Hoy anda la dignidad, oronda y triunfadora, por las calles de Oaxaca, se ve clarita su silueta robusta y su temple de Historia. Pasa entre las bocanadas de batalla, como un vaho de refriegas, señora del humo y el fuego, avasallante y generosa, tira su metralla de pedradas en militancia inclaudicable. Es la dignidad en persona que lucha encarnizada en cada esquina para encarnarse en los corazones con perfume de triunfos palmo a palmo.
En horas recientes la dignidad pasea con su traje de humo y llamaradas[1].
Hoy anda la dignidad, oronda y triunfadora, por las calles de Oaxaca, se ve clarita su silueta robusta y su temple de Historia. Pasa entre las bocanadas de batalla, como un vaho de refriegas, señora del humo y el fuego, avasallante y generosa, tira su metralla de pedradas en militancia inclaudicable. Es la dignidad en persona que lucha encarnizada en cada esquina para encarnarse en los corazones con perfume de triunfos palmo a palmo. Anda la dignidad, paso a paso, convertida en cantos y gritos, en carreras y tácticas luchadoras. Anda la dignidad al lado del pueblo para no quedar encerrada tras entre las baratijas mass media de los canallas televisados. Anda hecha triunfo.
Anda la dignidad vestida con su traje de humo y llamaradas en la fiesta necesaria de las mejores convicciones. No es un jolgorio, no es un día de campo. Bien sabe la dignidad que las lágrimas no son sólo obra de los gases, bien sabe la dignidad de la rabia y el hartazgo, de la impotencia y la desesperación que suelen escurrirse saladas en las mejillas de los que luchan. Bien sabe la dignidad que muchas fatigas se rocían con llantos de batalla, bien lo sabe y por eso anda ahí al lado de los que tienen todo por ganar y van ganando. Bien sabe la dignidad que la APPO le puso casa en Oaxaca y por eso anda por las calles tejiendo redes de futuro contra la barbarie. Se ve clarito la dignidad de los militantes que afinan la puntería de piedras para ensanchar la autodefensa, para abrirle a México una ventana enorme por donde pase el futuro y nos encuentre luchando. Se ve clarito en las fotos.
A muchos les cuesta verla, no a todos, pero a la mayoría le salta a la vista. No hay que esforzarse mucho. Todo es cosa de fijar la mirada donde se debe, todo es cosa de rescatar la mirada, de apartarla de la tele, de la prensa del escarnio burgués y de la tranza mediática. Todo es cosa de apartar los ojos del muladar criminal infestado con mentiras oficiales. Todo es cosa de mirar con los ojos del que lucha y del que quiere que esta lucha avance en sus triunfos es decir, todo es cosa de mirar correctamente, de poner la visa en el lugar correcto. Ofrendarla al futuro. Y he ahí la dignidad a la vista.
Anda la dignidad oronda y fiestera a su modo que siempre es nuevo. Anda haciendo de las suyas entre las luchas nuestras con su voz de madre y barricada, con su lanza de historia y de quijote, anda, pues como se debe, sobre el escenario ejemplar de Oaxaca. Se deja ver y hace bien, se pone a modo y hace falta, va derecho y no se quita. Anda atareada y multiplicada, anda prontita y acomedida, anda la dignidad puesta a lomos de urgencias y anda, también, a paso de revolución amorosa. La hermosura de la APPO. Es pues la belleza convulsiva, ni más ni menos.
[1] Miradas sobre unas fotos de Daniel Aguilar http://www.jornada.unam.mx/2006/10/31/