La escalada de precios sigue su ritmo constante, el desempleo se encuentra en un 11% de base, la inflación interanual supera el 57% y la capacidad ocupada industrial es de apenas el 47%. En lo que va entre diciembre de 2015 y marzo de 2017, en la Argentina cerraron 3.198 empresas, es decir siete por día. Estos datos reflejan la magnitud de la recesión que campea en la actualidad y explica el crecimiento del desempleo a dos dígitos, especialmente en las grandes urbes. La situación política y social se mantiene aparentemente “estable”, esta apariencia en realidad tapa la tensión social que subyace por abajo. Esta “estabilidad” se da a dos puntas, por un lado, el gran acuerdo nacional entre los partidos del régimen para sostener la gobernabilidad y darle credibilidad a las instituciones capitalistas y así llegar a octubre y dirimir en las urnas el futuro de millones de trabajadores y sectores populares, sea batiendo o no a Macri, sosteniendo el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional. Por el otro, la crisis de dirección de la clase obrera que se combinación con cierta ilusión por parte de grandes sectores de masas en que la fórmula Fernández/Fernández cambiará la situación para las familias obreras.
Un impasse impuesto
Como decimos más arriba, los partidos y sectores opositores al macrismo han impuesto un impasse en la lucha de clases. Este impasse está precedido por un período extenso de lucha. Tan solo mencionar que el 2018 se caracterizó por decenas de marchas, paros, tomas de fábricas y empresas, paros generales. Toda esta energía de lucha se dio a pesar de las direcciones traidoras y reformistas del movimiento de masas ya que los gordos de la CGT brillaron por su colaboración de clases y conciliación entre los intereses de las grandes patronales y los intereses opuestos de la clase obrera, trabajadores y sectores populares, mientras que las direcciones reformistas aceptaron sin más la agenda electoral como única vía para derrotar al gobierno de Macri-Cambiemos. Intentando de esta manera reflotar o maquillar al cadáver putrefacto del sistema capitalista que destila veneno y muerte. Quedó así truncada la agenda de los de abajo, la esperanza de cientos de miles que pusieron en la calle una oposición firme a la entrega del patrimonio nacional a la voracidad imperialista, a los acreedores y al FMI.
Una “burguesía desesperada” – Una oligarquía financiera de fiesta
En Argentina, la burguesía se ha caracterizado por su desprecio para llevar adelante un desarrollo industrial sostenido, ¡proceso doloroso de poner en pie! En general, la clase dominante se ha caracterizado por recostarse sobre el imperialismo yanqui. Es esta la unidad nacional que construyeron los capitalistas criollos. Se revela así una burguesía débil ante el imperialismo, raquítica y rentista. Su nacimiento como clase dominante estuvo de la mano del imperialismo inglés, y hace décadas del yanqui. Esta conducta no ha variado en términos de independencia de clase en relación a la dominación imperialista. Por el contrario, en general, mantuvo una conducta de subordinación, al mismo tiempo que se ha erigido como dirección ante los explotados. Hoy la conducta de los capitalistas se expresa en una desesperación ante la crisis mundial de sobreproducción. Es así que el grito de guerra contra los trabajadores tiene como corolario arrasar las conquistas obreras. Toda la burguesía “industrial” llama al gobierno que salga ungido en las urnas en octubre, a que avance sobre los derechos de los trabajadores. Por esto, piden a gritos que se vote la Reforma Laboral que tira por tierra los convenios colectivos. Por su lado, el festín de un grupúsculo de bancos mayoristas no tiene precedentes. El endeudamiento a que fue sometido el país con el FMI, llega en febrero de 2019 a superar el 97% del último PBI. Los bancos ganaron en 2018 la impúdica cifra de $172.106 millones, un 121 % más que en 2017. En lo que va en el primer semestre de 2019, las ganancias llevan más del 57% que en 2018. Este festín se da por el negocio de las Lebac, Leliq y dólares. Acá vemos cómo funciona el capitalismo en su fase imperialista y en una crisis secular que no encuentra precedentes en la historia, superando la recesión del ’29. La idea de gestionar al capitalismo resulta en el contexto actual simplemente una utopía reaccionaria.
Después de Octubre
Hay plena conciencia en amplias capas de trabajadores, que la situación política se ha polarizado y su tendencia es a la agudización, lógicamente hoy se expresa en los comicios a octubre. La ancha vereda del medio quedó reducida a una bicisenda angosta, se ha impuesto en la realidad la polarización electoral entre las fórmulas Macri/Pichetto y Fernández/Fernández. Lo que no debemos perder de vista es que, gane quien gane la situación política va a estar signada por gobiernos inestables, por convulsiones sociales dada la crisis estructural capitalista. Es verdad, que la burguesía no solo pide a gritos la Reforma Laboral, pide además la renegociación de la deuda externa, en tanto vencimientos e intereses. La agitación del default por parte de los voceros del oficialismo acusando a Fernández/Fernández que de ganar lo aplicaría, juega de presión a este sector y al electorado. De ganar la fórmula Fernández/Fernández, anticiparon su voluntad de diálogo con los voceros del FMI en cuanto a renegociar la deuda en tiempos de vencimientos e intereses. La idea es generar algo de grasa en caja y “estimular” el mercado interno, algo que va a estar condicionado por la crisis mundial. Puede que, de darse esta situación se sienta en los primeros momentos una suerte de alivio pero que va a resultar efímero. El planteo político de que en las mesas obreras haya un plato de comida es necesario. Pero no se trata de un plato de comida solamente, se trata de una vida digna, con salud y educación, con empleo y futuro no solo para los que hoy enfrentamos directamente la crisis, sino para nuestros hijos y sus hijos. El imperialismo no deja dudas al respecto, la crisis se instaló por décadas y solo se sobrevive por la crisis de dirección de la clase obrera a nivel internacional. Los columnistas de Financial Time, New York Times, Wasshington Post y los diarios más salientes del mundo dan cuenta de esto. Debemos entender que la situación se ha agravado en cuanto condiciones de vida y trabajo. La moneda constante es el desempleo y cuando hay es precarizado, flexible a las apetencias de las grandes patronales, más cargas horarias de trabajo y menos salario. Esta es la nueva situación a lo que nos vamos a enfrentar. El gobierno de Macri -Cambiemos adelantó en estos días que piensa acelerar los tiempos en tanto la aprobación de la Reforma Laboral. La ilusión de un cambio es de corto aliento, por lo tanto las perspectivas son de enfrentamientos con quien salga ungido en octubre, más tarde o más temprano las contradicciones van a agudizarse.
Debemos preparar una alternativa revolucionaria
Los marxistas no negamos la participación de los revolucionarios en el Parlamento capitalista, resulta de importancia a la hora de potenciar las luchas, arrancar leyes que representen un paso adelante para la clase obrera y los sectores populares como uno de los caminos para su fortalecimiento como clase con conciencia de sus intereses históricos. De lograr leyes, debe servir para fortalecer la lucha de los de abajo, pero a condición de estar precedidas por movilizaciones reclamando nuestros derechos, transformándose en una escuela para las masas y su vanguardia y así descubrir el velo del rol general que cumple el parlamento burgués. Advertimos junto a Lenin que “¡A los de abajo se les autoriza para decidir una vez cada varios años qué mandatarios de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos en el Parlamento! Pero, partiendo de esta democracia capitalista -que inevitablemente es estrecha, que repudia por debajo de cuerda a los pobres y que es, por tanto, una democracia profundamente hipócrita y falaz- el desarrollo progresivo no discurre de un modo sencillo, directo y tranquilo “hacia una democracia cada vez mayor”, como quieren hacernos creer los profesores liberales y los oportunistas pequeñoburgueses”. Lenin El Estado y la Revolución Los revolucionarios deben sostener una política firme y decidida que denuncie y combata las políticas anti obreras de los capitalistas avaladas por sus representantes en las dos Cámaras. Así, la política revolucionaria junto a la experiencia de las masas debe servir para poner en pie nuestra herramienta política bajo la estrategia del Socialismo. Los tribunos de izquierda demostrarán el carácter de clase del Parlamento; su participación no puede generar ninguna confianza en esta institución burguesa, ni suponer que son un reaseguro para la aprobación de proyectos. Los tribunos de izquierda que tienen escaños en la Cámara Baja pierden de vista su destrucción. Destruir el Parlamento capitalista que, junto a la burocracia estatal y el aparato represivo representan tres ámbitos de dominación de la burguesía, siendo fundamental en la preparación de un proceso revolucionario triunfante, que lleve a los explotados a una nueva legalidad desde abajo y de los de abajo y transforme a los trabajadores en clase dominante y así lograr la conquista de la una verdadera democracia. En consecuencia, estas medidas deben estar básicamente acompañadas por el control de los resortes esenciales de la economía en manos de los trabajadores y llevar adelante las expropiaciones sin pago a los capitalistas. Bancos, fábricas, empresas, comercializadoras de alimentos, cientos de miles de hectáreas deben estar bajo nuestro control, creando nuestro gobierno propio, un Gobierno de los Trabajadores y por el Socialismo. No se debe quedar enredado en la lógica parlamentaria y ceder a las múltiples presiones del Estado capitalista y de intereses ajenos a nuestra clase sustituyendo nuestra estrategia por una estrategia ajena e invalidando lo que se dice defender. Debemos llamar a desconfiar en este ámbito que resulta ajeno, extraño a los intereses de las grandes mayorías del país. Debemos exponer que la democracia directa, la democracia obrera, la democracia de los trabajadores resulta lo único viable y real para satisfacer las necesidades de la mayoría obrera y de la juventud. Es indispensable tomar en nuestras manos nuestro destino, nuestras vidas. Ni delegar en los que prometen el oro y el moro y luego nos dan la espalda; ni en los que rezan que debemos aceptar la realidad tal cual es argumentando que no hay alternativas. Ambos siempre piden que sigamos poniendo nuestro esfuerzo, nuestro sufrimiento, postergando nuestros derechos al trabajo, a la salud, a la educación, a la vivienda, al ocio. Por esto la democracia directa no es una utopía es una necesidad que se desprende de nuestra experiencia. El presente y el pasado cercano muestran que no hay medias tintas, los capitalistas han roto su propio equilibrio mundial, nos encontramos en presencia de una guerra comercial en curso, con las locuras del imperialismo en Medio Oriente con el asedio a Irán. Pero las tensiones siguen in crescendo, la apariencia de una suerte de quietud que se percibe es simplemente la quietud que precede una gran tempestad. La estabilidad que pretenden los capitalistas es con la paz de los cementerios. En Argentina, octubre se encuentra cerca pero también muy lejos. Quien tome el timón del Estado a fines de diciembre tendrá entre sus manos una situación explosiva. El nuevo Contrato Social de Fernández/Fernández, en el caso que ganen, retardará un tiempo más o menos corto las contradicciones sociales y los enfrentamientos. Por el contrario, si existe la posibilidad de una continuación de Macri-Cambiemos, los tiempos se acortarán de manera acelerada. Debemos impulsar enérgicamente en cada lugar de intervención, fábrica, empresa, universidad, en las barriadas populares, etc. nuestras reivindicaciones junto a la necesidad de poner en pie nuestra herramienta política, el Partido de Trabajadores. Las perspectivas políticas y sociales muestran limitaciones más severas y ponen sobre la mesa el debate de un nuevo orden social, una nueva legalidad, un Gobierno de Trabajadores y por el Socialismo.
¡Debemos preparar futuro!¡Socialismo o barbarie capitalista!