Una vez más como pueblo acudimos decididos a la cita de la historia. La aprobación de la reforma constitucional vuelve a enfrentar a los enemigos de siempre, a la oligarquía, a los patrones, a los dueños del país, contra el pueblo que crece y se moviliza. La aprobación de la reforma supone una nueva gesta, que el pueblo asume nuevamente con alegría y firmeza: la de la construcción del socialismo y del poder popular.
Declaración de Movimientos populares frente a la coyuntura actual
Una vez más como pueblo acudimos decididos a la cita de la historia. La aprobación de la reforma constitucional vuelve a enfrentar a los enemigos de siempre, a la oligarquía, a los patrones, a los dueños del país, contra el pueblo que crece y se moviliza. La aprobación de la reforma supone una nueva gesta, que el pueblo asume nuevamente con alegría y firmeza: la de la construcción del socialismo y del poder popular.
La reforma significa un avance en la construcción de una nueva sociedad. Por un lado, amplia los derechos del pueblo, continuando y profundizando los alcances de la Constitución de 1999, que consagra el Estado Social de Derecho y Justicia como horizonte. El reconocimiento del Derecho a la ciudad, que nos devuelve a todos la ciudad, hasta ahora un privilegio de pocos (garantizando el acceso al suelo urbano, la protección contra la especulación inmobiliaria, el derecho a las redes de servicios urbanos, la participación en las decisiones que competen a la ciudad); la reducción de la jornada laboral, devolviéndole al trabajador una parte del tiempo que le arrebata el patrón; la seguridad social para los trabajadores independientes, que garantiza y protege los derechos laborales de ciento de miles hasta ahora excluidos de ellos; el derecho de todos a la creación, acceso y disfrute de la actividad cultural, científica y tecnológica; el reconocimiento de nuestra herencia afro e indígena; la prohibición de la discriminación por cualquier motivo; la protección de la vivienda principal; la prohibición del latifundio y la garantía de la soberanía alimentaria; la protección y promoción de la agro-ecología, son, entre otros, ejemplo de la ampliación del conjunto de derechos que permiten el camino a una sociedad más justa y solidaria. La reforma expresa en tal sentido parte de las luchas que el pueblo ha emprendido y defendido en el proceso revolucionario. Habitantes de las comunidades populares, inquilinos amenazados de desalojos, sin techos, trabajadores, estudiantes, conserjes, campesinos, afrodescendientes, comunicadores populares, vemos en la reforma un horizonte concreto para nuestras luchas y reivindicaciones.
La reforma no se queda en esto, sino que va más allá al reconocer al pueblo ya no sólo como sujeto de derecho, sino sujeto del ejercicio del poder. La reforma desbroza el camino hacia la democracia revolucionaria, al constitucionalizar el poder popular, construido en estos años de lucha, y transferirle competencias efectivas tanto para el ejercicio del auto-gobierno como para su participación directa en las políticas nacionales. No contradice, sino que desarrolla la Constitución de 1999: para garantizar y ejercer sus derechos, el pueblo tiene que ser poder. La democracia participativa se convierte en poder popular
En tercer lugar, la reforma crea las condiciones materiales para construir una nueva sociedad y un nuevo estado. En el marco del capitalismo, que expropia a la gente de sus derechos y de su poder, no hay posibilidad reales de cambio alguno. La reforma incorpora los primeros elementos para crear una economía socialista, que nos libere de la explotación del hombre por el hombre, y permita que los productores (el pueblo en su conjunto) sea dueño de su destino. Sólo habrá derechos para el pueblo, sólo habrá posibilidades de construir el verdadero poder popular, si al mismo tiempo construimos el socialismo. El desarrollo lógico del Estado Social de Derecho y Justicia es el Estado Socialista.
Esta es la causa del pánico que la reforma provoca en la derecha y en la oligarquía. Por eso están decididos a impedirla de la forma que sea, y acudirán a la mentira, a la violencia, al golpe de estado, a cualquier medio legal o ilegal. Lo que nos obliga a los movimientos populares a tomar la calle, a movilizarnos, a movilizar a nuestras bases, debatir con el pueblo, organizarlo para los días que se vienen. La campaña por el Sí debe ser una campaña de calle, de luchas, de organización y debate popular. Debe ser también una campaña llena de contenido, consciente, movilizadora, en que los distintos sectores pongan en el centro del debate aquellos elementos de la reforma que expresan de manera directa sus intereses y que resultan de mayor poder movilizador, mientras que entre todos levantamos la bandera de la construcción de socialismo y del poder popular, como elementos estratégicos planteados por la propuesta de reforma. Tomar las calles y movilizar al pueblo con la reforma como instrumento programático, para derrotar a la derecha y a la desestabilización.
Pero no es la derecha opositora la única amenaza a vencer. Desde dentro del proceso bolivariano, en las nuevas élites que han crecido a la vera de las luchas del pueblo y de la revolución, desde muchos de los que tienen responsabilidades políticas e institucionales, se prepara un nuevo atentado, más velado pero no menos peligroso, contra el pueblo y la reforma. La manera como se aprobó el proyecto de reforma, entre cuatro paredes y sin dar cabida al pueblo como fuente del constituyente primario, esta campaña deslucida, fría, clichetera, vacía de contenido (¡¡si, sí, así, así!!), que promueve el inmovilismo y la apatía del pueblo, parece una trampa para impedir su aprobación y, en cado de darse, preparar las condiciones para desconocer en la práctica su implementación. Nada desvela más al burócrata que el poder popular, nada preocupa más al capitalista convertido a última hora en bolivariano que el socialismo, por eso preparan desde dentro, agazapados, el zarpazo a la reforma, convertirla en letra muerta, asesinarla apenas se apruebe. Una vez que derrotemos a la derecha opositora en la calle y en las urnas electorales, debemos prepararnos para derrotar a la derecha escondida dentro del proceso bolivariano, a los oportunistas y corruptos, a los que trafican con las luchas y las esperanzas del pueblo. ¡Después del 2 de diciembre, nadie se devuelve a su casa, el pueblo se mantendrá en la calle vigilante de su victoria y de la concreción de la reforma!!
En tal sentido, proponemos:
* La campaña por el Sí debe ser una campaña de movilización por luchas y reivindicaciones populares, avanzando en la derrota simultanea de la oligarquía y la derecha golpista, y de los sectores oportunistas y reaccionaros presentes en el campo revolucionario.
* La reforma debe convertirse en el programa de luchas del movimiento popular, tanto durante la campaña como luego de ella, exigiendo en la calle que se aplique los contenidos revolucionarios y clasistas propuestos en la reforma.
* La campaña por el sí y la reforma debe servir como bisagra articuladora del movimiento popular, tanto en los días que resta para el referéndum, como pasa la etapa de lucha y construcción del poder popular y el socialismo luego del 2 de diciembre.
Necesitamos cambios concretos y solamente la unión entre trabajadores, estudiantes y los diferentes sectores sociales alrededor de un claro proyecto político revolucionario nos permitirá fortalecer nuestra lucha común por una verdadera justicia social. Estamos convencidos que la autonomía político-organizativa y la práctica revolucionaria de las clases explotadas son las únicas garantías para que se hagan realidad la vicotiria dle pueblo.
¡¡¡Por todas nuestras luchas, por el poder popular, por el socialismo, el pueblo en la calle dice Sí!!!
Frente de Empresas Cogestionadas y Ocupadas (FRETECO), Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, Frente Comunal Simón Bolívar, Comités de Tierra Urbana (CTU), Campamentos de Pioneros- Movimienot por la Tierra y el Hábitat, Ateneo Popular, Conserjes Unidos por Venezuela, Red Metropolitana de Inquilinos, Programa de Formación de Grado en Estudios Jurídicos de la UBV, Red de los Afrodescendientes, ANMCLA.