La persecución sistemática de los activistas sindicales antiburocráticos en las empresas es una práctica habitual en nuestro país. Esto desnuda la falsedad de esta democracia burguesa para ricos, cuando los trabajadores ven conculcados sus derechos democráticos básicos puertas adentro de las empresas.
La persecución sistemática de los activistas sindicales antiburocráticos en las empresas es una práctica habitual en nuestro país. Esto desnuda la falsedad de esta democracia burguesa para ricos, cuando los trabajadores ven conculcados sus derechos democráticos básicos puertas adentro de las empresas.
Es evidente que hay un frente único sólido entre el gobierno, la burocracia sindical de la CGT y las patronales, con el apoyo y comprensión de toda la oposición de derecha, contra la libertad y la democracia sindical en nuestro país. Por eso cierran filas por el no reconocimiento del sindicato del subte, contra el otorgamiento de la personería gremial a la CTA, y en el acoso y persecución de los delegados y comisiones internas antiburocráticos (como fue el caso de Kraft-Terrabusi, entre otros muchos).
Por eso, la tarea del momento es la puesta en pie de corrientes sindicales de oposición en el seno de los sindicatos, que deberían tener un carácter amplio y democrático, sustentadas en un programa elemental de democracia sindical: elección y revocabilidad en cualquier momento de los dirigentes, congresos sindicales anuales y democráticos, que ningún sindicalista rentado reciba un sueldo superior al promedio de un trabajador calificado, apertura de los libros de cuentas a los afiliados, asambleas democráticas decisorias, etc.; unido a un programa básico de demandas laborales: salario equivalente a la canasta familiar, ningún empleo en negro, semana laboral máxima de 40 horas, indexación automática de los salarios con el aumento de precios, etc.
Por una conferencia sindical antiburocrática
Debido a la autoridad ganada y al referente en que se han convertido dentro del movimiento obrero antiburocrático del país, consideramos que los dirigentes de los trabajadores del Subte deberían hacer un llamamiento público y convocar a una conferencia sindical nacional de delegados de empresa y sindicatos antiburocráticos para dar un cauce organizativo a la tarea enunciada en el apartado anterior.
La puesta en pie de corrientes sindicales de oposición no significa que defendamos la escisión sindical y la formación de gremios nuevos al margen de los ya existentes. Aunque pueda estar justificado en el caso del Subte, creemos que sería un grave error copiar indiscriminadamente esta experiencia. En general, nos oponemos a la escisión de los sindicatos porque separan a los obreros más concientes y avanzados de la masa de trabajadores que no acompaña esta salida. La burocracia sindical sale beneficiada con esto porque se libera de la presencia incómoda de los activistas sindicales más avanzados y resueltos, y fortalece su posición sobre la mayoría de los trabajadores que permanecen en las estructuras sindicales tradicionales.
La unidad y regeneración del movimiento obrero argentino sólo podrá darse con la premisa de conquistar el apoyo de la mayoría de los trabajadores de los gremios más relevantes para una política clasista y antiburocrática, lo cual requiere un trabajo prolongado en el seno de esos gremios y en sus estructuras. Sólo después de esto, sería un asunto formal considerar si la regeneración sindical culminará con el control del aparato de los viejos sindicatos o con la formación de gremios nuevos, como ha sido el caso del Subte.