Venezuela: Frente a las conspiraciones golpistas, PODEMOS no puede permanecer neutral

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thumb podemosLas recientes declaraciones de los dirigentes y europarlamentarios de PODEMOS, Pablo Iglesias y Tania González, diciendo que “no nos gusta que se detengan alcaldes ni cargos políticos en ningún lugar del mundo”, en relación a la detención del alcalde de Caracas Antonio Ledezma, han generado mucha controversia. Ledezma está acusado de participar en una conspiración golpista contra el gobierno legítimamente electo de Venezuela.

Lo cierto es que Ledezma no ha sido detenido “por el gobierno”, como afirma malévolamente la prensa y la derecha españolas, sino por una orden del Tribunal 6ª de Control del Área Metropolitana de Caracas (AMC). De acuerdo a la legalidad venezolana, los delitos de conspiración se encuentran previstos y sancionados en el Código Penal y en la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo. Y tampoco ha sido maltratado ni se le han negado sus derechos a recibir a su abogado, como han aireado los medios españoles y la oposición derechista venezolana. Esto ya ha sido refutado con videos en Venezuela.

Según el tribunal que ordenó su detención, Antonio Ledezma fue imputado por incurrir presuntamente en el delito de conspiración y asociación para delinquir, debido a su relación con el caso que se le sigue a Lorent Gómez Saleh, Gabriel Valles, Ronny Navarro, Gerardo Carrero y Renzo Prieto, acusados de los planes terroristas registrados en el país a principios de 2014. Justamente hace un año, la oposición de derechas promovió disturbios y tomas de calles, en un plan premeditado para desestabilizar al gobierno y provocar un golpe de Estado. De los 43 muertos habidos en aquellas semanas, muchos eran chavistas y gran parte de los muertos de bala, tanto chavistas como opositores, fueron cometidos por francotiradores apostados en edificios de los barrios ricos que servían a estos planes de la oposición. De acuerdo con vídeos difundidos en septiembre de 2014, Gómez Saleh afirmaba que, en el plan terrorista que llevaba a cabo, Ledezma “era clave. Tiene algo importante. De hecho, el político que más ha apoyado a la resistencia (planes de violencia) fue siempre él, por eso era nuestro candidato a la presidencia”.

La detención de Ledezma se produjo una semana después de ser desmantelada otra conspiración golpista, con la detención de 7 pilotos de la fuerza aérea que tenían previsto atacar la sede del gobierno, el Palacio de Miraflores, además del Ministerio de Defensa y la sede de Telesur, en Caracas. Ledezma firmó, con otros dirigentes opositores, el documento titulado “Acuerdo nacional para la transición”, publicado el pasado 11 de febrero, el cual se supone que iba a ser el punto de inicio de este plan golpista.

Esto no es una novedad, como conoce muy bien, y denunció en su momento, el compañero Pablo Iglesias. La oposición contrarrevolucionaria de Venezuela, lleva más de una década conspirando, promoviendo disturbios callejeros sangrientos e intentonas golpistas, en alianza con los grandes empresarios y banqueros del país, con el apoyo activo del gobierno de los EEUU y de varios países europeos (entre ellos, el español). Un ejemplo de esto fue el golpe de Estado triunfante de abril de 2002, que fue derrotado en 36 horas por las masas en las calles.

De hecho, si de algo se puede acusar al gobierno y a la justicia venezolana es de haber sido excesivamente benevolentes con la oposición golpista. Todos los responsables del golpe de 2002 están en libertad y nunca fueron juzgados. En su mayoría fueron cubiertos por una ley de amnistía aprobada a propuesta del presidente Chávez en el 2007. Alguno se fugó del país, como fue el caso del presidente golpista Pedro Carmona. Otros nunca fueron detenidos y siguieron libres, siendo los actuales dirigentes de la oposición “democrática”. Ellos han continuado con sus conspiraciones anti democráticas para derrocar al gobierno bolivariano; con maniobras desestabilizadoras de todo tipo (incluido el sabotaje económico que sufre la economía venezolana por parte de los grandes empresarios). Es por su implicación directa en este tipo de conspiraciones desestabilizadores que permanece detenido el dirigente opositor Leopoldo López, jaleado como un “héroe de la democracia” por la derecha y la prensa españolas.

Durante años, la población española ha sido bombardeada con toneladas de mentiras y calumnias dirigidas contra la revolución bolivariana, que ha ganado democráticamente 17 de las 18 elecciones y consultas populares habidas en Venezuela en 15 años. Es lógico pensar que un sector de trabajadores y capas medias esté confundido y tenga dudas sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Entendemos también que PODEMOS y sus principales referentes están sometidos a un asedio brutal por parte de la derecha, los dirigentes social-liberales del PSOE y la prensa del régimen. Cotidianamente son acusados de estar financiados por el gobierno de Venezuela, lo cual es manifiestamente falso y una calumnia.

Pero los dirigentes de PODEMOS han conquistado una autoridad política y moral sobre una parte sustancial de la población, que ha llevado a esta organización a ser la fuerza política española con mayor intención de voto. En lugar de ceder y plegarse a la ofensiva mediática de la derecha, lo que deberían hacer es contrarrestar esta ofensiva explicando realmente los logros de la revolución bolivariana, que conocen muy bien, y denunciar la hipocresía pestilente de sus detractores en España que apoyaron el golpe de 2002, como apoyan todos los regímenes despóticos del mundo siempre que sirvan a los intereses de negocio de las multinacionales españolas.

Los dirigentes de PODEMOS se equivocan si piensan que, adoptando públicamente una posición neutral, esquivarán la crítica malévola de la derecha en su empecinamiento en vincularlos al gobierno venezolano. Por cada paso atrás que den, les exigirán que den tres más. La derecha española y el Establishment jamás se reconciliarán con PODEMOS porque ven la propia existencia de esta organización como una amenaza a la continuidad de sus privilegios y de su posición dominante en la sociedad.

Lo que se necesita es una actitud firme y valiente por parte de la dirección de PODEMOS en defensa de la revolución bolivariana, al tiempo que señalan sus debilidades y errores que, indudablemente, existen. Esto, no sólo contrarrestaría eficazmente la campaña mediática de la derecha, sino que elevaría el nivel de comprensión de las capas de trabajadores y sectores de capas medias en España que caen presa de la demagogia de la derecha en relación a Venezuela.

Esta actitud, lejos de hacerles perder popularidad y apoyo electoral, lo reforzaría, y enviaría señales inequívocas de solidaridad hacia las masas trabajadoras venezolanas que están luchando en las calles y en los centros de trabajo contra las bandas reaccionarias de derecha y el sabotaje económico. Porque, de lo que no hay duda, es que una derrota de la revolución bolivariana tendría efectos reaccionarios, no sólo en el conjunto de América Latina –donde sería visto como una señal para que la reacción levante cabeza en todo el continente– sino también internacionalmente, incluido el propio Estado español.