 de marzo se cumplen 30 años del mayor genocidio perpetrado contra el pueblo trabajador en la historia de nuestro país.
El imperialismo y la burguesía diseñaron un operativo de alto vuelo cuyo objetivo era detener la movilización y la resistencia del pueblo trabajador levantado. El golpe militar no fue contra la guerrilla, sino contra la clase obrera y sus organizaciones de masas. Venía a poner fin a un proceso que hallaba sus raíces en el Cordobazo del ´69 que echaba por tierra a la dictadura de Onganía, en el Rosariazo y la movilización estudiantil, donde la rica experiencia de miles de activistas y militantes ponían en debate la revolución en el camino al socialismo.
La movilización popular no se daba solamente en el terreno de la lucha estrictamente económica, sino que se relacionaba en el plano político e ideológico. La clase obrera y los trabajadores daban el ejemplo de cómo se manejaba una sociedad. Se encontraba en debate en cada huelga política quién era el dueño del poder, el proletariado o la burguesía.
El golpe del `76 vino a poner fin a una etapa revolucionaria, era cuestión de vida o muerte para el imperialismo y las clases dominantes. Se intentaba quebrar el proceso de evolución política del proletariado argentino como expresión de un proceso que se vivía a escala internacional. El hecho de que el 80% de los desaparecidos sean obreros (en general, delegados de fábricas) rompe con la idea de que el golpe fue contra la guerrilla exclusivamente. Evidentemente, las tendencias a la independencia de clase en términos políticos, el surgimiento de organismos que apuntaban a forjar el poder paralelo de la clase obrera (las coordinadoras interfabriles), era lo que estaba en juego en 1976: aplastar una situación revolucionaria. La dictadura genocida fue la cara política que encontró la burguesía y el imperialismo para seguir instaurando su dictadura del capital.
La colaboración de la cúpula de la Iglesia, como también diferentes direcciones sindicales, y la actitud pasiva o activa de los partidos del régimen cerraron el escalofriante cuadro impuesto en el 76.

24 de marzo de 2006, 30 años después

En este nuevo aniversario del golpe genocida, la clase obrera y los trabajadores, las nuevas y viejas camadas de activistas, han puesto en debate nuevamente la lucha por el salario, por nuevas y mejores condiciones de trabajo.
La situación revolucionaria abierta en Bolivia, Venezuela, Ecuador que, junto a procesos electorales donde las masas señalan con su actitud un corrimiento hacia la izquierda, insuflan vientos frescos contra la podredumbre del régimen, donde las ideas del Socialismo aparecen, no como panacea recitada a las masas y sus penurias, sino como una necesidad inherente a la vida misma. Este proceso que da sus primeros pasos señala desde sus comienzos a los responsables de sus faltas que día a día se acrecientan.
El gobierno de Kirchner, inteligentemente, se ha presentado ante las masas y los organismos de Derechos Humanos como el hijo de las Madres de Plaza de Mayo, hasta el punto de que éste y otros organismos han comprado la ilusión de que Kirchner es “nuestro” gobierno. Y aunque no podemos desconocer que se dieron toda una serie de gestos y acciones que fueron interpretados por las masas trabajadoras y organizaciones de derechos humanos como pasos adelante contra la impunidad y en la rehabilitación de la memoria de los caídos durante el genocidio militar (nulidad de las leyes del perdón, expropiación de la ESMA y otros centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, etc), en la práctica muy poco se avanzó en el procesamiento, juzgamiento y castigo de los responsables, civiles u militares, de la dictadura militar.
Más bien parece que el gobierno de Kirchner pretende utilizar estos hechos para cerrar ante los ojos del pueblo trabajador un período histórico que compromete decisivamente a la clase dominante como cómplice y diseñadora del terrorismo de Estado en el que las fuerzas de represión se limitaron a ser sus agentes ejecutores.
La verdadera justicia vendrá de la movilización popular, de los trabajadores y sus organizaciones. Las banderas de: “Ni olvido Ni perdón” siguen en su total vigencia. La recuperación de la Memoria, es la recuperación de nuestra identidad de clase, de nuestras reivindicaciones, de nuestras banderas, de nuestras luchas.
El ejemplo más vivo de quiénes son nuestros enemigos y amigos lo encontramos en el propio proceso de la pueblada de Las Heras. La militarización, la persecución del activismo, el amedrantamiento al pueblo de Las Heras, es la respuesta más clara de un gobierno que, pese a sus declaraciones formales en contra de la impunidad y de las prácticas de terrorismo de Estado, responde, en lo fundamental, a los intereses del imperialismo y de la burguesía.
De igual manera es el caso de los militares de la Marina, que fueron separados por espionaje político. En lo fundamental, el aparato represivo del Estado sigue siendo el mismo, no fue purgado pese a todas las medidas de Kirchner y, por lo tanto, sigue siendo una fuente de conspiraciones contrarrevolucionarias contra la clase obrera a futuro, frente a los intentos kirchneristas por llamar a la tranquilidad y a confiar en las instituciones del Estado.
El barajar y dar de nuevo puso en discusión dentro de los sectores de poder, cómo manejar la situación social y las luchas que a partir de 2001 tuvieron un carácter claro de repudio a las instituciones del régimen así como a sus políticos. Por eso, la posición del gobierno de Kirchner ante nuestra historia reciente -la dictadura genocida del ’76- muestran una actitud de supervivencia del régimen, pero muestra también la propia situación de la clase obrera que ha comenzado a ponerse en pie después de treinta años de derrotas.
Nuestro mejor y más sentido homenaje a nuestros 30000 hermanos de clase, es recoger las banderas del Socialismo.

30000 Compañeros detenidos y desaparecidos….
¡¡¡Presentes, ahora y siempre!!!

Corriente Socialista El Militante
Rosario, 24 de marzo 2006