Los marxistas y el conflicto en Ucrania

0
153

La situación en Ucrania está sumamente tensa. Viktor Yanukovich fue declarado vencedor en la segunda ronda de las elecciones presidenciales del domingo. Es visto por todos como un hombre pro-Moscú. En cambio, Viktor Yushchenko es un candidato abiertamente pro-occidental y ha desafiado los resultados. Parece claro que podría haber existido un importante nivel de fraude en estas elecciones.

¡Ambas partes son reaccionarias! ¡Hay que luchar por una alternativa obrera!

La situación en Ucrania está sumamente tensa. Viktor Yanukovich fue declarado vencedor en la segunda ronda de las elecciones presidenciales del domingo. Es visto por todos como un hombre pro-Moscú. En cambio, Viktor Yushchenko es un candidato abiertamente pro-occidental y ha desafiado los resultados. Parece claro que podría haber existido un importante nivel de fraude en estas elecciones.

Un indicador de la posición que ocupa Ucrania es que los principales candidatos en las elecciones presidenciales sean vistos como un pro-ruso o un pro-occidental. La BBC caracterizó la situación “como un enfrentamiento este-oeste”. Esto revela la debilidad de la elite gobernante ucraniana. No puede seguir un camino independiente de desarrollo y se ha convertido en un simple peón de la lucha entre las grandes potencias. Dentro de los círculos dirigentes hay un enfrentamiento sobre qué camino debe emprender el país: construir lazos más estrechos con Rusia o adherirse abiertamente a occidente. Esto también se refleja en la extensión geográfica del apoyo de los dos candidatos, el este se inclina hacia Rusia y el oeste hacia el Unión Europa y EEUU.

Debemos decir claramente que ni Rusia ni Occidente pueden ofrecer una solución a los problemas de los trabajadores ucranianos. La elección es entre dos formas de capitalismo, ninguna de las dos puede ofrecer una solución a largo plazo a la población de Ucrania. Ambas partes intentan conseguir control de la economía ucraniana. Pero en todo esto hay más que simple economía. Ucrania es un país enormemente importante desde un punto de vista estratégico.

Tras el colapso de la Unión Soviética, Ucrania se separó y declaró su independencia. En ese momento Rusia estaba muy debilitada pero desde entonces intenta reconstruir sus esferas de influencia. Por esa razón Putin ha dado todo su apoyo a Viktor Yanukovych frente al líder de la oposición, Viktor Yushchenko.

Desde 1991 la Unión Europea y la OTAN han añadido nuevos miembros, como las antiguas repúblicas soviéticas de Letonia, Lituania y Estonia, extendiendo su esfera de influencia hasta las fronteras de Rusia. Otro país -Georgia- tiene ahora un gobierno pro-estadounidense. Hacia el este, Kirguizistán, alberga una base militar de EEUU. En esta situación Rusia se siente rodeada y vulnerable. El Kremlin intenta desesperadamente dar marcha atrás a este proceso.

Ucrania es un elemento clave en los planes de Putin de ampliar y fortalecer la posición internacional de Rusia. El Tratado de Espacio Económico Conjunto firmado por Bielorussia, Kazajistán, Rusia y Ucrania forma parte de este proyecto. De acuerdo con este tratado los gobiernos nacionales delegarían algunos de sus poderes en un organismo similar a la Comunidad Europea. Yanukovych apoya totalmente este plan mientras que Yushchenko se resiste porque eso implicaría apoyar al ala de la burguesía ucraniana que quiere estrechar lazos con los oligarcas y el régimen ruso. Para Putin perder su influencia sobre Ucrania tendría consecuencias políticas serias.

Los medios de comunicación presentan a Yushchenko como el hombre que defiende la verdadera democracia y que llevará a la población ucraniana hacia la riqueza y la prosperidad. Pero si miramos sus antecedentes encontraremos un cuadro totalmente diferente. En el pasado estaba muy lejos de ser un líder de masas audaz. Ha sido muy cuidadoso con sus movimientos y era considerado un tecnócrata leal. Con estudios contables, en 1993 se convirtió en el jefe del banco nacional de Ucrania.

Leonid Kuchma se convirtió en presidente de Ucrania en 1994 y fue reelegido en noviembre de 1999. Kuchma era considerado por occidente como un obstáculo para la “liberalización” de la economía. Constantemente había quejas de la lentitud del proceso y exigían su aceleración.

Yushchenko sirvió lealmente en el gobierno de Kuchma y en 1998 fue nombrado primer ministro. En ese período adquirió popularidad entre los círculos capitalistas occidentales por sus esfuerzos para acelerar el proceso de privatización de la propiedad estatal. Esto le provocó un enfrentamiento constante con los otros miembros del gobierno.

Debemos recordar que el colapso de la antigua Unión Soviética y el consiguiente regreso al capitalismo fueron un desastre total para Ucrania, como para la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas. Después de Rusia, Ucrania era la segunda república más importante en términos económicos. Proporcionaba más de una cuarta parte de la producción agrícola soviética. Su industria pesada y materias primas fueron un componente clave en el desarrollo de la antigua URSS. Ahora, sin embargo, Ucrania depende de las importaciones energéticas, especialmente gas natural.

Después de 1991 el gobierno ucraniano introdujo una base legal para la privatización, pero el proceso fue lento porque se enfrentó a la resistencia de capas importantes de la burocracia. En 1999 los niveles de producción eran un 40 por ciento de los niveles existentes en 1991. A finales de 1993 apareció la hiperinflación.

También se desarrolló una creciente polarización social. En 2003 el porcentaje de la población que vivía por debajo del umbral de pobreza alcanzaba el 29 por ciento. En el otro lado del espectro había una pequeña minoría que se enriquecía. El 10 por ciento más pobre de la población sólo consume el 3,7 por ciento de la riqueza nacional, mientras que el 10 por ciento más rico consume el 23,2 por ciento. Muchos trabajadores cobraban sus salarios con mucho retraso. Lo mismo ocurría con los pensionistas. Ucrania experimentó una pobreza desesperada que provocó una emigración constante. Por toda Europa se pueden encontrar ucranianos realizando los empleos más bajos en la escala social, trabajos que nadie quiere hacer.

Pero después de casi una década de declive económico, la economía ucraniana empezó a recuperarse en 2000 con una tasa de crecimiento anual del 6 por ciento. ¡Era la primera vez desde 1991! En 2001 creció otro 9 por ciento y desde entonces ha continuado creciendo. Ahora los sueldos y las pensiones se pagan puntualmente. Este año se espera un crecimiento aproximado del 12,5 por ciento.

Sin embargo, esta situación está provocando presiones inflacionarias. Ahora el nivel de inflación está en el 11 por ciento y el Banco Nacional de Ucrania ha tenido que subir las tasas de interés del 8 al 9 por ciento, de seguir así tendrá que poner en práctica medidas económicas incluso más ajustadas. Todo esto, combinado con la reducción de la actividad económica a escala mundial, tendrá un impacto en la economía ucraniana y acabará con las esperanzas de muchos que finalmente estaban disfrutando de la prosperidad económica. También tendrá su efecto en el escenario político, cuando millones de ucranianos pierdan cualquier ilusión que pudieran tener hasta ahora en la oposición actual.

Cuando The Economist decía: “Independientemente del resultado electoral, es probable que las reformas económicas y políticas se aceleren con la salida del presidente Leonid Kuchma”. Esto demuestra el cinismo de la burguesía occidental, pero también revela la línea tan delgada que separa a la oposición del régimen de Kuchma. Cuando decimos que es una cuestión de tiempo, nos referimos a la velocidad del proceso y no a su dirección. Cualquiera que gobierne en lo fundamental pondrá en práctica la misma política. Yushchenko también está prometiendo lo imposible. En un país con menos de 50 millones de personas ha prometido crear cinco millones de puestos de trabajo. Así continúa la ilusión. Pero no podrá conseguirlo. Una Ucrania capitalista no creará estos puestos de trabajo. Pero esta es la música del futuro.

Por ahora Yushchenko se ha beneficiado de la recuperación económica porque una parte se vincula a su mandato como primer ministro bajo la presidencia de Kuchma. Los más occidentales inclinados hacia una oposición más liberal lo querían como líder pero se negó. Al final entró en conflicto con Kuchma y en 2001 fue destituido de su cargo de primer ministro. Yushchenko estaba atado a los intereses de las empresas occidentales mientras que Kuchma tenía su base de poder en los grupos industriales del este de Ucrania, y los intereses occidentales estaban perdiendo terreno frente a los oligarcas rusos y locales. El principal socio comercial de Ucrania todavía es Rusia, un 33 por ciento de sus importaciones proceden de su vecino y más del 17 por ciento de sus exportaciones van allí. Aunque también es verdad que una parte importante de sus importaciones ahora viene de la Unión Europea y eso es algo que se refleja en este conflicto.

Eso explica por qué Yushchenko se pasó a la oposición. No tiene nada que ver con la democracia. Y sí mucho con conseguir el botín del proceso de privatizaciones que empezó después de 1991. Es un conflicto entre dos campos capitalistas diferentes. Fue en este escenario donde Yushchenko decidió aceptar la propuesta de convertirse en el líder de la oposición y, por lo tanto, se convirtió en el jefe del bloque “Nuestra Ucrania”.

Kuchma presidió un período largo de declive económico. Está asociado con la vieja nomenclatura y es visto como el representante de aquellos que expoliaron la riqueza de la población ucraniana. Yushchenko es visto como el hombre que jugó un papel importante en el resurgimiento económico del país. En este sentido es figura accidental. Después de un período tan largo y profundo de declive económico es inevitable que en el algún momento haya un resurgimiento. Yushchenko sólo estaba en el lugar y en el momento adecuados.

Ahora es el hombre que cuenta con el apoyo de occidente y lo es por una razón muy concreta. A través de él los capitalistas occidentales esperan romper el poder de los oligarcas apoyado por los rusos, esperan conseguir un control mayor de la economía y poner a Ucrania bajo su esfera de influencia.

Yushchenko dice que él es pro-occidental, que defiende el libre mercado y que pedirá la entrada en la EU y la OTAN. Pero es un mito que las personas contra las que está luchando están en contra de esta política. Debemos recordar que Ucrania ha formado parte del programa “Sociedad para la paz” de la OTAN y también ha declarado que la entrada en la EU es un objetivo estratégico. Ya en 2002 declararon que su intención era abandonar la neutralidad y pedir la admisión en la OTAN. Así que vemos como Kuchma se encaminaba hacia el mismo lugar. La diferencia es de tiempo y no de dirección.

Sin embargo, la reacción de la OTAN fue interesante. Aunque dio la bienvenida, añadió que serían necesarias nuevas reformas políticas, económicas y militares antes de que este proceso pudiera seguir adelante. Esto demuestra que no están convencidos de que se haya roto el control que tiene Rusia sobre Ucrania. Quieren la sumisión total de la elite dominante ucraniana ante los caprichos del imperialismo occidental. Las autoridades ucranianas ya han demostrado su disposición de ayuda a los imperialistas, en particular a los imperialistas estadounidenses. Han enviado a más de 1.500 soldados a Iraq como parte del contingente dirigido por Polonia, un miembro de la OTAN. También han enviado soldados a Kosovo y Afganistán. ¡Pero no es suficiente! Los imperialistas quieren el control total de Ucrania y aislar aún más a Rusia.

Esto nos lleva a la situación actual. En la primera vuelta de las elecciones Yushchenko consiguió el 39,87 por ciento de los votos, un poco más del 39,32 por ciento conseguido por Yanukovich. Todas las encuestas decían que Yushchenko ganaría la segunda vuelta. Pero la comisión electoral estatal anunció que Yanukovich había ganado por un margen de tres puntos, un 49,4 por ciento frente al 46,7 por ciento de Yushchenko.

Esto inmediatamente provocó una protesta de masas que nos evocaban las vistas en el pasado en otros países del Este. Según algunas informaciones más de 200.000 ucranianos se manifestaron a las afueras del parlamento y el número parece que va en aumento.

La capital, Kiev, es una base de apoyo fuerte para Yuschenko. Nos recuerda a algunos de los acontecimientos vistos en Moscú en 1991. Pero Moscú no representaba el ambiente real de toda la sociedad rusa, como se pudo ver en los acontecimentos posteriores. Kiev probablemente sea uno de los lugares que más se ha beneficiado de la introducción del capitalismo. Tiene una alta concentración de elementos pequeño burgueses y seguramente serán una parte importante de los que ahora se manifiestan. Creen que tienen algo que ganar con la aceleración del proceso de privatización y la consolidación del capitalismo.

Estas manifestaciones no representan nada progresista y menos aún representan los verdaderos intereses de los trabajadores ucranianos. El país en realidad está dividido. Una minoría importante de la población son rusos o utilizan el ruso como su primera lengua y, por lo tanto, están más inclinados a establecer lazos más estrechos con Rusia. Yanukovych, a pesar de todo, recibió un apoyo todavía importante, especialmente en el este. Los votantes de izquierda se concentran en las regiones del este de habla rusa, donde la población teme que se rompan los lazos económicos y la comunicación existente entre Ucrania y Rusia. Existen informaciones de protestas en el este contra la oposición. Por lo tanto, la situación todavía no es nítida.

Qué ocurrirá después, depende de muchos factores. ¿Qué tamaño adquirirá el movimiento? Eso no se puede prever. Hay rumores de una posible huelga general. Si esto fuera cierto entonces sería un elemento importante a la hora de decidir el resultado de este conflicto. El final de Milosevic quedó marcado por el movimiento de los mineros en particular. Pero todavía no hemos visto nada de esto en Ucrania.

Otro factor importante es en qué dirección se moverán las fuerzas de seguridad ucranianas. El lunes parecían dispuestas a poner fin a las manifestaciones “rápida y firmemente”. El año pasado Shevardnadze en Georgia esperaba una ayuda similar, pero después tuvo que reconocer la derrota. Después de todo, lo que aquí está en juego no es un cambio fundamental de régimen. Cualquiera que esté en el poder seguirá el camino capitalista.

Yushchenko ha hecho un llamamiento a la policía y al ejército para que se unan al movimiento de protesta y no disparen contra su propio pueblo. Por ahora las noticias son que un número importante de tropas están camino de Kiev preparadas para un enfrentamiento. Han llegado mensajes contradictorios desde diferentes sectores de las fuerzas de seguridad, algunos incluso declaran su neutralidad. En este escenario una pequeña fuerza puede inclinar la balanza, como ocurrió en Rusia en 1991.

Rusia es un elemento importante en la ecuación. La primera reacción de Putin ante las elecciones fue declarar que habían sido “justas”, claramente era un mensaje que iba dirigido a occidente, es decir, Rusia va a defender sus intereses en Ucrania. Lo último que quiere Putin es un escenario georgiano.

Mientras tanto el imperialismo occidental está presionando a la oposición para que se declare ganadora. Un ejemplo de esto es que el senador Richard Lugar, un republicano enviado por el presidente George Bush para vigilar las elecciones ucranianas, ha acusado a las autoridades ucranianas de apoyarse en “programa concertado y enérgico de fraude y abuso electoral”. La Casa Blanca habla ahora de imponer sanciones contra Ucrania si no se investigan ya esos abusos. Los republicanos deben saber algo sobre esta cuestión ya que parece que en su país son expertos. La hipocresía de esta gente es ilimitada. No hay duda de que Putin podría hacer algunos comentarios humorísticos sobre todo esto.

El resultado de la situación actual en Ucrania no está claro. Ayer, cuando el presidente Kuchma los llamó para iniciar conversaciones e intentar resolver la crisis, la oposición parecía dispuesta a “negociar”. Pero las últimas declaraciones de los líderes de la oposición dicen que “lo único a negociar con las autoridades es la transferencia del poder”. Aunque los resultados se han hecho públicos la decisión definitiva tiene que hacerla pública la comisión electoral. Algunos miembros del partido de oposición han sugerido que la publicación de los resultados finales podría provocar una “acción rápida y grave de la policía” para reprimir las demostraciones. Veremos qué pasa en los próximos días, incluso en horas, y que camino toma la situación.

Hay diferentes formas en las que el gobierno saliente podría reconocer la derrota. El Partido Agrario es un aliado del gobierno saliente de Yanukovych, pero algunos creen que podría decidir poner sus parlamentarios a disposición de Yushchenko. Los tribunales también podrían intervenir. Todo depende de la correlación real de fuerzas.

En Georgia ya vimos como se desarrollaron los acontecimientos. Pero en Azerbaiyán y Armenia el año pasado también se han producido situaciones similares. En Azerbaiyán hubo disturbios callejeros después de anunciar los resultados en unas elecciones similares, pero las fuerzas de seguridad se movilizaron y acabaron violentamente con las protestas. En Armenia, después de otro supuesto fraude electoral, la población simplemente no vio una salida y aceptó la situación.

En todos estos países la elección no fue entre partidos pro-capitalistas y partidos genuinamente obreros. La elección siempre fue entre diferentes intereses capitalistas. Por lo tanto ¿cuál debería ser la posición de un genuino socialista en esta situación?

Debemos dirigirnos a la clase obrera y explicar que no podemos apoyar a ninguna de las partes de este conflicto. Cualquiera de ellos cuando llegue al poder llevará a cabo una política contra la clase obrera. Continuará desmantelando el viejo estado de bienestar; atacará las pensiones, la seguridad social, la sanidad, la educación, etcétera. Trabajarán para enriquecer a una minoría contra los intereses de la clase obrera.

La elección de los trabajadores ucranianos no puede ser entre el imperialismo ruso y el imperialismo occidental. No hay nada progresista en ninguno de los dos. Ambos son enemigos de la clase obrera. Hoy algunas capas de la sociedad ucraniana pueden tener ilusiones en Yushchenko y la oposición que él encabeza. Pero si llega al poder aprenderán una amarga lección. Tan rápidamente como se ha convertido en un hombre popular se puede convertir en alguien sumamente impopular. La experiencia de la vida les enseñará.

Los trabajadores ucranianos necesitan una voz política propia. Hay varios partidos que proceden del PC de la época soviética, el principal es el Partido Comunista Ucraniano. Éste es uno de los principales partidos de la oposición pero en los últimos años ha perdido mucho apoyo entre su base de la clase obrera en las regiones industriales del país. Esta pérdida de apoyo es consecuencia de su escasa oposición al gobierno. En particular no ha planteado una lucha seria contra las privatizaciones. Si hubiera defendido enérgicamente el programa de Lenin ahora estaría creciendo y haciendo una verdadera “oposición” en el país.

Muchos trabajadores en Ucrania se deben estar preguntando qué pueden hacer en esta situación. La respuesta es construir organizaciones de la clase obrera. Reforzar los sindicatos que serán necesarios para poder luchar en el próximo período contra quien esté en el poder. Deben exigir al Partido Comunista y a todas las fuerzas de izquierda un verdadero programa de defensa de los intereses de los trabajadores. Si el Partido Comunista fuera realmente comunista no existiría actualmente el nivel de confusión que hay entre los trabajadores ucranianos.

La situación actual simplemente formará parte de un proceso global en el cual los trabajadores ucranianos aprenderán que no pueden confiar en ninguno de estos políticos y que deben tomar el control de su propio destino.

24 de noviembre de 2004