Wojtyla y Teresa, o el caso de la sobreproducción de santos

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No es fácil ser santo, menos aún en este pecaminoso mundo del siglo XXI, o al menos eso se podría pensar. Pero esta opinión definitivamente no es compartida por el Papa Juan Pablo II que ha fabricado nada menos que 474 santos durante su mandato en el Vaticano. Se ha convertido en un entusiasta líder de mercado en la empresa de manufacturar santos. Para situar esta conquista en su contexto, este Papa ha creado más santos que todos su predecesores juntos en un transcurso de tiempo que supera los dos mil años. Y, a pesar de su avanzada edad y su delicado estado de salud, no ha dejado de trabajar. Actualmente planea elevar al rango de santidad a la Madre Teresa de Calcuta, sólo seis años después de su muerte. No es fácil ser santo, menos aún en este pecaminoso mundo del siglo XXI, o al menos eso se podría pensar. Pero esta opinión definitivamente no es compartida por el Papa Juan Pablo II que ha fabricado nada menos que 474 santos durante su mandato en el Vaticano. No puede haber quejas de su nivel de productividad. Se ha convertido en un entusiasta líder de mercado en la empresa de manufacturar santos.
Para situar esta conquista en su contexto, este Papa ha creado más santos que todos su predecesores juntos en un transcurso de tiempo que supera los dos mil años. Y, a pesar de su avanzada edad y su delicado estado de salud, no ha dejado de trabajar. Actualmente planea elevar al rango de santidad a la Madre Teresa de Calcuta, sólo seis años después de su muerte.
Aquí tenemos el secreto del impresionante record de productividad del Papa Juan Pablo II. En realidad no es un secreto. Simplemente sigue el viejo y probado método de la industria capitalista ¾ la aceleración de los ritmos de producción ¾ . En aquella época, antes de que las personas oyeran algo relacionado con la productividad, el tiempo o el movimiento, se tardaba bastante tiempo en hacer estas cosas. Tomemos por ejemplo el caso de Juana de Arco, tuvo que esperar seiscientos años para su santidad. Ahora la Madre Teresa sólo va a tener que esperar seis. ¡Esto significa exactamente un aumento de la productividad del 10.000 por ciento respecto al antiguo sistema! ¿Qué más se puede pedir?
La razón principal para que estas cosas requirieran tanto tiempo es que para cualificar la promoción al reino de los cielos hay que cumplir varias condiciones rigurosas (más bien caducas). En primer lugar, hay que tener una buena historia capaz de hacer que las personas se sienten y presten atención. En segundo lugar (y aquí está el problema), un milagro probado, y por último, pero no menos importante, contar con el apoyo del Papa.
En los remotos días en que el ritmo de vida era más lento y las personas nunca habían oído hablar de los premios a la productividad, los Papas eran personas que se oponían a las novedades y tardaban un poco en elevar a las personas a la santidad. Los métodos de producción en absoluto eran aerodinámicos. Había mucha burocracia y papeleo, todo tipo de pruebas innecesarias y entrevistas para saber si los milagros satisfacían al Vaticano o no. Era un desincentivo serio para la empresa y explica por qué había siempre pocos aspirantes prometedores.
Después llega Karol Wojtyla, es ese tipo de Papa profundamente moderno, sin tonterías, dinámico y con sentido de los negocios, completamente a tono con la empresa cultural del siglo XXI. Dejando a un lado todo el papeleo y la burocracia, liberaliza y abre la empresa. Los milagros se aprueban al por mayor. El número de santos aumenta a saltos agigantados. Los escépticos y los negativos están en retroceso.
La Madre Teresa, como todo el mundo sabe, es un alma gemela del actual ocupante del Vaticano. Ambos proceden de Europa de Este (el Papa es polaco y la Madre Teresa es albanesa). Ambos son fervientes anticomunistas, han tenido estrechas relaciones con políticos de Washington, son fervientes defensores de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica Romana, se oponen fanáticamente al control de natalidad y al aborto.
La Madre Teresa solía decir: “Si una madre puede asesinar a su propio hijo en su útero, ¿qué la impedirá matar a otra persona?” Esta aspirante a santa no decía que actualmente en la India millones de niños nacen destinados directamente a una vida de miseria, ignorancia, hambre, enfermedad y pobreza que los condena a una muerte prematura. Esto también es asesinato, un terrible homicidio perpetrado por el sistema capitalista, que ella y su amigo Wojtyla siempre han defendido lealmente.
El aborto no sería necesario si se pusiera fin a las condiciones sociales que provocan la pobreza y el hambre entre las masas. Tampoco sería necesario el aborto si estuvieran disponibles los anticonceptivos gratuitos para todo aquel que lo desee. Oponiéndose a los anticonceptivos la jerarquía católica está creando las condiciones que obligan a mujeres desesperadas a abortar. Pero hay dos clases de aborto, el que siempre ha estado disponible para las hijas de las familias adineradas que tienen un “accidente” y el que está disponible para las mujeres campesinas pobres y de familias trabajadoras. Las primeras lo realizan tranquilamente en hospitales privados higiénicos y bien equipados, las segundas en habitaciones miserables donde ancianas ignorantes con agujas sucias provocan dolor, lesiones y una muerte horrible a un gran número de desafortunadas mujeres en India y en muchos otros países.
Los marxistas defienden en todas partes los derechos de los pobres y oprimidos. Defendemos la abolición de la pobreza y la explotación que hacen inevitables estos horrores. También defendemos el derecho de una mujer a disponer de su cuerpo como ella desee, el uso científico de los anticonceptivos y una educación sexual adecuada para los jóvenes. La liberación de los prejuicios, las supersticiones religiosas y la hipocresía es una condición previa para conseguir una actitud civilizada en las relaciones entre hombres y mujeres, sobre todo para los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Estas actitudes reaccionarias están contribuyendo a la perpetuación de la pobreza, la esclavitud de la mujer y la extensión del SIDA, con todos los horrores que conlleva. En el contexto de un país subdesarrollado como la India, esta actitud resulta criminal.
Según la historia contada habitualmente por los medios de comunicación, la Madre Teresa era una auténtica santa caminando sobre la superficie de la Tierra. Sanaba al enfermo (con la ayuda de un extraño milagro), aliviaba al moribundo y cuidaba al pobre. Todo esto se producía en ese horrible mar de miseria humana que es Calcuta. El mito tiene sus orígenes principalmente en un documental de la BBC realizado en 1968 y que se llama Madre Teresa de Calcuta. Fue el primer ejemplo de un “milagro” representado en televisión.
El hombre responsable de este documental fue Malcom Muggeridge, un conocido archireaccionario tory y un fanático católico. Su interés en extender el mito de la “santa” de Calcuta está perfectamente claro. Su comportamiento en este programa estaba caracterizado por la credulidad supersticiosa y el servilismo. Algo completamente característico de este hombre conocidísimo por su periodismo televisivo barato aliñado con un galimatías seudo-científico.
No es imposible que MM haya podido creer en este fetiche. Si se va a Calcuta en busca de santos, tendrás una o incluso dos oportunidades de encontrarlos. Pero también ha podido ocurrir que haya manipulado cínicamente el contenido de su documental. Después de todo la Madre Teresa siempre fue una astuta mujer de negocios y este viejo loco reaccionario de Londres estaba predispuesto a creer en tal cosa. Pero el contenido de este primer documental fue seriamente desafiado por investigaciones posteriores.
La actual beatificación se basa en un supuesto milagro sobre una campesina hindú, Monika Besra, este milagro aparentemente la salvó de la muerte. Hay uno o dos casos más, pero tienen un carácter tan dudoso que incluso los nuevos procedimientos del Vaticano tienen dificultades para aceptarlos.
Uno de estos casos implica a un inglés, Norman Imms, un esquizofrénico paranoico de North-East, dice que se le curó su enfermedad mental después de tener una visión de la Madre Teresa. Los milagros que implican a enfermos mentales siempre han tenido un valor insignificante para el propio Vaticano. Por lo tanto, no se puede considerar este caso como un “milagro serio”.
Así que nos centraremos en el caso de Monika Besra, en 1997 estaba gravemente enferma, tanto que incluso su familia tuvo que vender la tierra y gastarse todo el dinero para intentar curarla. Finalmente, fue admitida en un hospital local aparentemente agonizando. Tenía un tumor en el estómago del tamaño de un melón. Los médicos locales le diagnosticaron meningitis tuberculosa. Parece que las medicinas no producían ningún resultado. Las monjas encontraron un método más eficaz para tratar el problema. Ataron al estómago de la mujer un medallón de la Madre de Teresa con una cuerda de color negro y rezaron. A la mañana siguiente, si creemos a MB y las monjas, el tumor había desaparecido.
Los médicos estaban incrédulos. Un tumor de ese tamaño no desaparece entre las cinco de la tarde y la una de la madrugada. También estaban escépticos porque la mujer no tenía mucha fe en las monjas, sus medallones y sus rezos, por eso continuó tomando las medicinas. Sospecharon que era un fraude y dijeron simplemente que la mujer y las monjas no decían la verdad.
¿Por qué algunas personas pueden decir esta clase de mentiras? Para empezar en el negocio de los milagros hay mucho dinero en juego. ¡Sólo basta con mirar a Lourdes! Un milagro puede ser algo muy útil para los negocios. Muchas personas buscan una cura para su enfermedad y eso significa más ventas, donativos e inversiones. En pocas palabras, ¡un milagro o dos no hace daño a nadie!
¿O sí? En realidad, resulta muy perjudicial predicar a los pobres y analfabetos que no necesitan las medicinas modernas fabricadas por las empresas farmacéuticas occidentales, y que lo único que les hace falta son milagros y oraciones. Esta propaganda no ayuda a estas personas a escapar de su pobreza, enfermedad e ignorancia, más bien todo lo contrario, las ata más a su esclavitud física y mental.
Sumita Kumar, la portavoz de la Madre Teresa, realmente no parecía vivir en la pobreza cuando apareció en el Canal Cuatro para justificar sus obras, sentada en una lujosa casa de Nueva Delhi. Está claro que ella no necesita milagros para resolver sus problemas. Seguramente una breve ojeada a su cuenta bancaria lo confirmaría. Estas personas acomodadas ven en personas como la Madre Teresa y sus “milagros” algo muy conveniente, porque convierten en algo innecesario subir los impuestos para mejorar las condiciones de los pobres.
Otras personas tienen una opinión muy diferente a la que tiene la Madre Teresa. En un documental de 1994 del Canal Cuatro, se desenmascaraba totalmente los mitos creados en el primer programa de Muggeridge. Demostraba que la Madre Teresa no estaba interesada en aliviar el dolor y sufrimiento humanos, sino sólo en salvar sus almas. Aunque hay disponibles muchos analgésicos hay que dejar a las personas agonizar con sufrimiento.
Una de las personas entrevistadas en el programa, un mujer inglesa, había sido una gran admiradora de la Madre Teresa hasta que comprobó esto con sus propios ojos. “Quedé conmocionada. Eran considerados como almas y no como cuerpos”. A las personas se las dejaba sufrir un dolor innecesario, presumiblemente esto era bueno para el alma, o al menos tenía una importancia secundaria.
El papel de la religión en la historia del colonialismo está bien documentado históricamente. La dominación de los pueblos coloniales por parte del imperialismo en todas partes fue preparada y facilitada por la religión. El hombre blanco llegó a África, India y América Latina con la Biblia bajo el brazo. Le quitó la tierra y el oro a los nativos, a cambio les dio la Biblia. Algunas personas pueden decir correctamente que no fue un buen negocio.
Llevar la Cristiandad a estos pueblos tenía un objetivo claro, transformarlos en sujetos obedientes y sumisos para que aceptaran su suerte. Hoy en día continúa esta situación con la opresión imperialista. La Madre Teresa y sus hermanas han continuado inculcando este espíritu entre las capas oprimidas de la India.
La sucesora de la Madre Teresa, la hermana Nirmala, ha dicho que “la pobreza siempre existirá. Queremos que los pobres vean la pobreza de una forma correcta, que la acepten y crean que el Señor les recompensará”. Si los pobres y los trabajadores aceptaran esto, entonces nunca lucharían contra los empresarios y no se organizarían en sindicatos o partidos políticos. Así que mientras se presentan como los ayudantes de los pobres, en realidad sólo contribuyen a mantenerlos prisioneros de este sistema que los explota y oprime.
Un ejemplo nos ayuda a ilustrar esta situación. En 1983 en la India explotó una planta de la multinacional estadounidense Union Carbide, provocó muertes horribles y muchos heridos. La causa fue la política de la empresa de ahorrar en medidas de seguridad. El comentario de la Madre Teresa fue el siguiente: “Esto puede haber sido un accidente, es como un fuego [que] puede estallar en cualquier parte. Por eso es importante perdonar. El perdón nos ofrece un corazón limpio y las personas se sentirán cien veces mejor después de eso”. En lugar de organizarlas para que lucharan contra la Union Carbide, las víctimas de este terrible crimen del capitalismo simplemente debían aceptarlo. Por supuesto esto dejaba intactos los beneficios de Union Carbide y permitía a sus propietarios salir de la dificultad. Las víctimas debían contentarse con recibir medallas de aluminio de Santa María… de la Madre Teresa.
Las personas deberían tener el derecho a elegir la religión que deseen, o ninguna. Pero lo que es objetable es extender entre los pobres y analfabetos la idea de que se pueden curar con milagros, oraciones y atándose medallones con cordeles negros. Incluso más cuestionable y peligroso es la propagandización de la idea de que el uso de anticonceptivos es pecado en países donde millones de personas están amenazadas por la pobreza, el hambre y el SIDA. Esta idea no contiene ni un átomo de progreso, simplemente es una idea reaccionaria dirigida contra los intereses de los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad.
Incluso si dejamos a un lado estos elementos, la esencia reaccionaria de la Madre Teresa y otras como ella se podría resumir en lo siguiente: es una idea que anima a las personas a dejar intacto el orden social existente, a dejar a los terratenientes, capitalistas, prestamistas y a otros opresores en posesión de su poder y privilegios, en su lugar animan a buscar un futuro feliz más allá de la tumba.
El carácter reaccionario de la filosofía de la Madre Teresa y de sus obras, por supuesto, se ha ganado el apoyo entusiasta de la clase dominante, especialmente de sus representantes más repugnantes. Ella tenía estrechas relaciones de amistad con todo tipo de caracteres, regímenes de derecha y dictaduras: no sólo Ronald Reagan y Robert Maxwell, también “Papa Doc” Duvalier, el sangriento dictador de Haití. Qué importa si eran ladrones, dictadores o incluso asesinos, ¡lo importante es que eran ricos!
Todo esto también se puede aplicar a su buen amigo Karol Wojtyla, que también ha luchado durante toda su vida por las causas más reaccionarias y ha conseguido los aplausos de los ricos y poderosos de este mundo. Este empedernido reaccionario tiene una razón particular para promover a santos y milagros.
La superstición siempre ha estado presente en los escondrijos más oscuros de la conciencia humana, desde la Edad de Piedra a la actualidad. Todos los maravillosos descubrimientos de la ciencia no han conseguido sacar estos viejos prejuicios de la mente humana. No sólo en las villas miseria de Calcuta, tampoco en los departamentos bien amueblados de la clase media en California y Londres, e incluso en las bibliotecas universitarias la religión y el misticismo siguen vivos en la primera década del siglo XXI.
La religión organizada últimamente está pasando malos tiempos, especialmente en los países capitalistas desarrollados. En Europa cada vez menos personas van a la iglesia. En la España católica la Iglesia tiene dificultades para encontrar jóvenes dispuestos a ser sacerdotes. En Francia el número de astrólogos profesionales excede con mucho al de curas católicos. En EEUU la Iglesia Católica está tambaleándose debido a los escándalos sexuales. La crisis no se limita a la Iglesia Católica. La Iglesia Anglicana también está tambaleándose por la designación en EEUU de un obispo que se declara públicamente homosexual.
Igual que en el período de decadencia del imperio romano, hay muchas personas que ya no creen en los viejos dioses, en su lugar hay un número cada mayor de sectas procedentes de oriente. Estas muestran esa cierta vitalidad que le falta a la Cristiandad occidental. Sus credos místicos apelan al paladar hastiado de hombres y mujeres que no sufren privación material, pero sí sienten que sus vidas están vacías y no tienen significado, un infinito monótono de trabajo y esfuerzo, pobreza cultural y vacío espiritual.
La alienación y la egolatría han convertido a la sociedad occidental “civilizada” en una pesadilla de crimen, violencia e inseguridad donde un número cada vez mayor de personas se cuestionan el valor de la vida misma. Pero no miran hacia las iglesias tradicionales en busca de salvación y socorro. La religión organizada en países como Gran Bretaña está marchitándose. La actitud de la mayoría de la gente ante los escándalos que afectan a las iglesias se parece a la que tenían sus ancestros en el siglo XIV, en el período de declive del feudalismo: cinismo, indiferencia y desprecio.
Como militante religioso reaccionario, Wojtyla no tiene la intención de abandonar sin luchar. Desgraciadamente, carece de los métodos eficaces de persuasión que utilizaron sus antepasados: fuego, horca y otras cosas por el estilo que formaban parte del arsenal de la Santa Inquisición. La superstición es un arma útil. Esto explica la firme determinación que muestra este Papa cuando se trata de fabricar santos.
Pero no sólo se trata de cantidad. ¡No! El Papa Juan Pablo II está muy preocupado por la calidad. No todo el mundo reúne las cualidades necesarias para la santidad. El Papa estudia la lista con mucho cuidado y atención, deshecha a aquellos candidatos que no reúnen las cualidades necesarias. Los santos deben tener unas impecables referencias de derecha. El Arzobispo Oscar Romero de San Salvador, un hombre progresista brutalmente asesinado por los escuadros de la muerte ultraderechistas y cuyo nombre ha sido repetidamente presentado por los católicos de Centroamérica, ha sido rechazado sin ningún tipo de ceremonia. Los santos modernos deben ser de derecha. ¡No se puede aplicar la santidad a nadie de izquierda!
Por otro lado, el Papa Pío XII, ese amigo de Hitler y Mussolini que guardó un silencio cómplice ante el Holocausto, que está bien documentado que ayudó a numerosos criminales nazis a escapar a América Latina después de la Segunda Guerra Mundial, en la actualidad está en uno de los lugares más altos de la lista de los candidatos a Santos de Wojtyla. Lo mismo ocurre con el fundador de la mafia católica de derecha representada por el Opus Dei, Escrivá de Balaguer, que también fue un activo colaborador del dictador fascista Franco.
La agenda oculta de este Papa es muy clara. Quiere reforzar la reacción de derecha en todas partes, presentando a estos canallas reaccionarios como candidatos a santos de primera fila. Sin lugar a dudas él también espera ocupar uno de los primeros lugares.
Pero hay otra razón mejor para el entusiasmo de Wojtyla en la manufactura de santos. El declive de la religión organizada en occidente juega un papel en la iglesia análogo al que juega la superproducción en los mercados mundiales. Si en Europa desciende el poder adquisitivo, hay que buscar otro lugar para expandir el mercado. ¡Hay que encontrar un mercado emergente para la religión!
Este mercado emergente existe en los países pobres de África, Asia y América Latina. En estas zonas la pobreza es tan inmensa que lleva a las personas a la desesperación. El mensaje de la Iglesia, que promete a los pobres de este mundo un paraíso en la otra vida, juega el papel de droga poderosa, más atractiva porque cuesta menos que otras drogas que se venden en las calles, está disponible de forma gratuita, en muchos lugares y no es ilegal.
Para muchas personas, en lo que por alguna u otra razón se conoce como el “mundo en vías de desarrollo”, la Cristiandad tiene un componente exótico, como ocurre en Europa y EEUU con los cultos religiosos importados de oriente. Aquí también se aplican las leyes del comercio global: hay un intercambio de importaciones entre el “tercer mundo” y el “primer mundo”, normalmente la desventaja es para el primero. La importación de cultos alocados a occidente afecta sólo a la salud mental de un minúsculo puñado de excéntricos. Pero la importación de la Cristiandad a Asia, África y América Latina supone la ruina para pueblos enteros, que ven saqueada y robada no sólo su riqueza, también su alma, tradiciones y culturas.
El Papa, un astuto hombre de negocios, mantiene un ojo avizor en estos mercados emergentes. Para asegurar que la Iglesia de Roma mantiene su cuota de mercado (existe una enorme competencia con rivales como el Islam y los evangelistas protestantes), el Papa ha acelerado la producción de santos de los lugares antes mencionados. El procedimiento sería el siguiente.
El Papa visita un país x de África/Asia/América Latina. Antes de salir los burócratas del Vaticano le informan de que en el país x hay tal o cual persona (lo llamaremos y) que reúne el criterio para la beatificación (de derecha, reaccionario, contrario a los anticonceptivos, etc.,). A su llegada (o poco antes de salir) el Sumo Pontífice anuncia ante una multitud entusiasta que y va a ser santificado. Esa es la forma a través de la cual intenta influir en millones de pobres para que se unan a su religión. No es el número de santos lo que ha aumentado, sino que el ala más reaccionaria del Vaticano, encabezada por Wojtyla, está engañando a muchas personas para que se dobleguen, al mismo tiempo que impulsa una ideología reaccionaria.
Estas maniobras tienen un carácter completamente cínico. Muchos católicos honrados lo pueden ver. ¿Cómo si no explicar que se hayan hecho más santos en la última época que en los dos mil años anteriores? Desde que este Papa llegó a su despacho, este mundo no se ha convertido en un lugar más santo, más bien ha ocurrido lo contrario. Los niveles de vida de las masas se han reducido, la pobreza ha aumentado, hay una guerra tras otra. La causa de esta catástrofe humana es el sistema capitalista que el Papa defiende.
El fundador de la Cristiandad vivía y trabajaba entre los pobres. Sus seguidores le entregaban toda su riqueza a condición de que se unieran al movimiento. Hoy muchos católicos, particularmente en América Central y del Sur, también en lugares como Filipinas, están luchando contra la injusticia y la opresión. Quieren defender los intereses de los campesinos pobres y los trabajadores. Estas personas cuentan con todas nuestras simpatías. Pero los príncipes de la Iglesia (no sólo la Iglesia Católica) hace ya mucho tiempo que abandonaron el credo de los primeros cristianos. Se han unido a las filas de los ricos y poderosos. Han entregado la Iglesia a los mismos prestamistas que Jesús echó del Templo.
Predican la obediencia y el servilismo a los pobres para así garantizar la continuación de este sistema de injusticia y opresión. El “consuelo” que ofrecen a las víctimas de este sistema es un pobre consuelo que debe esperar hasta la tumba. De ellos se puede decir: “Te pedí pan y me diste una piedra”. Y nosotros debemos decir: unámonos para luchar contra la explotación y la opresión. Que la clase obrera tome el poder y ponga fin al dominio —espiritual y material— de los terratenientes. Construyamos un paraíso sobre este mundo.

Londres, 3 de noviembre de 2003