Venezuela a un año del golpe

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Cientos de miles de personas se concentraron en la Avenida Bolívar de Caracas el domingo 13 de abril, en el acto de conmemoración del levantamiento popular que derrotó el golpe de estado reaccionario del 11 de abril del año pasado. Los diferentes eventos que se realizaron en conmemoración de esos acontecimientos reflejan fielmente la actual correlación de fuerzas entre las clases en Venezuela.

La marea roja invade de nuevo la avenida Bolivar

Cientos de miles de personas se concentraron en la Avenida Bolívar de Caracas el domingo 13 de abril, en el acto de conmemoración del levantamiento popular que derrotó el golpe de estado reaccionario del 11 de abril del año pasado. Los diferentes eventos que se realizaron en conmemoración de esos acontecimientos reflejan fielmente la actual correlación de fuerzas entre las clases en Venezuela.

La mal llamada Coordinadora Democrática había convocado para este 11 de abril una marcha en el este de la ciudad que tenía que culminar con un acto masivo. La propia convocatoria refleja el cinismo sin límites de la oligarquía venezolana, ya que los muertos del 11 de abril del pasado año, a los que decían que pretendía recordar, fueron en su mayoría del lado de los revolucionarios y todos como consecuencia de la conspiración golpista reaccionaria. La marcha y el acto habían sido convocados durante días con repetitivas cuñas publicitarias en todos los medios de comunicación privados, todos ellos en manos de la oposición golpista, con la consigna de “Vamos por ti”. En la mañana del 11 de abril la zona aledaña a la Plaza Francia de Altamira apareció cortada al tráfico y se instaló una enorme tarima con un potente equipo de sonido. Sin embargo el acto fue un fracaso tan estrepitoso que los propios medios de comunicación opositores no pudieron más que ignorarlo al día siguiente. Si hubieran acudido apenas unos pocos miles de personas, los periódicos al día siguiente habrían anunciado la participación de cientos de miles, o incluso millones de personas, y habrían publicado fotos, convenientemente cortadas para no dar una visión panorámica del evento, como han hecho en otras ocasiones. Pero no. Ni siquiera eso pudieron reflejar porque al acto no fue prácticamente nadie.

La marea roja

Y ese fracaso tan aplastante es en realidad un reflejo fiel del estado de ánimo de la oposición reaccionaria en Venezuela. La oligarquía, los empresarios, los banqueros y la burocracia de PDVSA, con el apoyo y asesoramiento del imperialismo de los EEUU y su socio menor en España organizaron minuciosamente el sabotaje petrolero y paro empresarial de diciembre-enero con el objetivo declarado de echar a Chávez. Y fracasaron. La respuesta del pueblo y particularmente de los trabajadores de base de la industria petrolera derrotaron su intento.

Durante esos meses, las masas de las capas medias de Caracas fueron movilizadas por la oligarquía a través de los medios de comunicación, fomentando el odio, la desinformación y desatando los temores más profundos de un sector importante de la pequeña burguesía, que teme perder lo poco que tiene. Salieron a la calle masivamente con la promesa de que en un par de semanas habrían derrocado al presidente legítimamente elegido, el peligro del “Castro-Comunismo” habría pasado y el país estaría de nuevo firmemente en manos de las fuerzas “de la ley y el orden”. El fracaso de ese intento de golpe de estado (pues no se pueden describir esas acciones de ninguna otra manera) ha sumido a la reacción en un estado de desmoralización profunda. Sus organizaciones están divididas y su base social desmovilizada. Al fin y al cabo, las leyes del movimiento social que se aplican a las fuerzas revolucionarias también se pueden aplicar a las de la contrarrevolución.

Por su parte, los defensores y partidarios de la revolución se volvieron a reunir en un acto de masas en la Avenida Bolívar de Caracas que cerraba cuatro días de debates y discusiones del Encuentro Mundial de Solidaridad con la Revolución Bolivariana (ver www.forobolivariano.org.ve). El color rojo de la revolución inundó una vez más el centro de la capital, a pesar de que en esta ocasión la presencia de gente del interior del país fue menor que en movilizaciones anteriores.

El ambiente era de euforia, combativo y festivo. El pueblo revolucionario es perfectamente consciente de la importancia de haber derrotado en dos ocasiones al golpismo y particularmente la gesta heroica de haber tumbado un golpe de estado en menos de 48 horas. Eso es lo que se refleja en la consigna de “todo 11 tiene su 13”.

Sin embargo, sería erróneo sacar la conclusión de que la reacción está enterrada para siempre. Han sufrido un duro golpe y les costará recuperar su capacidad de movilización. Sin embargo, como explicaba Marx, ninguna clase dominante abandona sus privilegios sin dar una batalla, una batalla que es a vida o muerte.

Un sector desesperado de la oligarquía ha recurrido al terrorismo, en un intento de crear un clima social de caos que provoque una intervención de la Fuerza Armada Nacional para “restablecer el orden”. Este es el significado de las bombas en la embajada de Colombia y una dependencia diplomática española en Caracas en febrero y el atentado en la sede de reuniones de la Mesa de Concertación el mismo 11 de abril en la madrugada. También en el fin de semana del primer aniversario del golpe de abril hubo rumores de conspiración dentro de la FAN y el gobierno anunció que había desarticulado un intento de asonada militar. Sin embargo, esta es una estrategia que por el momento no tiene mucho éxito, entre otras cosas por que la mayoría de los mandos militares más reaccionarios ya fueron saliendo de la FAN en diferentes momentos durante el pasado año, llamando a un golpe de estado sin ningún seguimiento dentro del ejército.

Por otra parte los sectores más influyentes de la oposición no tienen demasiada confianza en poder sacar al presidente Chávez y así asestar un golpe al proceso revolucionario por la vía del referéndum revocatorio. Algunos de ellos piensan que este nunca se va a celebrar y otros que si se celebra no lo van a ganar, con lo cual fortalecerían todavía más el mandato del presidente Chávez (cuyo proyecto político, dicho sea de paso, ya ha sido refrendado en las urnas en 7 ocasiones diferentes desde 1998).

La actual estrategia de la oligarquía y el imperialismo

Así pues la estrategia de la oligarquía y el imperialismo en estos momentos se basa en dos puntos complementarios. Por una parte el sabotaje de la economía y por otra parte provocar un conflicto en la frontera con Colombia que pudiera justificar una intervención extranjera.

En el terreno de lo económico está claro que la burguesía venezolana (parásita y vinculada al imperialismo) no contenta con haber causado pérdidas por más de 7 billones de dólares con el paro empresarial y sabotaje petrolero de diciembre, ahora trata de hacer pagar a los trabajadores la factura.

En el sector privado de la economía se generalizan los casos de quiebras, vacaciones no pagadas, el no pago de salarios, bonos y otras prestaciones, el aumento desorbitante de precios, el acaparamiento y en general la desorganización de la economía por parte de los grandes grupos industriales que la controlan. El objetivo es minar la enorme base de apoyo social que tiene el proceso revolucionario entre los sectores obreros y populares del país.

El gobierno ha tomado una serie de medidas como el control de precios, la suspensión del cambio de divisas para preparar mecanismos de control, la realización de mercados populares y más recientemente la congelación retroactiva de los alquileres a los precios de antes del paro empresarial.
Pero a pesar de estas medidas los empresarios siguen golpeando a la clase trabajadora. Sin embargo, los trabajadores han empezado a responder con la lucha. Los ejemplos de esta respuesta son todavía limitados y parciales pero muy significativos. En toda una serie de empresas a lo largo y ancho del país la clase obrera ha tomado la iniciativa, se han organizado en sindicatos democráticos y clasistas y han llegado a tomar las empresas para forzar a los patronos a reabrir las mismas y pagarles sus salarios y prestaciones.

Este ha sido el caso en Covencaucho y Semosa en Barquisimeto, en el estado Lara (ver www.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=621) , de los trabajadores de Prevenca y Sonorodven en Cagua y Santa Cruz respectivamente en el estado Aragua (ver www.aporrea.org/dameverbo.php?docid=5943) y probablemente habrá más casos que no han saltado a la luz pública. En otros casos la simple amenaza de toma de las instalaciones por parte de los trabajadores ha sido suficiente para disuadir a los empresarios de atacar a los trabajadores como por ejemplo en varias empresas automotrices del estado de Carabobo, organizadas por el Bloque Sindical Clasista y Democrático.

Hasta el momento, en ninguna de estas empresas los trabajadores habían pasado a poner las fábricas en funcionamiento bajo control obrero, a pesar de que la discusión sobre las experiencias de ocupaciones de fábricas en Argentina está muy extendida en el movimiento sindical clasista en Venezuela. Sin embargo, el 13 de abril, después de casi 8 meses de lucha y de haber agotado todos los cauces legales a su alcance, los trabajadores de Industrias Textiles Fénix, en San Juan de los Morros, estado Guárico decidieron tomar la fábrica y ponerla a producir bajo control obrero. Los trabajadores de esta empresa, que llevaba cerrada por voluntad del empresario desde el 20 de agosto del año pasado, hicieron un llamamiento al presidente Chávez, que en varias ocasiones se ha pronunciado por la ocupación de fábricas cerradas por los patronos, para que se les suministre materias primas (www.aporrea.org/dameverbo.php?docid=6193)

En el actual clima de politización del país y después del ejemplo de control obrero de la industria más importante del país, PDVSA, estas acciones podrían extenderse como un reguero de pólvora, cuestionando el derecho burgués a la propiedad privada de los medios de producción. Esta es por lo tanto una lucha clave para el futuro del movimiento obrero en Venezuela y es el deber de todas las corrientes clasistas y democráticas dentro de los sindicatos apoyarla y defenderla.

Hacia una nueva central sindical

En este contexto se han dado algunos pasos importantes para la formación de una nueva central sindical que sustituya a la cúpula vendida de la CTV. En este esfuerzo participan la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, corrientes sindicales clasistas y democráticas de varios puntos del país, Autonomía Sindical y los dirigentes de algunos sindicatos importantes a nivel nacional (lo que se ha venido en llamar “los aliados”).

En nuestra opinión, si se hubiera lanzado una campaña seria sobre la base de un plan de lucha que respondiera a las necesidades actuales de los trabajadores, hubiera sido posible barrer a la burocracia sindical corrupta, ilegítima y vendida, recuperando la CTV para el movimiento obrero. El ejemplo de los compañeros de El Topo Obrero en Lara (dónde se ha derrotado a la burocracia corrupta en las centrales azucareras, en Covencaucho y en otras empresas) y otros ejemplos de sindicatos clasistas en el país, demuestran que esto hubiera sido posible. Sin embargo ahora que corrientes sindicales de peso se han lanzado a la construcción de una nueva central que probablemente va a agrupar a una mayoría de los trabajadores, es necesario que los sectores más avanzados del sindicalismo participen en ella.

Sin embargo, la nueva central nace con toda una serie de vicios. La representatividad real de alguno de los “aliados” es cuanto menos discutible, ya que alguno de estos dirigentes son fuertemente contestados dentro de sus propios sindicatos, dónde ejercen un control burocrático. La discusión que llevó al acto de proclamación de la nueva central, que se realizó en el Teatro Nacional de Caracas el 5 de abril, se centró mucho más en quién iba a componer la directiva provisional que no en la declaración de principios, estatutos o programa de lucha de la nueva central. Finalmente se llegó a un acuerdo sobre la composición de la nueva dirección que en nuestra opinión da a los “aliados” una representación que no se corresponde a su peso real en el movimiento y que va a ser fuente de problemas en el futuro.

En cualquier caso, a pesar de los defectos de la nueva Unión Nacional de Trabajadores – UNETE, el acto se desarrolló en un ambiente de entusiasmo que refleja una recuperación de la confianza del movimiento sindical venezolano. El clima político entre los trabajadores será lo que garantizará el éxito de la nueva central, en la que habrá que dar una batalla seria para que adopte firmemente principios clasistas, democráticos y de autonomía respecto al estado.

Conflicto con Colombia

En el frente de la frontera con Colombia, cuyo reaccionario gobierno con la implicación directa de EEUU, está lanzando una fuerte campaña represiva con la excusa de la lucha contra el narcotráfico, en los últimos meses se ha producido un aumento de los rumores, acusaciones e incursiones armadas con el objetivo de provocar una escalada del conflicto. Representantes del gobierno colombiano, de los paramilitares colombianos de las Autodefensas Unidas (AUC) y de la oposición reaccionaria en Venezuela han venido insistiendo en que el ejército venezolano apoya directa o indirectamente a las FARC, que estas tienen bases en territorio venezolano e incluso que la FAN venezolana está implicada en operaciones de apoyo a las FARC al otro lado de la frontera.

Todas estas acusaciones carecen de cualquier fundamento, incluso recientemente el ejército venezolano detuvo a unos operativos de las FARC en una operación conjunta con el ejército colombiano. De lo que sí hay pruebas es de operaciones de las AUC en Venezuela, incluso en algunos casos disfrazados con uniformes de las FARC y de la Guardia Nacional de Venezuela (ver www.aporrea.org/dameverbo.php?docid=5992). El objetivo es claro: tratar de implicar al gobierno venezolano en “apoyo al terrorismo”, regionalizar el conflicto de Colombia y de esta manera justificar una intervención imperialista en Venezuela en el momento en que se considere oportuno (de forma directa o con tropas colombianas).

Aunque esto no es lo más probable a corto plazo, ya que los EEUU son conscientes de que enfrentarse con una intervención militar directa al proceso revolucionario en Venezuela no sería una tarea nada fácil, ésta es sin embargo una carta para la que sectores de los paramilitares colombianos, de la oposición venezolana e incluso del aparato del estado en Colombia ya se están preparando.

Defender la revolución, avanzar hacia el socialismo

La situación actual se caracteriza por lo tanto por una desmoralización de la base social de la reacción que se ve obligada a cambiar su táctica pero que sigue conspirando contra el gobierno, y al mismo tiempo por una profundización del proceso revolucionario y particularmente de la conciencia de las masas con la entrada de la clase trabajadora en la escena de forma decisiva.

La principal debilidad del movimiento revolucionario sigue siendo, como hemos señalado en artículos anteriores, la ausencia de un organismo de coordinación democrática de las organizaciones y organismos revolucionarios que permita generalizar las experiencias del movimiento y dotarle de una dirección democrática, y por otra parte la confusión en cuanto a sus objetivos, particularmente por parte de la dirección.

El proyecto político de Chávez y sus colaboradores más inmediatos sigue siendo el de desarrollar las fuerzas productivas nacionales en oposición a la dominación por parte del imperialismo. Para hacerlo se insiste en el desarrollo de cooperativas y la colaboración con sectores “productivos” del empresariado. Por ejemplo el Encuentro Mundial de Solidaridad estuvo dominado, en gran parte, por el sector más reformista del llamado movimiento anti-globalización (Ignacio Ramonet, ATTAC, etc) que aboga por la creación de un nuevo tipo de capitalismo, más “humano” y regulado, e incluyó la celebración de un foro sobre “El rol del empresario en el proceso de cambio”.

Ahora bien, tenemos que ser claros y sinceros. Todo el proceso revolucionario en Venezuela hasta el momento ha demostrado que todos los sectores decisivos de la burguesía venezolana están vinculados directamente al capital multinacional e imperialista y no pueden permitir la aplicación de las más mínimas medidas de reformas progresistas en el país, ya que estas atentan directamente contra sus intereses vitales. Los avances del proceso revolucionario hasta el momento se han concentrado en la extensión de la democracia, pero han dejado básicamente intacta la estructura económica del país. La burguesía venezolana (que de venezolana tiene bien poco) va a utilizar cualquier palanca que se deje en sus manos para sabotear e intentar destruir el proceso revolucionario. Por eso, dejar en manos de la oligarquía los bancos, los medios de producción privados (particularmente el procesamiento y distribución de alimentos) y los medios de producción, significa dejar armas en manos de un enemigo que ya ha demostrado en más de una ocasión que está dispuesto a utilizarlas contra el proceso.

La única garantía para la defensa del proceso revolucionario es su profundización, el avance de la democracia del terreno de lo político al terreno de lo económico. Y esta es una tarea en la que los trabajadores tienen que jugar un papel dirigente. Los trabajadores petroleros en PDVSA ya demostraron que la clase obrera venezolana es capaz de dirigir y controlar una de las 50 mayores empresas del mundo con un alto nivel de automatización y avance tecnológico.

Después de esta experiencia no queda ninguna duda que los trabajadores son capaces de poner a funcionar, bajo su control democrático, la economía del país que la oligarquía está saboteando. Y esto sólo lo puede hacer el movimiento obrero de forma independiente, con sus propias organizaciones. Para profundizar la revolución se impone luchar por el control obrero de PDVSA, la nacionalización de la banca y la gestión democrática de sus recursos en beneficio de la mayoría, el control social de los medios de comunicación y la ocupación y estatización bajo control obrero de las empresas privadas saboteadoras. La revolución venezolana tiene que avanzar hacia el socialismo como única manera de garantizar su defensa.