ALCA es la sigla del proyecto “Área de Libre Comercio de las Américas”, diseñado por sectores empresariales y gubernamentales de los Estados Unidos para ampliar y reforzar el dominio sobre los pueblos y países del hemisferio y, a la vez, consolidar la hegemonía en el ámbito mundial. ALCA: Un proyecto neocolonialista
El ALCA no es tan solo un acuerdo comercial, como oficialmente se lo pretende vender. Se trata de un proyecto que responde a las necesidades de la economía estadounidense. Este país y el capitalismo internacional pasan por una crisis financiera y de producción de bienes. Para salir de la crisis precisan imponer un nuevo patrón de acumulación de capital basado en nuevos centros hegemónicos. Para alcanzar esta meta, están utilizando la guerra y el combate al terrorismo para consolidar el control político y económico Desde Alaska a Tierra del fuego El gobierno de EE.UU, además, busca garantizar a las grandes corporaciones transnacionales asentadas en EE.UU. la facilidad de escoger la entrada y salida de los países, bajo las condiciones que ellas determinen, sin ninguna responsabilidad hacia estos países, personas o medio ambiente. El ALCA también servirá para proteger a esas corporaciones contra la competencia de los inversionistas japoneses o europeos.
El General Colin Powell, actual Secretario de Estado de EE.UU., claramente señala: "Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo ártico hasta la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio".
Si este Acuerdo entra en vigencia, la soberanía de los países y pueblos quedará seriamente comprometida, pues bajo las reglas de juego que se pretende imponer, el poder de decisión sobre las políticas económicas, políticas y culturales se transferirá a las empresas e inversionistas privados globales estadounidenses. América Latina y el Caribe quedarán condenados a ser exportadores de productos primarios y semimanufacturados, intensivos en explotación de mano de obra y de los recursos naturales no renovables, ya que se ahondará la brecha del contenido tecnológico de las exportaciones e importaciones. No hay exageración alguna cuando se dice que el ALCA es la expresión de un neocolonialismo.
Por otro lado, los empresarios latinoamericanos aprovecharán para cargar sobre los trabajadores las consecuencias, ya que tendrán que competir con las mercaderías norteamericanas o canadienses más baratas, y para ello intentarán empeorar las condiciones laborales con rebajas salariales, jornadas de trabajo más largas, etc con la excusa de abaratar costos y competir mejor.
¿Qué alternativa?
Pero la gran contradicción que tiene este proyecto del ALCA, al pretender imponer compromisos "iguales" sin considerar los desequilibrios estructurales entre las economías del hemisferio, es que por primera vez en la historia estamos ante una amenaza que afecta a todos los sectores sociales y a todos los países de la región. Un reto inédito que dio lugar al nacimiento de la, Alianza Social Continental (ASC), en tanto espacio que promueve la más amplia unidad para bloquear el ALCA, bajo la premisa de que "otra América es posible". Es en este espacio que nació la idea de impulsar una Campaña Continental contra el ALCA, como expresión concreta para articular fuerzas y acciones contra el ALCA y proponer la construcción de nuevos caminos de integración continental basados en la democracia, la igualdad, la solidaridad, el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos. Y esto, con el entendido que esta lucha no puede ser considerada como una actividad más, sino como una prioridad dentro de las luchas de cada sector y organización.
Como toda idea válida, ésta fue recogida por una serie de redes y coordinaciones sociales y por eventos concentradores sobre el tema, tal el caso del Encuentro Hemisférico contra el ALCA, celebrado en La Habana, Cuba, en noviembre de 2001. Y es así como, el 4 de febrero de 2002, en el marco del Foro Social Mundial, en la ciudad brasileña de Porto Alegre, con una marcha que congregó a unas 50 mil personas, se lanzó formalmente la campaña continental contra el ALCA.
Así las cosas y ante la conciencia de que estos acuerdos tan celebrados por políticos representantes del sistema, asumidos en las cumbres realizadas anteriormente, son en realidad otra avanzada para terminar de una vez por todas con los límites que los países con menores recursos puedan imponer para la protección a su ya magra producción frente al mantenimiento de proteccionismo y una nueva forma de esclavitud por parte de los países imperialistas.
Argentina y América latina, en tanto países emergentes son piezas claves de la circulación de dinero en los últimos años: las llamadas inversiones externas, las privatizaciones y el endeudamiento externo son solo una porción de un fenómeno que conlleva la contrapartida del desempleo en aumento y el deterioro de la calidad de vida de la mayoría de la población.
Con o sin ALCA, el capitalismo no ofrece alternativas
En este sentido, hay que ser concientes de que aun sin el ALCA, la realidad diaria para millones de trabajadores y campesinos latinoamericanos es de hambre, miseria, escasez, desocupación, bajos salarios, educación y salud denigrantes, etc. La cuestión no es sólo luchar contra la implementación del ALCA sino extender esta lucha a la expropiación de los imperialistas y de la oligarquía latinoamericana e implementar un plan socialista de producción para acabar con el capitalismo, responsable en última instancia de los problemas que padecemos en el continente.
Nosotros convocamos a la resistencia mediante marcha de protesta y la denuncia permanente de las graves consecuencias sociales que traerá a nuestros pueblos este acuerdo desigual. Debemos acompañar en la creación de un comité Argentino -integrado por sindicatos, cooperativas, partidos de izquierda, estudiantes y todas las organizaciones populares que se quieran sumar a la lucha.