El pasado 11 de marzo, militantes de un grupo de ultraderecha llevaron a cabo un atentado contra la sede de la Izquierda Socialista – Frente de Izquierda Unidad en La Plata, ubicada en la calle 61 de la misma ciudad. El atentado fue grabado por estos propios militantes y difundido en las redes sociales.
Dos de ellos aparecen en el respectivo video realizando el atentado –uno de ellos empuñaba una pistola que apuntó hacia una ventana del local-, justo en el momento en que había militantes de la Izquierda Socialista reunidos adentro. Un segundo sujeto (aparentemente una mujer) aparece acompañándole, y un tercero grabaría el video. Justo después que el primero apunta el arma hacia el local, el video se interrumpe para dar paso a una entrevista que los mismos sujetos efectuaron en horas cercanas al atentado, al activista pro fascista José Derman. El encuentro con Derman tuvo lugar en la sede del llamado “centro cultural” Kyle Rittenhouse(*). Allí, durante la entrevista, el mismo sujeto que empuñó el arma contra el local de la Izquierda Socialista, le pasa la misma pistola a Derman y le sugiere la posibilidad de asesinar con ella al presidente Alberto Fernández, hecho que, según ellos, sería un acto de justicia, a lo que Derman responde: “Exactamente, sí”.
El grupo del que forman parte estos fachos se hace llamar GPTV, o, gorda, puta, trola y vieja. El nombre desquiciado que colocaron a su grupo, se debe a una supuesta banda paraguaya de rock experimental que lleva el mismo nombre.
Un nombre tan poco serio, aún para ser un grupo de –loquitos– fachos, podría sugerir la idea que, en lugar de una organización política, se trataría más bien de un grupo de enfermos mentales. En efecto, este tipo de personalidades suelen pulular en torno a estas agrupaciones. Sin embargo, esto no resta gravedad al asunto, en cierta forma más bien le incrementa peligrosidad.
Aunque el atentado fue una amenaza, y no derivó en una agresión física concreta contra ningún militante o activista de izquierda, debemos comprender que el desarrollo de organizaciones de esta naturaleza política constituye un peligro potencial para el conjunto del movimiento obrero y la izquierda.
Para llevar a cabo una acción de este tipo, se requiere reunir personas y discutir un plan de tareas, construir una mínima organización, proveerse de recursos financieros y materiales, y, antes que todo, discutir las ideas políticas que dan sustento y principio a prácticas de corte fascista como esta. La diferencia entre una amenaza grabada en video, y una acción que derive finalmente en la agresión física o incluso el asesinato de militantes o activistas obreros, sindicales o de la izquierda, es tan sólo una diferencia de cantidad y calidad. El germen fascista que podría dar lugar a agresiones o asesinatos de compañeros o compañeras, está sembrado en organizaciones como las que efectuaron –y como las que apoyan- el atentado contra la Izquierda Socialista. No olvidemos, por ejemplo, más allá de cualquier diferencia política con la dirección del kichnerismo y el Frente de Todos, hace apenas meses Cristina Fernández sufrió un intento de asesinato que estuvo a poco de concretarse. Juan Derman, por cierto, apoyó en su momento el atentado contra CFK.
Por ello, desde la izquierda debemos asumir seriamente esta cuestión y repudiar con firmeza este atentado, a la vez que debemos plantear una lucha conjunta de la izquierda contra todas las expresiones fascistas en el campo de la derecha.
Si bien hoy en día no están dadas las mismas condiciones económicas que sentaron las bases sociales del fascismo en Europa en los años 30, mantenemos la misma posición de Trotsky ante el crecimiento del fascismo en los años 30, porque el método de lucha contra esta gentuza sigue siendo fundamentalmente el mismo:
“Sólo se podrá actuar prácticamente con un acuerdo entre las diferentes organizaciones contra el enemigo común. Sin renunciar a su propia independencia ni al derecho de crítica mutua, las organizaciones obreras deben sellar entre ellas un acuerdo para combatir al fascismo. Antes que todo se trata de defender un instrumento fundamental del proletariado: sus organizaciones. Esta tarea es igualmente evidente e inmediata ante los ojos de cualquier obrero organizado, sea cual sea la dirección política general de su organización”. (León Trotsky: “Por un acuerdo de combate de las organizaciones proletarias contra el fascismo”).
Sí, reiteramos que las diferencias de cantidad y calidad entre el fascismo europeo de los años 30 y estas pequeñas organizaciones neofascistas argentinas son enormes, sin embargo, jamás debemos olvidar que en Argentina hubo organizaciones anticomunistas que utilizaron métodos fascistas contra el movimiento obrero, como la Triple A. Luego, a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, –del que se acaban de conmemorar 47 años-, las fuerzas armadas del Estado capitalista ejercieron esos mismos métodos bárbaros y asesinos en proporciones bestialmente mayores. Lo demás ha sido historia: dolorosa historia viva que aún muestra sus heridas sangrantes.
En el fondo, tanto las pequeñas tradiciones fascistas argentinas como la brutal represión de las juntas –y la derecha negacionista que aún hoy las defiende, ya sea de forma tácita o expresa-, están unidas por el mismo principio político: la lucha a muerte contra las ideas socialistas y contra los sectores anticapitalistas del movimiento obrero, o, para decirlo en breve, el anticomunismo. Por eso nuestra lucha contra el fascismo, sus defensores y promotores tiene que mantenerse en pie y de forma consecuente, como parte de la lucha política más general de la clase trabajadora.
Desde la Corriente Socialista Militante, sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional, repudiamos enérgicamente este grave atentado contra las libertades democráticas de la clase trabajadora, y exigimos celeridad en la investigación de sus responsables y promotores, así como su pronto juicio y castigo.
(*) El llamado “centro cultural Kyle Rittenhouse”, está ubicado en la calle 5, entre 64 y 65, en la ciudad de la Plata. Fue bautizado así con el fin de honrar al joven supremacista blanco nativo del estado norteamericano de Illinois, quien a sus 17 años abaleó a tres hombres que participaban en las protestas de agosto de 2020 en Kenosha, Wisconsin, por el asesinato de Jacob Blake a manos de un policía. Dos de ellos resultaron víctimas fatales.
Las protestas tuvieron lugar como parte del movimiento Black Lives Matter, en respuesta a la represión sistemática de la fuerza pública contra sectores afroamericanos de clase trabajadora en los EEUU. Desde que Rittenhouse disparó a los tres activistas, se ha convertido en un ícono de la derecha conservadora y supremacista blanca de los EEUU.
Rittenhouse fue llevado a juicio y luego puesto en libertad sobre la base del argumento de defensa propia, en correspondencia con la conocida segunda enmienda de los EEUU.